Ecofeminismo: re-vincularnos con la tierra para una fe liberadora
Aporte de Las Magdalenas y Fe sin violencias, en su boletin digital
Vivimos en una época de crisis civilizatoria y climática. En esta época del año, en el sur del planeta, se produce la transición entre el invierno y el verano. La primavera es un momento de renacimiento en el ciclo vital natural. Es un tiempo de reinicio. El sol nos brinda más luz y calor, las hojas y las flores brotan y crecen anticipando la frescura que nos regalarán en verano. Es el reverdecer de nuestro entorno.
Esta época, con sus nuevos colores y aromas, nos invita a pensar: ¿cómo nos reinventamos cada vez, en el ciclo histórico de avances y retrocesos para la humanidad? ¿De qué está hecha la chispa que nos aporta luz y calor para renacer en la desesperanza?
Para caminar hacia una espiritualidad amorosa y enraizada en nuestra tierra, resulta necesaria la invitación a comprendernos como parte del ciclo de vida que nos marcan la naturaleza y sus ritmos. Los seres humanos somos parte, y no mero espectadores, de ese proceso.
Estamos en relación permanente con la naturaleza. Pero, como humanidad, también somos responsables de su destrucción. El capitalismo voraz entiende a los bienes comunes como mercancías, explotándolos sin ningún rasgo de solidaridad con las generaciones futuras.
Los incendios registrados en América Latina en los últimos meses, y la consecuente devastación del monte nativo, son la expresión más reciente y brutal del impacto de la lógica extractivista y patriarcal impuesta en nuestros territorios.
Por eso, en esta oportunidad, compartimos la pregunta: ¿cómo nos relacionamos con nuestra tierra? ¿Cómo impacta eso en la construcción de una espiritualidad liberadora y feminista?
Desde esta perspectiva, compartimos la siguiente reflexión de la teóloga Mary Judith Ress. Esperamos que sea una invitación a continuar la reflexión colectiva.
¿Qué puede ser más evidente que el hecho de que todo está conectado? ¿Qué puede ser más evidente que nuestro parentesco con todo lo que ha sido, es, y será? ¿Cómo es posible que hayamos olvidado lo que nuestros ancestros sabían intuitivamente? Porque en una época de nuestro desarrollo como especie, hemos desarrollado una manera de pensar y actuar que nos ha hecho creer que estábamos separados de las otras especies de la tierra. Y no solamente separados de, sino con un absoluto poder sobre las demás especies. Más aún, hemos pensado que la tierra era nuestra, para dominarla y someterla. Solamente en las últimas décadas hemos podido nombrar esta desviación. La nombramos el patriarcado: un sistema que califica todo en términos de dominación y subordinación, arriba o abajo, bueno o malo, superior o inferior.
Rosa Dominga Trapasso, religiosa de la Congregación misionera de Maryknoll que ha vivido más de 30 años en el Perú y es co-fundadora de Talitha Cumi, Círculo de Feministas Cristianas, escribía en el artículo de fondo: ‘El feminismo y la ecología no son movimientos aislados que han surgido casualmente en nuestros tiempos. Ecología y feminismo son más bien movimientos concordantes. Yo me atrevo a pensar que el feminismo necesariamente tuvo que evolucionar hacia el ecofeminismo al poner en evidencia las vinculaciones de todas las formas de opresión y violencia, desde la opresión en el interior de la familia hasta la destrucción del planeta. Al denunciar el androcentrismo y el antropocentrismo de la sociedad patriarcal y al oponerse a todas las manifestaciones de dominación de las mujeres y la naturaleza, el ecofeminismo apunta hacia la liberación humana y la armonización entre la humanidad y la naturaleza. Por eso, el mensaje del ecofeminismo afirma que la búsqueda de relaciones igualitarias y armoniosas entre las personas contribuye a establecer relaciones saludables y armoniosas con la naturaleza. En el mismo sentido, cuando nos oponemos a las violaciones de la naturaleza, estamos oponiéndonos a la mentalidad patriarcal que permite la violación de las mujeres’. (Rosa Dominga Trapasso, ‘Ecofeminismo: Revisando nuestra conexión con la naturaleza’, Con-spirando, No 4. junio, 1993, p. 2-6.)
Trapasso nos advierte que el ecofeminismo es mucho más que ponerse en favor de la conservación de los recursos. Para ella, es un proceso hacia una sociedad que rompe con el antropocentrismo y donde nos reubicamos entre todos los elementos de la creación. No será un camino fácil. Es realmente una política de resistencia, una lucha por el bienestar del planeta, una lucha por la transformación de todas las relaciones sociales”.
Las Magdalenas: feministas cristianas reunidas en torno a las teologías feministas de la liberación en América Latina. Sostenemos una interpretación de los textos bíblicos basada en las experiencias de las mujeres y las diversidades. Desde Argentina, buscamos construir comunidades de fe en las que se respeten la igualdad de géneros y las diversidades. Somos parte de la red Fe sin violencias, que busca visibilizar situaciones de violencia en los ámbitos de fe.
Congreso del Movimiento de Lausana: “Enviadas como fue enviado Jesús: ¡a buscar justicia!”
Como catalizadora de Freedom and Justice (Justicia y Libertad de Lausana). uno de los temas que nos movió en el congreso #l4congress fue el tema de la justicia. Trabajamos para crear espacios para escuchar, dialogar, compartir testimonios, colaborar con otros y otras quienes en el mundo están trabajando, caminando, acompañando, viviendo con lo más vulnerables en el mundo. Es por eso que la ponencia de nuestra amiga Ruth Padilla Deborst fue una de las que más resonó para nosotras y nosotros. Pues la invitación de Ruth de que somos:
¨ Enviados como fue enviado Jesús: ¡a buscar justicia! ¨ Aquí comparto algunas de las frases:
El racismo también influye en la injusticia medioambiental: aunque el cambio climático y la pérdida de especies afectan a todo el planeta, son las comunidades de color las que más sufren la contaminación del aire, el suelo y el agua, sin medios para aislarse de ella. Los residuos se descartan en el Sur global. El cambio climático está desplazando a millones de personas que huyen de incendios, inundaciones, huracanes que se intensifican y tierras desertificadas, solo para encontrar poca o ninguna acogida en el Norte rico, que es el responsable de su trágica condición.¨
Está realidad que describe Ruth es apremiante, añado que las comunidades indígenas en todo el mundo son una de las más vulnerables. A pesar de que el 80% de la biodiversidad es salvaguardada por los Pueblos Indígenas. Y el desplazamiento forzado de los y las hermanas indígenas hoy podemos verlos en muchas partes del mundo. Además de todo el colonialismo verde disfrazado de falsas soluciones y que siguen siendo sustentadas por el sistema económico hegemónico, nos falta como iglesia trabajar en economías solidarias, en una teología de la tierra y del territorio, de recordar la importancia de que todas las relaciones son importantes. De un cambio de ethos desde el Shalom de Dios, como plantean los Pueblos indígenas el buen vivir alejado del vivir bien que es alimentado por el consumismo y extractivismo e individualismo hacia la tierra.
¨Otra injusticia flagrante tiene que ver con la desigualdad de género. En general, las mujeres ganan menos que los hombres por el mismo trabajo; estamos sobrerrepresentadas en los empleos no calificados y de «escaso valor»; y tenemos muchas más probabilidades de ser víctimas de acoso y abuso sexual descarado. En las comunidades cristianas, aunque las mujeres componen el mayor número de miembros activos, los hombres ocupan abrumadoramente los puestos de liderazgo, mientras que a las mujeres se les restringe el uso de los dones que el Espíritu les ha concedido, por el mero hecho de ser mujeres.
La discriminación también afecta a las personas con discapacidades físicas y mentales, limitando su salario y sus oportunidades en muchos ámbitos de la vida.¨
A pesar de que se hizo el esfuerzo en este congreso de que hubiera una representación equitativa entre mujeres y hombres. Reconociendo que la iglesia está conformada por su mayoría por mujeres y la niñez. El 29% de la representación en el congreso fue de mujeres. Sigue siendo una brecha enorme la participación de las mujeres en espacios como estos. Pero como Ruth menciona, la presencia en puestos de liderazgo de las mujeres. El profeta Joel menciona que derramaré su Espíritu sobre toda carne. Esto también nos incluya a nosotras, incluso a toda la tierra. Dialogar sobre estos temas en las mesas cuando escuchamos que todavía en muchas congregaciones la mujer es relegada al puesto de liderazgo por ser mujer. Señalar esto como pecado es necesario y urgente.
¨Una brecha general en la justicia que deshonra a Dios es la desigualdad en la riqueza. Dios creó un mundo de abundancia, capaz de sustentar el florecimiento de la vida de todo el orden creado. Sin embargo, hoy en día, el 1% más rico de nuestro planeta posee la mitad de las riquezas de todo el mundo.1 Y mientras que la riqueza de los cinco hombres más ricos del mundo se ha más que duplicado desde el año 2020, casi cinco mil millones de personas se han empobrecido. La pobreza es la cara más visible de la injusticia. ¨
Cuando pienso en esto hago replica de lo que Ruth señala. Pero como parte de la Iglesia. También pienso en algunas formas de hacer misiones que perpetuán este sistema de violencia. Dónde ciertos sectores tienen mucha riqueza y poder y eso se manifiesta a la hora de ¨colaborar. La colaboración no se puede dar de manera recíproca y desde la mutualidad, si no hay las condiciones explícitas e implícitas del sistema de poder. Se hace necesario reconocer que todo el poderío del dinero donde algunos pueden imponer sus enfoques y estrategias, donde unos ganan más que otros. Y dónde mucha parte de la Iglesia debe aceptar las migajas de la mesa. A esto no podemos llamar colaboración, cuando las condiciones no son iguales.
Finalmente una reacción más de la propuesta de Ruth:
¨No hay lugar para la indiferencia hacia todos los que sufren el azote de la guerra y la violencia en el mundo entero, el pueblo desarraigado y asediado de Gaza, los rehenes retenidos tanto por Israel como por Hamás y sus familias, los palestinos amenazados en sus propios territorios, todos los que lloran la pérdida de seres queridos. Su dolor es nuestro dolor si somos el pueblo de Dios. Ser enviado al mundo como lo fue Jesús no es una receta para el ascenso social o la impermeabilidad frente a la crítica situación de nuestro prójimo o a los gritos de la tierra. Hoy estamos llamados a recordar, a escuchar, a arrepentirnos y a actuar con amor compasivo, según el carácter mismo de Dios.¨
El grito de nuestras hermanas y hermanos de Palestina. Es un grito de dolor y de alto que debe salir de toda la humanidad. El grito de los hermanos y hermanas indígenas cuando son amenazados de muerte y los matan por defender sus tierras, el grito de quienes sufren la violencia sistémica, estructural, simbólica, física, social, psicológica, epistémica. Debe ser el grito de toda la humanidad. Sin parcialidad. Los profetas denunciaron en la Biblia las injusticias atroces. Ser parcial frente a la injusticia no es una posición de Jesús, quién fue radical frente al dolor, el sufrimiento de los más vulnerables. Y estamos llamados a seguir a Jesús, al profeta de la compasión, misericordia y de la justicia. Quién vivió y proclamo las buenas nuevas para la humanidad.
La autora trabaja como Directora en Memoria Indígena y es misionera en Unidos en Misión( United World Mission).
Foto del Facebook de Solano
Qué es el Movimiento de Lausana?
Su web: https://lausanne.org/es/sobre-lausana
En julio de 1974, más de 2400 participantes de 150 países se reunieron en Lausana, Suiza, para el Primer Congreso Internacional de Evangelización Mundial. Lausana Movement es una organización que se enfoca en la misión integral, que se define como la tarea de vivir toda la vida bajo el señorío de Jesucristo. La misión integral de la Iglesia se manifiesta en la oración del Padre Nuestro, y se basa en: La comunión con el Padre, La esperanza en el Reino de los cielos, La confianza en Dios, La reconciliación con Dios, La liberación total.
ESI en primera persona – Violencia por motivos de género
En el cuadernillo ESI en primera persona 1. Violencia por motivos de género, de Iniciativa Spotlight y UNFPA se proponen una serie de actividades para debatir acerca de las relaciones sociales que fomentan desigualdades entre los géneros y, además, identificar aquellas situaciones que generan condiciones más igualitarias, donde pueden asentarse los vínculos entre las personas y que es necesario profundizar.
Dichas propuestas apuntan a rescatar el carácter social de la violencia por motivos de género, la importancia del trabajo colectivo, la necesidad de promocionar toda acción que respete y valore las opiniones y deseos de todas las personas, el rol que deben tener las personas adultas responsables de NNyA.
También hace foco en interpretar que el problema de las VG es transversal a toda la sociedad y no un conflicto “de pareja” que debe resolverse puertas adentro de los hogares. “La ESI es una invitación a reflexionar sobre la propia experiencia y en este marco abrir un diálogo con aquello que pensamos, sentimos e imaginamos en relación con las violencias de género”.
Fuente: Diario Digital Femenino
El amor, ¿el opio de las mujeres?
Patricia Flores Palacios-
A propósito del Día del Amor les invito a una relectura del amor romántico. “El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión lo ha sido para las masas”, decía Kate Millet en 1970, parafraseando a Marx. Esta afirmación cuestiona la compleja relación entre el amor y el poder, un vínculo que ha mantenido a las mujeres en un estado de dependencia y sumisión. “Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”.
Esta afirmación no implica afirmar que el amor en sí mismo sea negativo sino que a lo largo de milenios ha sido instrumentalizado para seducir y dominar a las mujeres y hacerla dependiente en todos los aspectos de su vida; y para expoliar su vida a través del trabajo doméstico, de los cuidados de la maternidad, de ese invisible que demanda 24 horas y que no para hasta que se muere.
El amor romántico se presenta como una condensación de imaginarios religiosos y coloniales, profundamente arraigados en la tradición judeocristiana, cimiente del patriarcado. Este legado cultural ha vinculado el amor a conceptos como la virginidad de María, la pureza, el pecado original y la maternidad. En esta construcción se cimenta el mandato religioso del matrimonio, perpetuado hasta que la muerte separa a las parejas.
Además, se entrelaza con la imaginería que incluye figuras como María Magdalena, la pecadora redimida por Jesús, y Eva, quien incita a Adán a desobedecer. Estas narrativas han contribuido a forjar una imagen de la mujer como culpable y seductora maligna.
La sumisión culpable, arraigada en el legado histórico que sostiene que las mujeres venimos de la costilla de Adán, ha cimentado una noción de dependencia asumida como un mandato divino. A lo largo de los siglos, las mujeres han sido educadas para aceptar su rol subordinado dentro del marco familiar y social, como remarca Millet.
En las celebraciones religiosas de casamiento, el compromiso de “casados hasta que la muerte los separe” ha resonado a lo largo de los siglos como un mantra de control y dominio patriarcal. Estos mandatos culturales, religiosos y sociales han creado un entorno donde las actitudes y roles tradicionales se perpetúan, contribuyendo a las desigualdades y subordinación de las mujeres.
A esta narrativa se suman otros imaginarios, como señala Kate Millet: “Los dos mitos principales de la cultura occidental son la caja de Pandora y el relato bíblico del pecado original”, que evocan el primitivo concepto de la malignidad femenina que se ha perpetuado a través de una robusta imaginaria desde mítica a literaria, en una justificación ética de los machos del mundo. Esta idea ha ejercido una poderosa influencia a lo largo de los siglos, perpetuando estereotipos negativos sobre la mujer.
Los mandatos culturales, de nuestra herencia colonial, occidental y capitalista, transitan a lo largo del tiempo con la figura materna sacrosanta, venerada como progenitora y creadora de vida; así como con cultos, más tenues, que se refleja en la adoración de diosas femeninas que han perdurado en la historia, como Afrodita, Venus o Isis, entre otras divinidades, que encarnaron no solo belleza e inteligencia, sino también fuerza y fertilidad, estableciendo conexiones profundas con el universo y simbolizando la capacidad materna de las mujeres.
En la antigua Grecia, las mujeres no solo eran vistas como madres y esposas, desempeñaban roles importantes en la religión y la sociedad. Las diosas griegas, como Atenea, diosa de la sabiduría y la guerra, y Artemisa, diosa de la caza y la naturaleza, representaban la fuerza y la independencia femenina. Atenea, venerada por su inteligencia estratégica y su papel como protectora de Atenas, simbolizaba la capacidad de liderazgo que las mujeres podían ejercer.
A ellas se superpusieron los mitos de la caballería medieval, donde valientes héroes encandilan a hermosas damas, que en los últimos siglos se entrelazan con las costumbres coloniales y, que posteriormente se filtran en las industrias culturales, principalmente en el cine, las telenovelas y la música, como la imaginería de la cenicienta que era princesa y el famoso príncipe azul que la redime.
Un largo proceso que ha configurado el escenario cultural intrínseco al patriarcado, donde el paterfamilias se erige como figura central, el padre protector y el marido proveedor, mientras la mujer es relegada a ser una propiedad del hombre: la madre-esposa perfecta.
La reiteración de actitudes y roles ha contribuido a generar desigualdades de género y discriminaciones que persisten en nuestra sociedad, creando un entramado cultural que limita la autenticidad de las mujeres. Por ello es que desde hace algo más de un siglo se viene cuestionando estos paradigmas para construir formas nuevas de entendimiento del amor y la feminidad que permita a las mujeres liberarse de esas cadenas del amor romántico.
Como sintetiza la antropóloga Margaret Mead, “el amor romántico tal y como se da en nuestra civilización está inextricablemente ligado a las ideas de monogamia, exclusividad, celos y fidelidad”. Este concepto ha sido precursor en la utilización del término “género”, ampliamente adoptado en los estudios feministas.
Como señala Alicia Pascual, “la idea occidental del ‘amor romántico’ ha servido a los distintos poderes para perpetuar el sistema social patriarcal. que promueve la desigualdad entre hombres y mujeres”.
El amor es un sentimiento asociado con el cariño y el afecto; sin embargo, las formas de comprender, expresar y vivir ese “sentir amor” son construcciones socioculturales íntimamente relacionadas con la asociación de la mujer y la feminidad como proveedoras de afectos y cuidados.
Gracias a las luchas por los derechos humanos y al pensamiento crítico de las luchas feministas desde Hipatia, como remarcaba Kate Millet, el mito de la mentalidad conservadora de que toda mujer es una madre en potencia, también está ampliamente desportillado, la maternidad y la paternidad son responsabilidades compartidas.
El amor real no es una cadena que limita, sino que deberíamos a aspirar a que sea ser un puente hacia la libertad auténtica.
Patricia Flores Palacios es magister en ciencias sociales y feminista queer en Bolivia
Fuente: https://brujuladigital.net/opinion/el-amor-el-opio-de-las-mujeres
Aborto en El Salvador y República Dominicana: dos de las leyes más restrictivas del mundo
Compartimos un Informe que pueden bajar en PDF Aquí: https://drive.google.com/file/d/1QPx0bHMhK_xS4ZkoM15IyzdN-J0f-wCl/view?usp=sharing
Y pueden ver parcialmente en este carrete de fotos:
Primera obispa latina y luterana en los Estados Unidos
Leila Ortiz. Foto: LWF/Albin Hillert
(LWI) – La primera mujer y la primera persona de color en liderar el Sínodo Metropolitano de Washington DC de la Iglesia Evangélica Luterana en Estados Unidos (ELCA). La primera obispa latina elegida para servir en la iglesia local de Estados Unidos. La obispa Leila Ortiz ha estado rompiendo muchos techos de vidrios desde su ordenación como pastora en 2014.
Dos años después, se unió al personal del Sínodo de DC y en 2019 fue elegida e instalada como obispa, una de las líderes más jóvenes de la ELCA. Fue un viaje inusual e inesperado para Ortiz, quien menos de dos décadas antes había sido una estudiante con dificultades en la universidad en Puerto Rico, donde era una miembro comprometida de la iglesia pentecostal.
En la Asamblea de la Federación Luterana Mundial (FLM) en Cracovia el año pasado, Ortiz fue elegida para servir como miembro del Consejo, un puesto que dice ofrece “una perspectiva más amplia sobre las crisis” que afectan a las iglesias en los EE. UU. En la primera reunión del Consejo en Ginebra en junio, Ortiz se sentó a hablar sobre su camino de fe y su convicción de que, al igual que la reina judía Ester, ha sido llamada a servir “para un tiempo como este”.
Usted creció en una iglesia pentecostal, ¿no es así? Y se describe a sí mismo como un “luteranocostal”?
Sí, cuando era niña en Puerto Rico, y luego en Nueva York, mi tío era pastor de la iglesia pentecostal a la que íbamos a adorar todos los días. Siempre había un llamado al altar para que la gente hiciera un compromiso público con Jesús y hay fotos mías de niña, sosteniendo con fuerza la mano de mi tío sobre mi cabeza mientras me bendecía.
Yo era hija única y no tenía amigos imaginarios, pero en cambio tenía a Jesús con quien podía hablar y que siempre estaba disponible para mí. Esa formación en la iglesia fue donde conocí a Dios y me presentaron al Espíritu Santo, donde me enamoré de la idea del discipulado y de seguir el camino de Jesús.
¿Cómo se produjo el traslado a la iglesia luterana?
Yo era una estudiante de honores estudiando psicología en Puerto Rico, pero luego mi madre enfermó y mis prioridades cambiaron. El hospital y la iglesia eran mi vida y me atrasé mucho en mis estudios.
Finalmente, se lo conté a mi madre y ella llamó por teléfono a su hermana, que vivía en el Bronx. Dos semanas después, en julio de 2000, ya estaba en un avión rumbo a Nueva York, y mis padres me siguieron en noviembre de ese año. Como me mudé a vivir con mi tía y ella estaba casada con un pastor luterano, se esperaba que asistiera al culto con ellos.
¿Qué tan fácil fue hacer ese cambio?
Al principio me sentí muy ofendido por la iglesia luterana. Pensé que las imágenes eran heréticas y no podía entender por qué la pila bautismal era tan pequeña, ya que me habían bautizado en una gran piscina. Pero lo que más me ofendió a mis 21 años fue que el órgano era algo ajeno a mi experiencia de adoración. Anhelaba los tambores y las guitarras.
Pero en ese lugar, me encontré de nuevo con el evangelio y comencé a trabajar con niños en la iglesia. Comenzaron a aparecer muchas familias nuevas y mi tío sugirió que yo tenía un llamado al ministerio, así que me inscribí en el seminario. Un día en clase, mi profesor estaba hablando sobre la justificación y dijo: “Cuando entiendas que Dios eligió que fueras salvo y no que tú elegiste tu propia salvación, entonces entenderás la asombrosa gracia de Dios”.
Siempre había estado buscando la gracia, pero él habló de cómo Dios viene a nosotros. Fue como un momento de conversión para mí, como una bocanada de aire fresco. Miré a mi alrededor y vi a todos los demás estudiantes que simplemente tomaban notas, pero nunca antes había escuchado una palabra tan liberadora. Me di cuenta de que esa es la palabra que estoy llamado a predicar, enseñar y compartir con otros que tienen sed de la gracia de Dios.
¿Podrías explicarnos qué quieres decir cuando afirmas que eres un “luteranocostal” en tu ministerio hoy?
Para mí, significa unir dos experiencias religiosas aparentemente opuestas: la formación pentecostal y la teología luterana. Me inclino por lo mejor de ambos mundos: mi formación espiritual como pentecostal, que invita al mover del Espíritu Santo en la vida diaria, y la teología luterana, que articula una palabra de gracia, amor y responsabilidad en materia de justicia.
También me interesa mucho la forma en que las mujeres latinas tienen un impacto particular en la eclesiología luterana, cómo siguen la invitación de Lutero de extraer el espíritu de la letra y comprometerse con la palabra de Dios diariamente, no sólo un domingo por la mañana.
Usted es la primera mujer y la primera persona de color en ocupar el cargo de obispo en el Sínodo Metropolitano de Washington DC, ¿no es así?
Sí, y soy la primera latina en ser elegida miembro de la ELCA en los Estados Unidos. A veces eso tiene un costo porque la ELCA es una denominación mayoritariamente blanca. No tenía idea de que el solo hecho de mostrarme en mi piel pudiera ser tan exigente para mi espíritu y mi corazón.
Ha habido momentos desgarradores y también muchas veces en las que he estado agradecida por las oportunidades que me han dado. Al igual que Ester, creo que, de todas las estaciones y de todos los momentos de la historia, nacimos en este momento, y por eso es mejor que nos presentemos y sirvamos, con la ayuda de Dios y en el nombre de Jesús.
¿Qué prioridades se ha fijado usted como obispa?
Fui nombrado en septiembre de 2019, justo antes de la pandemia de COVID. Ha sido un tiempo muy difícil, pero también un tiempo sagrado, porque es en tiempos de cambio y crisis que el Espíritu puede activar la novedad y la posibilidad.
Mi prioridad es caminar con el liderazgo y las congregaciones y darles permiso para ser imperfectos/as y amables consigo mismos. En los Estados Unidos tenemos el don de extender la gracia, pero no tanto para recibirla. Tendemos a ser perfeccionistas, de alto rendimiento y relacionamos el rendimiento con nuestro valor. Pero la teología luterana nos da permiso para mostrarnos como somos, rotos, desordenados, fracturados, sanando y sin tener que fingir. Ruego que busquemos la fidelidad, no la perfección.
Quiero recordarles a nuestros/as líderes que somos humanos, que está bien lamentar porque todos hemos perdido algo o a alguien, personas, recursos, membresías, control. Quiero brindarles recursos, alentarlos a asociarse con otros para que no tengamos que reinventar la rueda. Sobre todo, quiero invitar a las personas a una relación con Jesús que se convierta en una relación con los demás, por lo que mi prioridad es crear espacio para esas relaciones.
¿Qué significa para usted y su iglesia ser parte de la comunión global de iglesias?
Para mí es una oportunidad de aprender, de experimentar otras iglesias y de tener una perspectiva más amplia de nuestras propias crisis y realidades. Para la ELCA es esencial ser parte de esta comunión más amplia. Cuando todo lo que vemos son nuestras propias circunstancias personales o sistémicas, llegamos a creer que somos el centro de todo, pero este espacio nos recuerda que somos parte de una comunión con el evangelio de Jesús en el centro.
Estoy muy agradecida por esta oportunidad de servir en el Consejo de la FLM, por la visión y la insistencia en ser iglesia juntos, a pesar de todo y debido a todo.
Fuente: Lutheran World Federation
Traducción: Con Efe Comunicaciones
Apoye nuestro trabajo:
Si estás en Argentina, invitanos un café en cafecito (Utiliza Mercado Pago) Cada cafecito son $ 100
https://cafecito.app/conefecomunica
Si estás fuera de Argentina, puedes colaborar desde 1 dólar a través de PayPal (sin costos para ti)
https://paypal.me/claudiaflorentin1?country.x=AR&locale.x=es_XC
El Consejo Mundial de Iglesias y la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana lanzaron un recurso para abordar la violencia de género facilitada por la tecnología
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés) lanzaron un recurso para hacer frente a la violencia de género facilitada por la tecnología. «Tomar medidas contra la violencia de género facilitada por la tecnología», un nuevo conjunto de herramientas para capacitadores y defensores, ofrece formas prácticas de crear conciencia y avanzar hacia la superación de la violencia de género facilitada por la tecnología, dijo la Rev. Nicole Ashwood, ejecutiva del programa del CMI para una Comunidad Justa de Mujeres y Hombres, en un evento en línea el 12 de septiembre para dar a conocer el recurso.
«Todos estamos en peligro. La violencia de género facilitada por la tecnología no respeta raza, clase o nacionalidad, y tiene consecuencias», observó.
La violencia de género contra mujeres y niñas facilitada por la tecnología es la «forma más generalizada de violación de los derechos humanos en Internet», afirmó Sarah Macharia, responsable del programa de Género y Comunicación de la WACC.
Señaló que este tipo de violencia en línea tiene amplias repercusiones políticas, sociales, psicológicas y económicas, incluido el repliegue y el silenciamiento de las mujeres.
También se refirió al Pacto Mundial Digital que se está desarrollando para la próxima Cumbre del Futuro de la ONU, cuyo objetivo es fomentar un espacio digital inclusivo y abierto que proteja los derechos humanos.
«Los compromisos y aspiraciones sobre participación digital, inclusión digital, sobre el cierre de la brecha digital: están muertos en el agua cuando la violación de los derechos de las mujeres y las niñas sigue siendo una característica definitoria de las herramientas tecnológicas y los espacios tecnológicos».
Lo que se necesita, subrayó, son «datos consistentes, buenos datos» para impulsar el cambio político y crear «planes de acción basados en pruebas». El nuevo conjunto de herramientas, basado en la metodología del Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP) de la WACC, en uso desde hace más de 25 años, permite recopilar buenos datos en la esfera de los medios sociales.
Monitoreo de la misoginia
Joan Sanyu Nankya, de la Asociación de Mujeres de los Medios de Uganda, presentó a los participantes cómo funciona la recopilación de datos fiables y cómo el monitoreo de los medios sociales puede contribuir a la alfabetización digital desde una perspectiva de género.
Este socio de la WACC llevó a cabo recientemente un proyecto para promover la cobertura responsable de mujeres y niñas en los medios de comunicación de Uganda en la plataforma social X, antes Twitter.
La asociación supervisó las cuentas X de 40 mujeres periodistas, políticas y activistas de la sociedad civil, así como las de las empresas de medios de comunicación, en busca de comentarios misóginos y publicaciones sobre las mujeres. Los resultados fueron aleccionadores, según Nankya.
Los tuits contenían estereotipos sexistas, cosificación, vergüenza corporal, acoso, amenazas de violencia y comentarios que pretendían dominar, desacreditar y menospreciar a las mujeres. Las mujeres profesionales de los medios de comunicación fueron las más atacadas.
Conviértete en un observador de las redes sociales
Según Sara Speicher, Secretaria General Adjunta de la WACC, el objetivo de la guía es cambiar actitudes y prácticas.
Los usuarios de las herramientas toman conciencia de la realidad de la violencia de género facilitada por la tecnología y son formados en la acción práctica de monitorizar los medios sociales, reunir pruebas, trabajar en red e implicar a otros en la defensa a nivel local y global.
Speicher señaló que el nuevo recurso sobre justicia de género retoma el marco de un taller celebrado en diciembre de 2023 que equipó a una primera cohorte de formadores, diez jóvenes líderes eclesiásticos que están introduciendo la monitorización de los medios sociales en sus propias comunidades.
«Tomar medidas contra la violencia de género facilitada por la tecnología» forma parte de una iniciativa conjunta de la WACC y el CMI para crear un observatorio mundial de los medios sociales centrado en el género, y todos son bienvenidos a participar, dijo Speicher.
«Descarga el kit de herramientas. Reúne a un grupo», instó e invitó a inscribirse en una sesión de formación virtual que la WACC celebrará el 2 de octubre para dar a los lectores de la caja de herramientas una mayor confianza en el uso de la metodología de seguimiento de los medios sociales presentada en el recurso.
El kit de herramientas puede bajarse en español s aquí:
https://waccglobal.org/wp-content/uploads/2024/09/Taking-Action-Against-TFGBV-Toolkit_ES.pdf
Día de Oración por la Mujer Latinoamericana: Pueden bajarse los materiales litúrgicos
El Día de Oración por la Mujer Latinoamericana se celebra cada segundo viernes de septiembre. En esta fecha, las iglesias de la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina (AIPRAL), junto con sus grupos de mujeres, ligas femeninas y pastorales feminiles, se unen para expresar sus clamores, ruegos, acciones de gracias, alabanzas y cantos.
Con este fin, cada año se convoca a una iglesia miembro (o varias presentes en un mismo país o región) para reflexionar y proyectar una propuesta litúrgica con el fin de reconocer el rol de las mujeres en las comunidades de fe y en la edificación de la Iglesia.
El programa del DOMLA 2024 fue preparado por un grupo de hermanas de Argentina integrado en representación de las Iglesias Reformadas en Argentina – IRAs por: Tamara Mesa, de la Iglesia Reformada de Sarmiento, Chubut, liturgista y miembro de la Mesa de las IRAs. Leticia Martinez, Anciana de la Iglesia Reformada Mar del Plata, liturgista y predicadora. Soledad González, anciana de la Iglesia Reformada de Comodoro Rivadavia, Chubut, liturgista. En representación de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, IERP por: Luana Graziano, de la Congregación Evangélica Alemana de Rosario, Santa Fe, integrante del grupo de jóvenes universitarios. Cristina La Motte, pastora de la congregación de Temperley, Buenos Aires y Coordinadora del Centro Protestante El Sembrador. Y en representación de la Iglesia Evangélica Valdense de Río de la Plata, IEVRP por: Silvina Genre Bert, de la Iglesia Valdense de Colonia Belgrano, Santa Fe, maestra de escuela bíblica y animadora de grupos de mujeres. María Rosa Vigna, de la Iglesia Valdense de Bahía Blanca, Buenos Aires, animadora de grupos de mujeres.
Aquí pueden bajar el recurso: encontrarán links para acceder a insumos que fueron preparados por mujeres de varias comunidades argentinas:
https://aipral.net/wp-content/uploads/2024/08/DOMLA-2024-Programa.pdf
El Cancionero preparado para ese día se puede bajar aqui:
https://aipral.net/wp-content/uploads/2024/08/DOMLA-2024-Cancionero.pdf
“Sussurros da Terra” – Uma Publicação sobre Ecojustiça e Compromisso Ecumênico
O Curso Latino-Americano de Ecumenismo e Diálogo Inter-Religioso de 2024 foi uma jornada profunda de trocas e aprendizados no tema: Ecojustiça: Compromisso ecumênico no enfrentamento da desigualdade social e da emergência climática.
Durante as duas semanas, cada dia foi marcado por uma colheita coletiva de sentimentos e experiências, capturadas através de post-its, desenhos, fotos, emoções e frases marcantes. Esses momentos se tornaram uma memória viva, uma espécie de diário coletivo que guiou ao longo das vivências.
Com foco nos eixos centrais de Eco-Espiritualidade, Ecumenismo, Racismo Ambiental e Bem-Viver, houve um aprofundamento e amadurecimento da compreensão desses temas. O objetivo era claro: sair do curso com uma bagagem rica em ações e boas práticas para serem aplicadas nos territórios e comunidades.
A partir desse resgate coletivo, foi construída uma carta-compromisso e um livro de orações, poesias, artes e reflexões sobre ecojustiça dxs cursistas do presencial e virtual de 2024. Foram 36 pessoas formadas na temática da justiça socioambiental dos seguintes países: Brasil, Cuba, Costa Rica, Equador, Bolívia, Uruguai, Argentina e Peru. Este material, intitulado Sussurros da Terra: Espiritualidade e Ecojustiça em Oração, foi criado para apoiar movimentos e comunidades de fé a integrarem essas importantes temáticas em suas organizações e práticas cotidianas. Afinal, como é possível pensar em justiça social sem considerar a justiça climática?
Convidamos todes a mergulharem nessa leitura e a se inspirarem com as palavras e imagens que ecoam as vozes da Terra e dos que lutam por um futuro mais justo e sustentável.
Você pode acessar o material e baixá-lo clicando aqui: Sussurros da Terra: Espiritualidade e Ecojustiça em Oração
Serena Noceti: “El problema no es la participación, sino el liderazgo de las mujeres en la Iglesia”
A escasos días del Congreso de teología sinodal, convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), en Bogotá del 9 al 11 de agosto, ADN Celam conversó con la teóloga italiana Serena Noceti, quien nos habló sobre uno de los temas que se abordarán en este importante acontecimiento eclesial, la participación de la mujer en la Iglesia y la posibilidad de la ordenación diaconal para mujeres.
Serena Noceti es doctora en Teología Dogmática, profesora titular en el Instituto de Ciencias Religiosas de la Toscana en Florencia, de la Facultad Teológica de la Italia Central, miembro fundador de la Asociación de Mujeres Teólogas Italianas y vicepresidente de la Asociación Teológica Italiana.
La especialista inició su diálogo recordando que la única diferencia que marca a una mujer de un hombre es el género, es decir, una diferencia sexual, pero esta, advirtió, no debe ser una razón para una jerarquización o una marginalización o exclusión de las mujeres.
Ordenación diaconal para mujeres
Mencionó que el documento preparatorio del Sínodo en ninguna parte abordaba puntualmente el tema de la mujer en la Iglesia, sin embargo, se desarrolló porque la mayoría de los agentes pastorales que respondieron a preguntas del Sínodo, indicaban que eran mujeres laicas y religiosas.
A esto se sumó que, una de las propuestas enviadas por las Conferencias Episcopales a la secretaría del Sínodo en Roma, tuvo que ver con la petición de ordenación diaconal para las mujeres, tema que asegura ya había sido debatido en el Sínodo para la Amazonía, celebrado en el 2019.
“Yo creo que está en mi opinión personal, la tradición antigua, los rituales de ordenaciones y también en la perspectiva en el horizonte de la teología del diaconado del Concilio Vaticano II, nos podemos pensar a una ordenación ministerial diaconal de las mujeres en la iglesia”, puntualizó.
Liderazgo de las mujeres
Subrayó que la cuestión no es la participación de la mujer en la Iglesia, porque de hecho ella está presente en el quehacer de la liturgia, la catequesis, la predicación, entre otras acciones que son ministerio. Mencionó además que, el Papa Francisco en el 2021 abrió las puertas para que las mujeres fueran lectoras, acólitas y catequistas instituidas para la vida de la comunidad.
Al respecto, dijo, “es un cambio importante porque estos ministerios institutos son ministerio de laicas, pero para toda la vida, es decir, servir a la comunidad en su enraizamiento, en la vida de fe y también como coordinadoras de comunidades sin presbiterio”.
A continuación, indicó que esa experiencia en América Latina y también en muchos lugares del mundo de Europa, África y Asia, ahora es muy difundida, donde mujeres laicas y religiosas son animadoras de estas comunidades, pero aclaró que el problema no es la participación y el ser agentes pastorales, la cuestión es el liderazgo de las mujeres.
Es decir, “tenemos mayoría de mujeres que son agentes pastorales en el mundo, pero son pocas las mujeres que tienen papeles, roles de coordinación, dirección, elaboración de los planos pastorales”.
Subrayó que, se habla de “techo de cristal”, es decir, algo que va a bloquear la posibilidad para las mujeres de permanecer o estar en lugares de corresponsabilidad para el “nosotros eclesial”. Denotó que, el liderazgo de las mujeres, es un tema fuerte e importante para el futuro de la Iglesia y está conectado también con el ministerio ordenado o el ministerio de las diaconas.
“Espero que se tome una decisión para la ordenación diaconal ministerial y para definir unos procedimientos que permitan a las mujeres superar el techo de cristal que impide un verdadero liderazgo femenino y que se supere el actual régimen de concesión de poderes”.
La mujer es reconocida en la Iglesia
Al interrogarse sobre cuál es la deuda que la Iglesia tiene con las mujeres, afirmó que el Concilio Vaticano II a penas tiene 16 documentos y 12 pequeñas frases sobre las mujeres, sin embargo, dijo que este documento abrió una puerta para entender la eclesiología del pueblo de Dios, bautizados y bautizadas, hombres y mujeres. “A partir de allí, las mujeres empezaron a ser reconocidas así mismas como sujetos en la Iglesia, a profundizar la perspectiva bíblica de su papel, que va a reconocer una subjetualidad de las mujeres insustituible para la vida de la Iglesia”.
Reconoció como después del Vaticano II las mujeres empezaron a estudiar teología, Biblia en las universidades Pontificias, algo que asegura antes le era prohibido hacer. “Y creo que esto vino a cambiar el rostro de toda la Iglesia. La diaconía de las mujeres, es reconocerse a sí misma como parte esencial de la vida constitutiva de la vida del pueblo de Dios y tener palabra pública, competente, con autoridad, como mujeres en la Iglesia, esto va a cambiar todo”.
Mecanismos de bloqueo
A toda esta realidad, que si bien reconoce ha ido cambiando frente al papel de la mujer, advirtió que aún se sigue viendo resistencias marcadas por la cultura patriarcal, con una visión estereotipada de las mujeres y de los hombres, donde se marca lo específico de cada uno, algo que señaló no puede ser visto desde una perspectiva bíblica.
Esto, indicó, llegó sobre los siglos IV o V con San Agustín y Santo Tomás de Aquino, quienes señalaban que las mujeres eran sujetos que no podían tener autoridad, ni desarrollar papeles de autoridad en la Iglesia o en la sociedad. Mencionó que con san Juan XXIII, la presencia de la mujer tomó otro rumbo, pues empezó a tener una participación más activa en la vida pública, política, económica y cultural.
La docente dijo que, si bien muchas cosas han cambiado, aún cuesta aceptar esta igualdad, en dignidad de hombres y mujeres. Ministros ordenados y laicos permanecen en la perspectiva patriarcal y androcéntrica, esperando solo que “las mujeres sean acogedoras, sencillas, siempre en un espíritu de abnegación y que no va a tener papeles de liderazgo o roles de autoridad”.
El Sínodo abre una puerta para la mujer
Frente a esta realidad, se siente esperanzadora de que las cosas van a ir cambiando o mejor que ya se ve una pequeña transformación y esto gracias al Sínodo de la sinodalidad. “Muchas cosas están cambiando, el sínodo va a decir esto, porque tenemos muchas mujeres que son parte de este grupo, de los que no son obispos, que pertenecen al Sínodo. Aquí las mujeres tienen derecho de voto, tiene derecho de palabra y yo creo que esto va a cambiar nuestra perspectiva. Pero debemos tener coraje para debatir sobre el tema difícil, más necesario, de la ordenación ministerial de las mujeres, porque este es un pasaje importante”.
Planteó además que, en todos los ámbitos de la Iglesia a la mujer se le debe asignar roles de autoridad, en espacios como las jurisdicciones eclesiásticas, oficinas diocesanas, pero para ello, advirtió la mujer debe prepararse y ser competitiva y ser escogida por sus capacidades como “el sujeto que va a co-edificar Iglesia con los hombres”.
Advirtió que no es una reivindicación del poder. “La cuestión es, somos una Iglesia de varones y mujeres, eso debe ser una experiencia cotidiana para nosotros y nosotras y debemos intentar desarrollar nuevas experiencias en esta perspectiva, en teología, oficinas pastorales, a nivel de la diócesis y a nivel nacional”, aludió. Hizo referencia igualmente al trabajo que ha adelantado el Papa Francisco, en la asignación de cargos a mujeres dentro de la Curia Romana y organismos e instituciones de la Santa Sede.
Deconstruir la pirámide jerárquica
Ahora, dijo la especialista, cuando se habla de una Iglesia sinodal, se habla de un deconstruir esa pirámide jerárquica que por muchos siglos fue la referencia para pensar las relaciones eclesiales, el clero y los laicos, todo de arriba abajo.
“Debemos deconstruir esta perspectiva, porque la Iglesia sinodal, es una Iglesia donde tenemos diferencias. Hay una diferencia entre mujeres y hombres, hay una diferencia entre ministros ordenados y laicos y laicas, hay una diferencia entre la vida religiosa y la vida de personas casadas, son diferentes carismas, diferentes ministerios, son diferentes formas de ser cristianos y cristianas, esto no es la jerarquía, esto es diferencia en unidad”, explicó
Concluyó señalando que todos tenemos diferencias entre el uno y el otro, pero se trata es de recordar que todos somos pueblo de Dios, fundamentados en el Bautismo y la iniciación cristiana y, que el Espíritu Santo es quien otorga los diferentes carismas, ministerios y esperanzas de vida, todo ello con el fin de que cada persona sea reconocida, evaluada y valorada como necesaria para edificar la Iglesia.