Hoy sumo mi voz
Desde Con Efe buscamos contar que mujeres de fe también hablamos de aborto, lo consideramos y lo efectuamos. Por eso abrimos este espacio en el Día de Acción Global por un aborto legal y seguro.
Esther Domínguez, México–
Soy una mujer de fe, de tradición protestante. Hace poco más de un año mi novio y yo nos descuidamos en los métodos anticonceptivos y después de un análisis de sangre que me realizaron, supimos que estaba comenzando a gestar, sin embargo como no estaba en nuestros planes decidí interrumpir esta gestación. Lo primero que hice después de hablar con mi novio sobre lo que estaba pasando en mi cuerpo y sobre la decisión que yo tenía, fue buscar ayuda porque no sabíamos cómo era el trámite para la Interrupción Legal del Embarazo (ILE).
Acudí con una amiga de mucha confianza que también era cristiana, y que estudiaba Derechos Humanos, también le comenté sobre esto a mi acompañante espiritual, una obispa de la iglesia Metropolitana en México y estuvo orando por mí.
De las cosas que más recuerdo con agrado fue el acompañamiento presencial de mi novio y de mi amiga en esos días. Como vivía sola, y trabajaba desde casa, no tuve tanto problema con pedir permiso en el trabajo o buscar algún lugar para hacerlo seguro y tranquila. Todo se hizo en la casa donde vivía en ese tiempo.
Algo que no pude evitar sentir fue la experiencia de las demás mujeres (jóvenes) que también llegaron el mismo día que yo a la clínica pública a solicitar la ILE, éramos 8 mujeres en mi grupo, y cada una tenía una historia diferente, motivos diferentes, compañía diferente. Mientras esperábamos en la sala, me puse a platicar con una de ellas, Mayra me decía que ella no quería hacerlo, no quería interrumpir su embarazo, pero como había iniciado un tratamiento muy fuerte para el acné, su doctora le recomendó interrumpirlo ya que podría causarle daños severos al feto si deseaba seguir gestando, llorando me lo contaba y yo trataba de consolarla, escucharla y darle ánimos.
El acto fue muy doloroso físicamente para mí, eso fue lo más feo del proceso, no hubo ningún resentimiento de conciencia, al contrario, hablaba con Dios en mis oraciones y le decía que me diera fuerzas para enfrentar esto, que cuidara de mí y de las demás personas que tuvieran la necesidad de hacerlo, porque sabía que a pesar de que era una práctica segura y legal, había posibilidad de riesgo. Las 12 horas de riesgo (de la interrupción) pasaron muy rápido en compañía de él, ella, y la Divinidad. En la noche nuevamente sola, dormí tranquila, agradecida con todas aquellas personas que han luchado y exigido que la ILE sea algo real y seguro para muchas mujeres.
En la clínica pública a donde fui, en la ciudad de México, siguieron los procesos con un acompañamiento ginecológico y psicológico, fue un trato muy amable, sin discriminación y con mucha atención. Yo continúe con las entrevistas por teléfono para hablar sobre mi experiencia, me visibilicé como una mujer de fe y practicante de una espiritualidad cristiana protestante, con la finalidad de dar nuevas respuestas sobres este tema y voz de muchas mujeres de fe.
En cudad de México el aborto es legal hasta las 12 semanas desde 2007.
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