Impacto del COVID en el pueblo Gunadule: "No solo el COVID 19 es una crisis sanitaria, es una profunda crisis espiritual”

Con sus manos, Miguelina escribe sus pensamientos en las molas, tejido ancestral de las mujeres Gunadule. Foto: Pablo Albarenga.

Con sus manos, Miguelina escribe sus pensamientos en las molas, tejido ancestral de las mujeres Gunadule. Foto: Pablo Albarenga.

Nuestra hermana y colaboradora del pueblo Gunadule, Jocabed. R Solano Miselis, nos concedió esta entrevista donde pudimos charlar sobre el fuerte impacto de la pandemia de COVID en su comunidad indígena.

1-      ¿Cómo ha atravesado tu pueblo este tiempo de pandemia? 

El covid19 es una pandemia más que nos ha tocado atravesar y resistir como pueblo gunadule. Fue la invasión la que ocasionó muertes de miles de hermanas y hermanos en Abya Yala, aunado a esto las enfermedades que trajeron, que por cierto se les conoció como “la enfermedad de los blancos”. Además los mosquitos que ocasionaron muchas muertes. En nuestra memoria está muy presente el lamento y la esperanza, El canto y el silencio, las danzas como oración, los rituales y las ceremonias que nos conectan con La Gran Madre y El Gran Padre, con la Madre Tierra, con la comunidad de hermanos y hermanas.

Jocabed Solano

Jocabed Solano

Cada vez que nos ha azotado alguna epidemia recurrimos a nuestras ceremonias como el Waar Ued, que no tiene una traducción al castellano. Pero algunos le han llamado la Pipa de la paz, porque reconocemos que para que estemos en crisis, hay un desequilibrio en el cosmos.

Así que no solo el COVID 19 para nosotros es una crisis sanitaria, es una profunda crisis espiritual. Por lo tanto estamos llamados a fumar el Waar Ued para reconocer nuestras fallas, meditar en nuestros caminos y abrazar el camino del equilibrio para con todas y todos. Esto no nos hace exentos de nuestra responsabilidad con la Madre Tierra y la Divinidad.

Entonces cuando pensamos en la pregunta ¿Cómo lo atravesamos? Tenemos que reconocer que la cosmovivencia del pueblo gunadule nos muestra cómo vivimos la vida.

 

Nosotres tenemos un tratado que se llama el Masar Igar-el abuelo Ner Sibu nos enseñó que hay después de la muerte. Cuando alguien muere, no se acaba la vida si no que se acaba su tiempo en esta nega( casa) a la que llamamos Nabwagana( Madre Tierra). Aquí pudimos plantar aquello que fue nuestra vocación en la vida y podemos entonces ver los frutos o no de nuestro camino en estas tierras sagradas. Pero nuestras acciones hablan en el más allá, expresan el sentir de la vida a plenitud. El abuelo sabio, Ner Sibu, lo comunicó bien al decir que: “Todos ustedes queridos hermanos, abuelas y abuelos, padres, hijas e hijos quisiéramos que nuestra vida no tuviera fin en esta Tierra, nuestra querida Abya Yala…Pero la realidad es que todos moriremos y que aunque está morada donde vivimos nos parece la más hermosa y no quisiéramos dejar lo que nos rodea como el viento, el sol, la luna, los animales, un día navegaremos por los ríos sagrados. El canto este tratado para darnos esperanza, pero también para que pudiéramos valorar la vida de las personas que han habitado en esta querida Abya Yala y seamos consciente de nuestra relación con la Mamá Tierra no solo está presente cuando estamos vivos, sino siempre. Un día nuestra sangre se mezclara con Nabgwana. Estamos sobre ella y nos acogera en su seno. Nuestro hueso, nuestra sangre, nuestros cabellos quedarán fundidos con los de ella. De allí surgimos y a llá volveremos como parte de ella. Así que cuando reconocemos que las realidades que vivimos hoy repercuten en nuestras memorias.”

 Podemos vivir con sentido de comunidad y ha sido de esta manera que hemos intentando vivir una pandemia más. La solidaridad, sororidad de nuestras comunidades entre sí para apoyar a los demás con alimento, con las cosechas de la Tierra, con la pesca y llevar a los pueblos donde los contagios fueron mayores.

Además, en las ciudades vivimos muchos gunadules, ya que mucho y muchas migramos por razones de estudio y trabajo. Y mucho de nuestras hermanos y hermanos quedaron sin trabajo. Entonces no solo fue el tema de salud, sino también socio-económico.

Las iniciativas en su mayoría fueron de personas jóvenes a través de las redes sociales y juntas y juntos nos unimos a ayudar a nuestras hermanas y hermanos con alimento, medicinas. Pero más allá de lo concreto es también reconocer que somos uno como nación. Estas iniciativas se unen al canto en la hamaca, en nuestras casas una oración a Mamá y Papá para que nos recuerde y su presencia sea tangible en el dolor de nuestras personas. Lo espiritual abarca lo político, es importante que vivamos reconociendo que nuestras acciones afectan a todas y todos.

 El Masar Igar es una ceremonia donde está el especialista del canto. Rememora la vida de quién muere y este viaje sagrado de nuestras hermanas y hermanos sabemos que los que estamos en nNabgwana honramos su travesía por los ríos sagrados. Además el día del funeral las abuelas, hermanas, hijas en un llanto colectivo, también rememoran la vida de quién falleció desde que es bebé hasta que muere contando los datos significativos de nuestras hermanas y hermanos. Sus memorias no quedarán en el olvido se hacen parte de nuestras memorias y seguimos. Así cómo el árbol cuando uno nace es plantado, cuando morimos somos plantados y nos hacemos parte de nuestra Madre.

2- ¿En qué ves impactos mayores?

En los y las abuelas, en hermanos y hermanas mayores de 60 años. Reconocemos que esta pandemia ha evidenciado la vulnerabilidad de los pueblos indígenas. Los sistemas de salud en los territorios indígenas no tienen los medios para hacer frente a la pandemia. Pero también reconocemos el buen trabajo de los médicos gunadules y su trabajo para contralar la crisis.

Uno de los temas que ha ayudado ha sido cuando el personal de salud ha trabajado de la mano con la comunidad, la prevención, la fortaleza del trabajo comunitario es una fortaleza del pueblo gunadule. Pero falta también reconocer la fuerza de la médicina natural gunadule y trabajar con los inaduled, médicos guna, eso ayudaría a que el trabajo fuera más integral. Por eso podemos reconocer que el impacto cuando no podemos realizar las ceremonias, o acudir a los médicos gunadules afecta el buen vivir de la comunidad. Además cuando muere un abuela o abuela gunadule, muere la persona que lleva en sí mismo un conocimiento vasto de la sabiduría gunadule, lo que nos dice que están muriendo sin querer instrumentalizar bibliotecas.

Está muriendo parte de nuestro legado. Por eso es urgente reconocer que se trata de la vida-colectiva de los pueblos que se pierde cuando muera alguien. Es cierto que hay una trasmisión de generación en generación. Pero hay muertes prematuras que no pudieron compartir todo el potencial y el conocimiento.

Además otro impacto que podemos ver es cuando la familia no puede celebrar el masar igar( la ceremonia que se le hace al que muere) y cuando los funerales no son colectivos y se rememora las memorias de quien muere, las abuelas, hermanas cantan la historia de vida y juntos hacemos el ritual donde nuestras familias viajan por el río sagrado el día que se entierra y se une el cuerpo a la Madre Tierra. Pero además el ritual del Masar Igar que es cantando por una especialista o especialista, también rememora por tres días las memorias de la persona y permite mientras nuestra hermana(o) viaja por los ríos sagrados conozcamos su viaje junto con su propia historia. Entonces el impacto del sentido de identidad, de despedida, de conmemoración afecta lo social y psicológico. Porque estás son las maneras de cómo enfrentamos el dolor y lamentamos, aún recibimos esperanza sin estas ceremonias, nos pasamos un proceso importante en la vida del pueblo gunadule que impacta nuestro ser indígena gunadule.

 3-¿Podemos decir que a las comunidades indígenas les ha afectado más, por qué?

Soy del pueblo gunadule, uno de los siete pueblos indígenas en Panamá y la pandemia nos traído mucho dolor. Los sistemas de salud son escasos y débiles en los territorios indígenas. Para alguien que se complica por el COVID-19 en territorio indígena, su probabilidad de vida es menor de quienes viven en las ciudades. Por otro lado la situación de vida de los indígenas migrantes que se han desplazado a las ciudades por estudio y trabajo o los indígenas quienes han sido desplazados por las realidades sociales, políticas y económicas como son el extractivismo, la minería, los monocultivos, tierras que no producen por el daño de las grandes empresas, la emergencia climática, el robo descarado de las tierras sagradas es una situación real a la hora de comprender las migraciones, y el empobrecimiento de los pueblos indígenas. Estas realidades son reales y presentes de manera activa en los países latinoamericanos.

El COVID-19, solo ha puesto una vez mas en evidencia la gran vulnerabilidad de los pueblos indígenas. Entonces la vulnerabilidad tiene que ver con el sistema corrupto y putrefacto de los estados latinoamericanos.

 4- ¿Tantas pérdidas en qué medida impactan en la vida comunitaria de ustedes?

En el ser del pueblo gunadule, en la identidad, desde un punto de vista social y psicologico afecta el ethos y la memoria colectiva. Porque muchos y muchas mueren y no podemos conmemorar sus vidas. Además las memorias de las abuelas y abuelos son importantes en la trasmisión de la identidad. Las ceremonias como el Masar Igar es profundamente espiritual. Pero también quizás podemos decir que es una catarsis colectiva donde podemos lamentar y abrazar la esperanza como pueblo.

Con relación a la memorias, nuestras abuelas y abuelos llevan en sí el amor, el conocimiento de nuestro pueblo y cuando mueren de esta manera abrupta se interrumpe el ciclo de transmisión de una generación a otro. No podemos describir con palabras, pero si con las lágrimas lo que perdemos.

Y lo que pierde la humanidad, aunque no lo reconozcan.

 

Claudia Florentin