El problema ecológico del mundo y la responsabilidad de las iglesias
Por Ofelia Miriam Ortega, Cuba-
La Biblia es un tratado ecológico, desde el relato creacional del Génesis hasta el libro de la esperanza de los pobres, humildes y perseguidos(as), el Apocalipsis de Juan. Esta concepción ecológica es transversal en toda la palabra de Dios.
El relato del Génesis, los libros de Levítico, Números y Deuteronomio destacan leyes ecológicas muy concretas donde se enfatiza el cuidado de la tierra y la preocupación porque ésta sea poseída equitativamente por todos sin exclusión, especialmente por los pobres.
Se exige un trato especial para la tierra y se pide que se le de amor, que descanse, que no se le viole, y que no se le explote, y que los pobres la puedan recuperar, aunque no tengan dinero para pagarla.
Es decir, que en estas leyes ecológicas de carácter social no separan el cuidado de la tierra de la protección, defensa y retribución de los pobres. (Levítico 25:3; 8-16; Deut. 20:19; 22:6-7) Los Salmos, los profetas, los evangelios y el apóstol Pablo asumen actitudes de profundo respeto hacia la ecología social.
Hay que relacionar lo global con lo local. Existe el término en inglés "glocal”: que nos invita a pensar globalmente y actuar localmente. Porque todo está relacionado con todo. El universo es una comunión de sujetos. Y esto nos lleva a enfatizar el pensamiento de Martin Heidegger de que lo esencial en el ser humano es el cuidado. Es decir, el afecto que ponemos junto a las cosas y entre nosotros. Debemos enfatizar la ética de la responsabilidad y el cuidado de Hans Jonas, aunque habría que aclarar que todas y todos somos responsables, pero no todos de la misma manera.
Así que, nuestra práctica pastoral debe ser radicalmente ecológica y esto significa no solo saber las consecuencias sino las causas profundas de la destrucción de la vida humana en general, y la lucha por restablecer la comunión y el “shalom” de Dios para la humanidad.
1. Teología de la Creación.
La teología de la creación plantea un reto frente a la redención. La redención emana de la creación, pero ha sido la teología de la redención la que ha predominado en nuestras vidas.
La teóloga africana Mercy Amba Oduyoye pregunta: " ¿Es el Dios de nuestra redención el mismo Dios de nuestra creación?". Esta pregunta nos conduce a la reflexión teológica de la relación entre creación y salvación.[1]
El compromiso político, la crisis ecológica, la superpoblación, los problemas de aquí y ahora, se ven meramente como formas de salvar unas pocas almas en un universo destinado a una inutilidad final.
Cuando la creación es la base de nuestro enfoque, nos concentramos en hacer un balance de la sociedad, es decir, en poner la vista en las realidades presentes de la vida de las personas, y en renovar nuestro compromiso de edificar el Reinado de Dios entre todos los seres humanos que viven en un mundo en relaciones con otras criaturas vivientes y con el propio medio ambiente.
La forma en que confiamos el uno del otro. El modo en que nos respetamos, la manera en que compartimos unos con otras y otros las riquezas del mundo, la forma en que usamos los recursos del planeta, constituyen manifestaciones de nuestra espiritualidad. Vivir así esta espiritualidad nos traerá una nueva comunidad.
Lo que debemos abandonar es el modelo de espiritualidad caída/redención-un modelo que ha dominado durante siglos la teología, los estudios bíblicos, la formación en seminarios teológicos, la biogeografía y la psicología.
Una espiritualidad de caída /redención no instruye a los creyentes acerca de la NUEVA CREACIÖN o la creatividad, acerca del EROS, el placer y el Dios del gozo. No enseña el amor a la tierra, o el cuidado por el cosmos, y está tan asustada frente a la pasión que no consigue escuchar las apasionadas demandas de los empobrecidos de la historia humana.
Debemos dar un salto del antropocentrismo a una cosmología viva, de la salvación personal a la sanación comunitaria, del teísmo (Dios fuera de nosotros) al panenteísmo (Dios en nosotros y nosotros en Dios), de la religión caída/redención a la espiritualidad centrada en la creación.
¿Qué es el pan-en-teísmo? Etimológicamente, pan-en-teísmo (en griego : pan= todo ; en =en; theós = Dios ) quiere decir : Dios en todo y todo en Dios. Dios está presente en el cosmos y el cosmos en Dios.
El concepto panenteísmo fue acuñado, en el siglo diecinueve por K.F. C. Krause (1781-1832) pero en los últimos años, en el contexto de la preocupación ecológica, el término ha sufrido una reconceptualización, que implica una forma ecológica de pensar acerca de Dios. En ella, a la vez que Dios y la creación se distinguen, Dios es entendido como íntimamente conectado a la creación y viceversa. El panenteísmo es, pues la visión de la creación y sus procesos están de alguna manera "en Dios ", a pesar de que Dios es más que la creación.
Es muy importante la obra de Mathew Fox, quien nos ha ayudado a comprender que la presencia de Dios en el mundo, conduce a repensar la Cristología, porque para Mathew Fox, la imagen del Cristo Cósmico es la que permite aflorar una nueva cosmología. Asumir esta perspectiva del Cristo Cósmico implicará un salto del antropocentrismo a una cosmología viva .La perspectiva del Cristo Cósmico, es la única posibilidad para Fox, de impedir la muerte de la Madre Tierra.
Es cierto que la acción creadora de Dios constituye una actividad permanente. Así nos lo revela el Salmo 104:30:" Envías tu espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra". Debemos atender, entonces, a que una renovada teología de la creación ha de poner más énfasis en el papel que juega en la creación el Espíritu Santo, como segunda persona de la Trinidad.
Siempre me emociono al leer el Pacto de Dios con todo lo creado en Oseas 2:18: " En aquel tiempo haré en favor de ellos un pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y las serpientes de la tierra. Quitaré de la tierra el arco, la espada y la guerra, y te haré dormir segura"
Jurgen Moltmann, en el prólogo de su libro Dios en la Creación afirma: " Cuando escribo el título 'Dios en la Creación' pienso en Dios Espíritu Santo. Dios es el enamorado de la vida y su Espíritu está en todas las criaturas".[2]
La idea del Dios Trino plantea un reto al individualismo, la discriminación y la exclusividad y nos hace comprender que la plenitud de la vida solo se puede lograr a través de las relaciones interdependientes con todo el conjunto del mundo creado.
El mundo, o más ampliamente el universo, como cuerpo de Dios, ha sido uno de los temas profundizados por las teólogas eco feministas. Sallie MacFague, por ejemplo, presenta el modelo del mundo como cuerpo de Dios que se distingue fuertemente del modelo de Dios omnipotente o como rey.
1. Variaciones en el regalo de Creación:
Vale la pena mencionar las siete variaciones del regalo de la creación que José Luis Sicre nos propone.[3]
1.1 - Un regalo que se renueva día a día.
Para los autores bíblicos, la creación no es algo que ha terminado, no es algo hecho por Dios en los tiempos remotos que se desatiende ahora. La acción creativa continúa en todo momento. Este es, como el autor declara en el Salmo 104, uno de los salmos más bonitos sobre la creación.
1.2 - Un regalo que es necesario contemplar.
Muchos textos bíblicos se acercan a la creación desde una actitud contemplativa. Luis Alonso Schökel, en su comentario a los Salmos, propone el Salmo 104 como modelo de actitud contemplativa ante la naturaleza.
1.3 - Un regalo que ayuda a conocer a Dios.
Dios se manifiesta a través del trabajo de creación. La creación nos manifiesta su poder, su inteligencia, su bondad, su eternidad. (Salmo 136:5-9). La Creación no se limita para manifestar atributos de Dios. También es el argumento principal en el forcejeo contra la idolatría. (Isaias 45:18).
1.4 - Un regalo que ayuda conocernos entre sí.
La creación no sólo nos ayuda a conocer a Dios, sino también a conocernos a nosotros mismos. A veces lo consigue empezando desde afuera, como pasa en el salmo 8.
1.5 Un regalo que enseña a establecer una posición delante de Dios.
A través de la creación nosotros conocemos mejor a Dios y también nos conocemos mejor entre nosotros. Pero también nos enseña una serie de actitudes fundamentales ante Dios: admiración, confianza, respeto (Salmo 147: 7-9).
1.6 - Un regalo que es necesario ahorrar.
El Salmo 104 es uno de los más famosos sobre la creación y termina con algunas palabras que no encajan aparentemente en el contexto:
"Pueda el pecador ser destruido desde la tierra; pueda el malo no serlo más"(V. 35)
El opresor se hace famoso pegando a las personas furiosamente con soplos incesantes, oprimiendo naciones colérica e implacablemente. Por esa razón, su muerte fue celebrada con júbilo en todas partes. (Isaías 14: 7-8).
El emperador que arrasa el bosque de cipreses y cedros para fabricar automóviles y barreras es un símbolo de los tantos estados, sociedades o individuos de nuestro tiempo, que destruyen la naturaleza para favorecer los intereses económicos. No es sorprendente que el salmista deba querer "hacer desaparecer al pecador de la faz de la tierra."
2. Hacia una Espiritualidad Ecológica
Como afirma el Metropolitano Ortodoxo griego, John de Pergamon en su artículo "Conservando la Creación de Dios¨.[4]
"Es cada vez más evidente que lo que se ha advertido como "la crisis ecológica" es quizás el problema mayor que enfrenta la comunidad mundial de nuestras tiempos. Es un problema global, que atañe a todos los seres humanos sin tener en cuenta dónde viven o su clase social. Es un problema que no tiene que ver simplemente con el bienestar de la humanidad sino con el mismo ser humano y quizás también con la propia creación. Es difícil encontrar cualquier aspecto de lo que llamamos "malo" o "pecado" que tenga tal poder devastador como el mal ecológico."
Estas afirmaciones nos guiaron hacia una preocupación teológica profunda: la "espiritualidad ecológica".
Aprendimos de los salmos que ellos expresan una actitud de comunión con el universo que puede definirse como la alabanza de la humanidad, celebrando el convenio con toda la creación hecha por Dios. Los seres humanos son llamados para ser testigos y mediadores de esto, a través de la misericordia con todas las personas oprimidas y con la propia creación.
La ecología y la opción para aquellos empobrecidos no pueden y no deben separarse. La comunión con el universo comienza desde la relación de justicia entre las personas y países (vea Salmo 67:146).
3. Abriendo la ventana del ARCA
En el libro "The Greening of the Church " Sean McDonangh menciona el comentario del estudioso bíblico Bernard Anderson donde resalta muchos inusuales paralelismos lingüísticos y temáticos entre Génesis, capítulos 1 y 9. [5]
"Los dos son momentos de origen: el principio del cosmos y el nuevo principio después del diluvio. En el capítulo 1 se confina a los humanos, mientras que en el capítulo 9 ello se extiende hacia toda realidad viviente".
Es un comentario bueno, porque Dios le ordenó a Noé que conservara la naturaleza: “De todas las criaturas vivientes, debes tomar dos de cada tipo a bordo del arca, para salvar sus vidas junto con la tuya; ellos deben ser un varón y una hembra".
En medio del desastre, se deja ver la figura del arca que flota con sus sobrevivientes. Es como si el relato dijera: la vida sigue, la familia sigue, la casa está en pie, la esperanza no está muerta, hay que resistir para mantener esa casa, esa arca que somos todas y todos, hay que analizar la realidad para saber que el imperio puede caer y Dios puede recrearlo todo. Nos llama la atención la ventana que abre Noé en la narrativa bíblica:
“Al final de los 40 días Noé abrió la ventana del arca que se había construido…” (Génesis 8:6a)
Es la comunidad quien abre la ventana para asomarse y ver si hay esperanza de volver a la tierra lejana que es creación de Dios.
Las figuras del cuervo y de la paloma muestran la intensa búsqueda de las posibilidades en medio de las crisis. En medio de las crisis actuales, del calentamiento global y los cambios climáticos con sus consecuencias en los sistemas atmosféricos: precipitaciones fluviales, huracanes, etc., que ponen en situaciones de riesgo cada año a millones de personas en el mundo, el relato del diluvio es una buena clave para asomarse a esa ventana de esta casa que habitamos. Eso es asomarse para ver una tierra dolida que reclama, junto con otros y otras que sufren, un nuevo tipo de relaciones.
Ahora, la alianza, en la perspectiva del texto tiene su señal: el arcoíris .Es la señal que Dios " ve", que hace " recordar" la alianza. El arcoíris es la señal para buscar a través de la ventana, en el horizonte, las señales de que en medio de la crisis, siempre puede construirse algo nuevo. Y Dios dijo, “Yo establezco mi Pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; con todo ser viviente que está con vosotros: aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros...Estará el arco en las nubes y me acordaré del Pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con todo lo que tiene vida sobre la tierra". (Gen 9: 8-14).
4. La Deuda Ecológica
Hay muchos testimonios que podemos incluir aquí sobre esa deuda que aniquila a nuestros pueblos y a toda la creación.
Y aquí es donde más parece que debe cobrar sentido el relato bíblico del diluvio, relato que nos invita a construir la casa para todas y todos, aún en medio de las aguas de la dominación neoliberal.
Los movimientos de resistencia indígena, de mujeres que luchan por una verdadera equidad de género, la lucha del campesinado pobre por el derecho a la tierra, los movimientos ecologistas, el surgimiento de resistencia de los inmigrantes, entre otros, son evidencias que algo diferente se puede construir.
No podemos dejar de mencionar a las iglesias, y a los líderes como el Patriarca Ecuménico Bartolomé de Constantinopla quien emite un comunicado anual por el medio ambiente cada 1 de Sept, día declarado en el 1989 como el día de la oración para la “la preservación de la Creación de Dios”.
Como lo expresa Ivone Gebara , el destino de los oprimidos está íntimamente ligado a este planeta vivo, vulnerable a los comportamientos destructivos de la humanidad.
Y Enrique Dussel en su libro " Ética Comunitaria" nos dice: " Una pretendida cultura universal se va extendiendo, dominando y aniquilando a las culturas autóctonas , a las etnias, a las tribus, naciones periféricas, pueblos enteros como los de América Latina, África o Asia. Junto a la naturaleza desaparece la diversidad cultural de la humanidad".[6]
Dios creó todo muy bueno, buenísimo. ¿Qué ha hecho hoy el ser humano de la creación de Dios y la producción cultural de toda la humanidad anterior? Hoy debemos preguntarnos:
¿Cómo pueden ser articuladas la relación entre las doctrinas cristianas de la creación y la salvación de manera que la justicia pueda realizarse en ambas?
¿Cómo puede evitarse una escatología escapista con el fin de articular una visión de esperanza para la tierra?
¿Cuáles son los pecados ecológicos de nuestra época?
¿Quiénes son responsables de los pecados ecológicos?
¿Cómo puede articularse la liberación de los pobres y la sobrevivencia ecológica? La crisis del cambio climático es un claro ejemplo de que la Tierra como un todo está amenazada. Pero también es importante reconocer que no todos han contribuido de la misma manera ni sufrirán los efectos de igual modo. Al respecto expresa Ivone Guevara: "hablar de justicia social implica hablar de ecojusticia e impone un cambio de discurso y las prácticas oficiales de las iglesias".[7].
Un poema de Charles Péguy nos inspira para continuar nuestra labor:
Pues lo sobrenatural, por sí mismo es carnal,
Y el árbol de la Gracia se enraíza en lo hondo,
Y el árbol de la gracia es el mismo eternal
La misma eternidad está en lo temporal,
Y el árbol de la Gracia se enraíza en lo hondo,
Y se mete en el suelo, hasta tocar el fondo;
Y el mismísimo tiempo es tiempo intemporal.
El árbol de la Gracia y el de la naturaleza
Han ligado sus troncos con nudos tan eternos,
Y han confundido tanto sus destinos fraternos
Que son la misma esencia y la misma grandeza.
[1] Oduyoye Amba Mercy, Introduction: Doing Justice to Creation and Salvation, en Creation and Salvation, Edited by Ernst M. Conradie, Lit Verlag Dr. W. Hopf, Berlin, Germany, 2012 pag. 1.
[2] Moltmann Jurgen, Dios en la Creación: Doctrina Ecológica de la Creación, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1987, pag. 10.
[3] Sicre, José Luis "La Creación, don de Dios" en Ecología y Cristianismo, XV Congreso de Teología, Centro Evangelio y Liberación, Madrid, 1996, pag. de 86 a 94.
[4] John of Pergamon, Preserving God's Creation in Christianity and Ecology, edited by Elizabeth Breully and Martin Palmer, Casell Publishers Limited, London, 1992, pag. 47.
[5] McDonangh Sean, The greening of the Church, Claretian Publications, Quezoa City, Philippines, 1990, pag. 124.
[6] Enrique Dussel, Etica Comunitaria, Fundación Editorial El perro y la Rana, Venezuela, 2011, págs. 215 a 220.
[7] Gebara Ivone y Pujol Graciela, Intuiciones Ecofeministas, Ensayo para repensar el conocimiento y la religión, Editorial Trotta, 2000, págs. 32 a 33.
Agradecemos al Instituto Cristiano de Estudios de Género