Parar, mirar, cuestionar

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Por Paula Ciancio, Argentina-

 …Párense en los caminos, y miren, y pregunten por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino…

(Jer. 6:16)

Parar, mirar, preguntar. Tres acciones que resultan indispensables para la construcción de una nueva espiritualidad. Tres acciones que nos ayudan desarmar los fundamentos que nos han traído hasta aquí, que nos han hecho dependientes de esa mirada de un dios hombre y por lo tanto de todo lo que le representa. Estas acciones nos ayudarán a reconstruir una espiritualidad más saludable, más libre y que incluya a todas las mujeres que por años hemos sido usadas, subestimadas, maltratadas y violentadas en espacios eclesiales.

Sí, usadas por las instituciones religiosas para los fines prácticos y necesarios para el funcionamiento de las comunidades, para las tareas de cuidado, de limpieza, organizativas, y paradójicamente son acciones que requieren poner el cuerpo. Sin embargo, en muchos de estos espacios no se nos ha creído capacitadas para la toma de decisiones o la construcción de saberes y modos de vivir nuestra espiritualidad.

Por eso es necesario parar. Parar es decir basta. Paramos cuando ya es imposible soportar, cuando nos duele el cuerpo y el alma por los años y las distancias recorridas. Parar es marcar un límite. Los límites son expresión de auto cuidado, auto protección, necesarios para sanar y elegir con libertad caminos nuevos. Los que nosotras elijamos, no los que sintamos como mandatos externos.

Es necesario mirar. Mirar es enfocar la atención, hacer un análisis de la situación real en la que vivimos pero también mirar hacia atrás y analizar el modo en que hemos sido educadas y formadas para poder comprender nuestras realidades hoy. Muchas de nosotras hemos escuchado por años sobre un dios hombre, que decidía el destino de todos y todas. Que castigaba a su pueblo por ‘prostituirse’ con otros dioses y diosas. Un dios para el cual el cuerpo de las mujeres se presenta siempre como habitáculo del mal, como signo de todo lo que hace tropezar a sus ‘hijos’. Por lo tanto hemos crecido sintiendo y pensando que este cuerpo que nosotras habitamos es símbolo de debilidad. Mirar esto con atención y desarmar estas ideas es imprescindible si queremos comenzar a vernos a nosotras mismas y auto valorarnos, amarnos y aceptarnos tal cual somos. Entender que ese dios no es más que una mera construcción patriarcal que se sostiene en detrimento de nuestra salud y nuestro bienestar emocional y espiritual.

Preguntar es la clave. Preguntar es sinónimo de cuestionar, de interpelar. No creo que aquí la idea sea preguntar para recibir información. Si no cuestionar la información que tenemos. Cuestionar las sendas antiguas, las interpretaciones y las teologías recibidas. Pensar si es ese el camino por el cual queremos seguir andando. Ponerlas bajo la mirada que hoy hemos adquirido gracias a nuestros recorridos y a nuestros feminismos. Cuestionar el modo en que se nos impusieron estándares de “mujeres conforme al corazón de Dios”, “mujeres de la Biblia”, “mujeres como ayuda idónea”, “madres sacrificadas y abnegadas” etc. Todos modelos y construcciones imposibles de alcanzar, destructivos y que nos han dejado a todas con una sensación de que no somos aptas. Modelos que solo destruyeron nuestra autoestima haciéndonos pensar que nunca seremos suficiente. Modelos que solo nos otorgan valor en relación o en función de la figura masculina, ya sea de ese dios hombre o del hombre esposo, hijo, pastor que nos observa para evaluarnos y ver si realmente alcanzamos los estándares impuestos.

¿Quizás por esta costumbre de ser siempre observadas, aún necesitamos ser validadas por esas miradas cuando hacemos, decidimos, hablamos, elegimos?

Entonces, si paramos a mirar y cuestionar: ¿Qué podemos decir de la iglesia, de las comunidades a las que hemos pertenecido, o aún pertenecemos? ¿Qué decir de nuestros modos de ver a Dios y de nuestras espiritualidades? ¿Han servido estas teologías para hacernos libres? ¿Han sido estas comunidades espacios para ejercitar la vida abundante que Jesús nos propone?

Cuando paremos…

Cuando paremos en el camino

Y miremos atrás

Cuando sintamos los pies hinchados de tanto andar

Y nos duelan las espaldas de soportar las cargas

Preguntemos, indaguemos

Hablemos de lo vivido y curemos unas a otras las heridas

Que nos han marcado el cuerpo y el alma.

Cuando paremos en el camino

Y miremos atrás,

Y estemos sedientas de tanto andar

Recordemos a Jesús diciendo:

“Si bebieres de esta agua, no tendrás sed jamás…”

Cuando decidamos al fin sanar

Tomemos fuerzas, veamos el horizonte,

Que delante nuestro esta toda la Tierra,

Elijamos nuestro caminar.

Sabiendo que podemos construir nuevas sendas,

Decidir con quién y hacia dónde avanzar

Cuando miremos atrás, soltemos las cuerdas que nos ataban,

Bebamos el agua, abracémonos a las que están a nuestro lado

Y embarquémonos juntas en un caminar más liviano,

Más libre y sororo

Y olvidemos de una vez lo que quedó atrás.

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Reflexión compartida en el Espacio de Espiritualidad Feminista de Con EFe, domingo 27 de septiembre de 2020.

Claudia Florentin