La maldición de la tierra y las mujeres: reflexiones bíblicas ecofeministas para pensar el mundo pospandémico
Foto de Cese, Brasil
Odja Barros-
La epidemia del nuevo coronavirus COVID-19 nos obligó a reconocer la red de vida que nos conecta con toda la creación. Pero, también reveló el mismo DOLOR y maldición que afecta el cuerpo de la Tierra y las Mujeres. En palabras de Vilma Piedade, DORORIDADE se refiere al “dolor negro” que desafía la noción de SORORIDAD, que es la política feminista en respuesta a la ideología patriarcal que creó la idea de antagonismo y rivalidad entre las mujeres. La dororidad es la hermandad generada en el dolor que enfrentan las mujeres negras debido al sistema racista-patriarcal. El concepto de Dororidad, busca ofrecer nuevos términos y suposiciones para enfrentar la violencia heredada de la colonialidad antropocéntrica, patriarcal y racista que marca ausencias, produce silencio histórico para muchos dolores, injusticias y violencias sufridas. El racismo estructural y el machismo están conectados.
Durante años, nosotras, las mujeres en el movimiento feminista y en la organización de derechos de las mujeres, hemos estado alarmando sobre el impacto adverso causado por el sistema capitalista patriarcal. Ninguna parte de este mundo permanece inmune a su daño. Las teologías feministas han denunciado durante mucho tiempo los efectos dañinos de la teología patriarcal. La visión dualista andro-antropocéntrica que entiende al ser humano conjugado en lo masculino, como algo infinitamente superior y desconectado de la naturaleza es, además de estar equivocado, profundamente peligroso. Podríamos decir que es suicida, porque nos lleva a creer que podemos subsistir basados en el dominio y el desprecio por la atención, destruyendo el tejido social y vital que nos sostiene. La pandemia actual enfatiza descaradamente la urgencia de los cuestionamientos. desafiar y resistir el capitalismo global dominante y las teologías sexistas y racistas que nos han traído aquí. Si no detenemos los efectos destructivos de estas devastadoras “ideologías”, nuestra existencia y la existencia de la tierra serán inviables intencionalmente.
La narración bíblica de los orígenes de la creación del Génesis produjo muchas imágenes, símbolos, narraciones, diseños, poderes y maldiciones. El modelo explicativo del origen del mal y del pecado provisto por la narración bíblica de Génesis 3, generó la metáfora de la enemistad entre la tierra y la humanidad y arrojó una maldición sobre el cuerpo de la tierra y las mujeres: Dios le dijo al hombre: “Ya que has dado escuchó a su esposa y comió de los árboles de cuyo fruto le había prohibido comer, por su causa la tierra será maldecida. (Gé 3:17). Y le dijo a la mujer: “Aumentaré en gran medida el sufrimiento del embarazo. Entre dolores de parto, darás a luz a niños. La pasión te arrastrará hacia tu hombre, y él te gobernará”. (Génesis 3:16). ¡La maldición está en marcha! Condenadas son la tierra y las mujeres sometidas al gobierno dominante de los hombres que buscan someter y controlar sus cuerpos. Así, el gran DOLOR de la tierra y las mujeres se origina en la Biblia y sus lecturas fundamentalistas, racistas y patriarcales.
Es en este intento de pensar el mundo y la fe cristiana en el mundo pospandémico, que propongo reflexiones ecofeministas bíblicas que pueden proponer otros idiomas e imágenes de Dios que ayuden a romper con las imágenes, símbolos y narrativas alternativas los idiomas e imágenes colonizadas por la teología. capitalista-patriarcal. En este sentido, rescato aquí el lenguaje femenino para hablar del Espíritu de Dios o del espíritu creativo: “RUAH”.
Ruah es la palabra hebrea para Espíritu. En la cuenta de la creación, se encuentra en Gn.1: 2 “y la Ruah de Deus flotaba flotando en el agua …” Además, en Gn. 2: 7 “Entonces Dios hizo al hombre con el polvo de la tierra y sopló Ruah de vida en sus fosas nasales, y el ser humano se convirtió en un ser vivo”.
Es importante que la palabra Ruah en el idioma semítico sea femenino. Frente a todo lo que está muerto y estático, Ruah es un término que traduce movimiento. Lo que pone otras cosas en movimiento. Siempre se refiere a algo dinámico: viento, tormenta, respiración, respiración, respiración o fuerza creativa. Ruah es todo lo que supera lo que es inerte, muerto. Es por eso que Ruah en sí no es una palabra que se pueda definir o traducir fácilmente. Por eso apenas dice “en movimiento” lo que ella provoca. Quizás debido a esto, se dijo sobre ella: “Nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. (Juan 3: 8).
En la experiencia cristiana, se perdió mucho cuando la palabra Ruah se tradujo al término griego “pneuma”, y principalmente más tarde, cuando se tradujo al término masculino latino “Spiritus”. Es urgente recuperar la fuerza de la palabra y el símbolo Ruah, su carácter femenino de movimiento que genera vida. En este momento de pandemia cuando la vida respirable en el planeta se ve amenazada, debemos en un gran susurro y aliento, rezar el Salmo 104: “¡Envía tu Ruah y renueva la faz de la tierra!”
Según Achille Mbembe, la humanidad, atrapada en la injusticia y la desigualdad, antes de la pandemia, ya estaba amenazada de asfixia y gran asfixia. Y el mayor obstáculo para la vida respirable para todas las personas en el planeta no es un virus en particular, sino las elecciones que han condenado a la mayoría de la humanidad “a un paro respiratorio prematuro”. Todo lo que a largo plazo del capitalismo colonizador, patriarcal y racista ha forzado a las personas, comunidades y grupos humanos enteros a una vida pesada con una respiración difícil y sin aliento.
Para reconstruir una tierra habitable, con derecho a una vida respirable para todas las personas y la comunidad humana, es necesario luchar más que por el virus COVID-19. Es necesario enfrentar el virus de una religión cristiana que, desde una visión antropocéntrica y patriarcal, desarrolló una relación y una lógica de dominación y explotación de la tierra y los seres vivos, que durante siglos ha condenado la muerte por asfixia y asfixia a las poblaciones, comunidades y grupos humanos enteros.
Concluyo esta reflexión con la oración contenida en el Salmo 104: 29-30: “Cuando escondes tu rostro y te quedas sin aliento (Ruah), mueren y vuelven al polvo. Cuando soplas (Ruah), se crean y renuevan la faz de la tierra”. ¡Que el aliento de la divina Ruah venga y renueve la faz de la tierra!
La autora es Pastora de la Iglesia Bautista de Pinheiro (Maceió-AL), teóloga feminista. Doctora en Teología por la Escuela Superior de Teología (RS) y asesora del CEBI.
Artículo publicado originalmente en portugués Blog Campus do Sávio Almeida
Traducción al español de Claudia Florentin para Con efe
Soy negra
Pintura “Flight of the Scarabs” (2019), de Harmonia Rosales.
“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron”
Mateo 25:40
Por Izett Samá Hernández-
Soy Negra. Es una realidad desde que nací, pero no una identidad con la que siempre he convivido. Muchos años atrás, frases como “eres casi blanca”, “tú no pareces negra” o “tu pelo no es tan malo” fueron casi un halago que recibía como alivio de aceptación. Sonreí con sarcasmo cuando me dijeron que quería “adelantar la raza” por haberme enamorado de un joven blanco, antes de responder con total seguridad: “claro, por supuesto”. Nada me rozaba, nada me dañaba, cada frase despectiva, cada chiste, cada burla, no era conmigo, sino con alguien más, alguna persona negra que nunca era yo.
Mi encuentro con Dios, el inicio de mi camino de conversión, no hizo cambiar mucho este escenario. Dentro de la iglesia, como en el resto de la sociedad, escuchaba las mismas frases, las mismas palabras, los mismos chistes y las mismas afirmaciones que apuntaban siempre a ver lo negro como malo y lo blanco como el color del bien.
Un llamado, el despertar de la vocación, la entrada al Seminario, me harían despertar, reconocer mi identidad y cambiar mi vida para siempre. Solo una clase, una palabra precisa, quitaron las escamas de mis ojos, y me vi, por primera vez, como lo que soy: una mujer negra. Miré hacia atrás y sentí vergüenza, no solo había sido víctima; yo misma fui parte del mecanismo de discriminación, exclusión y marginación del ser negro en la sociedad.
Hoy, con indignación y dolor, repudiamos la brutalidad con la que ha sido asesinado un joven negro. No ha sido el único, han muerto y morirán muchos más. Pero este hecho, nos es sino una consecuencia de un mal mayor, ese que empieza con chistes, aparentemente inocentes, y termina con un sistema total de exclusión, rechazo, discriminación racial y muerte.
Naturalizamos la supuesta inferioridad de la persona negra, convivimos con el rechazo, dentro y fuera de nuestras congregaciones, iglesias que no han querido aceptar un pastor por ser negro —un joven negro puesto en penitencia en su comunidad por enamorarse de una joven blanca que además resultó ser la hija del pastor—, iglesias que miran con recelo la llegada por primera vez de una persona negra, mientras le decimos “ eres bienvenida”, mientras por dentro repetimos las mismas frases que ponen en ridículo al negro, sin reflexionar, sin que la ética del evangelio nos atraviese. Todas estas manifestaciones son tan peligrosas, dañinas, vergonzosas y repudiables como la rodilla en el cuello de George Floyd.
“Yo no soy racista”, “mi mejor amigo es negro” son solo frases de consuelo que libran a muchos de ser acusados. Pero no les salvan. Repetir “todos somos iguales ante Dios”, “somos una familia” es a veces una cortina que intenta encubrir verdades de las que nos cuesta hablar.
Duele, no les quepa la menor duda que duele, aunque no sea visible el llanto, la rabia, el sufrimiento, el dolor, están ahí, lacerando. Duele, cuando el dolor te lleva a la indignación, la indignación a la lucha y te tildan de exagerada, extremista, asegurando “que los negros son más racistas que los blancos”, desconociendo el efecto de lo establecido, de lo cultural, de lo estructural sobre todos los seres humanos. Duele cuando, aún sin tener una noción clara de tu identidad como persona negra, te miran con desconfianza, esperan de ti algo malo, apartan de ti la cartera en una tienda o la policía sin pensarlo te avergüenza frente a tus amigos pidiendo tu identificación, aunque después todos —incluso tú— se rían, porque “es normal”, tú eres el negro.
“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”. Ese es el llamado. ¿Qué estamos esperando? La propuesta de vida del Evangelio no comulga con ninguna manifestación de discriminación contra ningún ser humano. Es un llamado a toda persona de “buena voluntad” a la búsqueda de justicia en todo lugar, en todo momento.
Hoy vemos las protestas, hacemos declaraciones, queremos gritar nuestra indignación y es urgente, necesario, pero al mismo tiempo, ¿por qué no luchamos con ese demonio que tenemos a lo interno? ¿Por qué no enfrentamos las mismas actitudes de racismo a nuestro alrededor? ¿Por qué no lapidamos nuestra indiferencia y nos disponemos a hacer por cada uno de los hermanos, lo que decimos estamos dispuestos a hacer por Jesús?
Tú, joven de piel negra, acepta, vive tu identidad, sin vergüenza, sin prejuicios, con valentía, dignidad, con disposición eterna a luchar por la justicia. Tú, joven de piel blanca, no te dejes adular por falsos privilegios, no te unas al coro de voces ancestrales que clasifican a los seres humanos por el color de su piel, sé valiente, únete a la lucha por la justicia desde tu propio corazón.
Ustedes, jóvenes cristianos y cristianas, destierren todo prejuicio, déjense interpelar por la ética del Evangelio, por la imagen de nuestro Dios en este día de la Trinidad, que nos confirma la bendición de lo diverso y la obligación de respetar esa diversidad, no repitan errores, no sean cómplices del mal.
Nosotras, nosotros, todos y todas, cuidémonos de los sentimientos en el corazón, de las palabras en nuestras bocas, las acciones de nuestra vida que puedan dejar a alguien asfixiado, que nos grita: “No puedo respirar”.
Publicación del Instituto Cristiano de Estudios de Género de Cuba
Imagen: Pintura “Flight of the Scarabs” (2019), de Harmonia Rosales. Su obra puede conocerse aquí
Imágenes de hombres y mujeres en series televisivas durante el Ramadán
La audiencia televisiva en Egipto es más alta durante el mes sagrado islámico del Ramadán, durante el cual se estrenan nuevas series dramáticas. La coordinación del Monitoreo Global de Medios-GMMP de WACC en Egipto, Appropriate Communication Techniques for Development (ACT, por sus siglas en inglés) aprovechó la temporada de Ramadán de 2019 para monitorear la violencia de género en 11 series de televisión.
La investigación de los medios de ACT en Egipto desde 2000 ha encontrado que los estándares de igualdad de género están ausentes en gran medida en el contenido producido por dramaturgos y profesionales de los medios. El estudio actual tuvo como objetivo reflexionar sobre cómo los medios abordan los problemas que preocupan a las mujeres y alentarlos a producir contenido que apoye la igualdad de género en la sociedad egipcia.
La serie de Ramadán 2019 estuvo marcada por el monopolio de dos productores que representaban una gran proporción de contenido y un límite en los presupuestos para una producción dramática, lo que condujo a la ausencia de las principales estrellas y la reducción del número de series producidas. La protagonista principal en siete de las 11 series fue una mujer, y los personajes femeninos dominaron (57%) en todos los espectáculos en general. El 63% de las mujeres fueron retratadas como solteras, casadas, viudas, divorciadas o comprometidas, en comparación con solo el 25% de los hombres cuyo estado civil se conocía.
El 43% de los hombres fueron retratados como autores de violencia contra las mujeres, mientras que el 9% de las mujeres cometieron violencia contra los hombres. Las formas de violencia representadas incluyeron violencia de pareja, violencia entre hermanos y violencia de padres contra sus hijas. La violencia física fue la forma más dominante de violencia, mientras que la violencia sexual tuvo lugar en solo dos incidentes.
Los hallazgos de ACT reflejan los de un estudio anterior (Bashir, 2015) sobre las cinco series egipcias más vistas durante el Ramadán de 2012; Contrariamente a la suposición de que una mayor conciencia de la violencia de género resultaría en una menor incidencia en la programación de televisión, se encontró que la violencia de género es muy visible. [1]
El estudio ha propuesto un premio anual al mejor drama de televisión que desafíe los estereotipos de género, capacitación en género para profesionales de los medios, debates abiertos con creadores de contenido creativo para aumentar su conciencia sobre los estereotipos de género en su producción y el desarrollo de un código de derechos de las mujeres, como código de honor para los medios de comunicación.
El proyecto se implementó en asociación con la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC).
Descargar informe de investigación (en árabe)
[1] Bashir, Manaf. El mes sagrado de la violencia: prevalencia de la violencia de género en la serie de televisión egipcia durante el Ramadán 2012. En Journal of the Social Sciences, 2015: 43 (3)
Fuente; WACC
Traducción: Con Efe
Gozar nuestro cuerpo y hacerlo libre
Por Yuliet Teresa VP-
Para una mujer el cuerpo, en muchas ocasiones, supone un problema. Imaginen, si a eso añadimos la carga simbólica de ser mujer, negra, queer y cristiana. Un día, frente al espejo, después de varias decepciones en que, por desgracia, estaba inconforme con ese corpus, lloré. Y, aunque en los estándares de belleza encajo “más o menos”, en la idea de ser “templo del Espíritu Santo” la percepción era abrumadora.
Nací y crecí en una Iglesia Metodista que, aunque en ese momento no había sido afectada con el autoritarismo, en general era de personas blancas. Así que el imaginario del Espíritu Santo en mi formación también era blanca. Y un cuerpo negro como el mío muy poco encajaba o hallaba resguardo en una comunidad con tendencia a blanquear la espiritualidad.
De hecho, en casi todos los pasajes bíblicos, las señoras encargadas de los tiempos de oración matutina, hacían referencia (sin imaginar las connotaciones) a una espiritualidad hacia personas blancas. Además, los principales espacios eclesiales son dirigidos por hombres con edad por encima de 40, los cuerpos jóvenes son entendidos como inexpertos.
Así que, en medio de una espiritualidad blanca y masculina, ser mujer y negra suponía un acto de rebeldía. Mi padre me criticaba cuando era adolescente por rechazar la cultura afrocubana, lo que él no entendía era que ese tipo de teología que estaba aprendiendo no admitía la apertura a otras formas de experimentar la fe.
La otra cuestión es que, ese Espíritu Santo no solo era representado como blanco y masculino, sino como heteronormativo. Por tanto, cualquier expresión de disidencia sexual se comprendía como pecado aberrante. En varias ocasiones sentí las paredes de aquel templo moverse y estrecharse cada vez más: una asfixia existencial enorme.
Cuando tenía 13 años un grupo de jóvenes fuimos a un campamento fuera de la provincia de Ciego de Ávila, Cuba. Como de costumbre las hembras y los varones dormían separadas. A mí me tocó compartir litera con una amiga. Amiga con la que tenía cosas en común. Una de esas noches estuvimos hasta tarde conversando y, de un momento a otro, nos tomamos de las manos y acercamos nuestros rostros.
No hubo besos. Solo un simple roce.
Mientras mi reacción fue hacerme preguntas y buscar respuestas, la de ella fue reprimirse y autoflagelarse con textos bíblicos sobre aquel “sentimiento pecaminoso que estaba sintiendo”.
Al parecer, ese Espíritu no hace preguntas, no busca, no cuestiona, no, no…
Entonces esa diversidad de la que se predicaba sobre el Espíritu Santo me sonaba a mentira, a manipulación burda de unos sobre otros. En aquel momento me sentí mal, les confieso. Pero seguí, aunque la buena nueva se convertía, cada vez más, en represión.
Le sumo a todo aquello las diferencias de clases que se veían en cada reunión o culto. Era fácil distinguir quién tenía dinero o no (aunque en Cuba lo que se entiende por pobreza no llega a esos límites), quién vestía mejor o peor, quién ofrendaba más y quien solo bajaba la cabeza mientras pasaban la cesta. Quién iba en bicicleta (en Cuba muy pocas personas poseen automóviles particulares) y quién a pie. Quién era negro y quién era blanco. Y la lista se hacía más extensa.
Aquella percepción de presencia de Dios crecía en mí como un macho dominador, blanco, hermético, acusador, clasista y homofóbico. Empecé a sentir asco por ese Espíritu Santo. ¿Cómo se puede sentir asco por el Espíritu Santo?, me preguntaba cada vez más.
Hubo una ruptura en mí. Porque las rupturas son necesarias o mueres. Conocí en ese proceso al Espíritu (Ruah) como mujer, negra, abierta, amorosa, divergente y queer. Mi cuerpo abyecto se empezó a sostener en la gracia y no en la ley, en el contenido del mensaje y no en la forma, en la causa y no el efecto. Hay una diferencia en que nuestros cuerpos tomen la forma del templo a que el templo tenga que encajar, sin entender individualidades, en el cuerpo. La divinidad no apresa nuestro corpus, porque en ellos, así como el Espíritu, —somos y nos movemos—.
Gozar el cuerpo y hacerlo libre es lo realmente divino.
Foto: Iracema Díaz
Ética del Cuidado y la responsabilidad ecológica en tiempos de Pandemia
Estamos viviendo momentos difíciles en nuestras naciones con la pandemia producida por el virus COVID-19; sin embargo, en medio de esa la crisis la naturaleza nos sorprende. Al ser eliminados algunos de los obstáculos que sistemáticamente la destruyen surge la esperanza de un renacer de la vida en los mares, en los cielos, en la flora y la fauna.
Por Ofelia Miriam Ortega-
Este renacer debe conducirnos no solamente a la ética del cuidado de nuestros cuerpos, sino también a la ética del cuidado de la Creación, que permitirá que los animales, los árboles, las plantas, los frutos y la tierra también vivan en forma saludable para que puedan seguir compartiendo sus dones en la reconstrucción de nuestro universo.
La naturaleza resucita después del invierno, después de los huracanes y después de las crisis como la que hoy experimentamos. ¡La vida milagrosamente aparece de nuevo!
La ética del cuidado
Carol Gilligan nos invita a analizar el concepto del cuidado en su libro:”In A Different Voice”. Para ella,”la ética del cuidado”, que han seguido muchas mujeres, consiste en juzgar teniendo en cuenta las circunstancias personales de cada caso. Está basada en la responsabilidad hacia los demás. Ni siquiera se concibe la omisión. No actuar cuando alguien lo necesita se considera una falta. Esta ética entiende el mundo como una red de relaciones.
La ética del cuidado cuestiona la base de las sociedades en las que el intercambio es de valores idénticos: “tanto me das, tanto de doy”. Si se aplica la responsabilidad, el intercambio no es exacto, depende de lo que cada uno necesite. La corresponsabilidad ha de existir entre mujeres y hombres y en todos los ámbitos: La familia, la amistad, el amor, la política y las relaciones sociales que incluye a toda la creación. En la ética del cuidado, la justicia y la responsabilidad han de ser un deber ético para el conjunto de la sociedad. Además es un antídoto contra la violencia: es difícil destruir lo que uno mismo ha cuidado.
El modelo sujetos- sujetos de Sallie MacFague cuestiona el modelo sujetos- objetos
El modelo sujeto-sujeto está basado en las relaciones humanas; y es necesario que este modelo sea extendido hacia la naturaleza. Y es fácil lograrlo, porque el modelo comienza con el énfasis en la multiplicidad de sujetos, su diversidad y su continuidad, así que este modelo puede abrirse al mundo natural.
Este modelo abre el camino para incluir a los animales, árboles y plantas, montañas y océanos como agentes que tienen múltiples relaciones con muchas diferentes clases de sujetos que a la vez se relacionan entre ellas y ellos.
Este modelo conlleva una comprensión integral del bien común, la salud de la naturaleza y mi propia salud, así como la salud de todos los seres humanos ya que estamos interrelacionados.
Cuando extendemos el modelo sujetos- sujetos a la naturaleza, no hacemos otra cosa que reconocer nuestras raíces en la naturaleza y la encarnación de la naturaleza en nosotras y nosotros.
Finalmente, la subjetividad del mundo en contraste con su objetividad, crea en nosotras y nosotros una sensibilidad diferente hacia toda la creación. Thomas Moore expresa esa sensibilidad con su noción de ” la ecología del alma”- una sensibilidad que ve a otras personas, animales, montañas y aún los edificios de las ciudades como presentes, vívidamente, cada uno en su propia particularidad, independencia y subjetividad.
El mundo está vivo, no muerto, es como un organismo, no una máquina.” La ecología del alma” no es solamente un sentido general de la vida y la vitalidad, sino que descubre un sentido particular en cada vida. Un animal “revela su alma” en su apariencia sorprendente, en sus hábitos de vida, y en su estilo. Toda la naturaleza se muestra con una extraordinaria particularidad. Si tú no puedes amar las particularidades de cada existencia, de cada ser, no puedes amar el mundo. El universo es una comunión de sujetos. Todo está ligado con todos y también la injusticia.
Somos Tierra que piensa, siente y ama ( Leonardo Boff)
La Tierra no nos produce solo a nosotras y nosotros los seres humanos. Produce la miríada de microorganismos que componen 90% de toda la red de la vida, los insectos que constituyen la biomasa más importante de la biodiversidad. La Tierra produce las aguas, la capa verde con la infinita diversidad de plantas, flores y frutos. Produce la diversidad incontable de seres vivos, animales, pájaros y peces, nuestros compañeros dentro de la unidad sagrada de la vida.
El nuevo paradigma emergente de la Tierra nos proporciona una nueva óptica, una nueva ética orientada hacia la formación y el cuidado de todo lo que existe.
Pertenecemos a la Tierra; somos hijas e hijos de la Tierra. La Tierra no está frente a nosotras y nosotros como algo distinto de nosotros mismos. Tenemos la tierra dentro de nosotras y nosotros. Somos la propia Tierra, formamos una misma realidad, compleja, diversa, única.
Cada vez entendemos mejor que la ecología se ha convertido en el contexto de todos los problemas: de la educación, del proceso industrial, de la urbanización, del derecho y de la reflexión filosófica y religiosa.
A partir de la ecología, se está elaborando e imponiendo un nuevo estado de conciencia en la humanidad que se caracteriza por más benevolencia, más compasión, más sensibilidad, más ternura, más solidaridad, más cooperación, más responsabilidad entre los seres humanos hacia la Tierra y hacia la necesidad de su conservación. Recordemos las palabras de la teóloga Dorottee Solle: “Nosotros vivimos brevemente en una tierra prestada”. Necesitamos una mayor conciencia ambiental para que todas y todos cuidemos más desde las lagartijas hasta los gorriones.
La Crisis de la Civilización
La sociedad contemporánea se valora como la sociedad del conocimiento, de la tecnología y la comunicación. Sin embargo hay descuidos imperdonables. ¿Cuáles son? Vamos a analizar en qué consisten los “descuidos de esta civilización”.
En el libro ” Cuidar la Tierra: hacia una ética Universal ” Leonardo Boff señala algunos de los descuidos de la civilización:
1- Descuido y desatención de la niñez.
2-Descuido de la suerte de los pobres y marginados.
3- Descuido de la sociabilidad.
4- Descuido de la dimensión espiritual del ser humano.
5-Descuido y desatención de los asuntos públicos (poder y corrupción).
6- Descuido de la tradición de la solidaridad.
7-Descuido de la suerte de los desempleados y jubilados.
8- Descuido y abandono del respeto de las especies animales y vegetales que existen actualmente.
9-Descuido y desatención para salvar nuestra casa común – el planeta Tierra.
10-Descuido en la forma de organizar la vida y habitación de la familia.
Es verdad que vivimos tiempos de inmisericordia e insensatez.
¿Qué otros descuidos ustedes añadirían? ¿Qué estamos haciendo para aliviar las situaciones de descuido que hoy confrontamos en nuestra vida cotidiana?
Vista del Crepúsculo, al fin del siglo XX según Eduardo Galeano
Está envenenada la tierra, que nos entierra o destierra,
ya no hay aire, sino desaire, ya no hay lluvia, sino lluvia ácida,
ya no hay parques sino parkings, ya no hay sociedades sino sociedades anónimas,
empresas en lugar de naciones, consumidores en lugar de ciudadanos,
aglomeraciones en lugar de ciudades, no hay personas , sino públicos,
No hay realidades, sino publicidades, no hay visiones sino televisiones.
Para elogiar una flor, se dice: parece de plástico.
El Modelo Ecológico y la Comunidad del Cuidado
Vivimos en una comunidad de sujetos hacia los cuales tenemos que ejercer continuas acciones de respeto.
La metáfora de vivir en comunidad es apropiada porque implica una ética del cuidado, cuidado para el todo, para el Planeta, pero cuidado también para las partes, para lo local, esa pequeña parte del planeta donde vivimos, que es nuestro vecindario, nuestra comunidad . El cuidado planetario y el cuidado local están interrelacionados. José Ortega y Gasset decía: “’dime como es el medio ambiente donde vives y te diré quién eres tú”.
El cuidado significa ” planeando con cuidado” analizando cuidadosamente la situación. Seguido de “manejando la situación con cuidado”, evitando daños y pérdidas y significa también “viviendo para el cuidado” ejerciendo una protección continua de las interrelaciones que vamos creando y por último, “sintiendo el cuidado”. Porque lo más importante no es el saber sino “el sentir” Cuando más sufre una persona con la degradación del medio ambiente, se indigna con el sufrimiento de los animales, y se rebela contra la destrucción de la mancha verde de la Tierra, desarrolla más actitudes de ternura y protección de la naturaleza y una espiritualidad cósmica.
En el Salmo 119:19 leemos que somos huéspedes de esta tierra, huéspedes respetuosos y tenemos que dejar la OIKOUMENE, la CASA COMÚN, la CASA DE HUÉSPEDES, siempre en orden para los otros huéspedes que vengan detrás de nosotras y nosotros. En el Salmo 104 encontramos uno de los textos ecológicos por excelencia.
La compasión radical representa la mejor contribución que el Budismo ha dado a la humanidad. Se considera como la virtud personal de BUDA, cuyo nombre real era SIDDHARTA GAUTAMA que vivió entre los siglos VI y V antes de nuestra Era. La compasión forma parte de la experiencia Básica del budismo.
El cuidado es el que permite la “revolución de la ternura “dando prioridad a lo social sobre lo individual y orientando el desarrollo hacia la mejoría de la calidad de vida de los humanos y de otros organismos vivos.
El cuidado hace surgir al ser humano complejo, sensible, solidario, cordial, y conectado con todo y con todos en el universo, es el SABATH, el JUBILEO, el SHALOM de DIOS.
El cuidado imprime su marca registrada en cada porción, en cada dimensión y en cada pliegue escondido del ser humano. Sin el cuidado lo humano se volvería inhumano.
El cuidado vive del amor primordial, de la ternura, de la caricia, de la compasión, de la convivialidad, de la medida justa, en todas las cosas. Sin cuidado el ser humano y toda la creación se debilita y muere.
El cuidado es el soporte real de la creatividad, de la libertad y la inteligencia. El cuidado hace de la vida “un buen vivir”.
POEMA: Plantar un árbol es decir sí a la vida, es afirmar nuestra fe en el futuro.
Plantar un árbol es reconocer nuestra deuda con el pasado. Las semillas no han sido creadas de la nada.
Plantar un árbol es cooperar en la obra de la naturaleza, por la que todas las formas de vida son interdependientes .Plantar un árbol es señal de dolor por los errores pasados, cuando damos los dones de la vida por supuestos. Plantar un árbol es hacer una declaración social en favor de la conciencia verde, la conservación y la ecología. Plantar un árbol es mejorar la calidad de vida, ofrece belleza a los ojos e inspiración al espíritu. Plantar un árbol es afirmar algo espiritual, que somos miembros del árbol de la vida.
(De Ian Bradley en el libro “DIOS ES VERDE”: Cristianismo y medio ambiente).
Producido para el Instituto Cristiano de Estudios de Género- Cuba
Guardias de Escucha pastoral de mujeres y para mujeres
En coincidencia con un nuevo aniversario de las movilizaciones por #NiUnaMenos, y en un contexto de aumento de la violencia basada en género producida en el contexto de pandemia del COVID-19, SEDi Asociación Civil, Fundación Hora de Obrar y referentes del ECoJ (Equipo de Coordinación Juvenil de la IERP) lanzan un necesario servicio de escucha pastoral con perspectiva de género de mujeres para mujeres “Guardias de Escucha Pastoral”.
“Guardias de Escucha Pastoral” es un dispositivo que consiste en la atención de llamadas por parte de un equipo de más de quince mujeres voluntarias participantes de las Iglesias Evangélica del Río de la Plata (IERP) e Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU), que ofrecerán escucha y contención a mujeres que deseen ser escuchadas, conversar y pensar su realidad.
¿Cómo acceder? Desde cualquier dispositivo con conexión a internet, de manera gratuita y confidencial, se puede ingresar en https://bit.ly/GuardiasDeEscucha y contactar por WhatsApp a la guardiana que está disponible en el día y horario preestablecido.
En Argentina
Línea 144 – Atención a víctimas de violencia de género
En Uruguay
0800 4141- servicio telefónico de orientación a mujeres en situación de violencia.
En Paraguay
SOS Mujer – 137: teléfono de asistencia a mujeres víctimas de violencia
Nunca supe lo que es la felicidad
Conocí a Elba en la ciudad de Buenos Aires, hace muchos años. Ella era miembro activa de una comunidad de fe evangélica en la ciudad; en los últimos años la habían designado diaconisa.
Cuando la conocí ya era una mujer adulta, cercana a los 60 años. Su vida había estado atravesada por el abandono de su madre y la muerte de su padre, siendo recogida por la familia evangélica que la puso a su cargo, para limpieza y cuidado del hogar.
Por supuesto creció en la iglesia y a joven edad se casó, tal cual se esperaba, con un joven comerciante también de la comunidad. “Nunca trabajé”, me decía ella. Costó largas charlas que comprendiera que su vida había sido puro trabajo de cuidado y doméstico, trabajo no reconocido pero arduo e injusto.
Siempre como pidiendo permiso, siempre diciendo “gracias”, así la recuerdo. Y esas actitudes que pueden ser valoradas por tantas, eran las que la llevaban una y otra vez a pensar que se merecía lo que le pasaba de malo y que lo bueno, lo poco bueno que recibía, debía agradecerse con más sumisión.
La tarde que me contó que sufría violencia hacía casi 40 años, llovía en Buenos Aires. Lo recuerdo porque caminé hasta el subte con el sabor salado de las lágrimas mezcladas con la frías gotas del aguacero invernal.
Su esposo la agredía emocional y psicológicamente desde siempre. Algunas veces le había levantado la mano, y la violencia económica era cosa de todos los días. Elba no supo que todo eso era violencia hasta que leyó en una publicación que se debatía la ley de protección para toda forma de violencia hacia las mujeres.
Imaginaba, me dijo, “que eso no estaba bien porque no me hacía bien, porque iba a la iglesia a servir tragando las lágrimas y la tristeza, porque tantas veces tuve que disimular la angustia de estar parada al lado de quien me agredía, adorando a Dios”.
Hace unos 10 años le dije al pastor lo que pasaba, cuando a mi marido lo eligieron anciano, me contó. “Y el pastor me miró, me tomó la mano y me pidió orar por la situación. Me dijo que revisara qué estaba pasando, si tenía algo que modificar yo y que Dios unió un lazo de amor que se debe cultivar y cuidar. Y eso fue todo”.
Nunca más una palabra. Nunca preguntar cómo estás… Silencio.
Y para Elba el silencio fue indicio que la que tenía un problema era ella. Que Dios permitía eso porque algo habría hecho mal. Que no se merecía otra cosa.
“Nunca supe lo que es la felicidad”, subrayó aquella tarde cuando me hizo prometer que seguiría trabajando para que otras mujeres no sufrieran lo mismo.
“Ya es tarde para mi”, me dijo cuando sugerí la denuncia y el acompañamiento. Su abrazo me despidió hasta la próxima, donde quedamos en volver a analizar la opción de denuncia, aunque su mayor temor era dónde podía ir, de qué viviría, qué diría su comunidad.
Quince días después sonó el teléfono en casa. El corazón de Elba había decidido que ya era hora de partir. Sorpresivamente, sin aviso, silenciosamente, se fue a los 66 años.
Hay días que, caminando por aquella calle, me invade la tristeza, el dolor, la bronca. Pienso en esa vida, como tantas, que están en nuestras comunidades de fe, golpeadas, sufriendo en silencio, oprimidas por quien dice amarlas. Y me da coraje saber que somos responsables delante de Dios por cada vida que pastoreamos. Responsables, pastores y pastoras, que cargamos aún más el yugo del dolor cuando minimizamos las confesiones, las lágrimas, los calvarios que a veces solo atisbamos y dejamos en el olvido.
Si sabemos, si vemos, si escuchamos, si sospechamos que existe violencia y no la ponemos a la luz, no aconsejamos la denuncia, no acompañamos a cada mujer para poder salir de esa red que la ahoga, estamos siendo cómplices.
No más violencia en el seno de las iglesias, en los hogares cristianos.
Jesús nos llama a vidas plenas y abundantes, vidas sin violencias.
Con efe de Fe, con efe de Feminismo, con efe de Femenino
Por Berla Andrade-
Nos presentamos:
Con efe, es un proyecto de comunicación feminista que asume por supuesto, una clara opción por la Mujer en la región de Abya Yala, con todas las connotaciones socio-históricas, culturales, políticas, económicas, ecológicas, filosóficas y teológicas que ello implica.
Con efe, más que un mero sistema de información que nos enlaza a diversos elementos multimedia haciendo uso de la herramienta del hipertexto, más que un mero entorno interactivo en el amplio y pluriforme espacio virtual, pretende ser espacio epistémico y espacio teológico al servicio de la comunicación y al servicio de la educación. Comunicación y Educación que liberen, que emancipen, con un alto sentido del compromiso con el pensamiento crítico y transformador. En este sentido, “Con efe” ha de ser pues, “locus de enunciación”, “lugar de enunciación” asumido y para ser asumido.
Con efe, ha de ser lugar de enunciación para ser habitado, desde el cual se pueda ejercer la acción, la acción de comprensión hermenéutica en clave de Feminismo, en clave de Femenino, en clave de Fe.
Con efe, es un proyecto de comunicación feminista que asume por supuesto, una clara opción por la Mujer en la región de Abya Yala, con todas las connotaciones socio-históricas, culturales, políticas, económicas, ecológicas, filosóficas y teológicas que ello implica.
Nuestra opción es la Mujer. La Mujer y sus circunstancias de múltiples formas de opresión. La Mujer y las distintas limitaciones, mezquindades, subestimaciones y violencias a las que es sometida aún dentro de las estructuras eclesiales que conocemos. Nuestra opción es la Mujer y su imperiosa necesidad de estar unida a otras mujeres, de encontrar espacios de común-unión, espacios de redención, de emancipación y de transformación.
Con efe, es lugar de enunciación en su sentido más profético, el de anuncio, en tanto y en cuanto sea útil para contribuir a informar -que no a des- informar-. En tanto y en cuanto sea útil para contribuir a nuestras variadas necesidades de formación. En tanto y en cuanto sea espacio para ensayar nuevas y diversas formas de unirnos y de acuerparnos. Pero también Con efe será lugar de enunciación en su sentido más profético, si se convierte, además, en un espacio para la denuncia, para romper el silencio que naturaliza la violencia y nos hace cómplices de sus formas unas veces abiertas y otras veces muy sutiles, de operar en nuestras sociedades. Son muchos siglos ya de violencia sistémica patriarcal. Ya no es posible callar ni sumarse al conjunto numeroso de quienes observan impavidxs “desde el balcón “.
Con efe, se abre también como una tribuna para la visibilización y la denuncia de la problemática multidimensional de la mujer en nuestra Abya Yala. Problemática signada por los distintos rostros que asume la violencia: el epistémico, el teológico, el religioso, el de las lecturas bíblicas no situadas y fundamentalistas, el político, el social, el económico, ¡cuántos rostros!!!
Hay que seguir denunciado las violencias contra la mujer dondequiera que ellas estén. Y hay que seguir denunciado con sentido propositivo. Sin propuestas de transformación se diluye la denuncia en los linderos del discurso acalorado o florido, pausado o vehemente.
Con efe. Con efe de Fe, con efe de Feminismo, con efe de Femenino.
Larga vida para este proyecto de educomunicacion feminista, querida Claudia Florentín Mayer, Teóloga y Comunicadora que has abrazado siempre las causas más nobles de la mujer en Abya Yala. Que la Ruah, fuerza actuante de Dios en nuestras vidas y en nuestro mundo, encamine siempre tus esfuerzos, ahora desde este lugar, desde Con efe.
La Ruah no es la única razón por la que se afirma la feminidad de Dios, pero es una buena razón
Lusmarina García-
El pentecostés marca el descenso del Espíritu Santo sobre la comunidad de discípulos y discípulas una vez que el Jesús resurrecto ascendió al cielo.
El cielo de la ascensión no es un lugar determinado, que se encuentra por encima nuestro. Él es la experiencia de la transformación del cuerpo físico de Jesús en presencia cósmica, es la ruptura de la barrera entre el palpable y la trascendencia, es la impregnación de la presencia iluminada, iluminadora, acogedora, amorosa, tierna de Dios en Jesús, y en nosotros y nosotras.
En la narrativa cristiana, la presencia de Dios en el mundo después de la ascensión de Jesús se da por medio del Espíritu Santo. La palabra “espíritu” en el original hebreo, Ruah, es femenina. Así, teólogas y teólogos feministas reclaman la feminidad de Dios que permaneció encubierta, por siglos, bajo la traducción latina de género masculino para una palabra que es originalmente femenina.
Ruah no es la única razón por la que se afirma la feminidad de Dios. Pero es una buena razón.
Les dejo mi atrevimiento de cometer un poema para este domingo de Pentecostés:
Ruah es soplo, viento,
cosa que no se sostiene ni puede ser contenida,
Es potencia, superposición,
estructura de la propia textura de la vida.
Ruah es la respiración del mundo,
Es Dios en cuerpo de mujer,
Es libre, suelto, instigante, sin freno,
Ve a donde quiera.
El patriarcado matador,
Que de las mujeres y chicas es verdugo,
Ya no puede retener nuestra lucha y voluntad,
Ni siquiera nuestro cuerpo y nuestra voz.
Adelante mujeres insumisas
Para enfrentar este tiempo de retroceso
Pues ni fascistas ni creyentes sexistas
Van a ccambiar el purgar de este absceso.
Ven Ruah!
Contiene la pandemia! Cura a nuestro pueblo!
Consola a tus hijas y tus hijos; sécate el llanto.
Abraza los cuerpos aplastados y tantos otros muertos,
Da impulso, coraje, respiro,
para nuestros nuevos y singulares huertos.
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O pentecostes marca a descida do Espírito Santo sobre a comunidade de discípulos e discípulas uma vez que o Jesus ressurreto ascendeu ao céu.
O céu da ascensão não é um lugar determinado, que se situa acima de nós. Ele é a experiência da transformação do corpo físico de Jesus em presença cósmica, é a ruptura da barreira entre o palpável e a transcendência, é a impregnação da presença iluminada, iluminadora, acolhedora, amorosa, terna de Deus em Jesus, e em nós.
Na narrativa cristã, a presença de Deus no mundo após a ascensão de Jesus se dá por meio do Espírito Santo. A palavra “espírito” no original hebraico, Ruah, é feminina. Assim, teólogas e teólogos feministas reivindicam a feminilidade de Deus que permaneceu encoberta, por séculos, sob a tradução latina de gênero masculino para uma palavra que é originalmente feminina.
Ruah não é a única razão pela qual se afirma a feminilidade de Deus. Mas é uma boa razão.
Deixo com vocês meu atrevimento de cometer um poema quadrado para este Domingo de Pentecostes:
Ruah é sopro, vento,
coisa que não se prende nem pode ser contida,
é potência, imbricamento,
estrutura da própria textura da vida.
Ruah é a respiração do mundo,
é Deus em corpo de mulher,
é livre, solta, instigante, sem freio,
vai simplesmente prá onde quer.
O patriarcado trucidante,
que das mulheres e meninas é algoz,
já não pode reter nossa luta e vontade,
nem sequer nosso corpo e nossa voz.
Avante mulheres insubmissas
para enfrentar este tempo de retrocesso
pois nem fascistas nem crentes sexistas
vão nos tolher de purgar este abscesso.
Vem Ruah!
Contém a pandemia! Cura o nosso povo!
Consola as tuas filhas e os teus filhos; enxuga-lhes o choro.
Abraça os corpos esmagados e os tantos outros mortos,
Dá impulso, coragem, respiro,
para os nossos novos e singulares hortos.
Imagen: Mujeres bailando de Tom Cowsert