Línea 137 que atiende casos de violencia familiar y sexual: La demanda creció un 100%

La 137 funciona las 24 horas y atiende llamados de toda la Argentina; las profesionales que están detrás del teléfono no dan abasto ante una demanda que creció un 100% en los últimos años; la mayoría de los casos se vinculan con vulneraciones hacia niñas, niños y adolescentes

Todo empieza con un llamado o un mensaje de WhatsApp. De un lado, la que atiende es una psicóloga o una trabajadora social. Del otro, llega la voz de una mujer, que puede ser también la de una adolescente o incluso la de una niña. A veces es apenas un murmullo: dubitativo, tembloroso, atravesado por el miedo. Las primeras palabras pueden apretarse en una pregunta. “¿Qué pasaría si me voy de mi casa?”, le consultó hace unos días una chica de 16 años a la psicóloga Silvina Zaffina.

WhatsApp -Se trata del 113133-1000, que atiende las 24 hs. los 365 dias del año.

Silvina es una de las profesionales que están detrás de la 137, la línea estatal que atiende casos de violencia familiar y sexual de todo el país. La adolescente se comunicó desde un paraje rural del chaco salteño: un punto casi imperceptible en el mapa, donde con suerte llega la señal de Internet.

La chica contó que vivía con un hermanito de 11 años, con su madre y su padre, que sufría violencias de todo tipo por parte de los dos adultos, que en la escuela no le creían, que se quería ir a la casa de unos familiares que se ofrecían para recibirla, pero que sus padres no iban a dejarla. Estaba asustada, sola, desorientada. “Lo que se ve mucho en las adolescentes es el sometimiento sexual y en las tareas hogareñas: siempre es una relación de poder y asimetría que juega desde ese lugar”, resume Zaffina.

Como en este caso, la mayoría de los llamados que recibe la 137 involucran a chicas y chicos, en muchísimas oportunidades víctimas de abuso sexual, pero también de otras violencias. En general, no son ellos quienes llaman, sino sus adultos protectores (un vecino, una maestra, alguno de los padres o una abuela) o profesionales de instituciones (un hospital, por ejemplo) que no saben cómo dar respuesta ante una situación de emergencia.

Pero también llegan pedidos de ayuda de adultos mayores, de mujeres de todas las edades y, aunque en menor medida, de varones. En todas las historias, la constante es la violencia que ocurre puertas adentro de sus hogares. En el caso de las chicas y los chicos, aunque no sean las víctimas directas del maltrato que atraviesa su cotidianeidad, siempre lo son de modo indirecto: la violencia intrafamiliar arrasa con todo. “Son los que reciben las esquirlas y eso es lo que los trauma a lo largo de los años”, advierte Zaffina.

La línea 137 forma parte del Programa las Víctimas Contra Las Violencias y fue creada en 2006 en el marco del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación. Su objetivo es brindar orientación y acompañamiento a las víctimas de violencia familiar o sexual, incluyendo casos de abuso en la infancia y adolescencia, explotación sexual y grooming.

Desde su creación hasta mayo de este año, se atendieron 221.743 llamados relacionados con estas problemáticas. Si se pone el foco solo en los primeros cinco meses de 2023, hubo 10.843 llamados (unos 72 diarios), de los cuales 2.896 refirieron violencia familiar, 1.420 sexual y el resto fueron consultas legales sobre acceso a derechos. En los 4.316 llamados sobre violencias, se registraron 5.147 víctimas (ya que una misma comunicación puede involucrar, por ejemplo, a un grupo de hermanitos): 3.720 de violencia familiar (el 38% eran niñas, niños y adolescentes) y 1.427 de sexual (el 56% eran chicas y chicos).

Se trata de la única línea del Estado atendida por profesionales de la psicología y el trabajo social con formación en perspectiva de género e infancia. En los últimos años, la demanda que reciben creció de forma exponencial. Un ejemplo: entre 2017 y 2022, el incremento de casos de niñas, niños y adolescentes violentados sexualmente fue del 91%, con un pico en 2021, donde el crecimiento trepó a un 126%.

Hace dos lunes, una medianoche en la que estaba de guardia, Silvina recibió el llamado de la mamá de un niño de seis años que era víctima de abuso sexual por parte de su padre: “Estaba muy angustiada porque lo había descubierto el domingo, y le indiqué que fuera a hacer la denuncia a la comisaría más cercana, pero no se la quisieron tomar y la mandaron a un hospital en Lugano. Desde ahí me llamó la trabajadora social y me dijo que no conocía el protocolo, que no sabía cómo actuar, algo que claramente debería conocer. Se dio intervención a la Justicia, al médico legista y a nuestro equipo móvil, que se trasladó al lugar. Estos casos lamentablemente son muy frecuentes”, sostiene Zaffina.

Ante la altísima demanda y los recursos limitados de la línea, muchos llamados no llegan a ser atendidos: hay personas que quedan media hora o más en espera y cortan. Eso también es parte de la realidad cotidiana y las profesionales saben que, cuando ocurre, es una oportunidad que se pierde: “Es una problemática que estamos tratando de resolver, viendo cómo logramos tener más contratos. Ahora tenemos un ingreso de cuatro profesionales nuevas. Se va logrando muy de a poco y en desfasaje con lo que se necesita”, señala Carina Rago, asesora general del programa.

Una “foto” de la urgencia

Eva Giberti, la reconocida psicoanalista con una vasta trayectoria en estas problemáticas, es el alma detrás del Programa Las Víctimas Contra las Violencias: fue su impulsora y actualmente, a sus 94 años, continúa como coordinadora.

A la 137 se puede llamar desde cualquier lugar del país. Funciona las 24 horas, los 365 días del año. En CABA, el programa cuenta con equipos móviles ubicados en dos comisarías, en los barrios de Palermo y Parque Patricios, que se desplazan por el territorio porteño cuando la urgencia los convoca. En general, son tres equipos de guardia y deben priorizar los casos más urgentes.

¿Cómo funcionan? Una psicóloga y una trabajadora social van en un auto no identificable (es decir, no es un patrullero) conducido por un policía de civil hasta el lugar donde la víctima se encuentra para darle contención y, según el caso, acompañarla al hospital, a hacer la denuncia o a buscar un lugar donde pueda permanecer a resguardo. En los días posteriores, otro equipo, el de seguimiento, se comunica para saber cómo sigue, reforzando el asesoramiento sobre sus derechos y los pasos legales a seguir.

Hay dos provincias, Misiones y Chaco, que replican el modelo de atención telefónica y brigadas móviles que tiene CABA. En el resto del país, cuando hay una emergencia desde la línea se da intervención a la comisaría que corresponde, se trabaja de forma articulada con los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ) locales (son más de 100 en toda la Argentina) y con los organismos de protección de derechos de las chicas y los chicos.

“Quiero saber cómo funcionan las perimetrales”. El llamado a la 137 lo hace un hombre, papá de un niño de cinco años, quien hace unos días realizó una denuncia contra el tío materno del pequeño por abuso sexual. “Los padres del nene están separados, el chico vivía parte de la semana con su padre y otra parte con la mamá, y la mamá no le creía que era víctima de abuso. Lo que quería saber el papá era qué pasos tenía que seguir. La mayoría de los casos que recibimos son de violencia sexual contra chicas y chicos”, cuenta Silvina Zaffina.

En la Ciudad, si una víctima de violencia familiar o sexual se presenta en una comisaría para hacer una denuncia, el personal policial tiene la indicación de dar inmediata intervención a la 137 para que un equipo acuda al lugar. Sin embargo, en la práctica esto muchas veces no ocurre.

Jesica Ramírez es psicóloga y una de las siete coordinadoras de los equipos móviles en CABA: desde su creación, acompañaron a 50.177 víctimas de violencia familiar y sexual. La profesional cuenta que por día tienen entre cuatro o cinco desplazamientos. Hace unas semanas intervinieron en el caso de una mujer de 56 años que sufrió una violación en un espacio verde de la Ciudad, donde estaba haciendo deporte.

Cuando pudo pedir ayuda, se la trasladó a la guardia de ginecología del Hospital Argerich, donde se inició el protocolo de atención para víctimas de violación, que incluye un kit de medicamentos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, entre otras cuestiones. “Ese tipo me parece muy peligroso, fue muy profesional al momento de inmovilizarme rápidamente y conocía bien el lugar, porque me llevó a unos pastizales en donde había una zona plana que no se veía desde el camino. Yo creo que esta no fue su primera violación”, le dijo la mujer al equipo de profesionales de la línea cuando llegaron al lugar.

“En estos casos, hacemos informes que tienen una gran riqueza porque son como una foto del relato hecha en el momento de la situación de urgencia. Nuestro equipo busca que se haga una sola entrevista para evitar la revictimización: es decir, que no le pregunten lo mismo en la comisaría, el hospital, etcétera. Esa información luego se traslada al juzgado”, detalla Ramírez.

En el caso de la mujer que sufrió la violación, una vez que se cumplió con el protocolo y se completó la denuncia, como el hospital estaba rodeado de medios de comunicación (el caso tuvo mucha cobertura periodística), se la ayudó a salir de forma segura y se la llevó hasta su casa junto a un amigo que la acompañó.

El programa también cuenta con un área de legales que hace seguimiento de los casos. Marcelo Muzzaccioli es uno de sus integrantes.NOELIA MARCIA GUEVARA/ AFV

También reciben casos vinculados con la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes. Ramírez recuerda uno de los más resonantes en los que intervinieron: el protocolo se activó cuando un hombre llamó a la línea para comunicar que una mujer con la que había entablado una vínculo por redes sociales y con quien tenía previsto concretar un encuentro sexual, le había propuesto que participaran del mismo sus pequeñas hijas, todas menores de 13 años. También le contó que era algo que ella solía hacer con frecuencia. El hombre dio varios datos y en pocas horas la policía ya había rastreado el IP de la computadora.

“Me quiero matar”

Son las 12.30 de un jueves y en el cuarto piso de un edificio del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de LA NACION, muy cerca de Puerto Madero, las operadoras de la 137 atienden los llamados. Comen en sus escritorios y si se levantan, es sólo para calentar sus viandas en el microondas o hacerle una consulta a una compañera.

Casi todos los profesionales que trabajan detrás del teléfono (unas 60 personas) son mujeres: hay apenas cinco varones. Zaffina está desde que empezó a funcionar la línea, allá por 2006. Tiene 54 años y desde hace tres décadas se especializa en el acompañamiento de infancias y adolescencias en riesgo. Ese jueves, la psicóloga atendió unos seis llamados. Cada uno le llevó un promedio de 20 minutos. Pero el trabajo no se termina cuando cuelga: hay que hacer informes, dar intervención a distintas áreas, hacer seguimientos.

Entre los casos de esa mañana, estuvo el de una mujer de 33 años a la que la angustia le cortaba la voz. “No podía ni hablar. La esperé y le pregunté qué le pasaba. Me dijo: ‘Me quiero matar’. Cuando fui indagando, me contó que la había violado su expareja el fin de semana y que venía de una situación de violencia de larga data. Se había quedado sola, no tenías redes de contención e intenté que conectara conmigo: le conté cómo me llamaba, le dije que era psicóloga y que estaba para escucharla. Se había tomado un blíster de ansiolíticos y le dije que iba a llamar a un médico para que la viera, que iba a ir el SAME con la policía, que no se asustará. Coordiné con ellos y ella me avisó cuando llegaron. El trabajo tiene que ser así, en red, de lo contrario no se puede”, dice Zaffina.

¿Cuáles son los casos más difíciles?

−Y… cuando articulás todo y la Justicia no te da bola. Hay casos, por ejemplo, en pueblos muy chiquitos, donde cuesta mucho que la policía haga las cosas como corresponden. Muchas veces le creen al agresor o tienen una cuestión de camaradería con el violento y esas son situaciones muy difíciles, porque la señora se tiene que ir de ahí −responde Zaffina.

¿Te frustra? ¿Cómo lo sobrellevás?

−Como puedo. Tratamos de borrar los casos una vez que completamos la intervención: es una forma de sobrevivir a esto. Tenés que trabajar disociadamente, porque sino no podés.

Los llamados son rotativos. Las operadoras atienden y hay un programa donde dan de alta los casos nuevos o buscan aquellos que se comunicaron anteriormente. Anotan fecha, observaciones, por qué violencia se llama, desde qué provincia.

Zaffina va tomando notas en un Word y después las pasa en limpio en el formulario. “Este también lo atendí hoy: una señora de 86 años que es violentada por su hija. La que denuncia es la nuera y viven en el mismo predio”, dice señalando el Word. Esos casos, los de violencias contra adultos mayores, también llegan de a montones.

El llamado lo hacen desde una comisaría. Son las tres de la mañana. Una madre está en un hospital con su pequeño de apenas cuatro años, que sufrió una violación por parte de un familiar. Es la madrugada. Le dicen que no hay pediatra de guardia, que no lo pueden revisar. Dos brigadistas de la 137 (una de ellas es Zaffina), se trasladan al lugar: “Nos dicen que tienen que derivar al niño a otro hospital y nos piden que lo llevemos nosotros en un móvil policial. Les explicamos que no, que tiene que verlo la médica de guardia y que en todo caso debe ser trasladado en una ambulancia. Finalmente sale la psiquiatra a los gritos y lo atiende de mala gana. La madre, que estaba muy cansada, tuvo que ir a otro hospital a buscar la medicación para su hijo porque allí no tenían. Esas cosas te agotan”, cuenta la psicóloga.

“Mi tío me abusa”

Silvia Resnisky tiene 41 años, es psicóloga y desde 2012 trabaja en la 137. Ese jueves entra a las 14: cuando Zaffina apronta sus cosas para partir, Silvia está entrando. Se saludan con un beso. “Cuando atendemos el teléfono hacemos guardia de seis horas, hoy me toca de 14 a 20. En los equipos móviles, las guardias son de 12 horas: de 12 a 20 o de 20 a 8″, explica Resnisky. “Llegan casos muy variados. Somos pocos y tenemos que priorizar lo urgente”.

¿Cuáles son los mayores desafíos?

−La falta de recursos. Desde hace un par de años se vienen abriendo un montón de oficinas de género y otras que trabajan la problemática de las violencias, pero siento que no están articuladas entre sí. Somos el único programa donde vamos a la trinchera y nos pasa que en el momento de la trinchera hay instituciones que quizás no funcionan del todo bien. Nosotras tenemos un límite: trabajamos en la emergencia, evaluamos y damos intervención a quien corresponda. Pero no podemos decidir si un niño que fue vulnerado tiene que volver a la casa o no, porque no tenemos esa potestad −dice Resnisky.

Hace unos meses, Resnisky estaba de guardia en un equipo móvil cuando recibieron un llamado de un hospital por una niña de 12 años. La chica vivía con su tío (la madre no la podía cuidar) que abusaba sexualmente de ella.

Se escapó de su casa y la policía la encontró en la calle. La llevaron al hospital y cuando llegamos nos encontramos con que estaba solita. Empezamos a charlar y nos contó que venía sufriendo esa violencia desde muy chica: estaba totalmente sobreadaptada a la situación. Articulamos con el hospital, que por supuesto no le iba a dar el alta hasta que no estuviera a resguardo. El domingo siguiente volví por otro caso y escuché que alguien me dice: ‘Hola’. ¡La nena seguía ahí, cuando yo pensé que ya la habían ingresado a un hogar! Ahí ves dónde están las fallas. Estuvo una semana en una guardia pediátrica: a resguardo, está bien, pero obviamente no es el lugar ideal para una niña y hay cosas que deberían resolverse mucho más rápido”, cuenta la psicóloga.

La mayoría de los casos que atienden se vinculan con niñas, niños y adolescentes atravesados por las violencias. El abuso sexual es una de las formas más frecuentes.NOELIA MARCIA GUEVARA/ AFV

Mientras LA NACION conversa con Silvia, el resto de las profesionales atienden los llamados. “Tenés que ir a la comisaría a denunciar que te golpeó”. “Si tu suegro aparece, llama a la policía”. “Todo eso que me estás contando es violencia”. Son algunas de las frases que llegan desde los distintos boxes.

La carga de trabajo es incesante. “Es un llamado tras otro. Después de que atendemos uno, tenemos que hacer un informe. Entonces, cuando no estás atendiendo, estás cargando llamados. A veces salgo más cansada de acá que de las guardias en las brigadas móviles, donde podés estar cinco horas seguidas en una misma intervención”, cuenta Resnisky. Pero sigue eligiendo ese trabajo. ¿Por qué? “Porque no hay otro dispositivo igual. Cuando un caso queda encaminado, sentís que pusiste tu granito de arena y eso es lo que te hace seguir adelante más allá del desgaste”.

Llamó a la línea pidiendo ayuda. Tenía miedo. Mucho. Su ex había vuelto a su casa, entró rompiendo cosas y la amenazó con golpearla “hasta que no la reconozcan”. Tenían tres hijos que tenían en común y vivían separados, pero cerca. Ella no podía salir tranquila porque él aparecía, la comenzaba a insultar y agredir. “Fuimos hasta su domicilio. Estaba ella, su mamá, su hermana y su hijo menor. Se abrazaban y lloraban. La violencia separa, aísla, aparta, deja a la víctima sola. Sin embargo, no había podido romper esos fuertes lazos. La acompañamos a buscar a sus otros dos hijos al jardín y a la escuela y conversamos con el personal. Ella se animó y la acompañamos a radicar la denuncia donde solicitó el ingreso a un refugio: un lugar para pensar, para decidir qué caminos tomar: lo que sí tenía en claro era que ninguno la volvería a llevar hacia la violencia”, cuenta una profesional.

Identificar las violencias

“Ustedes se comunicó con la línea 137, 24 horas, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Por favor ingrese 1 para atención de violencia familiar o sexual. Ingrese 2 para asesoramiento en acceso a la justicia”, dice la respuesta automática. Esa última opción se incorporó a principios de este año, cuando se oficializó la integración del Programa Las Víctimas Contra las Violencias a la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia.

Ese jueves, cuatro operadoras atienden las llamadas que llegan a la opción 1 y otras tres las que se reciben en la 2. Parte de su trabajo consiste en que, quienes se comunican, identifiquen que las situaciones cotidianas que atraviesan son violencias, y que puedan hacer la denuncia. “Hay algunas que están muy naturalizadas, como la violencia sexual en el matrimonio”, explica Rago.

Quien llama es un enfermero. Vive en Formosa y trabajaba en una comunidad wichí, en un pequeño puesto sanitario. Una de las madres se acercó a contarle que su hija era abusada por parte del cacique, que además era pariente. “El sistema de salud juzgaba a esa mamá porque era una práctica naturalizada y habitual en la comunidad. Hubo que acompañar ese proceso de valentía de esa mujer, que terminó exiliada prácticamente, y de este enfermero que era apedreado y que tuvo que pedir un pase a otro lugar. Un equipo de psicólogas y una abogada viajaron hasta Ingeniero Juárez y se hizo toda la intervención. El agresor estaba detenido, pero sabíamos que iba a salir pronto porque toda la comunidad estaba a su favor. Como país queda como mucho por trabajar”, dice Carina Rago.

También cuenta que cuando hay campañas de visibilización de la línea, como la que hicieron durante la pandemia con Unicef, o el número sale en los zócalos de los canales de noticias, los llamados de niñas, niños y adolescentes aumentan. “Con los adolescentes, el canal de comunicación es nuestro WhatsApp. En esos casos, tenés que trabajar mucho esto de ir tanteándolos y decirles: ‘Bueno, ¿te animás a hablar? Yo te llamo’”, detalla. En definitiva, es hacerles saber que hay alguien ahí, del otro lado, escuchando.

Más información

En las guías “Hablemos de abuso sexual” y “Hablemos de violencia de género” de Fundación La Nación, podés encontrar más información sobre estas problemáticas: desde las señales de alerta hasta qué hacer frente a un caso o dónde recurrir en busca de asesoramiento.

María Ayuso

LA NACION- https://www.lanacion.com.ar/comunidad/como-trabaja-la-linea-telefonica-que-recibe-casos-de-violencia-familiar-y-sexual-nid15062023/

La sirenita andrógina, la verdadera historia detrás de la fábula

El artista francés Benjamin Lacombe revela un misterio escondido en el cuento “La sirenita” del escritor danés Hans Christian Andersen. A su paso por la Feria del Libro de Bogotá, Lacombe y Sébastien Peréz, coautor de otros cuentos ilustrados por Lacombe, hablaron con Sentiido.

Esta sirenita no es la típica adolescente curvilínea y de cabellos largos que nos ha mostrado Disney. Esta sirenita tiene una belleza más melancólica y andrógina y envuelve un gran secreto. (Ver: Ni hombre ni mujer: persona no binaria).

Así es como el artista francés Benjamin Lacombe revela a este personaje legendario en las ilustraciones de su nuevo libro “La sirenita”, una versión realizada a partir del manuscrito original que Hans Christian Andersen escribió, tachó y reescribió hace 186 años.

En el misterioso mundo submarino dibujado por Lacombe encontramos a una sirenita cuyo género resulta ambiguo, explorando su mundo subacuático y las emociones tumultuosas en su interior.

Es alguien que no se encuentra a gusto donde está, que tiene la necesidad de explorar y de ver la vida desde otra perspectiva así tenga que perder su voz y su cola de sirena y aunque caminar resulte tan doloroso como “clavarse cuchillos en los pies”.

Benjamin Lacombe

Gracias a Lacombe tal vez estemos ante la versión más fiel a la idea original que tuvo Andersen cuando escribió esta obra, que en realidad parece ser una declaración de su amor no correspondido por otro hombre.

Este amor imposible para una época en la que ni siquiera existía la palabra “homosexualidad”, quedó consignado en las cartas que Andersen le escribió a Edvard Collin, alguien con una posición social más privilegiada y un matrimonio convencional con una mujer de la alta sociedad danesa. (Ver: Qué es el fundamentalismo religioso y qué implica realmente).

A su paso por la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Benjamin Lacombe y Sébastien Peréz hablaron con Sentiido sobre este libro recientemente realizado por Lacombe y sobre otras obras creadas por ambos, como “Genealogía de una bruja” y “La mejor mamá del mundo”. (Ver: La diversidad se tomó la Feria del Libro).

Pero sobre todo Peréz y Lacombe hablaron sobre “ser diferente” y sobre la necesidad de defender la diversidad en un mundo que va perdiendo la luz cuando sólo hay espacio para una única forma de ser, de sentir y de ver la vida. (Ver: Mónica Fonseca: si nos sumamos a las causas LGBTIQ, el mundo será mejor).

Sentiido: ¿Cómo ha sido su relación con “La sirenita”, este clásico de la literatura infantil?

Benjamin Lacombe: Es una historia que me impactó mucho desde que la conocí. Yo tenía una conexión muy especial con Andersen porque esta y otras de sus historias tienen que ver con el hecho de sentirse diferente, de no sentirse entendido y yo me sentía así cuando era muy joven. (Ver: Sí, todo mejora).

A medida que crecía, yo sentía que esta no era sólo la historia de una sirena que se enamoraba de un hombre, sino que era la historia de alguien que se sentía diferente, que no se sentía a gusto en ninguno de los dos mundos que conocía: no se sentía bien en el mundo subacuático, pero tampoco afuera. (Ver: Jess: soy yo sin pedir permiso ni dar explicaciones).

S: ¿Cómo surge la idea de hacer esta versión de “La sirenita”?

B.L.: Cuando entré en contacto con los estudios de género pensé que tal vez la sirenita tenía relación con la historia de amor de Andersen por Collin. Entonces traté de investigar, pero no encontraba nada en francés ni en inglés y yo no hablo danés, así que le pedí ayuda a mi editorial y Jean-Baptiste Coursaud, traductor del danés y experto en Andersen, se encargó de investigar en el museo de Andersen.

El punto de partida fue el manuscrito original de “La sirenita” porque ha habido muchísimas versiones de la historia y cada una ha sido más cambiada que la anterior.

A la vez, encontramos muchas cartas de Andersen -hay que tener en cuenta que él vivió en el siglo XIX- y de las casi 30 mil cartas registradas en el museo de Andersen en Dinamarca, 400 fueron escritas para Collin y algunas de ellas eran cartas de amor.

Pero el signo inequívoco de que “La sirenita” escondía otra historia fueron las frases que estaban en las cartas de Andersen para Collin y que también hacen parte del texto original de “La sirenita”.

S: ¿Qué había en estas cartas?

B.L.: En sus cartas sobre “La sirenita” Andersen le dice a Collin que las partes que están tachadas en su manuscrito son en realidad las más importantes porque han salido de su corazón.

Es muy doloroso ver a alguien sufriendo por el amor que siente por otra persona, realmente rompe el corazón ver que se siente tan mal por ese amor, alguien que reza y le pide a Dios no sentir más eso… (Ver: “El amor por mis hijos estaba por encima de lo que decían en la iglesia”).

Es claramente alguien que siente que no encaja en el mundo y pensemos en lo increíble que es que, en esas circunstancias, 1837, alguien sea capaz de escribir que desearía ser amado por quien realmente es.

Esto es increíble para su momento cuando ni siquiera existía la palabra “homosexualidad”. Después de saber todo esto, para mí era imposible ilustrar “La sirenita” sin este contexto histórico y sin ser una sirenita andrógina. (Ver: Alanis Bello: no quiero ser un hombre ni una mujer).

El propio Andersen lo dijo en su momento: “nunca antes me sentí tan cerca de un personaje como con La sirenita”. Él estaba sufriendo con el personaje.

S: ¿Cómo pudo algo así ser ignorado por la crítica literaria?

B.L.: ¡Fueron 186 años sin que esto saliera a la luz! Esto demuestra que cuando tú no quieres ver algo, no importa qué tan obvio sea, no lo verás. De hecho, una de las primeras cosas que hace el príncipe cuando la sirenita se convierte en mujer es hacerla vestir como un hombre. Está escrito en todas las versiones y nadie, excepto yo, ha dibujado a La sirenita vestida de hombre como dice la historia. (Ver: “Desde que las niñas son rosadas y los niños azules, estamos jodidos”).

S: ¿Qué más está tachado en el manuscrito que Andersen decidió cambiar?

B.L.: El final está tachado en el manuscrito, pero en mi versión quedó como él lo pensó inicialmente y es que La sirenita recupera su voz, pero aparte de eso hay una frase que dice que sólo cuando esté muerta y sea un alma inmortal podrá ser amada por quien ella era realmente en su alma sin importar el cuerpo que tuvo en vida.

¡Eso es tremendamente poderoso en 1837! Y otra parte del texto que estaba tachada es una escena en la que La sirenita está vestida como un hombre y ella y el príncipe van a montar a caballo.

En francés y danés la palabra “montar” puede tener una connotación sexual y el cuento habla de que ellos están montando a caballo por el bosque y que se encuentran con un tigre.

En ese momento, La sirenita usa una lanza grande y la pone en la garganta del tigre, algo tremendamente gráfico. Eso está tachado en el manuscrito, pero es obvio que está contando que lo que pasa en el bosque es mucho más que un paseo a caballo. Esta parte tampoco está en mi versión.

S: ¿Cómo se refleja todo esto en las ilustraciones?

B.L.: Hay una razón por la cual en mi libro la figura de “La sirenita” es ambigua, no tiene realmente un género, hay una razón por la cual uso el azul oscuro como una manera de transmitir profundidad y es la densidad que sentimos al sumergirnos en el agua.

También hay una razón por la cual uso un rosado fluorescente en contraste con ese azul -dos colores que tradicionalmente se asignan a hombres o mujeres- pero para mí ese rosado intenso es un statement -una declaración– cuando se asocia con el azul de los fondos marinos y ambos forman una especie de morado. (Ver: Juguetes sin barreras de azul ni rosado).

Al mismo tiempo, el castillo acuático, inspirado en el trabajo de Eva Jospin, evoca unas formas sexuales de una manera muy diferente a los típicos castillos de Disney.

S: “La sirenita” y otros libros para audiencias jóvenes tocan temas profundos como la mortalidad, la identidad, la sexualidad, ¿qué los convierte en un clásico a través de las generaciones?

B.L.: La razón por la que un clásico se vuelve un clásico es porque está hablando de la naturaleza humana, son cosas que no envejecen. Las problemáticas que tenemos como humanos siguen aquí varios siglos después: encontrar tu lugar en el mundo, aceptar la diferencia, poder amar a quien deseas amar, todos estos temas están aquí hace siglos.

Por otro lado, los clásicos nos permiten a los artistas expresarnos y es por eso que Andersen usó esta historia para hacer una carta de amor que era imposible escribir en esa época sin usar la historia de la sirenita y del príncipe y es igual para muchos cuentos. Por ejemplo, Bamby habla de antisemitismo y así lo interpreté cuando lo ilustré.

Sébastien Pérez

Sébastien Pérez: Muchos textos se vuelven clásicos porque son un espejo de la sociedad en la que vivimos, también porque te permiten cuestionarte, te dejan pensando…

Cuando yo empecé a escribir cuentos -que empecé porque Benjamin me puso un lápiz en la mano y me dijo: escribe- recuerdo que me dio un consejo que sigue siendo vigente: cuando escribas siempre piensa en el mensaje con el que se va a quedar el lector cuando cierre el libro. Normalmente, los libros no te dan la solución, pero te ponen a pensar.

S: Un libro que causó mucho revuelo fue uno que ustedes hicieron llamado: “La mejor mamá del mundo”. ¿Por qué causó tanta controversia?

B.L.: Es un libro súper tierno. Para mí es uno de los libros más inocentes, puros y delicados que he hecho. Yo tengo muchos libros que tienen un lado más sombrío, que son un poco ambiguos, pero este era súper dulce y sencillo.

Es un libro escrito por Sébastien e ilustrado por mí acerca de las muchas formas de crianza que hay en la naturaleza. Pero en ese momento en Francia estaba ocurriendo el debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la narrativa de quienes se oponen era: “los niños tienen que ser criados por padres de sexos opuestos o si no van a convertirse en psicópatas”, “eso no es natural”, etcétera. (Ver: La Corte Constitucional aprobó la adopción igualitaria, ¿por qué esta vez sí?).

Entonces, nosotros dijimos, “ok, vamos a ver qué nos dice la naturaleza” y lo que vemos en la naturaleza es que hay muchas formas de criar: vemos que hay machos que son madres, como los pingüinos, vemos hembras que crían solas, como las elefantas, vemos incluso madres que no quieren criar, en fin, hay muchas maneras de criar.

Nosotros quisimos mostrar formas de maternidad en la naturaleza, concluyendo, al final que la mejor madre del mundo es la madre que te está amando, que te está cuidando.

S.P.: Y una más de todas las mamás que mostramos era la mamá humana y hablamos de cómo a veces esta mamá requiere ayuda de otras personas a su alrededor, puede ser su pareja, una abuela, un familiar, un amigo, alguien que, independientemente de su género, la apoye. Nos referíamos simplemente a que criar a un bebé es una tarea demandante.

Hubo una gran indignación: nos decían que cómo podíamos decir que tener un hijo era difícil si era la mejor cosa que les había pasado en la vida o que cómo nos atrevíamos a sugerir que las mujeres necesitaban ayuda para criar a sus hijos o que no teníamos autoridad para hablar de maternidad. Pero bueno, todo el mundo ha tenido una mamá, ¿no?

S: La literatura infantil y la educación en general se han convertido en un campo de batalla en muchos lugares. Por ejemplo, en la Florida (EEUU), se pueden comprar armas en supermercados, pero ciertos libros han sido prohibidos en las bibliotecas escolares…

B.L.: Hay mucha tensión cuando haces libros para niños y la gente se enloquece con un determinado libro y lo acusan de todo tipo de cosas por el hecho de enviar un mensaje acerca de la importancia de tener una mentalidad abierta o de respetar la diversidad que hay en el mundo.

S: Otro libro que ustedes lanzaron en la Feria del Libro de Bogotá se llama “Las brujas”, ¿de qué se trata?

B.L.: Bueno, “Las brujas” es un libro ilustrado por mí y escrito por Cécile Roumiguière. Es un viaje a través de la historia de magas, adivinas y hechiceras desde una postura feminista sobre mujeres que no fueron sumisas y que por eso fueron perseguidas. El libro en el que trabajamos Sébastien y yo es de 2009 y se llama “Genealogía de una bruja”. (Ver: Tres grandes del feminismo en Colombia).

En ese momento todas las brujas que nos mostraban los libros eran malas, viejas, con gorro negro y puntudo, con escoba y una verruga.

Entonces, decidimos hacer un libro sobre una familia de mujeres que luchan por el bien y en el que una pequeña niña encuentra que pertenece a una genealogía de mujeres fuertes y poderosas. (Ver: “Vivo el feminismo en la espiritualidad”).

S.P.: Sí, mezclamos diferentes historias de brujas cuentos de hadas y creamos otras brujas inspirándonos en historias reales de mujeres de Japón, Latinoamérica, África, etcétera, con una cosa en común: todas son mujeres que nunca estuvieron casadas o no podían tener hijos. (Ver: El día de la madre y de la no madre).

En ese sentido, el libro es una declaración feminista que dice que estas brujas que han sido perseguidas siempre son mujeres inteligentes, poderosas y que tienen derecho a existir.

B.L.: El eje central del libro es la historia de una pequeña niña que está descubriendo que es una bruja pero que se siente triste porque los otros niños no la aceptan porque ella tiene el poder de adivinar las frases de todos antes de que los demás terminen de hablar y esto les resulta molesto.

Pero junto a su abuela descubrirá que ella pertenece a esa gran genealogía de mujeres fuertes y que cuando te permites abrazar lo que te hace diferente, siempre vas a encontrar quien te ame tal y como eres.

¡Por supuesto no estamos hablando únicamente de una niña que se siente diferente por una característica en particular! Sino de mucho más. Al final la niña encuentra a su amigo ideal, un niño tartamudo al que le resulta maravilloso tener a alguien que termine las frases por ella.

En el fondo, muchos de nuestros libros hablan de eso, de ser diferente, de no encajar y de cómo si tienes la fortaleza de abrazarte como eres siempre encuentras tu lugar en el mundo.

ABIERTA LA CONVOCATORIA! Devocional 2024

ATENCIÓN!!

Abrimos la Convocatoria para textos que harán parte del Devocional Caminando en Sororidad 2024.

Será nuestra tercera edición y esta vez queremos llegar a 365 textos escritos por mujeres y disidencias de toda la región, de España y más allá.

Qué buscamos?

  • Textos bíblicos-elegidos libremente- releídos desde las espiritualidades en cada territorio y en cada realidad.

  • Pueden ser en diversos estilos literarios

  • No más de una hoja- máximo- en Word- Lo ideal es de 500 palabras

  • Pueden ser individuales o construcciones colectivas

  • Deben ser identificados con nombre o seudónimo, país y si quieren, su fe, comunidad de pertenencia, etc.

  • El material es gratuito por lo que NO hay retribución para quien escribe. Los derechos sobre los textos son comunes

Los textos serán revisados por el Comité editorial de Con Efe y se comunicará a cada persona, la aceptación o no.

FECHA LÍMITE: 15 de octubre

Adonde lo envías?

conefecomunicaciones@gmail.com

PASÁ LA VOZ!!! TE ESPERAMOS

Devocional feminista 2023: Caminando en sororidad

Dibujar un mapa, de sur a norte, de este a oeste. Ir tejiendo con palabras sendas libres y celebrativas, desde la fe, desde el amor sororo y la resistencia unida.

Proyectar 365 días acompañadas, nunca más solas, porque desde algún punto de tantos territorios, una, dos, tres, diez mujeres, sacan sus voces, leen los textos bíblicos y los cuentan dándoles sentidos nuevos, frescos, preñados de esperanzas.

Damos a luz, juntas, al segundo Devocional de Mujeres de construcción colectiva, que puedes bajar libremente aquí: https://drive.google.com/file/d/1ILg57sjWmG5IXvlzwd43n5W-WP6nWVlE/view?usp=sharing

Bienvenidas a compartir este vida que es plena, digna y en abundancia, sin violencias, sin opresiones, a pura Gracia divina y sororidad de la buena.

Búsqueda de una espiritualidad que afirme la vida

En estos tiempos de tantos malos presagios, de crisis económica global, de impotencia para detener la destrucción ambiental, de decadencia de las utopías, es necesario recuperar el aliento que hizo reír y cantar a las gentes del tiempo bíblico. La fe pura es fuente de armonía, paz y confianza en que todo está en sus manos.

El canto jubiloso, el corazón abierto a la amistad y la solidaridad humana son fuentes de vida. La fe cristiana que afirma la belleza del cuerpo, ¡todavía está de fiesta de bodas! El novio no está ausente.

Abramos espacio para la comunión y la alegría.

Puede bajarse libremente aquí: https://drive.google.com/file/d/1S_aCQ9cJYdYSdHRsFGdpU30Yk4dKrwqb/view?usp=sharing

Coordinación Editorial (ICEG):

Lic. Moraima González Ortiz

Directora (ICEG):

Dra. Ofelia Miriam Ortega

Instituciones que auspician:

Instituto Cristiano de Estudios sobre Género (ICEG)