¿Qué estamos haciendo para criar masculinidades no violentas?

Escribe Stephanie Demirdjian en Violencias

El femicidio de Valentina Cancela vuelve a exponer las fallas que tiene el sistema a la hora de proteger a las víctimas de violencia de género, pero también plantea la necesidad urgente de trabajar el tema con las adolescencias.

La noticia de un femicidio siempre impacta, indigna y duele. Es la ratificación de que falló todo. Un recordatorio de que el sistema que tiene que proteger a las mujeres que atraviesan situaciones de violencia de género sigue llegando tarde, incluso cuando denuncian. De que hay algo que, como sociedad, no pudimos ver. De que ninguna está completamente a salvo.

Esa fue también la sensación que provocó la noticia del femicidio de Valentina Cancela, la adolescente de 17 años que fue asesinada en Punta del Este, Uruguay, por su exnovio, que tiene la misma edad. A medida que se dieron a conocer los detalles del caso, trascendió que ella ya lo había denunciado y que a fines de junio su mamá llegó a pedir una orden de prohibición de acercamiento, según informó El País. Esa orden se llegó a expedir, aunque al agresor no se le colocó tobillera ni se tomaron otras medidas preventivas. De hecho, este viernes se supo que la jueza que abordó el caso se limitó a dictar una resolución judicial en la que dispuso “intimar a los menores a un buen relacionamiento”, así como “intimar a todos los progenitores al estricto cumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad”.

Una primera pregunta que surge es por qué, ante reiteradas denuncias, la Justicia no tomó otras medidas para proteger la vida de Valentina. Lo mismo le pasó unos días antes a Natalia Lagos y a tantas otras. ¿Por qué siguen siendo asesinadas mujeres que habían denunciado a su agresor? ¿En qué falla el sistema? ¿Quién se hace responsable?

Pero el caso de Valentina nos pone frente a frente con otra cuestión: ¿en qué estamos fallando para llegar al punto en el que un adolescente se convierte en femicida? ¿Qué estamos haciendo para criar masculinidades no violentas?

la diaria conversó al respecto con dos especialistas en temas de género, masculinidades y adolescencias, que apuntaron a la importancia de promover más y mejor educación sexual integral (ESI), que explore el universo de los vínculos, de las emociones y la afectividad, y eduque en igualdad. En esa línea, reflexionaron en torno a qué rol tiene que ocupar el Estado y qué podemos hacer, en el día a día, como sociedad.

Educar para transformar: el papel de la ESI

Construir nuevas masculinidades y promover adolescencias libres de violencia es un compromiso de “todas y todos”, pero “quien tiene mayor responsabilidad es el Estado”, dijo a la diaria Andrea Tuana, trabajadora social, directora de la asociación civil El Paso e integrante de la Intersocial Feminista. Sin embargo, consideró que “desde las políticas de Estado no estamos haciendo nada para que mañana no haya otro femicida”.

La experta reconoció que en los últimos 20 años Uruguay “avanzó en institucionalidad, en respuestas, en recursos, en leyes”, pero no en términos de reconocer que “la violencia tiene que ver con las desigualdades de género y generacionales”, lo que tiene como consecuencia que “no se ha avanzado en incorporar una política para transformar las desigualdades de género que hoy tenemos”. Ese es el problema de raíz. En este punto, dijo que hay una “responsabilidad muy grande de las autoridades educativas”, que “no están pensando este problema como un problema de desigualdad, que tiene que ser abordado desde las aulas, y, por lo tanto, no les están dando herramientas a los chiquilines y a las chiquilinas para poder tener vínculos libres de violencia”.

En este marco es que aparece la ESI, como una herramienta que aporta a la prevención de la violencia de género en tanto “le da visibilidad a cómo se establecen las relaciones y los roles de género en esta sociedad”, explicó Tuana. Porque no hay que olvidar que la mayoría de las situaciones de violencia de género en Uruguay ocurre en el contexto de la pareja o expareja, según los resultados de la última encuesta nacional sobre el tema, y es también el ámbito en el que se registra la mayor parte de los femicidios.

“Lo que muestra la ESI es que hay un modelo de socialización en el que nos van enseñando cómo ser y crecer como niñas y niños, y a vincularnos, y que ese modelo es ‘violentogénico’, como dice Rita Segato; es un modelo que está basado en relaciones de jerarquía, de abuso de poder y de dominación en general de los varones hacia las mujeres”, ahondó la trabajadora social. Así, promueve a la vez “modelos hacia la igualdad, que busquen romper esos estereotipos que abonan a una sociedad machista y violenta”, sentenció.

Nicolás Sosa, profesor de Filosofía y educador sexual especializado en estudios sobre masculinidades y disidencias, afirmó que la ESI es fundamental para trabajar la violencia porque, además de proponer “una revisión sobre sí”, aborda dimensiones de la vida como la “vincularidad, el cuerpo, el relacionamiento con pares y con el mundo adulto”. “La idea es que pueda orientar y contactar con lo que sentimos, con lo que nos pasa. Es un laburo que tiene que ver con el encuentro de esa vincularidad y la gestión de las emociones”, enfatizó en diálogo con la diaria. El docente puntualizó que “no hay ninguna otra asignatura ni en la escuela ni en el liceo cuya temática sean las emociones” y que “en eso estamos fallando”. “Los varones no hablan de lo que sienten, hablan de lo que tienen que hacer y cumplir, y ahí hay un problema muy grave”, agregó.

Sosa valoró que, pese a esto, la situación de la ESI en Uruguay hoy “es endeble y muy precaria, por lo menos en el contexto de educación secundaria pública”. Uno de los problemas que acarrea es que “hay una o un referente de educación sexual por liceo, que tiene una carga de diez horas de 45 minutos, o sea que son siete horas y media reloj por semana para el abordaje de toda la institución”. El resultado es que, “en cuanto al abordaje pedagógico y didáctico, no alcanzan los equipos multidisciplinarios que hay para el desborde emocional que existe en las instituciones”. A esto se suma que el cargo no cuenta con la posibilidad de efectivización, por lo que la continuidad se va viendo “año a año”.

“Algo tan central en la vida de los seres humanos, como son los vínculos en igualdad, no puede depender de la buena voluntad del docente, de una organización que va y hace un taller, o de una campaña que una vez por año se replica”, apuntó por su parte Tuana, esto último en referencia a la campaña “Noviazgos libres de violencia”, que lidera el Instituto Nacional de las Mujeres desde 2016. “Es una preciosa campaña que hace el gobierno, pero que rasca donde no pica”, porque este tema no se resuelve con una acción puntual, sino que “tiene que transversalizar todo”, opinó la activista. Sin embargo, dijo, “no hay ni voluntad política ni una jerarquización de esta temática”.

La igualdad se aprende en casa

A las mujeres nos educan desde niñas para cuidarnos, pero a los varones no les enseñan a no violentar. Este mensaje aparece de forma recurrente en pancartas feministas y también lo replicó este viernes Isabel, amiga de Valentina, en una de las movilizaciones que se hicieron en Maldonado para exigir justicia y recordar a la adolescente.

Más allá de las responsabilidades que tiene que asumir el Estado, ¿qué podemos hacer en el día a día para contribuir a masculinidades no violentas? Tuana dijo que la familia puede aportar “en una educación en igualdad, en la que se fortalezca a las personas como sujetos de derechos, se hable con los hijos e hijas sobre las desigualdades, sobre el machismo, en la que se enseñe a un hijo que ser varón no implica seguir este modelo hegemónico que es machista y violento”.

Por su parte, Sosa planteó la importancia de hablar, pero no necesariamente sobre la violencia de género –eso es algo que “lo ven, lo perciben”, dijo–, sino para empezar a resignificar “una pregunta tan sencilla que es qué nos pasa, y poder contactar con esas sensaciones más primarias”. Pero, para eso, tiene que haber una relación comunicativa que lo habilite. “Si yo como adulto estoy constantemente peleando con el mundo adolescente y estoy en puja, es muy difícil que se generen esas aperturas”, señaló en esa línea, y sugirió que si percibimos que no tenemos las herramientas para habilitar esa instancia se puede “delegar” a otra figura que sea referente para ese o esa adolescente.

El educador sexual también cuestionó la idea misma de construir nuevas masculinidades. “¿Por qué no construimos otra cosa? Porque las masculinidades tienen una simiente y una historia de violencia muy arraigada a los distintos contextos y a los distintos devenires históricos, entonces vamos a pensar, antes de construir nuevas masculinidades, para no reincidir en las formas educativas, proyectivas de composición psíquica, del mismo modo que lo que ya se venía dando antes. ¿Qué tendrían de distinto estas nuevas masculinidades y qué guardarían de igual –porque se seguirían llamando ‘masculinidades’–?”, invitó a preguntarse. “Es cierto que en modo automático exigimos nuevas masculinidades, y yo no sé si quiero nuevas masculinidades”, planteó; “yo lo que no quiero es más violencia de género”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2023/8/que-estamos-haciendo-para-criar-masculinidades-no-violentas/

Un abusador en la iglesia. ¿Se denuncia? ¿Se perdona?

Claudia Florentin-

Fue noticia en Chile que una joven presentó denuncia por violaciones llevadas a cabo hace varios años por su padrastro. La denunciante en ese momento era una niña, “quien puso en conocimiento de los hechos a su madre y a su abuela materna, las que solo acudieron a los pastores de la iglesia evangélica en la que participaban, quienes instaron porque el agresor fuera perdonado sin realizar denuncia alguna”, detalló el fiscal Bustos.

Estos casos de ocultamiento, silenciamiento y claramente complicidad, suelen ser comunes en comunidades de fe, por interpretaciones erroneas de textos sobre el perdón, por no creer a las víctimas, para “no provocar divisiones” y varios argumentos más. Todas excusas para legitimar los abusos y seguir libremente con el machismo incrustado en las iglesias.

«En diciembre, año 2019, una joven de 19 años se acercó la Brigada de delitos sexuales de la Policía de Investigaciones de Arica, denunciando que entre los 6 y los 13 años había sido agredida sexualmente por la pareja de su madre, eventos que se iniciaron en la comuna de Los Andes y que luego continuaron distintas ubicaciones de la comuna de San Felipe», señaló el fiscal Bustos.

«Al día siguiente, además, la afectada denunció estos hechos ante carabineros a fin de activar algún mecanismo de protección en favor de sus hermanos menores», agregó el persecutor.

De esta manera, por instrucción de la Fiscalía, la unidad especializada de la Policía de Investigaciones de Arica, la Brigada de delitos sexuales de Valparaíso y la Brigada de investigación criminal de San Felipe, realizaron distintas diligencias tendientes a recabar los medios de pruebas que, en definitiva, fueron expuestos en el juicio oral.

Además, durante el juicio se señaló que la víctima había develado estos hechos, pero que su familia nunca presentó la denuncia respectiva.

«Entre los antecedentes relevantes, se expuso que la afectada siendo niña, puso en conocimiento de los hechos a su madre y a su abuela materna, las que solo acudieron a los pastores de la Iglesia Evangélica en la que participaban, quienes instaron porque el agresor fuera perdonado sin realizar denuncia alguna», detalló el fiscal Bustos.

Finalmente, el tribunal de juicio oral en lo penal de San Felipe dio por establecido que el acusado cometió abusos sexuales reiterados con contacto corporal, un abuso sexual calificado y un delito de violación en contra de la hija de su conviviente, todos perpetrados entre los 6 y los 13 años de la niña, condenándolo en definitiva a la pena única de 15 años de presidio efectivo.

¿Se vale perdonar a los abusadores?

¿Qué hacemos con esas personas si están en nuestras comunidades? Aunque alguien quisiera ser optimista, con demasiada frecuencia encontramos que quienes se “arrepintieron” públicamente vuelven a abusar una y otra vez. Jesús no se anduvo con rodeos: Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar (Mateo 18: 6).

Quien ha sido abusada lleva secuelas, heridas, cicatrices y en cada persona es diferente el tiempo que lleva empezar a curar. Lamentablemente sabemos que las repercusiones son continuas en la vida de la sobreviviente. Es posible que sea necesario perdonar de nuevo cada día… y aceptar que la sobreviviente aún no esté preparado o sea capaz de perdonar. Estar presionado para perdonar puede ser otra forma de abuso, y si usamos para eso textos bíblicos, se convierte en abuso espiritual.

También hay que tener en cuenta que si se perdona, ese perdón no significa libertad para volver a hacer daño. Alguien que ha abusado de personas vulnerables tiene más probabilidades de volver a hacerlo. Eso significa que hay que tomar precauciones para proteger a las demás personas y que se sepa! Hacerlos responsables. Y estas medidas deben ser de por vida, ya que tantos casos de abuso que hemos visto se extienden a lo largo de muchas décadas y hasta entrada la vejez del abusador.

‘Atención con esto! Si un abusador se ha “arrepentido” pero pretende que se le deje en paz para tener pleno acceso a todas las personas, incluidas las de los grupos de los que ha abusado en el pasado, para volver a integrarse plenamente en la sociedad y en la comunidad con todos los derechos de los demás miembros, esa persona merece que se examine de cerca la autenticidad de su arrepentimiento.

La razón es que parece lógico que no hayan llegado a entender plenamente las consecuencias de sus actos para los demás. Más bien, es posible que se “arrepientan” porque los descubrieron y quieren amortiguar las consecuencias para ellos mismos. Si realmente se preocuparan por comprender los daños causados, se sentirían horrorizados por sus propias acciones y por el hecho de que esas acciones, sus consecuencias para los supervivientes no pueden ser eliminadas nunca más. Buscarían restaurar y devolver en algo aquello que destruyeron con su violencia.

Como comunidades de fe, la obligación es cuidar a quienes han sido vulneradas, abusadas. No proteger al violento, aunque eso nos cueste una parte de la comunidad. Quien violentó debe sufrir las consecuencias. Hay que vigilar siempre con cuidado a esas personas, incluso con un arrepentimiento aparentemente sincero.

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En CHILE, Si eres víctima o testigo de violencia contra la mujer, denuncia al 149 de Carabineros, recibe orientación llamando al número corto 1455 del Sernameg o pulsa para usar el chat de denuncia Sernameg

En COLOMBIA: Línea #155 para orientación a mujeres víctimas de violencia basada en género

En ARGENTINA: Comunicate vía WhatsApp a la Línea 144. Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia. Lavalle 1250, las 24 horas todos los días. 4370-4600 – internos 4510 al 4514. Centro de recepción de denuncias de violencia del Poder Judicial de la Nación. Lavalle 1220, 1º. Lunes a viernes de 7:30 a 13:30. Unidades de fiscalía del ministerio público fiscal. 0800-3334-7225 (FISCAL).

En URUGUAY: La Línea Azul recepciona, a través del número 0800 5050 y del sitio web de INAU, denuncias de la comunidad relacionadas a situaciones de violencia y vulneración de derechos vividas por niños, niñas y adolescentes a fin de dar respuesta a las mismas. Servicio de orientación telefónica a mujeres en situación de Violencia Doméstica 0800 4141 y *4141

En MEXICO: Atención a Mujeres en Situación de Violencia mediante la Línea Sin Violencia 800 10 84 05

En ECUADOR: Uno de los primeros canales que tienen las víctimas para denunciar los abusos es llamar al 911, en caso de que trate de un hecho flagrante, es decir, ocurre en ese instante. También se puede reportar a la línea 1-800 DELITO, opción 4.

En PERÚ: Puedes llamar a la línea 105 de la Policía Nacional o a la Línea 100 o Chat 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, o acercarte a uno de los Centro Emergencia Mujer (CEM)

En BOLIVIA: pueden llamar a la línea gratuita 800140348, de la Fuerza Especial de la Lucha Contra la Violencia (FELCV), que está disponible las 24 horas y tiene alcance a nivel nacional.

En PARAGUAY: El teléfono es el (021) 45 20 60 y el correo electrónico atencion@mujer.gov.py

En VENEZUELA: 0800 (MUJERES) 0800-685- 37-37 todos los días de 7:00 AM a 7:00 PM y *122 para los usuarios de teléfonos Movilnet. Instituto Nacional de la Mujer (InaMujer): Teléfono (0058.212) 860-82-10 al 19.

En BRASIL: Las denuncias de violencia doméstica y familiar deben realizarse a través de la Central telefónica LIGUE 180 servicio gratuito y disponible 24 horas, todos los días del año.

Los talibanes no han dejado intacto ningún aspecto de la vida de las mujeres, dice ONU Mujeres

“Han pasado dos años desde que los talibanes tomaron el control de Afganistán, tiempo durante el cual han impuesto el ataque más completo, sistemático e inigualable contra los derechos de las mujeres y las niñas. A través de más de 50 edictos, órdenes y restricciones, los talibanes no han dejado intacto ningún aspecto de la vida de las mujeres, ni han escatimado ninguna libertad. Han creado un sistema basado en la opresión masiva de las mujeres que se considera acertada y ampliamente apartheid de género”, dice la Declaración sobre Afganistán, de la Sra. Sima Bahous, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres.

El trabajo de ONU Mujeres en Afganistán está anclado en nuestra relación con las mujeres afganas. He tenido noticias directas de ellos en repetidas ocasiones, incluso durante mi misión en Afganistán a principios de este año. Me han dicho a mí y al mundo sobre las formas en que estas acciones son equivocadas, crueles y, en última instancia, contraproducentes. Disminuyen a las mujeres y niñas de Afganistán y al pueblo de Afganistán a quienes se les roba su contribución.

Esta violación más flagrante de los derechos básicos con los que la comunidad internacional ha proclamado inequívocamente su compromiso es un daño para todos nosotros en la familia humana. Estas son nuestras hermanas. ellos están sufriendo No podemos ni debemos aceptar esto. Debe terminar ahora.

A pesar de estos desafíos, las mujeres afganas también me dicen que no se darán por vencidas ni se rendirán. Seguirán liderando la lucha contra su opresión. Frente a las circunstancias más hostiles, se pronuncian en contra de las violaciones, brindan servicios que salvan vidas, poseen y operan negocios y dirigen organizaciones de mujeres. Su valentía debe inspirarnos a una acción mayor, su ejemplo a una determinación renovada.

Hago un llamado a todos los actores para que se unan a nosotros para apoyar a las mujeres afganas en todos los sentidos, elevando sus voces, prioridades y recomendaciones, financiando los servicios que necesitan desesperadamente, apoyando sus empresas y organizaciones. Insto a la comunidad internacional a que siga ejerciendo toda la presión y empleando todos los medios a su alcance para exigir cambios, incluso respondiendo al llamamiento de la comunidad humanitaria y financiando plenamente el llamamiento humanitario para el Afganistán.

Insto a los talibanes a que reconsideren y sopesen el costo de estos actos para el presente y el futuro de Afganistán. Y reitero el compromiso inquebrantable e inquebrantable de ONU Mujeres con las mujeres y niñas de Afganistán.

Educación Sexual Integral en Argentina: Miradas interreligiosas

ESI- Unesco

Como parte de su compromiso de promover el acceso a la información y la educación, la Fundación Protestante Hora de Obrar ofrece el libro «Educación Sexual Integral en Argentina: Miradas interreligiosas» de manera gratuita.

«Educación Sexual Integral en Argentina: Miradas interreligiosas» es una valiosa herramienta para fomentar el diálogo y la colaboración en torno a este tema fundamental. Los autores y autoras provienen de diferentes realidades: profesionales, con experiencias parentales y de fe. Todos ellos comparten un compromiso común: apoyar el derecho de niñas, niños y adolescentes a crecer con herramientas que respeten su cuerpo, identidad, sexualidad, decisiones e interacciones en la sociedad.

Los ensayos presentados en esta obra son testimonios formativos sobre la educación sexual integral. Cada autor reflexiona desde su formación profesional y de fe, y al final de cada ensayo se incluyen tres preguntas para el trabajo en pequeños grupos y sugerencias para futuras lecturas. De esta manera, el libro se convierte en una herramienta valiosa para padres, madres, docentes, adolescentes y cualquier persona interesada en profundizar en el tema.

Descarga del libro:

Para acceder a la descarga, te pedimos que completes un breve formulario en este link.

Cartografías de las corporalidades enfermas: rumbo al reconocimiento del colonialismo en nuestros cuerpos

Un trabajo de Mónica Treviño Alvarez.

El presente artículo aborda a los cuerpos enfermos con un enfoque decolonial. A lo largo de sus páginas se pretende entender los estragos que la colonialidad le ha impuesto a quienes nos vivimos con cuerpos enfermos.

Una publicación de Coisas do Gênero | São Leopoldo.| Jan./Jun. 2023

Puede bajarse libremente en este link: https://drive.google.com/file/d/1buxphNuNurqDGjQUImYRhFnrT3bIYya-/view?usp=drive_link