Capacitación Virtual “El procedimiento de violencia familiar: Aspectos prácticos”
El procedimiento de violencia familiar es diferente a los demás, por eso su conocimiento teórico y/o práctico permite obtener herramientas de actuación necesarias para la seguridad y protección de las personas en situación de violencia. Esta capacitación virtual es presentada por la Asociación Pablo Besson, de Argentina.
Programa:
Clase 1 – Marco normativo. Acceso a la justicia
Clase 2 – Denuncia. Competencia. Legitimación activa.
Clase 3 – Medidas cautelares. Aspectos generales y específicos.
Clase 4 – Seguimiento de las medidas. Vías recursivas.
🕒 Inicia el lunes 5 de julio a las 19hs.!
📄 Programa completo: bit.ly/3pvTEdi
📥 Inscripciones: bit.ly/3fYPSWD
💬 Info: capacitacionesbesson@gmail.com
Directora: Malena Manzato. Coordinación: Daniela Branchifortti, Carolina González, Ana Mansilla ,y Matías de Stéfano Barbero. Docentes :Dra. Sandra González, Dr. Juan Pablo Burgos, Dr. Daniel BañosSuffia, Dra. Rocío Maritato, Dra. Viviana De Souza Vieira, Dr. Matías González ,Dr. Diego Ortiz, y Dra. Anabel González.
DÍAS,DURACIÓN Y CARGA HORARIA:4 clases de 2 horas de duración cada una, los días lunes en 4 semanas consecutivas.
MODALIDAD: Virtual, a través de la plataforma Zoom
.DESTINATARIOS: Profesionales y operadores/as que trabajan en prevención, intervención o investigación en violencia, y público en general.
CUPO: 100 personas.
APORTE ECONÓMICO: Los 4 encuentros por un total de2500$ARG. Residentes fuera de Argentina:20U$D. Se entregarán certificados de participación
La Marabunta, una iniciativa con perspectiva de Género, de la Iglesia Evangélica Luterana Unida
En la localidad de Villa Lynch, provincia de Buenos Aires, Argentina, la Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU) comenzó un trabajo de promoción y acompañamiento a una comunidad terapéutica basada en una visión integral del consumo problemático de sustancias, con perspectiva de Género.
La IELU ha hecho un acuerdo con SEDRONAR (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico) para que funcione en dicho lugar una Casa Convivencial Comunitaria con albergue voluntario de mujeres y población LGBT+.
La construcción de la imagen de las mujeres en relación con los consumos está condicionada por los roles de género, de manera que participa de un imaginario colectivo que circula y toma forma, especialmente en las políticas públicas. Las mujeres a menudo se ven afectadas en mayor medida por la penalización social.
Esta estigmatización y miedo a la sanción social hace que muchas mujeres no admitan sus consumos, lo que explica su invisibilidad en las estadísticas y en los estudios. A su vez, esta invisibilización implica un aumento de la vulnerabilidad, lo que cierra un círculo vicioso.
De este modo, si tomamos los datos obtenidos a partir de las estadísticas nacionales, podemos observar que las mujeres tienen una participación específica en lo que respecta a las líneas de atención nacionales: del total de consultas que se detectaron, sólo un 5% corresponde a mujeres en su condición de “usuarias”, mientras que el 95% corresponde a su intervención como “consultantes indirectas”, es decir, un llamado para consulta de un familiar, cónyuge, amigo, etc.
Es interés y vocación del Servicio Evangélico de Diaconía (SEDi), a través del Programa de Justicia de Género, impulsar acciones transformadoras e intencionadas para mejorar la calidad de vida de mujeres en vulnerabilidad social y emocional. Una diaconía al servicio de agrupaciones e instituciones que, como La Marabunta, buscan acompañar el proceso y dar abrigo a personas que necesitan apoyo y sostén en esa etapa de sus vidas.
Dar abrigo y refugio a las personas más vulnerables es el Espíritu que guía la diaconía de las iglesias, esto se refleja en acciones concretas, que son la respuesta al llamado y servicio diacónico.
Este es y será un espacio de construcción conjunta, valorando todos los saberes e historias de vida, aprendiendo a transitar caminos y articulación entre la iglesia, SEDi y la Casa Convivencial Comunitaria “La Marabunta”.
En Palabras de su Coordinadora Manuela Orellana:
La Casa Convivencial Comunitaria “La Marabunta”, es un espacio que acompaña situaciones de consumo problemático, en mujeres cisgénero, lesbianas, travestis y trans.
Contamos ya con un camino transitado desde la prevención, a través de la Casa de Abordaje y Acompañamiento Comunitario Kuña Guapa, ubicado en Costa Esperanza, San Martín, provincia de Buenos Aires, que recibe no solo la demanda en el barrio donde se encuentra, sino de todo el territorio de San Martín. La Marabunta surge como un intento de dar respuesta a compañerxs que se acercaron, atravesando una situación de consumo problemático que requieren de un abordaje más integral, que venían de un recorrido previo por otras instituciones estatales y/o privadas, que habían sido frustrantes, por dos motivos: el principal, es la poca oferta de lugares que aborden a esta población específica. Existen gran cantidad de espacios, en todo el país, que trabaja solo con varones cis. Entonces cuando nuestras compañerxs, buscan un espacio donde alojarse un tiempo, son solo para varones, o se encuentran a muchos kilómetros de distancia, y esto dificulta sostener los vínculos personales, siendo tan importantes en este proceso.
Y, en segundo lugar, en la mayoría de los dispositivos existentes se hace énfasis en el consumo y no en la integralidad del proyecto de vida de la persona.
Desde nuestra casa, consideramos que la situación de consumo es circunstancial en la vida de una persona, que es necesario hacer foco en lo integral: educación, trabajo, ocio, salud. Y para pensar desde la integralidad, es necesario el aporte de toda la comunidad, por eso estamos articulando con espacios de salud, educativos, de formación profesional, sociedades de fomento. Queremos que nuestro espacio dialogue constantemente con la comunidad.
El equipo está conformado por operadoras, psicólogas, talleristas, trabajadora social, psicóloga social, equipo territorial. Dentro de la casa, suceden talleres recreativos y de oficios. En los recreativos, estamos construyendo nuestra huerta y práctica de yoga. Y en oficios, taller de herramientas tecnológicas, de electricidad y medios digitales. La propuesta es que dos veces por semana, funcione un espacio grupal donde ponemos en común, algunas inquietudes o compartimos experiencias de la semana.
En este momento principalmente necesitamos donaciones de colchones de una plaza, frazadas y/o estufas eléctricas! También nos hace falta recibir elementos de cocina, elementos de higiene personal, muebles, sábanas, entre otras cosas, para seguir ampliando nuestra casa!!
Escribinos al 1550603914 o al 1539471129, y pasamos a retirar las donaciones por tu casa!
¡Desde ya les agradecemos y esperamos contar con la difusión de este mensaje!
La trayectoria de las mujeres que se enfrentan al fundamentalismo religioso en Pakistán
Sara Hylton/National Geographic
Capire entrevistó a Bushra Khaliq, de la Marcha Mundial de las Mujeres, sobre la lucha de las mujeres de Asia Meridional por derechos y libertad.
En Pakistán, la cultura y la vida cotidiana están dominadas por la religión. Desde 1977 se produjo la islamización que condujo a la formación de la República Islámica de Pakistán. La Constitución y las leyes fueron ajustadas al Corán y a la sharia[1]. De este modo, la religión va mucho más allá de una cuestión personal o política: es la ideología del Estado y sus instituciones, son leyes que imponen una serie de barreras a la vida y autonomía de las mujeres y minorías religiosas. La criminalización y penalización institucionalizada por cargos de “blasfemia”[2] forma parte del control del Estado sobre la vida de las mujeres y representa un reto a la organización feminista y popular.
Para comprender mejor el impacto del fundamentalismo religioso en la vida de las mujeres de Pakistán, Capire entrevistó a Bushra Khaliq, directora ejecutiva de Mujeres en Lucha por el Empoderamiento (Women in Struggle for Empowerment – WISE) y representante de Asia en el Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres. Lee la entrevista a continuación:
Son muchos los retos a los que se enfrentan las mujeres pakistaníes. La violencia tiene profundas raíces en la sociedad, y los movimientos feministas aún tienen un largo camino por delante. En los últimos años, los movimientos religiosos fundamentalistas están ganando terreno. ¿Podrías contextualizar la situación política y religiosa en Pakistán y cómo la llamada tercera ola de fundamentalismo religioso ha afectado a la vida de las mujeres?
La religión se ha vuelto más influyente en nuestra vida cotidiana. Es un tema cotidiano. Los derechos de las mujeres, incluyendo la movilidad, la decisión sobre el matrimonio, su propia apariencia, la sexualidad, están todos controlados por el sistema patriarcal, articulado con la religiosidad. En Pakistán, la edad mínima para casarse es de 16 años para las chicas y 18 para los chicos. No podemos reclamar nuestros documentos nacionales de identidad ni firmar contratos hasta los 18 años, pero podemos casarnos a los 16. Esa noción proviene, en gran medida, de la religión, que dice que una vez que una niña llega a la pubertad, está apta para casarse, lo que da lugar a muchos matrimonios forzados.
En todo Pakistán, las mujeres exigen que se eleve la edad mínima para el matrimonio de las niñas a los 18 años, pero la ley es muy estricta y ha sido redactada según la sharia y esa mentalidad religiosa. Los parlamentarios y otros intelectuales religiosos siempre se unen para oponerse a esa demanda. Muchas niñas se ven obligadas a casarse a los 16 años y enfrentan las consecuencias de esa unión y la violencia. En segundo lugar, hay una institución llamada Consejo de Ideología Islámica, una estructura y un comité dirigidos principalmente por hombres. Deciden las leyes, y cada vez que presentamos quejas sobre lo que sufren las mujeres y las niñas, el consejo se muestra muy resistente y rechaza nuestras demandas. Dicen que nuestras demandas son “no islámicas” y que estamos influenciadas por las agendas occidentales.
Cerca del 3% de la población de Pakistán pertenece a minorías religiosas (el 97% de la población es musulmana). La Constitución establece que todas las personas son iguales y tienen garantizados los mismos derechos, pero la práctica, en cambio, va en sentido contrario. Presenciamos incidentes de mujeres de esas minorías, entre ellas cristianas e hindúes, que a menudo son obligadas a convertirse al Islam. Las personas de esas minorías están desamparadas, porque si buscan ayuda en la policía, no se les hará justicia.
En realidad, en Pakistán, cualquier pensamiento o discusión progresista sobre la emancipación de la mujer puede convertirse en una amenaza contra la seguridad de aquellos que plantean el tema.
¿Cómo se relaciona esta situación política y religiosa con las políticas económicas?
En cuanto a la relación de esta mentalidad con la construcción de la autonomía económica de las mujeres en nuestro país, vemos que estamos en la posición más baja. Nuestra participación en la población activa sólo alcanza el 23%. Esto se debe a que el concepto que asumen los hombres es lo siguiente: que la mujer debe ocuparse de la casa y de los hijos. No se considera que salir sea bueno para ellas. El cuerpo, las elecciones, el concepto de desarrollo de las mujeres está dirigido y controlado por los hombres de la familia. El patriarcado regula nuestras vidas. Nuestro movimiento y movilidad están restringidos y la mayoría de las veces no estamos seguras cuando salimos de casa. Cuando una mujer sale, puede ser acosada, humillada, violada, irrespetada.
Además, la situación económica y social de las mujeres se ve afectada por esa mentalidad. Aquí tenemos las leyes de la herencia. Entre hermanos, el hijo recibirá una herencia dos veces mayor que las hijas. La parcela que recibimos de los ahorros de nuestros padres se reparte en base a la discriminación. Este tipo de recurso podría ayudar a las mujeres a mejorar su condición económica. Pero acá la mayoría de los hermanos y padres establece formas de privar a sus hijas de la herencia.
Vemos que solo un pequeño número de mujeres trabaja y participa en la vida pública. Hay buenos ejemplos de más mujeres que se convierten en empresarias, que buscan nuevas profesiones, pero todavía vemos que la mayoría se ve obligada a quedarse en casa haciendo trabajos de cuidados no remunerados. Este es el ciclo de comprensión y prácticas que nos hace más vulnerables y menos activas económicamente.
Las mujeres participan en el sector agrícola, en la pesca e industria como obreras, pero el capitalismo, la mentalidad patriarcal y sobre todo la mentalidad religiosa son los tres obstáculos estructurales y sistémicos para la autonomía económica de las mujeres.
¿Cómo es la situación en otros países de Asia del Sur? ¿Esos son elementos comunes?
India, Pakistán, Bangladesh y Afganistán están en Asia del Sur. La mayoría de los problemas son comunes a todos los países de la región. En la India hay raíces patriarcales que afectan la vida cotidiana de las mujeres, sin embargo, por otro lado, se separan el Estado y la religión. Vemos que hay una intensa movilización social. Las mujeres salen a las calles en estas estupendas movilizaciones sociales, rompiendo barreras y el silencio. Las mujeres y los hombres agricultores enfrentan las leyes favorables al agronegocio. Al principio, millones de agricultores salieron a las calles para protestar, pero más tarde miles y miles de agricultoras también salieron a las calles, protestando y creando una nueva historia de resistencia. Pese a todas las dificultades, hay mujeres estupendas y valientes que también luchan contra la mentalidad religiosa y patriarcal.
En Afganistán, las mujeres llevan 40 años sufriendo la injerencia hegemónica de Estados Unidos en nombre del desarrollo, la yihad[3] y la guerra contra el terrorismo. Los derechos de las mujeres no son una prioridad. Se cometen muchos delitos y actos de violencia contra las mujeres afganas, no sólo en el hogar, sino en el parlamento, en la calle. El terrorismo y el extremismo son uno de los problemas, pero el modo como se destruye la vida de las mujeres es también un gran problema y un desafío.
Del mismo modo, en Bangladesh, la religión tiene un gran impacto en la vida de las personas. En la última década, vemos un avance en el país. Proponen leyes progresistas y se integran a las mujeres en las actividades económicas. Muchas mujeres comienzan hoy a participar en la vida pública, aunque sean oprimidas en la vida privada. Sin embargo, la pobreza y otros problemas sociales siguen existiendo.
Si tienes una opinión divergente sobre esos temas, eres más vulnerable en esos sitios. Por supuesto, acá enfrentamos una multiplicidad de estratos de la agenda patriarcal, religiosa y capitalista, pero junto a eso vemos que los movimientos feministas y populares son liderados de una forma magnífica en todos esos países. Nos da fuerza y esperanza de una vida digna, derechos básicos, poder de decisión sobre nuestra propia sexualidad, nuestros cuerpos y nuestras elecciones.
¿Cuáles son las estrategias de las mujeres para defenderse de este fundamentalismo religioso?
Tengo que hablarles de la reciente ola feminista en Pakistán, que es más inclusiva en lo que se refiere a las propias mujeres. Los temas que destacamos nunca han sido debatidos en la esfera pública. La primera ola de feminismo surgió hace unos 60 o 70 años, cuando las mujeres empezaron a luchar por la participación en la vida pública y comenzaron a implicarse en labores filantrópicas. Comenzó con mujeres de grandes familias adineradas que venían de un entorno político.
Desde la islamización [que comenzó bajo el régimen militar entre 1977 y 1986], las mujeres de Pakistán impusieron una enorme resistencia. Las personas progresistas manifestaron su resistencia y podemos decir que esa fue la segunda ola del feminismo acá. Desafiaron las leyes islámicas, que tenían un sesgo negativo contra los derechos de las mujeres y afectaban su vida económica, política y social. Por un lado, nos enfrentábamos a la dictadura militar y, por otro, a la mentalidad religiosa de los partidos políticos. El gran movimiento de resistencia liderado por las mujeres desafió las leyes, prácticas y conceptos negativos e institucionalizados.
La tercera ola consiste en una protesta contra la opresión social, la violación, el patriarcado, el capitalismo y la violencia contra las mujeres. Estudiantes, profesionales, personas trans y gente que trabaja en organizaciones no gubernamentales se unieron al movimiento y plantearon sus propios temas relacionados con las privaciones económicas a las que se enfrentaban. Se cuestionaba el sistema capitalista y los debates sobre la igualdad cobraban cada vez más fuerza. Fue en esa época que empezaron a surgir organizaciones sociales y las ONG, por lo que surgieron muchas voces procedentes de distintos rincones.
Hoy, desde hace cuatro o cinco años, las personas trans y no binarias, las mujeres con discapacidad, las mujeres con baja formación, trabajadoras rurales, obreras, mujeres comunes, intelectuales, están todas juntas en el liderazgo bajo la consigna “Aurat march”, una expresión urdu que significa “las mujeres marchan”. Las mujeres protestan y denuncian la cultura de la violación, la dominación masculina en los hogares, en las calles, en el trabajo. Denunciamos el acoso sexual y exigimos respeto y dignidad para todas las personas.
No podemos decir esas palabras en público, pero en la colectividad, las mujeres están juntas. Esta unidad es la mejor estrategia para denunciar esta violencia y combatir esas fuerzas.
Hemos avanzado a pesar de que todos los años, en el Día Internacional de Lucha de las Mujeres, los fanáticos religiosos y los extremistas arman un gran alboroto y atacan a las mujeres y las niñas. Este año, la ley contra la blasfemia estaba en votación y eso dio un propósito a las mujeres del país. Están en las calles, planteando temas difíciles que nunca antes habían sido discutidos en la esfera pública, como la violación, la violencia sexual, las cuestiones reproductivas y la religión forzada, y se les acusa en base a las leyes contra la blasfemia. Así es posible ver cómo se puede emplear el mal uso de la religión para silenciar las voces de las mujeres.
[1] La sharia es la ley islámica, basada en el Corán y los hadices, textos complementarios de esa fe. Se adopta en varios países de mayoría musulmana.
[2] Heredadas de los británicos e implantadas en la década de 1980, las leyes contra la blasfemia en Pakistán castigan a quienes insultan al Islam. Se sabe que hay abusos de esta legislación para castigar a quienes luchan por sus derechos y por la libertad de expresión, incluidos hombres, mujeres, escritores y escritoras, periodistas y minorías religiosas.
[3] Yihad es un término árabe que significa compromiso, lucha, esfuerzo. También es uno de los conceptos del Islam, que incluye los deberes religiosos para el mantenimiento y la difusión de la fe. El término suele ser utilizado por grupos extremistas para referirse a la defensa armada y al combate religioso contra los “infieles” o no musulmanes.
Entrevista realizada por Bianca Pessoa e Tica Moreno
Edición de Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Religiosas abusadas. El gran silencio
Crédito Foto: Atón
por Paola Cavallari para Riforma
El observatorio interreligioso sobre la violencia contra la mujer fue parte de las organizadoras del primer seminario dedicado al abuso de las religiosas en Italia.
¿Por qué diablos, en Italia, no se desprende la verdad de los abusos contra las religiosas, mejor llamarla “violencia”, perpetrados por hombres del clero?
En un intento por romper esta garra asfixiante, finalmente, el viernes 28 de mayo ha tenido lugar una primera etapa de un itinerario que pretende sacar y hacer visible este continente sumergido, inicuo y dolorosamente sumergido. El gran silencio, así se llama el ciclo de encuentros online sobre el tema del abuso de las religiosas en Italia, en el que se sentaron las bases de la primera cita para afrontar el tema prohibido con coraje.
Especificamos “en Italia”: si, de hecho, en algunas realidades de países extranjeros tales crímenes han aparecido parcialmente en la opinión pública, en Italia, en cambio, de hecho, se paga “un gran silencio”. Las voces de las víctimas fueron estranguladas, los crímenes negados, de una manera típica de los regímenes totalitarios. Silencios forzados por un poder aniquilador, extenso y omnipresente en los niveles más altos. Pero esos silencios hablan; y dicen de mandamientos judiciales, intimidación, chantaje, silencio, aislamiento de la víctima, culpa y segregación una vez que se ha atrevido a “levantar la cabeza”.
La iniciativa Gran Silencio fue concebida, promovida y organizada por una red de asociaciones (Mujeres por la Iglesia, Voces de Fe, Observatorio Adista e Interreligioso sobre la Violencia contra las Mujeres), la misma coalición (a veces incluida la Federación de Mujeres Evangélicas en Italia) que desde diciembre de 2020, con el debut del webinar “ Todos somos Anne Soupa ”, ha operado activamente, con un sesgo feminista, en el campo de la místico-política.
Las oradoras invitadas fueron Gianna Giovannangeli, ex monja, ahora operadora de centros de mujeres contra la violencia , testigo de una historia de abuso contra una de sus hermanas, así como una de las protagonistas del proceso procesal del caso; Federica Tourn, periodista; Ludovica Eugenio, directora de Adista, enmarcó hábilmente el tema y dirigió la reunión, presentada por Marzia Benazzi – grupo Anne Soupa del Observatorio interreligioso – y concluyó con las palabras de Paola Lazzarini – presidenta Donne per la Chiesa – y Zuzanna Flisowska – responsable en Italia de Voices of faith.
Marzia Benazzi presentó a las tres invitadas, subrayando que las asociaciones promotoras se comprometieron con determinación a una alianza compartida en nombre de abolir el acoso a las religiosas en Italia y socavar el sexismo en la Iglesia católica.
“Ha llegado el momento de iniciar una reflexión sistemática sobre este agujero negro – dijo Ludovica Eugenio, a pesar de haberlo conocido desde hace algún tiempo”. Luego de repasar las principales etapas de las denuncias de estos delitos (de las que usted, como Adista, ha brindado informes cuidadosos), continúa señalando que, salvo casos esporádicos, no ha habido una reflexión orgánica sobre disfunciones estructurales, sobre el humus que es la raíz del fenómeno. Necesitamos desenmascarar los crímenes en esa iglesia que ha opuesto una resistencia enérgica. Es necesario partir de la experiencia concreta y devolver la dignidad a quienes han vivido una relación enferma y criminal en el sentido de culpa.
Gianna Giovannangeli , ex monja de la congregación de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, introdujo en la reunión la textura preciosa del testimonio vivido. Aquí no podemos volver sobre las etapas de una historia compleja que duró diez años.
Tras el descubrimiento de los crímenes cometidos contra una de sus hermanas por un fraile, personaje reputado de hombre de gran carisma en el entorno, la primera respuesta de la congregación fue la elección (nada obvia) de creerla. La familia religiosa a nivel internacional se compacta en esta disposición a confiar en ella. Se decidió informar a las autoridades civiles. El juicio tuvo un proceso agotador y mortificante, sobre todo para la víctima: terminó con la absolución, a pesar de las pruebas evidentes, pero ese fraile fue suspendido a divinis , lo que, para las hermanas involucradas, fue en todo caso un resultado del que enorgullecerse. : “ Ya no ejerce su poder a través del sacerdocio “ .
Federica Tourn comenta que normalmente pasa otra cosa: la monja no es apoyada por su congregación, lamentablemente. El núcleo está en el poder: “Los funcionarios de lo sagrado” se acercan como consultores, como confesores; uno, mientras abusaba de una monja, decía “Yo soy la mano de Dios”. En la investigación que realizó sobre el tema, el trabajo fue mucho más agotador que el realizado en la ‘Ndrangheta (se refiere a la organización criminal de Italia, cuya zona de actuación predominante es Calabria). Para contrarrestar este silencio, es necesario forzar creando masa crítica, y sugiere que las asociaciones organizadoras, junto con los grupos religiosos y otros, evalúen la idea de actuar como una acción de clase.
Como organizadoras, quedamos impresionadas no solo por la gran cantidad de participantes (virtuales, por supuesto) sino también por la “ciudadanía activa” que surgió en el chat y los correos electrónicos y llamadas telefónicas posteriores recibidas; Algunos mensajes enfatizaron la extensión del fenómeno, que concierne no solo a las religiosas consagradas, sino a las laicas: necesitamos ampliar el círculo, ya que estamos ante una larga cadena de prácticas abusivas no reconocidas como tales por las autoridades civiles y religiosas, ni por los mismos abusados.
Traducción: Claudia Florentin para Con Efe
https://riforma.it/it/articolo/2021/06/03/religiose-abusate-il-grande-silenzio
Entrevista con Sarah González López: La Iglesia también es responsable en el problema de la violencia hacia las mujeres
Hablamos con Sarah González López, Co-Coordinadora de la Pastoral de Mujeres y Justicia de Género, del Concilio Latinoamericano de Iglesias en Puerto Rico.
Para el pasado domingo de Pentecostés, la Pastoral junto a La Mesa de Diálogo Martin Luther king Jr. (Mesa MLK) llevaron a cabo un acto ecuménico de denuncia y arrepentimiento como respuesta a la violencia que impera en la Isla.
“El objetivo es visibilizar el papel que juega la Iglesia en el problema de la violencia; en particular aquella que es consecuencia directa del patriarcado que ha desarrollado sociedades machistas. Somos conscientes de la responsabilidad que la Iglesia comparte con la sociedad.”
Aquí el video con la nota completa