Lo que mata es el extractivismo
Imagen: Iconoclasistas
El trabajo “Cuerpo-Territorio” da cuenta de diez problemas ambientales de Argentina y Sudamérica y sus impactos en la salud. Agronegocio, incendios, feedlots, megaminería, explotaciones forestales y fracking, entre otras actividades, y sus consecuencias sanitarias.
Por Lucía Guadagno*
María del Carmen Seveso nació en Maciel (Santa Fe). Estudió medicina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en 1977 se mudó al Chaco. Trabajó en hospitales y clínicas de Resistencia y Roque Sáenz Peña. Sus especialidades son la Toxicología y la Terapia Intensiva, entre otras. “Siempre me interesaron las enfermedades de los que trabajan, me parece algo muy injusto que se enfermen trabajando”, dice.
Cargada de esa sensibilidad, en el Chaco dedicó su vida a denunciar los efectos de los agrotóxicos en la salud de la población. Explica que en esa provincia la red de centros de salud tiene una buena distribución geográfica. Pero que los servicios no lo son tanto. Entonces, apenas un caso se complica, lo mandan a Resistencia o Roque Sáenz Peña, donde ella trabajó durante décadas. De ese modo, pudo conocer de qué se enferma la población de casi toda la provincia.
Desde hace años, junto a otros médicos e integrantes de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, visitan pueblos y campos, relevan casos, hacen investigaciones y denuncian el efecto del modelo de producción agroindustrial basado en transgénicos y fumigaciones con agrotóxicos: cáncer, malformaciones, problemas respiratorios, en el sistema nervioso y en el sistema endocrino, entre muchos otros.
Su tarea fue siempre a contracorriente en una provincia donde tanto funcionarios públicos como buena parte del sistema de salud mira hacia otro lado, calla y oculta. “Nos da mucha bronca”, afirma. “En general, los servicios de salud no profundizan, no tocan al paciente, no le preguntan nada (menos aún visitan los lugares donde viven). Entonces las personas vuelven a su lugar de origen sin haber resuelto su problema.”
Lo que ocurre en el Chaco ocurre en todo el país. Los problemas de salud vinculados a la contaminación y a las actividades industriales o extractivas no son detectados, menos aún denunciados, por la mayor parte de los profesionales y trabajadores de la salud.
Cuerpo-Territorio
La relación extractivismo-salud es el eje del último trabajo realizado por el grupo Iconoclasistas junto al Instituto de Salud Socioambiental (Inssa) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. Se trata de un póster “Cuerpo-Territorio”, en el que se representan diez problemáticas socioambientales en la Argentina y Sudamérica y sus consecuencias para la salud. Las actividades seleccionadas son la agroindustrial, feedlots, incendios, megaminería, explotaciones forestales, fracking, salmoneras, hidroeléctricas y extracción de hidrocarburos. También se incluye la violencia armada, a través de un caso colombiano.
La ilustración (que puede descargarse desde el sitio web de la Fundación Rosa Luxemburgo) es el resultado de relevamientos e investigaciones bibliográficas realizados por los participantes del curso “Introducción al análisis de los procesos de salud en contextos de extractivismos”, dictado en forma virtual por el Inssa durante 2020. Participaron trabajadores de la salud e integrantes de organizaciones sociales de Argentina, Colombia, Ecuador y Chile, entre otros países.
El mapa cuerpo-territorio muestra, por ejemplo, cómo la contaminación producida por la cría intensiva de ganado en feedlots puede generar inflamación en la piel, problemas respiratorios o enfermedades zoonóticas, entre otras. O que la extracción de hidrocarburos mediante la técnica de fractura hidráulica (fracking) puede causar distintos tipos de cáncer. Cada caso corresponde a un área geográfica determinada, que está representada en el póster.
“El curso estaba pensado para trabajadores de salud. A raíz de que participaron personas del campo de salud pero también de organizaciones sociales y otros sectores, queríamos tener un material que nos permitiera tener llegada específicamente al sector sanitario”, explicó Gabriel Keppl, médico y docente de la UNR.
Keppl advierte que la medicina tradicional o hegemónica no suele vincular los problemas ambientales con los problemas de salud. “Con este póster buscamos mostrar esa vinculación que muchas veces permanece invisibilizada o que ni siquiera surge como pregunta o como posibilidad”, sostiene. “Por el momento es sólo el póster. Lo que estamos haciendo ahora en una segunda etapa es planificar talleres o actividades específicas para poder trabajarlo.”
La formación de los médicos
¿Por qué se necesita sensibilizar a los profesionales de la salud? ¿No es evidente la realidad como para que médicos y trabajadores de salud puedan notarlo?
“A los médicos y médicas que ingresan a trabajar en el sistema de salud, sea el sistema público o privado, en realidad lo que se les exige es otra cosa”, sostiene Keppl. “Si lo único que les van a exigir es resolver problemas de salud individuales difícilmente estas cuestiones vinculadas a la salud socioambiental sean una preocupación o tengan herramientas para trabajarlas”, explica. Y aporta un ejemplo: “Muchas veces se reconoce el aumento de casos de una determinada enfermedad vinculada a alguna fuente de contaminación, pero cuando llega la hora de la acción concreta se quedan en la prescripción individual de algún tratamiento o de algún diagnóstico”.
Señala que lo que falta es articular esa parte de los procesos biológicos individuales con procesos más generales como pueden ser estas cuestiones socioambientales.
¿Por qué ocurre esto? “Está todo muy cooptado por el discurso médico hegemónico sostenido por la industria farmacéutica. Entonces, lo más probable es que un congreso de psiquiatría organizado por un laboratorio para mostrar los últimos desarrollos farmacológicos tenga los cupos llenos. Y cuando proponés una actividad vinculada a los temas socioambientales, hay menos gente, cuesta un poco más. Pero en el último tiempo es está cambiando”, señala Keppl.
Una sola salud
Carolina Cazaux es médica, estudió en Buenos Aires y vive en Lago Puelo, Chubut, una región azotada por los últimos incendios forestales y por la amenaza de la megaminería. Participó del taller virtual del Inssa y considera fundamental cambiar la formación de los trabajadores de la salud para generar un pensamiento crítico. “Es necesario poder entender que los procesos de cómo se enferma una población necesariamente tienen que ver con las actividades que se realizan, con los hábitos culturales, con los vínculos. Si pensamos en la salud como un tejido social que tiene que estar sano, fortalecido, necesitamos que haya gente capacitada para trabajar desde esa perspectiva”, afirma.
Señala que la formación que predomina en las facultades de medicina es la contraria. “Es una cerrera mercantilista, fragmentada, que disocia. Se enseña a diagnosticar enfermedades y prescribir tratamientos.” Considera que para los trabajadores de la salud, lo más cómodo es seguir esa línea, no cuestionar. “Poner en duda esa formación, ese sistema de creencias, genera conflicto”.
Así lo vivieron más de una vez en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR los integrantes del Instituto de Salud Socioambiental. Uno de los casos más graves ocurrió en 2016, cuando autoridades de la Universidad de Rosario clausuraron con cadenas la oficina donde se guardaban las encuestas y resultados de los campamentos sanitarios realizados por estudiantes de medicina en pueblos fumigados.
Damián Verzeñassi -médico y docente, director del Inssa y quien estuvo a cargo de los campamentos sanitarios hasta 2019- explica por qué es importante incorporar la salud socioambiental en la formación. “Si asumimos que la salud de los seres humanos no puede ser entendida en forma descontextualizada o como un elemento ajeno a la salud de los territorios, la formación de los trabajadores tiene que ayudar a comprender esa relación, porque es clave para entender los procesos de salud y enfermedad”, señala.
Detalla que la salud socioambiental pone la mirada en la intersección entre la salud colectiva y la ecología política latinoamericana. “Para nosotros es muy importante porque brinda herramientas no sólo teóricas, sino también metodológicas. Y es fundamental porque nos permite recuperar algo que las facultades se encargan de hacernos perder, que es la capacidad de relacionar, de mirar integralmente y de comprender que la vida es gracias a los procesos y que los procesos son gracias a las relaciones”, destaca. Por eso, sostiene, los conceptos de la salud de los ecosistemas y la salud socioambiental son clave para entender lo que sucede con las poblaciones.
El silencio es complicidad
Desde el Chaco, María del Carmen Seveso reconoce que parte del problema es el paradigma hegemónico de la medicina. “La mayoría de los profesionales de la salud están esquematizados. Si empiezan a denunciar casos como las enfermedades por agrotóxicos pierden la estabilidad, se les desordena lo que aprendieron”, señala. “Pero tienen mucha responsabilidad, cuánto se podría haber evitado si más médicos denunciaran los casos.”
Reconoce, asimismo, que denunciar es comprometedor y en algunos casos, genera problemas laborales. “En los pueblos los intendentes son los dueños de los campos de soja. Y hasta a veces son médicos también”, advierte. “Hubo casos de pediatras de hospitales públicos que recibieron amenazas por denunciar que los chicos estaban afectados por las fumigaciones.”
Jubilada pero activa, Seveso publicó el año pasado el libro “Resistiendo al modelo agrobiotecnológico. Para evitar la complicidad de las víctimas”, en el que sistematiza datos y casos relevados durante sus años de trabajo. Se entusiasma con la difusión de estos temas e insiste en la necesidad de dar herramientas para que “la gente se pueda defender”.
Fuente: Tierra Viva
* Publicada junto al Periódico Cooperativo Pausa de Santa Fe
Mujeres y disidencias: haciendo memoria desde la fe
Fecha y horario: 30 de marzo, 19h.
Transmisión en vivo por Facebook Live de Católicas por el Derecho a Decidir
Invitación:
El Concilio Vaticano II impulsó en sectores de la iglesia católica un camino de reflexión y acción teológica y política frente a las injusticias sociales, la violencia institucional y la sistemática violación de los DDHH.
Hoy, gracias al recorrido de muchxs laicxs, teólogxs de la liberación, teólogas feministas y teólogxs cuir, sabemos que existen modelos diferentes de ser iglesia, algunos profundamente proféticos y otros, cómplices del poder.
Seguimos reflexionando en el marco del día por la Memoria, la Verdad y la Justicia y nos cuestionamos: ¿Qué rol tuvieron las instituciones eclesiásticas durante la última dictadura?
¿Cómo actuaron esos diferentes modelos de iglesia? ¿Cómo se actualizan sus discursos hoy, en democracia?
Junto a nuestrxs hermanxs de Sororidad y Fe, MEDH y Fe en la Resistencia nos convocamos para hacer memoria de espacios y recorridos de mujeres y disidencias cristianas comprometidas con las luchas que hoy recogemos en nuestros propios recorridos.
Invitades:
• Gladys Shanque. Goya, Corrientes. Militante católica de las comunidades acompañadas por Monseñor Devoto. Fue detenida, su hijo nace en cautiverio y su compañero sigue desaparecido.
• Gabriela Barrios. Magíster en Políticas Sociales (Universidad Nacional de Misiones) y licenciada en Trabajo Social. Docente universitaria en las carreras de Ciencias de la Educación y Relaciones Laborales (Universidad Nacional del Nordeste). Investigadora en el Registro Único de la Verdad de la Comisión Provincial por la Memoria.
• Natalia Morbelli y Florencia Nuñez. Militantes evangélicas del colectivo Sororidad y
Fe.
Información de los espacios que convocan:
• Católicas por el Derecho a Decidir – Movimiento autónomo de mujeres católicas feministas que promueven la autonomía moral y la libertad de conciencia en defensa de los derechos sexuales y (no)reproductivos. En disidencia con las jerarquías eclesiales, buscan acercarnos a la experiencia cotidiana de las mujeres y colectivos LGBTIQ+ para construir una forma liberadora de vivir la religión
• Sororidad y Fe – colectivo ecuménico de mujeres autoconvocadas que comparten, dialogan y promueven las teologías feministas
• Fe en la Resistencia – Proyecto audiovisual que visibiliza la participación política y su cruce con la fe, revelando el compromiso de personas y colectivos que resistieron a la dictadura uruguaya.
• Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) tiene como finalidad defender y promover los derechos humanos desde una perspectiva ecuménica, en la Argentina y en América Latina. Moviliza a las iglesias, y a instituciones para que se comprometan en el trabajo por los derechos humanos.
Eu Sou porque nos somos: Segunda edição do Prêmio Marielle Franco de Ensaios Feministas
A Editora Contracorrente traz ao público a . O segunda edição do Prêmio Marielle Franco de Ensaios FeministasPrêmio tem como objetivo reverenciar a memória e a luta da ex-vereadora por meio do incentivo ao pensamento feminista.
Depois da publicação do ensaio vencedor de autoria das irmãs Ana Paula Rodrigues dos Santos e Cintia Rodrigues dos Santos, intitulado Por ela, por elas, por nós, nossa missão é agraciar mais uma obra e continuar fortalecendo a luta feminista e o pensamento crítico.
Dessa forma, o Prêmio busca ensaios inéditos escritos por autoras – cis ou trans –, em língua portuguesa, sobre diversos aspectos do feminismo. A abertura do concurso ocorrerá no dia 14 de março de 2021, data em que se completam três anos do brutal assassinato da Marielle Franco. Os textos passarão primeiramente pelas mãos da nossa Comissão Técnica Avaliadora, composta pelas autoras da Contracorrente Eneida Desiree Salgado, Taylisi Leite, Anna Lyvia Custódio Ribeiro, Tamires Sampaio e Nathália França. As dez autoras finalistas serão divulgadas no nosso site do Prêmio no dia 14 de setembro de 2021. O júri, composto por três expoentes do feminismo brasileiro, Sueli Carneiro, Marcia Tiburi e Anielle Franco, escolherá entre estes o ensaio vencedor, a ser revelado durante uma cerimônia. A modalidade de revelação e entrega do prêmio – presencial ou virtual – ainda será definida, devido à pandemia de COVID-19.
Mais info: http://premiomariellefranco.com.br/
La sanación, un acto feminista emancipatorio
Asociación de mujeres indígenas de Xalapan.
Lorena Cabnal-
«Sanarnos es un acto personal y político y aporta tejer la red de la vida.»
Lorena Cabnal es feminista comunitaria maya ketchʼi y xʼinka, nacida en Guatemala en 1973. Vivió la infancia y la adolescencia en un clima de violencia intrafamiliar, en plena guerra civil guatemalteca que costó la vida a miles de personas. A los 15 años huyó de su casa y a los 25, tras haber estudiado medicina y psicología en la universidad, decidió seguir las huellas de su abuela materna x’inka. « Yo quise irme a una comunidad indígena lo más alejada posible. Y así fue como llegué a la montaña de Xalapán un 14 de noviembre de 2002 », recuerda con orgullo. « Allí me quedé y enterré mi corazón1 ».
Fe feminista: las historias de las colonienses Ana Maria Rübens y Gladys Parentelli
Escribe Dahiana Barrales, María Alejandra Scafati
Publicado en https://ladiaria.com.uy/
El lunes 8 de marzo se llevó a cabo un Encuentro Ecuménico en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, organizado por distintas instituciones y grupos cristianos. Allí en la sede central de la Iglesia Metodista de Uruguay, bajo varias consignas feministas y cristianas, se compartieron canciones, reflexiones, rezos, lecturas y memorias de dos mujeres que nos remiten al departamento de Colonia.
Uno de los principales ejes del encuentro estuvo en hacer presente el compromiso activo de dos mujeres cristianas que en distintos momentos históricos implementaron estrategias para ayudar a otros y otras. Al tiempo que interpelaron a sus iglesias a transformarse e impulsaron nuevas teologías. Estamos hablando de Ana María Rübens y de Gladys Parentelli. Dos mujeres que nos remiten al departamento de Colonia. La primera a Colonia Valdense y la segunda a Ombúes de Lavalle.
Solidaridad anti-autoritaria
Ana María Rübens nació en 1900 en Buenos Aires. Cuando ella tenía 9 años sus padres deciden mudarse a Alemania, donde estaba el resto de su familia. Hija de padre católico y madre protestante, Ana María fue una joven que quería formarse en horticultura y agricultura, además de ciencias sociales. A su padre, tantas profesiones y tanta versatilidad le parecían inadecuadas para la fortuna de la familia, fue así que le pidió que se decidiera por una profesión. Ana María eligió teología, ahora la nueva era, si debía seguir la línea católica de su padre, o la protestante de su madre, al fin de cuentas primó el vínculo materno y se hizo protestante.
En 1920 comenzó a estudiar teología. Allí, junto a otras compañeras conformó un grupo de teólogas mujeres que reivindicaban, entre otras cosas, el derecho a poder ser ordenadas pastoras. En 1927 empezó a desempeñarse como vicaria trabajando en hogares de ancianos y escuela de oficios.
En 1933 en el contexto del ascenso del nazismo, Ana María realizó una prédica religiosa por la que es expulsada de Alemania. En esta prédica ella se cuestionaba qué forma era esa de patria [la que quería formar el nazismo] y de amor que expulsaba a sus hijos. Era el mundo, ¿un lugar de amor? Y se respondía «Hay suficiente sol, hay suficientes tierras. ¡Si solamente tuviéramos suficiente amor!». Culmina este predica preguntándose qué deben hacer las personas cristianas ante la ola de odio dirigida a la población judía, y contesta «Importa que cada uno de nosotros trate verdaderamente de ser Luz del mundo y Sal de la tierra. No podemos tampoco querer sustraernos a la tarea, eludir la responsabilidad, diciendo que un cristiano solo, un solo miembro de la iglesia no puede hacer nada en esta situación». Ante esta predica la Iglesia evangélica de Koln (Colonia) le rescinde su contrato de trabajo.
Luego de ser expulsada de Alemania se fue en bicicleta hasta Holanda, donde trabajó con familias refugiadas. De Holanda se vino a Uruguay. En 1937 se instaló en Colonia Valdense y fundó una colonia de vacaciones para niños y niñas cuyas familias se refugiaron en nuestro país. En el período previo a la dictadura esta colonia de vacaciones se transformó en una guardería para hijos e hijas de personas que estaban siendo detenidas por motivos políticos.
En el Mensajero Valdense, se recuerda que Ana María: «hacía largas caminatas con los chicos». Y así también la recuerdan los niños y niñas que asistían a la guardería, como tosca y dulce al mismo tiempo. Los testimonios recogidos en el documental «Ana María Rübens una vida que no quiso ser contada» realizado por la Casa Bertolt Brecht, relatan la experiencia de la cercanía de Ana y su casa como un espacio de confianza, seguridad y calma en medio de las difíciles situaciones que se vivieron durante la dictadura.
Ana María tuvo la capacidad de encontrar la forma de ayudar a aquellos niños a habitar un espacio que les fuera propio para que pudieran seguir viviendo su niñez en un contexto nacional que les impulsaba a no hacerlo. Al igual que como veremos en Gladys el contacto con el aire, la tierra, lo natural, fue central en la vida de Ana María, y eso también lo plasmó en su experiencia cotidiana en la guardería.
Además de las actividades en la guardería, los testimonios dan cuenta de que, durante la dictadura, Ana María ayudó a varias personas a que pudieran cruzar la zona de frontera con Argentina y pudieran exiliarse en ese país. La ubicación de su chacra en Colonia Valdense le otorgó un lugar privilegiado para tal fin.
Mientras tuvo la guardería, en varias ocasiones realizó distintos viajes a Europa con motivo de buscar apoyo económico, no sólo para su propio proyecto sino para ayudar a los presos y presas por motivos políticos durante la dictadura ya instalada. En 1977 cuando se encuentra en uno de estos viajes, le comunican que está siendo vigilada y que su vida podría correr peligro. A pesar del dolor, siguiendo los consejos de sus amistades decidió quedarse en el exilio y seguir apoyando desde allí. En 1981 decidió volver a Uruguay y a su regreso fundó otro espacio de ayuda para niños y niñas de familias en contextos de vulneración social. Ana María falleció en Alemania en 1991.
Reforma de la tierra y de la iglesia
Por su parte la historia de Gladys Parentelli, si bien también nos conecta al departamento de Colonia, nos habla del transitar y habitar muchos territorios. Gladys nació en Ombúes de Lavalle el 21 de marzo de 1935 en el seno de una familia católica practicante. En la década de los 50 se trasladó a la población de Carmelo. Allí vivía su abuela, pero por decisión de sus padres llegó de pensionista a un colegio de monjas para hacer la secundaria. Desde muy joven estuvo vinculada a las ramas juveniles de la Acción Católica. Primero a la Juventud Estudiantil Católica (JEC), y luego a la Juventud Agraria Católica (JAC). Las ramas juveniles implementaron el método «ver, juzgar y actuar», esto le permitió acercarse a una realidad concreta, conocerla, reflexionar sobre los métodos posibles para transformarla, y luego actuar sobre esa realidad.
Cuando en 1957 Monseñor Baccino obtiene cupos para becas para un curso en Chile, Gladys fue una de las que resultó electa para asistir. Dos años más tarde vuelve a obtener otra beca, esta vez otorgada por la Juventud Agraria Rural Católica, y el destino fue Europa. La beca consistía en insertarse por completo en el método de la JAC sea a través de cursos o a través de experiencias concretas en distintos países, esto le posibilitó conocer Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y Luxemburgo.
A su regreso a nuestro país, Gladys comenzó a encargarse de la atención de JAC a nivel nacional, que se estaba formando de forma muy incipiente. Gladys comenta que cuando se acerca al medio rural uruguayo lo primero que detecta en las juventudes es que no tenían un espacio dedicado a la diversión ni al tiempo libre. Al igual que Ana María Rubens, para Gladys fue fundamental desarrollar estrategias lúdicas que hicieran sentir a los jóvenes que tenían un espacio destinado a ellos, y al mismo tiempo le permitía detectar liderazgos, elemento central para las ramas especializadas de la Acción Católica.
En cierto punto la JAC llegó a tener 400 grupos. Se debe tener en cuenta que esta cantidad es significativa para un país que apenas alcanzaba los tres millones de habitantes. Había tanto entusiasmo por aprender que se organizó un festival nacional con siete mil jóvenes. Fue así como comienzan a colaborar con el equipo latinoamericano del Movimiento Internacional de la Juventud Agraria y Rural Católica (MIJARC) que instaló su sede en Montevideo. Gladys fue elegida para el comité mundial MIJARC.
Ana María Rübens y Gladys Parentelli no se conocieron, pero tuvieron múltiples aristas de unión y comunicación. Sea a través de las acciones y puntos de vista compartidos que les provocaron desilusiones y expulsiones. Así como también el encuentro y capacidad de encontrar formas de ayudar a los y las otras aun en territorios que les podían resultar lejanos. Otro lugar de encuentro simbólico fue el departamento de Colonia.
En 1964 Gladys se fue a Europa a trabajar en los grupos católicos que estaban vinculados al MIJARC. Había sido elegida presidenta de la rama femenina, por lo que fue a vivir a Lovaina, Bélgica. La tarea que le asignaron consistió en ser la responsable de la extensión del movimiento para América Latina, África Occidental Francesa y Argelia. Se debe tener en cuenta que en el contexto de su llegada a Europa se estaba produciendo el Concilio Vaticano II.
Este concilio, convocado por el Papa Juan XXIII y continuado luego de su fallecimiento por Pablo VI, fue un gran acontecimiento para la historia de la Iglesia Católica. Gladys no sólo lo vivió porque habitó casi el mismo espacio, sino que además fue una de las tres mujeres latinoamericanas que asistieron como auditoras al Concilio. Recuerda el momento en que por primera vez una mujer entraba oficialmente a un Concilio y era nombrada en la misa en la Basílica de San Pedro.
Dice que el Papa nombró solo a Marie- Louise Monnet, y no a todas las que asistieron –como correspondería-, pero eso ya era un gran acontecimiento. Su historia en el Concilio está marcada de entereza y desilusión, por ejemplo, recuerda que: «En esa época yo me sentía como una persona que está cumpliendo una misión que le ha encomendado Dios. Me trasladé a Roma. El primer día tuve problemas porque la Guardia Suiza no me dejaba pasar, cuando finalmente me dieron el pasaporte ya no me llamaba Gladys porque mi nombre según ellos no era católico y simplemente me pusieron Claudia».
Otra experiencia que le marcó fue que, en uno de los grupos de trabajo del Concilio dedicado al rol de los laicos en la iglesia, tema central en el mismo, las auditoras tuvieron la idea de expresarse públicamente. Ante su idea les expresaron que se les había agotado el tiempo pero que podían hacerlo en otro eje -evangelización de los pueblos-, es así que trabajaron toda la noche en ese nuevo texto, tuvieron que designar un vocero que fuera intermediario entre el grupo de ellas y el secretariado. El resultado fue, que el Cardenal vocero optó por leer solo la parte en la que ellas agradecían el haberlas dejado participar del Concilio y no el resto de sus propuestas. Comenta que caminó durante horas por las calles de Roma, decepcionada y dolida, luego de eso volvió a Bélgica. Sin lugar a dudas esta experiencia impregna de forma muy patente su teología feminista.
Posteriormente, fue nombrada como asesora de la congregación para la evangelización de los pueblos. Para ella lo fundamental era que desde el Vaticano reconociera la importancia que la acción misionera no podía ir por encima de la identidad cultural y religiosa de los pueblos. Aquí se encuentra otro punto en común con Ana María, quien sostenía la necesidad de que primara el amor a todas las personas humanas sin distinciones étnicas, y fundamentalmente, sin que ningún grupo étnico tuviera dominio sobre otro.
En 1969 Gladys fue enviada por el MIJARC a trabajar en Venezuela. Recuerda que llegó en un momento en donde se estaban produciendo muchas transformaciones y movilizaciones en muchos ámbitos. Al llegar le comunican que trabajaría con tres sacerdotes, un venezolano y dos franceses. La tarea de ella consistió en desempeñarse como asesora pedagógica, actividad que la volvió a conectar con su experiencia con la JAC uruguaya.
Pronto la organización de Auxiliares Femeninas Internacionales le ofreció comenzar a evaluar programas de capacitación para jóvenes campesinos. En sus tiempos libres asesoró a asociaciones de voluntarias y trabajó en la Federación de Instituciones Privadas de Atención al Niño, que nucleaba organizaciones privadas para promover la educación preescolar y no formal, así como la protección de niños y adolescentes. De esta forma se convirtió en responsable del área de ocupación positiva del tiempo libre. A medida que iba profundizando su trabajo en distintos espacios de educación formal y no formal en Venezuela pudo comenzar a proponer nuevos proyectos que fueron ampliando sus objetivos. Por ejemplo, coordinó un proyecto de educación familiar y sexual, financiado por UNICEF. En este proyecto, se entreteje lo que hasta la actualidad será su gran interés, el tema de la educación sexual y la protección del medio ambiente.
En Venezuela participó activamente de grupos feministas. Uno de estos grupos se llamaba Manuelita Sáenz y estaba integrado por mujeres que habían hecho postgrados en París, adonde habían militado en el Movimiento de Liberación de la Mujer. Ese era un punto de unión en cuanto a los objetivos que se plantearon como motivos para su lucha. Además de este grupo participó en otros como La Mala Vida, siempre en los que aportó atención, reflexión y acción, quizás una metodología que había heredado del ver, juzgar y actuar de las ramas juveniles en las que había participado en nuestro país.
Gladys expresa que hizo una opción por las teologías feminista desde hace décadas y ecofeminista desde las últimas dos, pasando muy brevemente por la teología de la liberación. Piensa que el hombre no es el centro del universo, se pregunta sobre qué fundamento como humanidad hemos construido una supuesta superioridad por encima de la de los animales y las plantas. Gladys entiende que este vínculo entre mujeres, planeta Tierra y Dios es importante en tanto en sus palabras «Versa no sólo de la comprensión de las fuerzas religiosas-culturales que contribuyen a mantener cautivas a las mujeres en las grandes decisiones, sino que a su vez es una percepción que señala nuevos caminos en el sentido de la existencia humana para la Percepción del Misterio de Dios ese Misterio inmenso en el planeta Tierra».
Ana María Rübens y Gladys Parentelli no se conocieron, pero tuvieron múltiples aristas de unión y comunicación. Sea a través de las acciones y puntos de vista compartidos que les provocaron desilusiones y expulsiones. Así como también el encuentro y capacidad de encontrar formas de ayudar a los y las otras aun en territorios que les podían resultar lejanos. Otro lugar de encuentro simbólico fue el departamento de Colonia. Sus calles vieron crecer a Gladys y convertiste en una gran teóloga reconocida en toda Latinoamérica, así como también conocieron a Ana María que transformó una chacra semiabandonada en un lugar de resistencia durante la última dictadura cívico- militar.
Dahiana Barrales Palacio es licenciada en Ciencias Antropológicas, integrante del equipo de Fe en la Resistencia. María Alejandra Scafati es profesora de Historia y Socióloga, integrante de la Directiva de Obsur – Observatorio del Sur.
https://ladiaria.com.uy/colonia/articulo/2021/3/fe-feminista-las-historias-de-las-colonienses-ana-maria-rubens-y-gladys-parentelli/
Dorothee Sölle: testimonio de una fe arrebatadora
Hoy conocemos, a través de la pluma querida de la teóloga cubana Ofelia Ortega, a una teóloga feminista que ya no está entre nosotras: la alemana Dorothee Sölle.
Ofelia Ortega Suárez –
Introducción
Si una época justifica el recuerdo de Dorothee Sölle es nuestra época. Nunca como ahora se evidencia en el mundo la necesidad de respetar los derechos de la persona humana, tema al que dedicó su vida la incansable teóloga de la liberación, solidaria con los países subdesarrollados y víctimas de la explotación.
Para esta analista penetrante de la sociedad, mística deslumbrante, poeta y activista, si bien la Iglesia y el Estado pueden y deben separarse, la fe y la teología son inseparables de un compromiso práctico con el mundo. Un mundo injustamente organizado y cuyo “orden” ha sido y es legitimado por ciertas teologías. Su trayectoria vital pone en evidencia cómo el coraje y la libertad constituyen un riesgo profesional en teología. Nació en Alemania en 1929, en una familia protestante de clase media, y creció durante el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Su familia escondió a judíos en casa.[1]
Su proceso de fe no fue el resultado de una herencia familiar. Llegó a la fe por su cuenta, después de una búsqueda personal de sentido en una nación que arrastraba penosamente la pesada carga de su pasado. “Mi fe procede de Auschwitz, de la catástrofe alemana”, diría. El punto de partida de su reflexión fue cuestionar una teología que había hecho compatible el cristianismo con las cámaras de gas para millones de alemanes. Estuvo casada dos veces y tuvo cuatro hijos. Nunca le interesó la religión organizada, sino la experiencia del Dios vivo en el corazón de la realidad: en la vida cotidiana, tan trivializada e injuriada por la teología y los espiritualismos de evasión; y también en medio de los conflictos éticos, sociales y políticos contemporáneos: el holocausto, la carrera armamentista, la guerra de Vietnam, el fascismo, el consumismo, la injusticia y la explotación de los países más pobres, la fascinación de nuestros contemporáneos por la guerra o la devastación ecológica. Para ella existe una conexión clara entre la experiencia mística y el activismo político, entre el sufrimiento y la resistencia no violenta frente a la injusticia. Nunca fue contratada como profesora titular en una universidad alemana, y algunos lo atribuyen precisamente a su toma de posición política. Fue una figura controvertida y, al mismo tiempo, muy atractiva y leída, no solo por los cristianos evangélicos —la denominación a la que ella pertenecía—, sino también por muchas otras personas, precisamente por la combinación que representa entre el misticismo y el compromiso político. Tras su muerte, en 2003, Maria Jepsen, la primera mujer nombrada obispo de la iglesia luterana del mundo, declaró que “representaba y permanecería como la conciencia política del protestantismo”. Y Manfred Koch, entonces presidente de la Iglesia Evangélica Alemana, la alabó “como un parte significativa de nuestra Iglesia, que la ha preservado de su exclusivismo religioso”. Para ella el hecho de no haber nacido en el seno de la Iglesia fue beneficioso porque le proporcionó la distancia suficiente para distinguir “la Iglesia desde arriba” y “la Iglesia desde abajo”, aquella que no se identifica con los poderes de este mundo sino que nace de la experiencia viva del Dios de la Vida.[2]
La obediencia de la fe
Dorothee Sölle fue, sin duda, una mentalidad abierta, cuyas reflexiones teológicas interesaron masivamente a la opinión pública. El testimonio de la fe que nos ofrece posee un sentido claro del papel un tanto carismático del pensamiento cristiano.
En su libro Imaginación y obediencia —publicado en Alemania en 1968 y traducido al castellano tres años después—, a través de doce capítulos apretados, da una visión antropológica, o mejor dicho una perspectiva. La obra —de obligada lectura para mis alumnos de Ética en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, Cuba— critica la obediencia y propone la imaginación creadora. Aunque parezca arriesgado hablar de la imaginación de Jesús, ella lo hace. Nos trae su ejemplo no solo a favor de formas antiguas de virtud, sino también como un rabbi que está muy lejos de dejarse esclavizar por las reglas de la tradición. Siempre añadía: “Pero yo os digo”. Es decir, Jesús no trajo virtudes nuevas ni nuevos deberes; trajo una felicidad a los seres humanos que daba fundamento y posibilidades nuevas a la virtud. Dorothee Sölle describe en estas páginas la aparente contradicción entre la autoridad y la obediencia con una lucidez de estilo realmente iluminadora, que obliga a recomendar su lectura.
La obra, como escribe en su prólogo para la edición española el profesor Joaquín G. Carrasco, es “el testimonio de una fe arrebatadora, que trata de educar la mente cristiana con la propuesta, llena de sabor de esperanza, de luchar para transformar la realidad del mundo, por medio del cambio de todas las relaciones humanas”.[1]
Presenta, en efecto, una crítica a la obediencia sumisa, que inspira la práctica de una “ética de la responsabilidad”. Esta más tarde sería desarrollada por el filósofo alemán Hans Jonas, pero tuvo sus antecedentes en la obra filosófica, teológica y liberadora de la Sölle.
Sí, Dorothee señala lo que ya está impuesto en el Antiguo Testamento en Miqueas 6,8: obrar justicia y amar la bondad. Como es sabido, en el Antiguo Testamento la obediencia siempre va de la mano de la justicia. En el Nuevo Testamento, por su parte, la obediencia en el apóstol Pablo está unida a la fe y no a la sumisión y la dominación. Esa “obediencia de la fe” ha de liberarnos de la dominación opresora que limita la dignidad de nuestra humanidad.
III
La libertad para los otros
Quiero referirme también al estrecho vínculo de Dorothee Sölle con la Teología de la Liberación latinoamericana. Pero antes, siguiendo un poco el énfasis narrativo de muchos de sus libros, deseo contar una historia vivida durante la visita del Papa Benedicto XVI a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que es el encuentro más importante que tienen los obispos católicos en nuestra región.
Estas conferencias se celebran aproximadamente cada quince años, y son siempre convocadas por el Papa, quien define el propósito, aprueba el tema central, las inaugura con su discurso y, al final, autoriza el documento conclusivo. Esta vez la cita fue del 13 al 31 de mayo de 2007, en la ciudad de Aparecida del Norte, situada en el Valle de Paraíba, al este del estado de São Pablo, en Brasil. El tema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos tengan vida”.[2]
Invitados por el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, asistimos al evento cinco delegados en representación de diferentes comunidades evangélicas, además de un líder de la Iglesia Ortodoxa y un rabino judío.
La prensa informó que en el avión que conducía al Papa a Brasil este comentó que ya habían terminado los énfasis de la Teología de la Liberación en nuestra región.
Sin embargo, muy cerca de la Basílica de la Virgen Aparecida, se reunía el grupo Amerindia, de teólogas y teólogos de la liberación. Cada noche, representantes de diversas religiones y comunidades de base y yo nos reuníamos con el grupo Amerindia, que analizaba los documentos de Aparecida y respondía a ellos.
Cada noche íbamos a la reunión, y cada mañana nuestra tarea era depositar los documentos de Amerindia en los casilleros de los obispos. O sea, lo que parecía haber desaparecido estaba allí, como un testimonio presente de la teología que todavía nos inspira para la transformación y los cambios.
Así las cosas, el modelo acción-reflexión-acción, en el cual el ideal es que el círculo se cierre y de ese modo se enriquezca constantemente tanto la acción como la reflexión, está siempre presente en las obras escritas por Dorothee Sölle, quien nos dice:
La fe es una forma de la práctica. Mi vida activa, mis deseos, mis esperanzas, mis ansiedades, todas ellas son parte de la práctica. El solo pensar en la mera secuencia de acciones en nuestra vida sería malinterpretar la práctica. Lo que no hacemos, con lo que estamos de acuerdo, lo que callamos, es también acción. Y así como la fe necesita de la teología en su búsqueda de la auto-comprensión, la práctica de nuestra vida constantemente necesita interrupción, interiorización, teoría, convicción intelectual, aclaración, autocritica, lo cual entonces lleva a una práctica consciente. Hay un movimiento circular de la práctica a la reflexión teórica (1) y de nuevo hacia la práctica cambiada (2). Este círculo de aprendizaje humano es también un circulo de vida humana: la fe necesita de la teología para comprenderse a sí misma y para comunicar, pero el significado de esta teoría teológica es llevar hacia una fe más profunda. La teología no está ahí para su propio propósito, sino para ayudarnos a crecer en la fe. El pensamiento – modelo de teología comienza y termina con la práctica, la fe vivida.[3]
REFLEXIÓN
TEORÍA
TEOLOGÍA
ACCION
PRÁCTICA
FE
En su análisis de lo Ortodoxo, lo Liberal, y la Teología de la Liberación, ella admite el papel de la teología liberal en el siglo XVIII; pero ahora, de acuerdo con su práctica de vida, el método critico histórico de la escolástica bíblica no puede satisfacer a una comunidad de vida hoy. Me gusta mucho la frase: “Lo que era pan se ha convertido en piedra”.[4]
Dorothee Sölle contesta a la “oración privatizante”, esto es, la oración que no se hace acompañar por el compromiso social concreto. Orar por “nuestros responsables políticos” o “por la justicia y la paz” sin más, es —dice ella— como orar para que llueva, sin plantar árboles o parar la desertificación. No tenemos el derecho de esperar por la ayuda “del más al
lá”, sin que nos sintamos activamente envueltos. A ese tipo de oración, que ella compara con un yeso sobre una pierna de palo, ella prefiere un pedido del tipo: “Danos, Señor, creatividad para luchar contra quienes mantienen a nuestros hermanos en la miseria”.[5]
Para ella, una oración auténtica consiste en expresar a Dios el sufrimiento sentido, porque su Reino aún no se realiza. Consolados y confortados por tal oración, entonces, podemos ir a lo esencial: hacer, a ejemplo de Jesús, la obra de Dios para con nuestros hermanos. Así, nos estamos endosando la corresponsabilidad del futuro del Reino, y apartamos de nosotros la tentación de dejar para un Dios “mágico” las tareas que nos corresponden. La acción social y política —dice Dorothee Sölle— constituye la oportunidad de afirmarnos, con vigor, nuestra personalidad, afirmación fuerte de determinación y de creatividad, de que Jesús nos muestra el ejemplo al decir: “Oísteis que fue dicho… Pero yo os digo…”. Cristo no se doblega delante de las situaciones adquiridas, de las costumbres, de las intrigas de los fariseos.
“Yo te digo: levántate…”. La firmeza que emana de tal frase, y que debemos hacer nuestra, remite a la fuerza creadora de Dios, que crea a partir de lo que no existe. Por el ejemplo de Jesús, así como en el discernimiento y por la fuerza del Espíritu, nos volvemos capaces de contestar sin miedo a la injusticia, la violencia y la contaminación del medio ambiente.
“¡Enfrenten, dice Dorothee Sölle, opónganse a los que hacen la guerra!”. Se trata de ser libre, como Jesús fue libre. Y ella precisa que se trata de una libertad para los otros, y no de mero libre albedrío egocéntrico. Esta libertad es el secreto de la creatividad y de la felicidad. Es así que ella considera a Jesús como el hombre más feliz de la tierra.[6]
IV
El uso de la Biblia como un paradigma de la Teología de la Liberación
Para Dorothee Sölle “debemos comprender la Biblia de tal forma que nos diga algo a nosotros ahora y nos desafíe hoy”.[7]
Creo que Dorothee siempre sigue las palabras de Jesús: “Pasemos al otro lado” (Marcos4:35). Y en el otro lado están esos lugares increíbles donde Dios está actuando y revelándose con palabras y cambios poderosos.
Hor, cuando oímos sobre las relaciones Sur-Sur, nos preguntábamos: ¿soñamos con que esto podría pasar? Dorothee dice: “Es importante que la Biblia no sea solo sobre el hecho de que hace doscientos años Jesús alimentó a cinco mil personas con panes y peces, sino que es también sobre dónde este milagro de alimentación ocurre hoy”.[8]
Hay tres formas de interpretar el pasaje bíblico de Marcos 8,1-10 (el milagro de los panes y los peces):
-
Como una prueba del poder de Dios.
-
Como la capacidad de compartir, espíritu de comunidad (énfasis teología liberal).
-
Como “lo mío es tuyo”; esto es el significado de la vida. El mantener una diferencia entre lo mío y lo tuyo significa la muerte. Es el ubuntu de África, el sumak kawsay (buen vivir) de los aborígenes andinos (teología de la liberación).
La sociedad de consumo nos tiene acostumbrados al milagro de la multiplicación de los bienes materiales. Hoy día se fabrica casi todo en serie, hay más riqueza en la Tierra. Sin embargo —y esto muy necesario—, creo que hace falta poner urgentemente en marcha otro milagro, aún mayor, más difícil de realizar. Se trata del milagro del “reparto” de lo que ya hay entre los que estamos, practicando la comunión de bienes.
Porque si la sociedad de consumo realiza a diario la multiplicación de panes y peces en clave moderna, paradójicamente cada día aumentan en la humanidad las carencias más radicales, la miseria más increíble, el subdesarrollo más inhumano, la ignorancia más brutal, la falta de cultura más absoluta. Del milagro de la multiplicación de los bienes de consumo se benefician solo unos pocos, que se han habituado a lucrarse y a enriquecerse en detrimento de la inmensa mayoría de los que habitan el planeta Tierra.
No se trata ya tanto de multiplicar cuanto de dividir. Al menos este es el camino que Jesús enseña en el relato mal denominado de “la multiplicación de los panes”, pues la palabra “multiplicación” no aparece en él.
La situación de aquella gente era similar a la de muchos de los seres humanos hoy: “Despide a la gente —dijeron a Jesús— para que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado” (Lc 9,12ss). En descampado está la mayoría de la humanidad carente de las necesidades más vitales: pan y habitación.
Inesperadamente, Jesús invita a sus discípulos a realizar el milagro: “Denles vosotros de comer”. Y como ellos piensan que el milagro consiste en multiplicar los alimentos, replican: “No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío (porque eran unas cinco mil personas)”. La vía de salida que ellos piensan para resolver el problema es envidiable: se trata de comprar. Pero Jesús trata de mostrar que “comprar” no es el camino: “Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta. Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente”.
Jesús no compra ni multiplica, sino que parte y reparte. Tal vez este sea el camino para salir de este callejón sin salida en el que nos hemos metido los humanos. Partir el pan entre todas y todos, partirse para los demás, repartir, dividir entre todos, esa fue la técnica, y gracias a Dios ha conseguido multiplicar.
Y este es el símbolo de la eucaristía: un pan —un cuerpo-persona— que se parte y se entrega como alimento que genera vida alrededor.
Para Dorothee, dotada de la Palabra de Dios, prefiere la “práctica de Jesús”. La Biblia, desde la perspectiva de los pobres, en la teología de la liberación es un pedazo de pan que los alimenta.
V
La lectura intercultural de la Biblia
Me sorprende siempre Dorothee cuando voy descubriendo en las lecturas de sus libros la forma en que se adelantó a su época, dejándonos en cada una de sus palabras jirones de sabiduría, que van ofreciendo luz en los difíciles caminos que hoy transitamos. Me he tomado el atrevimiento de calificar su teología como “teología del trillo”.
En Cuba, mi patria, cuando los campesinos no encuentran una senda abierta para llegar hasta el “bohío” (la casa campesina), toman el machete y van cortando los arbustos espinosos, no usables, hasta abrir una senda, un camino que
les lleva a casa. Es como dice el poeta español Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.[9] O sea, la teología de Dorothee no nos abre amplias carreteras, sino nos ayuda a la construcción de nuevos senderos que nos llevarán y darán acceso al oikos, a la casa del Dios viviente. Esa es la “teología del trillo”. Ella descubrió un nuevo sendero para entender el pecado en el relato bíblico de Génesis, durante una de sus clases en Nicaragua. Oigamos su propia voz:
En 1986 enseñaba en un Seminario Bautista en Nicaragua. Los estudiantes, mujeres y hombres, algunos de ellos ya eran pastores, no habían tenido una particularmente buena enseñanza teológica. Pero cuando yo traté de decirles algo sobre el pecado, ellos me enseñaron – muy simple y muy en concordancia con las escrituras. Mientras yo estaba aún especulando sobre el auto-amor, el poder y el aislamiento, una pastora negra me interrumpió y me dijo: “Pero eso está bien claro. Adán y Eva querían tener más que otros y entonces ellos se comieron la manzana, y eso es codicia, el pecado está en la infinita avaricia de las personas que quieren poseer algo, y todo lo demás surge de este deseo de poseer”. Yo no nunca había pensado en eso de esa manera.[10]
Dorothee comprendía que una lectura intercultural de la Biblia puede resultar en una suerte de encuentro que tiene profundidad y es especialmente recíproco. La lectura intercultural de la Biblia puede de esta forma significar un enorme enriquecimiento y liberación de las personas de la prisión de su propia cultura de contexto. Es en realidad sorprendente como la misma historia bíblica puede ser leída de diferentes maneras.
VI
Una Teología de la Creación
La teología de la creación de Dorothee Sölle está basada en una nueva comprensión de Dios el Creador. Ella afirma: “Ahora que Dios ya Dios no está, para mí, aprisionado en una imagen de soberano, Rey y padre, quiero reconciliar mi fe en Cristo con mi nueva compresión de Dios el Creador”.[11]
El énfasis en este Nuevo entendimiento de la creación se basa en la mutualidad, la interdependencia, el espíritu materno, opuesto totalmente al poder autoritario que limita la independencia y la libertad.
La creación ha de verse siempre en un espíritu de relaciones interpersonales; no podemos existir sin los otros. El elemento central de la creación es el amor. Así que tenemos que aprender a interpretar el mundo, asumiendo que todo está relacionado, que todo es interdependiente, que todo el mal que causemos se volverá forzosamente contra nosotras y nosotros.
La intuición clave del ecofeminismo es eso: todo está conectado, todo es sagrado. Somos un tejido con toda la vida que forma parte de este frágil tejido que llamamos “Tierra”. Al mismo tiempo, tenemos que buscar una cosmovisión más holística que reconoce y celebra el tejido de la vida. No hay “otro” u “otra”, el “otro” o la “otra” soy yo.
De una forma familiar y simple de llegar al corazón, Dorothee expresa que:
La pregunta más importante para una teología ecológica me parece que es, cómo podemos expresar nuestra confianza en el Dios creador y reverencia por la creación en nuestras vidas. Lo más importante es amar la creación, enseñarse uno mismo y enseñar a los hijos de uno a estar conscientes de la creación. He plantado bulbos en la tierra con mi nieto pequeño de dos años; le he explicado que ahora viene el invierno y primero las flores tienen que dormir y también que los gusanos de tierra ya no suben suficientemente en la tierra para que nosotros podamos verlos. Estos son solo pequeños intentos de lograr un poquito de familiaridad con la naturaleza y confiar en la devolución natural.[12]
Necesitamos reafirmar que, sin esta inmanencia de Dios en nuestra tierra, perdemos la trascendencia de Dios.
VII
La teología feminista o el compromiso encarnado con los pobres
Por último, y no por ello menos importante, deseo abordar la reflexión de Dorothee acerca de Dios a partir de la realidad femenina.
Pensar y nombrar a Dios desde la realidad femenina y desde la experiencia feminista es una tarea apasionante para las mujeres dedicadas a hacer teología en una comunidad de fe que lleva más de veinte siglos pensando y nombrando a Dios bajo unos conceptos y con un lenguaje exclusivamente masculino y kiriopatriarcal.
Dorothee fue una mujer teóloga, misionera comprometida con la causa de las mujeres y de los pobres. Falleció dejándonos una teología profundamente kenótica, prácticamente arrancada de esos basurales en los que encontraba a los pobres que la llevaban a sentir a Dios encarnado y pobre, ya que conoció a Dios en medio del sufrimiento humano y desde allí lo vivió y explicó teológicamente, traduciendo la teología aprendida en la universidad e impartida en Nueva York en palabras sencillas recabadas de la experiencia cotidiana y desde la tragedia de los seres humanos crucificados de los pueblos de Centroamérica.
Su obra resulta inquietante. Su libro Reflexiones sobre Dios, encierra todo un tratado teológico elaborado desde la perspectiva feminista. La primera cuestión que se plantea es: “¡Hablar de Dios! ¡Quiero hacerlo, pero siempre fracaso!”, dice. Se trata del fracaso de un hablar de Dios que no llega a la vida de nadie, porque ¿quién es Dios para un joven padre de familia en paro, o para un emigrante de tez negra y sin papeles, o para una mujer que se dedica a la prostitución, o para un empresario inflado por el poder y el dinero, para un campesino sin tierra en cualquier país del llamado “tercer o quinto mundo” …? Dorothee Sölle lo expresa de esta manera: “Sólo podemos hablar de Dios cuando hablamos a Dios”. No se trata de un lenguaje piadoso o escolástico; Dios tampoco es el papá que lo arregla todo, aunque algunos creyentes, observa, no han superado esa manera pueril de imaginarse a Dios. El Dios de Jesucristo es impotente, pequeño y débil, es “irrelevante para la inmensa mayoría de la gente”. Por eso, para ella, la teología feminista tiene como misión irrenunciable, más que hacer imágenes, derribar imágenes de Dios. Dirá: “necesitamos un lenguaje que diga más de lo que puede justificar empíricamente”. De otro modo lo convertimos en un ídolo. Tal vez por eso “la teología feminista es hoy día la expresión más clara de la lucha contra la ideología del patriarcado, por amor a la Deidad más grande”. Por ello, la imagen del padre hay que interpretarla a partir del Reino de Dios y no al revés. Vivir en esa paternidad divina solo se logrará cuando entendamos que “el poder de Dios es tan solo un poder biófilo, cuando es un poder compartido”. Esto implica romper los ídolos, ser iconoclastas con las imágenes de Dios que se orientan a la “adoración del poder”.[13]
Es justo, pues, que las mujeres luchen por romper la imagen esclerotizada de la Divinidad. “La masculinización de Dios, intensificada hasta el extremo en el cristianismo, tal y como se expresa en el lenguaje puramente androcéntrico, va siempre acompañada por la divinización del varón”. “El patriarcado, en su manera de hablar de Dios yerra en cuanto a la trascendencia de Dios”. Esta es la síntesis del estado de la cuestión de la teología feminista en pleno siglo xxi. Y concluye afirmando que, en teología, “lo que nos hace falta no son imágenes de Dios, sino una experiencia memorable de Dios”. De Dios habrá que aprender a hablar no solo como del “Padre” que todo lo puede, sino también como de la “Madre” que todo lo sufre y todo lo sostiene, porque no tiene más poder que el de su inmensa compasión. “Dios no podría consolarnos si no estuviera unido a nuestro dolor”. Muchas teólogas interpeladas por lo divino, como Dorothee Sölle, sienten que las mujeres vivimos todavía en una Babilonia teológica: expulsadas, enviadas al exilio y sufriendo esclavitud y marginación.
En un texto que es considerado como un legado sobre los logros y lo pendiente en la teología feminista, también Dorothee Sölle habla de una “teología de la vida”. Esta es la expresión de una nueva teología política de perspectiva feminista. Esta teología de la vida está basada en el entendimiento de lo “compartido” y la “mutualidad”. La “mutualidad”, según Dorothee Sölle, es una de las categorías más importantes de la nueva teología política, que se debe entender como “teología de la vida”; ella es la clave para comprender la verdad del mundo, del ser humano y de la Creación.[14]
No basta con una teología hermenéutica, y conceptualmente bien estructurada, dentro de un método perfectamente definido. Hace falta ¡vida! Y la vida está por las calles, en las casas, en las relaciones que creamos, en las guerras que se evitan y en la dignidad que se reclama para todo ser humano y para la creación entera.
VIII
Fe y mística: de lo exterior a lo interior
Para el servicio fiel al prójimo hemos de tener la fuerza espiritual necesaria, y la mística es una de esas formas de espiritualidad. El hermano Roger Schutz, fundador y primer prior de la Comunidad de Taizé, quien murió después de ser apuñalado durante la oración vespertina en la iglesia de la Reconciliación de Taizé, en 2005, decía: “Hay que hablar de la lucha y la contemplación”.
Para Dorothee Sölle la historia de la mística es la historia del amor de Dios, pero ese amor no se puede concebir sin su actualización política dirigida hacia la praxis y hacia el mundo. Así lo expresa en su libro The Silent Cry.[15]
De esta manera, Dorothee nos hace vivir a través de sus libros y su experiencia la dimensión social de la espiritualidad. Entiendo que para nuestra autora la mística se vincula a lo auténticamente humano, o sea, no se conforma con la situación actual de la humanidad. Para el servicio al prójimo hemos de tener la fuerza espiritual necesaria, y la mística es una de estas formas de espiritualidad.
Cabe recordar que el filosofo y escritor lituano Emmanuel Lévinas señaló: “Conocer a Dios significa lo que hay que hacer”. Por su parte, monseñor Oscar Arnulfo Romero, sacerdote católico salvadoreño y arzobispo metropolitano de San Salvador, siempre nos hablaba de “la mística de los ojos abiertos”, porque contemplar a Dios es seguirle, y lo que hemos adquirido en la contemplación lo debemos compartir en el amor.
En su libro The Window of Vulnerability, Dorothee señala:
El empobrecimiento de la mayor parte de la población mundial, la destrucción de la naturaleza y el más gigantesco militarismo de todos los tiempos en todo caso, está estimulando una creciente resistencia…cada hombre y cada mujer que se opone a las básicas tendencias enumeradas anteriormente, aún en las formas más suaves, tales como las firmas en una petición o la participación en una manifestación públicamente organizada, están poniendo a él o a ella en peligro hoy en día.[16]
Resulta interesante que este libro, publicado en 1990, nos invita a mirar a nuestro alrededor y reconocer que aún hoy existe esa situación. Ejemplos de ella son, por citar solo dos casos, las protestas y maltratos a los universitarios en Chile porque reclaman una educación para todos, con tasas que puedan ser pagadas por las familias chilenas; y el Movimiento de los indignados en Europa y los Estados Unidos, que ha ocupado plazas y calles expresando sus inquietudes por el desempleo y la angustia económica que lanza a las familias a las calles y al suicidio.
Entretanto la prensa nos informa que Alemania se mantiene estable y segura en su economía. Quizás hoy Dorothee nos diría: “¿por qué?” ¿Es que acaso Alemania está demandando demasiado de los países que integran la Unión Europea para poder mantener ella una economía buena y estable? Son preguntas que hoy todos debemos hacernos, respondiendo así a las inquietudes de la juventud estudiantil, de los desempleados y de los ancianos que fueron expulsados de sus hogares al suicidio, el desespero y la muerte.
Hoy nos aterroriza también el conflicto en la península de Corea, la posible intervención allí de los países del Norte, y la difícil situación en el Oriente Medio.
En el camino de nuestra fe experimentamos la vulnerabilidad de la cual nos habla Dorothee cuando afirma: “Queremos paz, no seguridad”, y toma las palabras de Mahatma Gandhi: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”.
Vista así, la paz genuina debe incluir la reconciliación entre los que están en conflicto, no su militarización, y, por supuesto, mayor justicia en las relaciones económicas entre pobres y ricos.
La mística y la espiritualidad de Dorothee se basan en lo que ella llama una “opción preferencial por la vida”, como una predilección por la vida frente a la muerte.
Por eso, el “viaje de ida” es una antigua imagen que Dorothee utiliza para denominar las experiencias del alma en camino hacia sí misma. [17] El “viaje de ida” emprendido por medio de la meditación y la concentración, es la aportación de la religión a ese camino hacia su identidad. La fe cristiana acentúa el “viaje de retorno” al mundo y su responsabilidad. Pero precisa de una toma de conciencia más profunda que la que se alcanza por medio de la acción.
Dorothee Sölle, con motivo de su divorcio, vivió un sufrimiento agudo y profundo. Ella busca dar cuenta de la “noche” que ella misma atraviesa y descubre en los místicos. Por tanto, evoca la experiencia de fracaso del profeta Elías, su huída ante la furia de Jezabel (1 R 17—19). Extenuado, Elías busca la muerte debajo de un enebro. Fortalecido por el ángel de Dios que le trae comida, sigue en tanto su camino durante cuarenta días y cuarenta noches. En la cueva en que durmió, oyó una voz llamándolo afuera. Él acaba viendo a Dios, no en fenómenos espectaculares —tempestad, temblor de tierra, fuego— sino en el leve susurro de la brisa. Elías debe dejar sus ideas acerca de Dios. Descubre un Dios interior, ya no aterrador y completamente exterior. Mas este Dios íntimo no lo invita a quedar en éxtasis; lo envía al mundo, a fin de dar seguimiento a su obra profética. Se trata de hacer nuestra la causa de Dios.
Dorothee Sölle insiste en la necesidad de “partir”.[18] Se trata de un arrebatamiento. Sigamos los místicos que penetraron la noche y de ella salieron transformados. Conviene —como Elías— partir lejos, vivir intensamente los duelos, asumir los fracasos, y después retornar al “Origen de la vida”. Tal retorno al inefable Origen pasa, según ella, por una inmersión en el inconsciente, simbólicamente evocado en la historia de Elías por su sueño en una cueva —verdadera matriz. El Siglo de las Luces y los progresistas actuales ignoraron ese movimiento regresivo. Solo valorizaron el progreso. Dorothee Sölle indica que hay lugar para irse “de lo exterior a lo interior, de la vida a una cierta muerte, del progreso a un regreso, del movimiento a un punto estacionario, del “ego” al “self”, de la exterioridad pos-natural a la matriz prenatal de cada cosa”.[19]
La experiencia del fracaso, la muerte para sí y el retorno a los orígenes pasan a ser, en adelante, elementos constitutivos de la búsqueda de esta mujer militante radical tornada mística. Como mismo Elías tuvo que abandonar la idea que él se hacía de Dios, nosotros somos llamados a abandonar nuestras propias convicciones, en particular la de un Dios todopoderoso —una representación, además, vuelta insostenible después de Auschwitz. Conviene, igualmente, dejar la idea que nos hacemos del mundo, dice ella, no para huir de él, sino para habitarlo de modo diferente como profetas. Es vital que, después de la “partida”, perdamos nuestras certezas; que sintamos la experiencia del fracaso y del sufrimiento; que renunciemos a nuestro pequeño yo —que haya un “retorno”. Se trata de renunciar al mundo en un movimiento de kenosis,[20] pero para nuevamente comprometernos: de manera diferente, no posesiva, separada, generosa.
IX
Conclusión
Hermosa de por sí fue la vida de Dorothee Sölle, pensadora incisiva, mística, poeta y activista, cuyas reflexiones teológicas interesaron masivamente a la opinión pública.
Su ideario —una luz orientadora al servicio del pensamiento cristiano— nos pone ante lo central: cómo seguir a Jesús y proseguir su causa en un mundo cada vez más injusto e inhumano que está generando millones de pobres. La espiritualidad gozosamente vivida en comunión con los últimos es clave de credibilidad de la fe que profesamos y a cuyo servicio hemos puesto nuestra vida.
En este sentido podemos recitar el siguiente “Credo para el tiempo secular”, escrito por ella, con el que quiero concluir mi intervención:
Creo en Jesucristo,
quien como solo hombre nada podía realizar.
Y también nos sentimos así.
Que luchó para que todo cambiara
y fue por eso ejecutado.
Esto es criterio para comprobar
cuán esclerotizada está nuestra inteligencia,
cuán sofocada nuestra imaginación,
desorientado nuestro esfuerzo,
porque no vivimos como él vivió.
Y hasta tememos cada día
que su muerte haya sido en vano,
porque lo enterramos en nuestros templos
y traicionamos su revolución,
medrosos y sumisos ante los poderosos del mundo.
Y olvidamos que resucita en nuestras vidas
para que nos liberemos
de prejuicios y prepotencias,
del miedo y del odio,
y llevemos adelante su revolución hacia el Reino.[21]
Dedicamos este texto como un homenaje y un recuerdo a la teóloga y digna pacifista alemana.
[1] Dorothee Sölle: Imaginación y obediencia, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1980, p. 13.
[2] Véase Aparecida: renacer de una esperanza, Fundación Amerindia/ Indo-American Press Services Ltda., São Pablo, 2007.
[3] Dorothee Sölle: Thinking About God: An Introduction to Theology, Press International, Philadelphia, 1990, pp. 5-6.
[4] Ibidem, p. 30.
[5] Thierry Verhelst: “Dorothée Sölle. Uma mística da libertação na Europa”, en: Nós Também Somos Igreja, 12 Ene 2013. Disponible en: http://www.consciencia.net/dorothee-solle-uma-mistica-da-libertacao-na-europa-por-thierry-verhelst/ [Consulta: 2 de abril de 2013]
[6] Ibidem.
[7] Dorothee Sölle: Thinking About God: An Introduction to Theology, ed. cit., p. 35.
[8] Idem, p. 35.
[9] Antonio Machado: “Proverbios y cantares (XXIX)”, en: Poesías completas, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1975, p. 242.
[10] Dorothee Sölle: Thinking About God: An Introduction to Theology, ed. cit., pp. 60-61.
[11] Dorothee Sölle and Shirley A. Cloyes: To Work and to Love: a Theology of Creation, Fortress Press, Philadelphia, 1984, p. 5.
[12] Ibidem, p. 52.
[13] Véase Trinidad León Martín: “Pensar y nombrar a Dios en perspectiva feminista”, en: Selecciones de Teología, vol. 49, no. 196, Barcelona, oct.-dic., 2010, pp. 243, 252-253.
[14] Véase Dorothee Sölle: “Was erreicht ist – was noch aussteht. Einführung in die Feministische Theologie”, en: I. Dingel (ed.): Feministische Theologie und Gender-Forschung. Bilanz, Perspektiven, Akzente, Leipzig, 2003, pp. 9-22, 21.
[15] Dorothee Sölle: The Silent Cry, Fortress Press, Minneapolis, 2001.
[16] Dorothee Sölle: The Window of Vulnerability: A Political Spirituality, Fortress Press, Minneapolis, 1990, p. 44.
[17] Dorothee Söle: Viaje de ida: esperanza religiosa e identidad humana, Editorial Sal Terrae, Santander, 1977.
[18] Thierry Verhelst: op. cit.
[19] Idem.
[20] Idem.
[21] Dorothee Sölle: “Credo para el tiempo secular”, en: ululatus-sapiens.blogspot.com/…/credo-para-el-tiempo-secular-de.html [Consulta: 2 de abril de 2013].
Quando a fé encontra a luta: as vozes das mulheres evangélicas do MST – Parte 1
Foto: Janine Moraes
Por Angelica Tostes e Delana Corazza-Instituto The TriContinental-
Essa é a primeira parte de uma série de quatro textos que nascem a partir da escuta de 15 mulheres evangélicas¹ que fazem parte do Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST). Os quatro textos, que serão publicados semanalmente, são frutos de entrevistas realizadas durante o primeiro Encontro Nacional das Mulheres Sem Terra, realizado em março de 2020. A partir dessa experiência e de seus aprendizados, buscaremos elucidar a ideia de que a fé evangélica e os movimentos populares podem se unir na luta por terra, justiça e dignidade, mesmo com possíveis contradições.
Para compreender melhor a relação gênero, religião e MST, foram realizadas quatro entrevistas com dirigentes do movimento de diferentes regiões do país. O caminho a ser trilhado nessa série se iniciará com o resgate da memória mística do MST desde sua fundação, para compreendermos como a religiosidade popular sempre esteve presente nos movimentos populares e influenciaram a sua constituição, como a Comissão Pastoral da Terra (CPT), o próprio MST, entre outros. A partir desse resgate histórico, abordaremos a trajetória das mulheres sem terra dentro do movimento, sua luta antipatriarcal e o primeiro Encontro Nacional das Mulheres Sem Terra. Ainda nessa primeira parte, traremos reflexões sobre o atual cenário religioso no Brasil e como as mulheres são protagonistas deste cenário.
Não queremos, nessas reflexões, estereotipar e tampouco concluir o que é a mulher evangélica do MST, mas refletir sobre as possibilidades de diálogos entre fé e luta, tão presentes na história latino-americana e do Movimento Sem Terra. Nas falas, encontramos deuses diversos, uma fé plural que impulsiona a luta, negociações internas para que a espiritualidade e o movimento social se unam em um só corpo e uma abertura para repensar as categorias de gênero a partir do contato com o MST. Quais as potencialidades e limites dessas múltiplas identidades que se sobrepõem?
A mística do MST: Teologia da Libertação
A luta e a fé popular caminharam juntas na fundação do MST e no desenvolvimento da Teologia da Libertação, movimento religioso que surge na América Latina como resposta das diversas organizações populares formadas no período de avanço da industrialização, em que a massa camponesa se proletariza, aprofundando as desigualdades sociais estruturantes de nosso continente. A década de 1970 consolida essa nova teologia, que será suporte para que as organizações populares, a partir da leitura de um Jesus histórico, construíssem suas práticas na luta contra as injustiças e pela libertação do povo pobre e oprimido.
A partir do avanço dos trabalhos pastorais, surge em 1975 a CPT na cidade de Goiânia (GO), com a tarefa de organizar as lutas do campo optando radicalmente pelos pobres e uma leitura política da Bíblia, entendendo a justiça, o amor e a liberdade como alimento de suas ações. A CPT é a semente plantada nas terras férteis dos campos de nosso país e será pelas suas articulações e pelas lutas no Sul do Brasil que nascerá MST². João Pedro Stedile, em entrevista ao professor Bernardo Mançano realizada em 1998, chama atenção sobre esse nascimento:
Bernardo: Podemos dizer que o MST nasce das lutas que já ocorriam, simultaneamente, nos Estados de Mato Grosso do Sul, São Paulo, Paraná, Santa Catarina e Rio Grande do Sul?
João Pedro: Certo, é uma constatação histórica. Agora há um segundo elemento muito importante na gênese do MST. O primeiro aspecto, como vimos, é o socioeconômico. O segundo é o ideológico. Quero ressaltá-lo porque é importante na formação do movimento. É o trabalho pastoral principalmente da Igreja Católica e da Igreja Luterana. (Stédile e Fernandes, 2012, p. 21)
O corte teológico de construção da justiça social na terra será determinante para a luta camponesa. O papel da organização do campo na conquista da terra – e não mais a espera pela justiça divina – será caldo para uma nova leitura e conscientização da realidade, apoiados também em leituras marxistas. O surgimento do MST só foi possível a partir dessa organização, que culminou na luta concreta pela terra fundada em uma nova visão de mundo, ao se desconstruir a visão mágica das desigualdades e colocar o povo como sujeito de sua própria história.
A ligação umbilical entre as lutas do cristianismo popular e o MST constitui órgão vital para “as referências, simbologias e práticas de origem crist㔳 dentro do Movimento. Para Marco Fernandes, pesquisador do Instituto Tricontinental de Pesquisa Social, o uso da palavra “mística”, que tem o significado de “mistério” e é historicamente ligado à religiosidade, pode ser compreendido como “algo que percebemos, sentimos, mas não necessariamente ‘entendemos’ fazendo o uso da razão”[4]. Nesse sentido, é difícil definirmos aqui o que seria a “mística” que envolve todas as ações do MST – seja no início de uma reunião, de uma assembleia, nos espaços de formação e nas ocupações. A mística, como momento, é uma lembrança cotidiana e concreta que alimenta a luta e faz compreender o motivo dessa luta, se abastece da história, da arte e cultura do nosso povo, mas não se trata apenas de um momento específico; ela envolve todas as ações do MST – está presente nos símbolos, na construção estética, nos valores, nos alimentos plantados, colhidos e compartilhados.
Essa mística laica, esse milenarismo profano, são apresentados nos rituais, nos textos, nos discursos e na formação política dos militantes dos movimentos. Eles representam um tipo de investimento da “energia crente” dos militantes na utopia revolucionária do MST. [5]
A mística do MST se mistura com as místicas das espiritualidades dos companheiros e companheiras que constroem o movimento. “Estes elementos […] animam e dão mais força para lutar, ao conformar e fortalecer vínculos entre os integrantes do MST e criar uma identidade coletiva que foi fundamental para seu avanço político e organizativo”[6]. Lucineia Freitas, do Setor de Gênero do MST/RJ, observa que a base do movimento é fortemente religioso. Nos assentamentos há a presença de igrejas católicas e evangélicas, porém, se nos acampamentos pelo Brasil (mesmo que em risco de despejo) porventura não tiver, as pessoas saem, de alguma forma, em busca da espiritualidade. Em entrevista ao Instituto Tricontinental, Lucineia diz:
Nas jornadas de luta, a gente sempre tem celebração, prezamos a celebração na perspectiva ecumênica, ou macro ecumênica. […] se você pegar a programação dos grandes eventos do MST, sempre tem religiosos e religiosas, atos religiosos e ecumênicos, não tem uma atividade nacional ou estadual que não tem atividade relacionada à religião.
Atiliana Brunetto, da direção nacional do MST, pontua a relação da mística religiosa e o povo: “nós perdemos um pouco esse processo e acho que isso fez nos afastar um pouco, e agora a gente volta a ter esse debate da religião”. Nessa retomada da discussão das religiosidades populares é impossível não pensar nas mulheres que constroem a luta e a fé no cotidiano da vida. Uma fé, que Atiliana pensa da seguinte forma:
Essa fé vai me fazer acreditar nas potencialidades da minha capacidade e que não estou sozinha. Faz acreditar mais nas pessoas – eu, acreditar em mim mesma e é muito além de um modelo único de ser, mas respeitando todos os processos das pessoas. Ela não me torna individual, me torna um ser coletivo que necessita dos outros para sobreviver.
“Ser uma mulher Sem Terra é ser mulher liberta”; a luta das Mulheres Sem Terra
Somos mulheres, somos guerreiras, não naufragaremos!
Seremos um mar de bandeiras.
A luta das mulheres do MST se faz nas resistências de um patriarcalismo estruturante que permeia as relações cotidianas e institucionais. Mulheres que por meio do MST ressignificam suas trajetórias muitas vezes marcadas por violências de gênero, divórcios e relações abusivas. Elas buscam também novos sonhos, uma vida melhor para suas famílias, construindo novos saberes e culturas e conquistando um espaço para viver e trabalhar [7]. Dulcinéia Pavan aponta duas fortes motivações para que as mulheres ingressam na luta do MST: a primeira delas é a perspectiva da conquista da terra, do sonho de uma vida de tranquilidade e fartura; a segunda é a perspectiva de uma saída da situação vivida, seja na cidade ou no campo, que o MST possibilitaria. [8] Para a dirigente Atiliana, as mulheres politizam o que vivem no cotidiano; o que antes era um sonho distante, vira luta contra os sistemas opressores: “A gente tem uma frase que as mulheres não vêm para a luta se elas não compreendem. Quando elas compreendem a ação desse sistema na vida delas, elas vêm (ao MST) e não saem.”
Claro que ao entrar no movimento não significa que elas estarão livres de contradições, afinal a luta se fez (e se faz) também dentro do MST e suas estruturas. Hoje é possível encontrar muitas mulheres na direção e coordenação do MST, mas nem sempre foi assim. A partir dos anos 1990 houve uma maior preocupação com as mulheres dentro do movimento e foi criado o Coletivo Nacional de Mulheres do MST. “O reconhecimento da necessidade de participação das mulheres no MST é fruto de um processo complexo e contraditório ainda em andamento” [9]. Os desdobramentos desses processos renderam produções de cartilhas e livros, como “A questão da mulher no MST” (1996), “Compreender e construir novas relações de gênero” (1998), “Mulher sem terra” (2000) [10]; a criação do Setor de Gênero a partir do Encontro Nacional do MST dos anos 2000 desaguou no 1° Encontro Nacional das Mulheres Sem Terra, realizado em março de 2020 em Brasília, que contou com cerca de 3500 mulheres.
Seremos 3000 mulheres, vindas dos 24 estados onde estamos organizadas pelo Movimento e mais aproximadamente 500 convidadas. Esta será uma grande atividade de nosso Movimento, que tem caráter organizativo, formativo, de unidade e de luta, entendida como os resultados de um processo de trabalho de base, trocas de experiências, intercâmbios, construção de unidade com outras mulheres do campo popular e fortalecimento do nosso 08 de março. [11]
Esse Encontro e as tantas vozes e corpos de mulheres evangélicas nos permitiu elementos para a construção dessa reflexão: o encontro da fé com a luta e da luta com a fé.
“Conheci muitas mulheres, com vozes diferentes, com pensamentos diferentes, linguagens diferentes, mas um propósito só”; o Encontro
Em março de 2020, nós fomos ao 1° Encontro Nacional das Mulheres Sem Terra cumprir a tarefa de conversar com as evangélicas presentes. O Encontro foi marcado pela mística, pela arte e cultura das mulheres do MST, pelas diversas atividades de formação, pelos espaços de cuidado e autocuidado, pelas lutas em marcha e pela ocupação do Ministério da Agricultura, denunciando as ações do atual governo em relação à terra, agricultura e economia.
Imersas na mística, buscamos esses contatos com as dirigentes dos estados e nos locomovemos de canto a canto para encontrá-las no meio do som alto das falas e canções. Paramos e respiramos enquanto elas dividiam parte tão importante de suas histórias. Nesse contexto, ainda que nosso papel de pesquisadoras fosse o motivo de nossa presença, fazíamos parte de um enorme coletivo de mulheres. Foi possível, enquanto companheiras, conversarmos com diversas mulheres que carregam tão fortemente a marca da fé e da luta em suas vidas. O fato de estarmos juntas, imersas nesse espaço, fez com que as conversas fossem fluidas, permeadas por esperança, contatos e olhares cúmplices – algumas vezes inundados.
“o que a gente vive aqui é a humildade, você olha e vê as pessoas realmente como elas são. (…) As pessoas colocam o coração para se dedicarem ao conhecimento. (…). Eu aprendi muito nesses dias que estou aqui, é tudo tão rápido como se montam as oficinas e eu penso ‘meus Deus, que coisa mais linda!’, as fotos, o cabelão daquela mulherada com aqueles laços, então você vê cultura, tudo que tem de bonito. (…) Você luta e vai abrir caminhos, o MST é uma conquista para mim, muito lindo. A gente tá aqui e tá participando de uma festa maravilhosa. (Rosana – Assembleia de Deus – acampamento rio Negrinho – SC)
A identidade dessa Mulher Sem Terra se fez presente em todo o Encontro, desde a organização dos ônibus percorrendo as dimensões continentais de nosso país, dormindo e acordando juntas durante cinco dias, ao simples ato de comer, se formar e dançar. O longo percurso, permeado de músicas e palavras de ordem, foram alimentando o que seria esse grande momento. Os diversos formatos de olhos, as diversas texturas de cabelo, as diversas cores e as tantas e tantas falas e seus sotaques, assim como os cheiros e cores das comidas, demonstraram a dimensão do Encontro. As refeições eram espaços não só de alimento, mas também de memórias e histórias divididas a partir de experiências tão distintas que, ainda que conectadas pela luta, traziam suas especificidades regionais e culturais, tão marcadas em nosso gigante país. O sentimento de Andréa, do acampamento Leonir Orback, em Santa Helena de Goiás, e membra da Assembleia de Deus, é expresso quando diz: “Estou muito feliz de estar aqui! Conheci muitas mulheres, com vozes diferentes, com pensamentos diferentes, linguagens diferentes, mas um propósito só. Não falam todas iguais a mesma coisa, mas tudo significa a mesma coisa!” Essas histórias e sentimentos estavam expostos por meio das cartas que 200 militantes enviaram, fruto da organização e mobilização para o Encontro:
“[…] Ser uma mulher Sem Terra é ser mulher liberta, emancipada, valente, bonita, alegre. É ser uma mulher que chora, que sente dor própria e da outra e do outro, mulher com pertença, enaltecida, solidária. O MST me fez mulher, me fez um ser harmônico, que tem orgulho de viver. E tudo isso e um pouco mais é o que a cada dia me fortalece para seguir firme e convicta de que estamos do lado certo da história”. [12]
A luta foi a possibilidade de um reencontro consigo mesma e elaboração de tantos traumas sofridos a muitas mulheres. Mas como veremos, a luta não é o único espaço de refúgio e reorganização da vida destas trabalhadoras. A fé, tão imbricada na história do nosso povo, também tem sido alimento para a superação das mais diversas violações sofridas pelas mulheres empobrecidas de nosso país. Luta, fé e mulheres; três palavras que se confundem, que convergem, que se contradizem, e que podem ser expressa na frase da companheira Maria Lurdes: “Eu acredito que Deus me ajudou, através do MST, a conquistar minha terra.”
“Companheira me ajuda, que eu não posso andar só, eu sozinha ando bem, mas com você ando melhor”; ser mulher evangélica e ser mulher evangélica no MST
É inegável a força do cristianismo no Brasil e, como Pierucci aponta, nas últimas décadas, o trânsito religioso mais comum é o “converter-se de católico em protestante” [13]. A pesquisa do Datafolha de 2016 corrobora com o comentário do sociólogo, ao apontar que 44% dos evangélicos já foram católicos. Os dados do IBGE demonstram que a pertença católica declinou nos últimos anos, de 83,3% em 1991 para 64,6% em 2010. Nesse mesmo período, o movimento evangélico evoluiu de 9% para 22,2% (IBGE, censo demográfico de 2010). Pode-se dizer que esse crescente evangélico se deu por conta da difusão do pentecostalismo no Brasil, e que desde o último censo, com o decrescente de membros de igrejas protestantes históricas, representam 60% dos evangélicos [14].
Em janeiro de 2020, o Datafolha [15] lançou o resultado de uma pesquisa realizada entre 5 e 6 de dezembro de 2019, com 2.948 pessoas entrevistadas de 176 cidades por todo o país acerca da fé evangélica. Embora o rosto midiático do movimento evangélico seja de homens brancos raivosos, o rosto evangélico, apontado pela pesquisa, é a face de uma mulher negra, visto que 58% dos evangélicos são mulheres, entre as quais 43% se identificam como pardas e 16% como negra.
Importante o dado que “as mulheres não são um grupo social unitário, mas antes, são grupos fragmentados e fraturados pelas estruturas de raça, classe, afiliação religiosa, sexualidade, colonialismo, idade e saúde”. [16] Cada uma dessas linhas da interseccionalidade costuram diversas formas de ser mulher e de ser mulher evangélica.
Ser mulher no nosso país não é uma tarefa simples. Renata Bugni, pesquisadora do Instituto Tricontinental de Pesquisa Social, relata que no primeiro semestre de 2019 os índices de violência contra as mulheres aumentaram consideravelmente no Brasil liderado por Bolsonaro. Em São Paulo, o número de feminicídios aumentou cerca de 44% do que no ano anterior. A pesquisa de Valéria Vilhena demonstra que 40% das mulheres vítimas de violência da Casa de Acolhimento Sofia, em São Paulo, são evangélicas (2011). “Em um país em que a cada 4 segundos uma mulher é agredida, o investimento em políticas públicas de enfrentamento à violência contra as mulheres caiu de R$ 119 milhões em 2015 para R$ 5,3 milhões em 2019. As mulheres negras são as mais atingidas por essa realidade: enquanto a taxa de homicídio contra mulheres brancas se mantém, a das mulheres negras cresceu na última década.” [17]
Eu me ajuntava com homem, aí apanhava dos homens, aí largava por que não tinha jeito, aí eu trabalhava muito e casa alheia, aí eu fui perdendo o gosto, o jeito de viver, teve um tempo que eu fiquei arrasada, nada estava dando certo, quando foi um dia, eu fiquei louca, louca, louca, meu irmão correu atrás de mim tudo e eu louca, mas graças a deus eu fiquei boa e disse para ele que nunca mais fazia vergonha para ele. (Fátima, Assembleia de Deus, MST-MA)
Quando pensamos na classe trabalhadora evangélica, em sua maioria estamos falando de mulheres e negras que buscam na religião – em Deus – forças para continuar, para sair de situações de violência doméstica, cuidar dos filhos e filhas, pois muitas vezes são chefes de família. Não poupam esforços para ir à igreja, “buscar a benção”, colocar o nome de alguém para receber oração, serem ungidas para construírem resistência e comunidade. Como diz a companheira Francisca (Assembleia de Deus), de Goiás: “o círculo de oração, a gente bota todos os nomes das pessoas que estão ao redor de nós e aquelas que estão longe, sofrendo, inclusive a gente bota até o Movimento Sem Terra nas nossas orações”. Também buscam nas igrejas um alívio das opressões, como a precarização dos direitos trabalhistas, o machismo e racismo. A teóloga Ivone Gebara nos auxilia nessa compreensão:
A forte presença feminina é devida à fragilização crescente das mulheres pelo sistema capitalista atual, altamente desagregador. Muitas buscam no consolo imediato que uma celebração religiosa pode dar alguma força para enfrentar os problemas do dia a dia. Entretanto, esse consolo imediato, na maioria das vezes, reduz as mulheres a seu papel doméstico e reforça a reprodução de um modelo de dominação masculina a dominação dos pastores ou padres. [18]
Por inúmeras vezes, a religião cristã (abarcando católicos, protestantes e pentecostais de diversas ondas) é instrumento de opressão das mulheres na sociedade. A ideia da mulher como algo de menor valor pode ser encontrada nos escritos teológicos dos “pais da igreja”, sendo então um pensamento fundante da cristandade. Como bem pontua Sandra Duarte de Souza, “historicamente, as religiões não têm protagonizado mudanças sociais no que se refere à superação da noção de subordinação feminina”. [19]
Entretanto, é possível ver algumas fissuras e ambiguidades; a irmãzinha que é oprimida em seu lar, e até por discursos religiosos, têm uma importância na comunidade porque é profetisa, mulher de oração forte. Após essa mudança da base social a formas de cristianismo pentecostais, as mulheres começaram a ganhar espaços na igreja, ainda que ambivalentes. Os discursos da moral, controle do corpo, submissão, continuam. Entretanto, como veremos mais à frente, há um certo protagonismo das mulheres, além da igreja ser um espaço de socialização, acolhida e novos aprendizados. Ao falar das mulheres evangélicas do MST, é importante destacarmos os múltiplos fatores da análise, compreendendo que as identidades se deslocam, se misturam e criam novas possibilidades de ser no mundo como mulheres evangélicas e militantes.
A jornalista Magali Cunha [20] aponta como o fundamentalismo religioso latino-americano criou raízes principalmente nas camadas populares, sendo que o papel da mulher na família e o controle sobre seus corpos tem destaque central contra as pautas progressistas. Na próxima semana abordaremos como as mulheres do MST enxergam e vivenciam, a partir de seus corpos, a igreja em seus múltiplos aspectos: comunitários, espirituais, rede de apoio familiar. Sabemos que para a classe trabalhadora, e principalmente para as mulheres trabalhadoras, a Igreja é um espaço de refúgio e acolhimento contra as mais variadas opressões que vivenciam historicamente. Esse espaço tão necessário para essas mulheres não está imune às contradições e opressões. No entanto, como isso se dá na vida cotidiana das mulheres sem terra? Como vivenciam as tantas possibilidades de luta e fé e suas contradições?
¹ Os nomes das entrevistadas foram trocados
² (MORISSAWA, 2001, p. 105)
³ FERNANDES, 2010, p. 175
4 FERNANDES, 2010, p. 175
5 Lowy, 231
6 FERNANDES, 2010, p. 175
7 (PAVAN, Dulcinéia, 1998, p. 28)
8 (Idem, p. 36)
9 (GONÇALVES, 2009, p. 200)
¹° Disponível em <http://www.landless-voices.org/vieira/archive-05.php?rd=MSTPUBLI109&ng=p&sc=3&th=45&se=0#12 > Acesso em < 08 de set de 2020 >
¹¹ Orientações políticas e práticas, p. 05
¹² (Carta de Missilene ao encontro)
¹³ (Pierucci, 1997a, p. 259-260)
14 (MACHADO, BURITY, 2014)
15 Disponível em: <https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/01/cara-tipica-do-evangelico-brasileiro-e-feminina-e-negra-aponta-datafolha.shtml > acesso em < 02 de set de 2020 >
16 (FIORENZA, 2005, p. 24).
17 (BUGNI, 2020, disponível em: https://www.thetricontinental.org/pt-pt/brasil/as-vozes-das-mulheres-em-luta-no-sul-global/)
18 (GEBARA, 2006, p. 306)
19 (SOUZA, 2007, p. 19).
²° CUNHA, 2020
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https://www.thetricontinental.org/pt-pt/brasil/quando-a-fe-encontra-a-luta-as-vozes-das-mulheres-evangelicas-do-mst/
Jorge González Núñez: Feminismo, una experiencia desde la fe cristiana y la comunidad LGBTIQ+
Jorge González Núñez vive en Cuba y lo conocimos en el andar por tierras cubanas en los espacios ecuménicos. sobre todo con la juventud ecuménica de la Isla.
Es activista por los derechos de la comunidad LGTBIQ+
¿Qué entiendes por feminismo y cómo te ha cambiado la vida?
Para mí el feminismo es un camino de diálogo constante. Un diálogo con nuestras subjetividades, con nuestras espiritualidades, con nuestras experiencias particulares y colectivas. Es una definición que no está cerrada, sino que todo el tiempo se deja interpelar por las experiencias de otras personas, de otros colectivos.
El feminismo lo entiendo como ética ante la vida. Como teoría crítica que cuestiona los discursos y las prácticas que legitiman el poder masculino sobre las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Además, como acción política que busca resignificar las experiencias de las vidas de las mujeres, cuestionando los múltiples sistemas de opresión, patriarcal, neoliberal, capitalista, religioso, etc., que durante siglos han puesto a las mujeres en lugares de marginación, de violencia y de opresión.
“El feminismo nos ha permitido denunciar esas estructuras de poder visibles e invisibles, esos discursos que en nombre de lo sagrado, del amor, de la familia, de la moral y de las buenas costumbres, buscan que las mujeres permanezcan en los lugares de subordinación que les han sido asignados”. Fotos: Internet
La transformación pasa por la necesidad de reconocer que aun cuando comparto algunas de las luchas de la comunidad LGBTIQ+, el hecho de ser hombre, cisgénero, no racializado, socialmente me otorga unos privilegios, que no tendría si fuera una mujer trans racializada. Aceptar esta realidad, que pone a las personas en desventaja por motivos de género, me hace consciente de la necesidad de construir una masculinidad y relaciones personales no hegemónicas, en la casa, en la iglesia, en la sociedad.
El feminismo te cambia la vida todos los días, creo que de eso se trata. Es estar dispuesto a deconstruir y construir nuevas maneras de relacionarnos con otras personas y también con la naturaleza, con la creación; reconociendo que el machismo, el capitalismo, el neoliberalismo, el racismo, las violencias de género, la homofobia, la transfobia, las violencias estructurales, la violencia espiritual, y muchas otras, son parte de una estructura social que es el patriarcado, que genera opresión, en primer lugar, hacia las mujeres y las niñas.
El feminismo nos ha permitido denunciar esas estructuras de poder visibles e invisibles, esos discursos que en nombre de lo sagrado, del amor, de la familia, de la moral y de las buenas costumbres, buscan que las mujeres permanezcan en los lugares de subordinación que les han sido asignados.
El feminismo nos coloca propuestas que nos liberan del control que ejerce el patriarcado hacia nuestras expresiones de género. Rompe con la heteronormatividad y con los roles predefinidos para lo masculino y lo femenino; abriendo así un panorama mucho más diverso, que incluye a las personas que tienen identidades de género no binarias y a quienes experimentamos relaciones homoafectivas.
¿Qué desafíos implica un proyecto de sociedad que pretende reivindicar la dignidad y la igualdad de todas las personas?
Son muchos los desafíos que tenemos a la hora de construir una sociedad más justa e inclusiva. Es necesario que en ese proceso estén presentes las voces de la periferia, de quienes están en los márgenes. Así como en la tradición cristiana no hay salvación fuera de las personas pobres y marginadas, la construcción de la justicia social necesita integrar al debate a las personas vulneradas y apartadas por la sociedad.
En la construcción de una sociedad y de un socialismo que reivindique la dignidad y la igualdad de todas las personas, necesitamos transformaciones individuales, sociales, culturales, educativas, jurídicas…, que permitan que la sociedad identifique que las brechas por motivos de género son reales y que no afectan a todas las personas por igual. Necesitamos mecanismos legales que garanticen los derechos que tenemos todas las personas, y que al mismo tiempo protejan a las víctimas de feminicidios, transfobia, homofobia, racismo y todo tipo de discriminación.
Desde el punto de vista educativo tenemos el reto de incluir los temas de discriminación, de violencia de género, de igualdad y de equidad dentro de los espacios tradicionales educativos. Educar para lograr relaciones humanas justas, y educar desde y hacia la institucionalidad, para lograr una mayor sensibilidad sobre los temas de género en las servidoras y servidores públicos.
Desde lo jurídico está la importancia del reconocimiento de los derechos de las mujeres y de los colectivos discriminados, las garantías de esos derechos. Que empoderen a la mujer, que establezcan cuotas laborales para las personas trans… entre muchos otros derechos y garantías, que necesitan mecanismos institucionales para accionar ante situaciones de inequidad y violencia.
Para nosotras, las personas sexo-género-diversas, hay muchos otros desafíos: tenemos el reto de despatriarcalizar el propio colectivo LGBTIQ+, asegurar equidad y representatividad desde los procesos de organización de las iniciativas; evitar un activismo elitista, blanco, cisgénero…
Y desde mi experiencia como cristiano, creo que necesitamos construir comunidades cristianas renovadas y renovadoras. Hay que romper tabúes, transformar el lenguaje, dejar de manipular con la palabra pecado, hablar de la violencia de género que sufren las mujeres dentro de las iglesias, reconocer que las personas LGBTIQ+ somos parte de las comunidades de fe, siempre hemos estado ahí, y quieran o no, somos parte del cuerpo de Cristo.
“Tenemos el reto de incluir los temas de discriminación, de violencia de género, de igualdad y de equidad, dentro de los espacios tradicionales educativos”.
Creo que como iglesias tenemos el desafío de continuar dejándonos interpelar por las diversas realidades de nuestros contextos. El desafío de seguir construyendo propuestas teológicas inclusivas y liberadoras, ante la postura de algunos sectores fundamentalistas dentro de la propia Iglesia, que desde sus presupuestos morales van en contra de los derechos de otras personas.
Tú perteneces a una comunidad religiosa, pero en el imaginario popular se podría pensar que tus identidades como activista LGBTIQ+, como feminista, son incompatibles con una comunidad como la cristiana. ¿Cómo puedes explicar esa pertenencia, esa armonía, en el seno de un cristianismo que está abierto a todas estas ideas?
Yo no sé cómo el cristianismo ha podido no ser feminista. Claro, sí sabemos… está toda la historia de dominación patriarcal de la que también ha sido parte la Iglesia; pero es que si hay un proyecto profundamente emancipador y liberador es el proyecto de Jesús de Nazaret.
El hecho de que las mujeres estaban presentes de forma activa en el m
ovimiento de Jesús, fueran discípulas y él pusiera en tela de juicio a los misóginos de su tiempo, establece una constante corrección a los prejuicios de los líderes religiosos de aquellos tiempos y de los nuestros.
Cuando leemos los evangelios y luego vemos cómo el mensaje ha sido interpretado por la Iglesia a través de los siglos, uno experimenta una contradicción entre las ideas y la experiencia actual. Aun así, muchas y muchos seguimos descubriendo en la Biblia relatos que dignifican y dan vida.
Es necesario entender la divinidad más allá de los roles tradicionales, imperiales y paternalistas. En medio de ese querer interpretar a Dios, descubrir el significado de la fe y asumir el feminismo como apuesta política liberadora, uno comienza a descubrir que estos puntos, que estas perspectivas se cruzan, se retroalimentan y pueden llegar a ser una sola.
Para esto es necesario acercarnos a los textos bíblicos de formas diferentes a las aprendidas. Cuando lo hacemos desde el punto de vista de las mujeres, de las personas marginadas, descubrimos enfoques liberadores que llenan de sentido la vida de esa gente que ha sido violentada en sus iglesias.
Estos procesos de leer la Biblia desde otras perspectivas son procesos complejos y dolorosos para las personas de fe, uno comienza a descubrir que nuestra relación con Dios también ha sido manipulada por hombres, en su mayoría blancos, heterosexuales…, que desde sus privilegios han tenido la intención de perpetuar el patriarcado y la discriminación.
En mi caso, que desde niño había asistido a la iglesia, cuando me di cuenta de que soy gay y comienzo a lidiar con esta realidad fue bastante difícil, porque encima de los prejuicios sociales, está la relación con Dios y con la Iglesia, donde toda la vida te han dicho que ser como eres está mal y que, además, Dios te va a castigar por eso. Para una persona cristiana esta es una realidad de violencia muy fuerte. Afortunadamente, en ese momento ya me encontraba en la Iglesia episcopal, que tiene una visión más abierta sobre el tema, y en una comunidad donde logramos superar prejuicios, porque entendimos que nada podía ser más grande que los mandamientos de “amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”.
Constantemente las personas LGBTIQ+ que deciden experimentar su sexualidad abiertamente en la iglesia viven estas situaciones de violencia, pasan por estas realidades de marginación, mucho más cuando se trata de una persona trans. Hasta que te das cuenta de que esas posturas fundamentalistas están siendo asumidas por personas que pretenden hablar y discriminar usurpando el lugar de Dios. Luego de que hemos descubierto esta realidad de opresión, está el desafío de llenar la fe de nuevos sentidos, y ese es otro camino en el que uno comienza a formarse, a empoderarse.
“Hay que romper tabúes, transformar el lenguaje, dejar de manipular con la palabra pecado, hablar de la violencia de género que sufren las mujeres dentro de las iglesias, reconocer que las personas LGBTIQ+ somos parte de las comunidades de fe”.
Gracias a Dios tenemos la Red Ecuménica Fe por Cuba, que anima el Centro Martin Luther King de La Habana y de la cual soy parte, el Movimiento Estudiantil Cristiano de Cuba con el que trabajo, el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, el Centro Lavastida en Santiago de Cuba, y otras instituciones ecuménicas que desde la educación popular y la lectura popular de la Biblia promueven espacios para la formación y el diálogo. Está el Centro Oscar Arnulfo Romero, también de inspiración cristiana, que lidera la campaña Evoluciona en contra del acoso y la violencia de género. Y sobre todo, están las prácticas cotidianas en nuestras comunidades de fe, las pequeñas grandes transformaciones que vamos logrando, las mujeres en situación de violencia que acompañamos…, experiencias que hacen que la fe cristiana sea vivida como un proceso de transformación y liberación para las mujeres y para otras personas marginadas.
Y para terminar, quiero leerles un pequeño poema de Martí, que aparece en el libro José Martí. Perspectivas éticas de la fe cristiana y se titula: “Hay otro Dios”.
¿A quién le podemos preguntar? ¿A Dios? ¡Ay!
No responde, porque nos han enseñado a creer
en un Dios que no es el verdadero.
¿Qué Dios villano es ese que estrupa mujeres
e incendia pueblos?
Ese Dios que regatea, que vende la salvación,
que todo lo hace a cambio de dinero, que manda
a los gentiles al infierno si no le pagan, y
si le pagan los manda el cielo, ese Dios es
una especie de prestamista, de usurero, de
tendero.
¡No, amigo mío, hay otro Dios!
Este artículo es la intervención del autor en el panel “Los nuevos feminismos y la Revolución cubana”, realizado el 8 de marzo de 2021
http://www.lajiribilla.cu/articulo/feminismo-una-experiencia-desde-la-fe-cristiana-y-la-comunidad-lgbtiq
Mujeres luchan por respirar: Campaña proyecta mensajes por sus derechos en todo Brasil
Campaña en Brasilia
#Mulhereslutamprarespirar: campanha projeta mensagens no 8 de março por todo país
Nesse mês de março, a Campanha “Tire os Fundamentalismos do Caminho – Pela Vida das Mulheres” espalha mensagens pela garantia e luta dos direitos das mulheres.
En medio de los registros diarios de defunciones de Covid-19 y la ampliación de las desigualdades e injusticias de género que solo aumentan durante la pandemia, la Campaña “Tire del camino los fundamentalismos – Por la vida de las mujeres” lanza proyecciones en ciudades brasileñas con el objetivo de denunciar cómo las mujeres son más vulnerables a la infección y los impactos socioeconómicos de la pandemia.
Esta acción comenzó la noche del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con una serie de proyecciones con el hashtag #MulheresLutamPraRepirar, enfatizando las identidades colectivas de segmentos que históricamente han resistido los procesos de vulneración de derechos. La ley también refuerza la defensa por la reanudación democrática y la búsqueda permanente de transformaciones políticas y sociales para enfrentar el capitalismo, el patriarcado y el racismo.
La acción se llevó a cabo en grandes ciudades como Salvador (BA), Recife (PE), Río de Janeiro (RJ), São Paulo (SP), Belém (PA), Belo Horizonte (MG) y Brasilia (DF) y tomó cuidado de las fachadas, muros y edificios con mensajes como: “¡VACUNA PARA TODOS AHORA!” y “¡AYUDA EMERGENCIAL YA!” para exigir políticas públicas de apoyo a las mujeres durante una pandemia, vacunación para toda la población y devolución de la ayuda de emergencia de R $ 600.
Proyección en Rio de Janeiro
Si bien las medidas de aislamiento social no permiten que las mujeres salgan a la calle, el deseo de ocupar este espacio público impulsó de alguna manera la idea de proyecciones, para mostrar que con creatividad se puede expresar la lucha y denunciar las diversas formas de violencia y opresión cometidas contra la vida de las mujeres.
“Después de casi un año de hacer campaña, comenzamos a mirar mucho más allá para hacer visibles estas luchas, amplificar y dar voz a las mujeres. Entonces, este acto hoy presenta las demandas por una sociedad más libre de derechos, donde las mujeres puedan moverse en paz, sin violencia, sin feminicidios, con asistencia de emergencia, con menos sobrecarga laboral y con reconocimiento del trabajo doméstico ”, describe Aline Lima, coordinador del Instituto Pacs y representante de campaña. Y agrega: “Este acto también responde a una serie de arbitrariedades que nuestros cuerpos han sufrido durante décadas y siglos”, dice Aline en referencia a la importancia de esta acción.
La logística para la realización de la acción contó con el esfuerzo de las organizaciones colaboradoras, con escaparates y balcones, siguiendo los protocolos de aislamiento social y recomendaciones sanitarias.
Acerca de la campaña “Tire del camino el fundamentalismo – Por la vida de las mujeres”
La campaña es el resultado de una articulación entre organizaciones feministas, organizaciones ecuménicas, entidades religiosas de diferentes orígenes y cooperación ecuménica ante el avance de los fundamentalismos que amenazan los derechos, la democracia y la vida de las mujeres.
Lanzada en agosto de 2020, la iniciativa tiene como objetivo alertar a la sociedad brasileña sobre el avance de los fundamentalismos y el riesgo que esto representa para la vida de las mujeres. La acción también tiene como objetivo reafirmar la importancia de la pluralidad de creencias y señalar formas y prácticas que conducen a una cultura de respeto y valoración de la diversidad. Se puede acceder al lanzamiento página Tire os Fundamentalismos do Caminho, en Facebook.
La campaña está abierta a otras organizaciones. En él también puedes suscribirte para recibir los materiales de la campaña por celular y conocer más sobre el cronograma de las próximas acciones.
Nota de Cese- Traducción Con efe
Hasta que la igualdad se haga costumbre en todo lugar y tiempo
Hace poco un amigo muy querido me dio un consejo: “me gustan tus escritos, pero sería mejor no escribir tan seguido sobre la mujer porque la gente te va a encasillar en ese tema y, de pronto, algunos van a dejar de leerte”. Por supuesto mi amigo lo hizo desde la mejor buena voluntad y, en el fondo, tiene razón, porque comprometerse con una causa trae muchos problemas. En realidad, molestas a los que no quieren cambiar o a los que no ven la necesidad de cambiar y corres el riesgo de perder algunas oportunidades que esas personas podrían ofrecerte.
Pero, al mismo tiempo, sabiendo que vas a contrariar a algunos (o a muchos), las realidades que nos llaman al compromiso despiertan en nosotros una sensibilidad que no se puede dejar de lado. Se comienzan a ver las cosas con otros ojos y descubres lo que para muchos pasa desapercibido. Creo que la experiencia podría compararse, de alguna manera, con lo que dijeron Pedro y Juan cuando fueron llevados ante el Sanedrín para que dejaran de predicar en nombre de Jesús.
Su respuesta fue contundente: “no podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oído” (Hc 4, 20) y, yo diría lo mismo: no puedo dejar de hablar de aquello que a diario constato como subordinación, maltrato, exclusión y violencia contra las mujeres, contrario a los derechos humanos y muy contrario al plan de Dios sobre la humanidad.
Por eso al acercarse el 8 de marzo, “Día Internacional de la mujer”, es necesario, una vez más, seguir apostando por la causa. Aunque muchas leyes ya han cambiado para garantizar la igualdad de mujeres y varones, los imaginarios y las prácticas aún están lejos de modificarse. Además, todos los procesos son muy lentos y toca seguir empujándolos para que algún día se “hagan costumbre”. Justamente con ese lema se vienen convocando varios eventos y se intensificarán este mes con respecto a la situación de las mujeres en la Iglesia: “Revuelta de mujeres. Hasta que la igualdad se haga costumbre en la iglesia”.
Pueden encontrar a Revuelta de Mujeres en TW: @RevueltaMujeres y en otras redes: https://linktr.ee/revueltamujeres
Seguramente a muchos/as no les gusta la palabra “revuelta”. Otros/as invocarán que hay que tener mucha cautela para que no se rompa la comunión en la Iglesia. Por supuesto, hay que evitar todo tipo de violencia, pero levantar la voz, exigir derechos, insistir en el cambio, develar tantas actitudes ocultas, no es contrario a la comunión eclesial sino exigencia de la misma. La comunión se basa en el respeto, valoración, acogida e igualdad mutua. De lo contrario la comunión está rota, aunque externamente parezca que no pasa nada.
Sobre muchos detalles se podría reflexionar en este mes para seguir cambiando la realidad de las mujeres. Pero quedemos con dos que hablan de las leyes que favorecen o discriminan a las mujeres. En Colombia, por estos días se está volviendo a estudiar –por petición de un joven universitario– que se derogue un artículo del Código sustantivo del Trabajo que obliga a las empresas a establecer en su reglamento los oficios que no pueden ser desempeñados por mujeres. Seguramente cuando se formuló ese artículo estaba el imaginario de evitar trabajos pesados para las mujeres porque se cree que ellas son más débiles físicamente.
Ya está de sobra comprobado que en realidad no debe haber limitaciones por ser mujer o por ser varón, sino por condiciones particulares de cada persona, pero independiente del sexo. Mantener leyes de ese tipo es discriminatorio y se presta para una remuneración menor para las mujeres, como todavía sucede en muchos campos. Cabe anotar que es muy interesante que no fue una mujer sino un varón -tal vez, educado con otra visión-, quien interpone la demanda para conseguir el cambio, porque en realidad la justicia en todos los campos no la tienen que pedir solo los afectados, sino cualquier ser humano que lucha por un mundo justo e inclusivo para todos, todas y todes.
A nivel eclesial ya se ha comentado el cambio que oficializó el papa Francisco, con el motu proprio Spiritus Domini, del canon 230 del Derecho Canónico que limitaba los ministerios del acolitado y lectorado a los varones. Al quitar esa restricción, se ayuda a cambiar el imaginario patriarcal y se abren nuevas posibilidades que beneficiaran a toda la iglesia, haciendo posible un modelo eclesial donde mujeres y varones ejerzan funciones ministeriales (por supuesto, de servicio; no de poder -este último es el que engendra el clericalismo) y haya así mucha más corresponsabilidad en la Iglesia. levantar la voz, exigir derechos, insistir en el cambio, develar tantas actitudes ocultas, no es contrario a la comunión eclesial sino exigencia de la misma. La comunión se basa en el respeto, valoración, acogida e igualdad mutua.
Sigamos pensando en este mes de marzo cómo avanzar en la igualdad de género para tener un mundo inclusivo que refleje mucho más el sueño de Dios sobre la humanidad: “Creó, pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” (Gn 1, 27). Cultivemos la sensibilidad por la justicia, esa que no deja pasar la multitud de sutilezas que nos impiden avanzar en los cambios necesarios, pero sobre todo la sensibilidad por tantas mujeres que siguen hoy en pleno siglo XXI sufriendo violencia de todo tipo, discriminación y exclusión en el ámbito familiar, laboral, social y eclesial, todo esto sin olvidar todas las transversalidades que se juntan y hacen más fuerte la violencia de género: si eres negra o indígena, si eres pobre o rica, si has tenido estudios o no, etc.
Es un mes para alegrarnos por tanto conseguido, pero para seguir caminando tras todo lo que aún hace falta, “hasta que la igualdad se haga costumbre en todo lugar y tiempo” (Es justo decir que el amigo al que hice referencia al comienzo leyó este artículo e insistió en que le gustó mucho).