Mujer, quedas libre de tu enfermedad: mi cuerpo leído desde las enfermedades autoinmunes
Mónica Treviño Álvarez-
Hace año y medio me diagnosticaron lupus, seis meses después añadieron a la lista fibromialgia. Hoy dudan la veracidad del primero. Algo tengo, eso es un hecho. Seguramente es autoinmune y podría ser degenerativo. Aunque no tengo la certeza de cómo se nombre, sí les puedo compartir mi experiencia habitando un cuerpo que rara vez me permite hacer todo lo que me gustaría realizar.
Mis primeros síntomas comenzaron en mayo de 2019, cuando decidí empacar mi mochila y visitar Costa Rica, El Salvador y Guatemala. Un cansancio extremo se apoderó de mí, después de tomar los talleres del DEI sólo quería regresar a mi cuarto a dormir. Mi mente estaba muy desenfocada, a lo largo de esas cuatro semanas concentrarme fue prácticamente imposible. Ya regresando a México, hice una parada en Mérida para acompañar a un amigo en su ordenación. En el hotel, la primera noche, me la pasé con un ardor de piel indescriptible que fue acompañado por comezón en las extremidades y unas manchas circulares rojizas. No pude dormir. ¡Una experiencia desesperante!
Sentía como si alguien hubiera secuestrado mi cuerpo y me lo hubiera cambiado por otro. Ya en Ciudad de México, el malestar fue creciendo y las visitas con el personal médico comenzaron. Debilidad, cansancio, ardor, dolor y uno qué otro resultado anormal en los estudios clínicos. Por primera vez en mi vida odiaba mi cuerpo.
Después de meses de leer y releer Los diarios del cáncer de Audre Lorde, quien se convirtió en mi guía, comencé a buscar una reconciliación entre mi cuerpo enfermo y mi espiritualidad. Entender lo que vivía de otra manera, más cercana y menos académica. Ajena a la medicina, una forma en que yo pudiera aprender a amarme en medio del dolor. En la que me pudiera encontrar con una Diosa sanadora.
Así, llegué a María Soave Buscemi y su propuesta de una mito-poética-ecofeminista. A partir de mi cuerpo doliente retomar el cuento como espacio privilegiado y de relacionalidad colectiva y cósmica. Comencé a encontrar un espacio para sanar y ser libre desde relatos recreados de historias bíblicas[1].
Mujer, quedas libre de tu enfermedad (Lucas 12: 10-17)
Estoy poseída por el dolor desde hace 18 años. Mi espalda está rígida, se inflama y no para de doler. Mi columna se ha ido modificando hasta el punto en que es imposible estar derecha. Lo que antes era sencillo, ahora es prácticamente imposible de realizar. Caminar cansa y respirar duele.
Desde esta realidad, cada mañana me levanto. Saco fuerzas de lugares insospechados y salgo a vivir. Coloreo mi vida desde lo que tengo. Con o sin posesiones de espíritus, yo me las he agenciado para seguir existiendo. Un sábado me enteré que el maestro, aquel famoso por sanar, estaba en la sinagoga del pueblo. Ilusionada, me levanté. Sentí como un rayo recorría mi espalda mientras yo intentaba levantarme. Respiré profundamente y, con la lentitud de un caracol, me dirigí a su encuentro.
El maestro y yo platicamos por un largo rato. Le conté cómo mi espalda encorvada se relacionaba con el pecado mío o de mis familiares. El dolor no sólo era el que todos los días vivía mi cuerpo, sino el que la comunidad y las autoridades religiosas me hacían pasar. El encuentro con él y con quienes lo seguían fue sanando a mi cuerpo en su estar con el mundo. Encontrarme con personas para las que era más importante mi bienestar con respecto a la ley de no trabajar en sábado, fue lo que me dio la libertad de vivirme desde mi espalada encorvada. Así quedé libre de la enfermedad.
Hacer teología desde el lienzo de un cuerpo enfermo
¿Y si recurrimos a nuestro propio cuerpo adolorido para tener una experiencia con lo sagrado? ¿En los procesos de dolor y enfermedad dónde queda la Diosa? A lo largo de este año y medio en la iglesia me dijeron que la enfermedad era el demonio del lesbianismo. Lloré y volví a pasar por el corazón toda la violencia espiritual que había pasado cuando no me atrevía a nombrarme lesbiana. Viejas dudas regresaron a mi mente y el castigo volvió a ser parte de mi vivencia de lo sagrado.
Para contrarrestar los fragmentos de violencia espiritual que aún tengo comencé a hacer cuentos de las historias de enfermedad y sanación que aparecen en el texto. Sentir mi dolor en compañía de la historia de la mujer encorvada me permitió comprender que no sólo es físico. También es dado por una sociedad que no entiende los tiempos y las necesidades de quienes vivimos con dolores crónicos. Me permitió reconocer que hay veces que el fantasma del Dios castigador regresa, que en momentos la religión me duele más que el cuerpo.
También me permitió reconocer a la comunidad de Jesús y el apapacho de María Magdalena. Así, ese lienzo que es mi cuerpo enfermo se une a otras corporalidades con otras realidades y nos acompañamos. Desde ahí, en el encuentro tierno y amoroso. Donde ser lesbiana no es causa de castigo, sino de bendición divina, es que mi cuerpo se vuelve lienzo teológico. Y la Diosa aparece en el abrazo tierno y amoroso de quienes nos acompañamos.
Bibliografía
[1] Soave Buscemi, M., 2004. Creo en la resurrección del cuerpo...sobre lo poético de los textos sagrados como experiencia de curación. Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA), (49), pp.58-68.
¿Qué es el lupus?
El lupus es una enfermedad autoinmune, es decir, el propio sistema inmunitario ataca las células y tejidos sanos por error. Esto puede dañar muchas partes del cuerpo, incluyendo las articulaciones, piel, riñones, corazón, pulmones, vasos sanguíneos y el cerebro.
Hay varios tipos de lupus:
Lupus eritematoso sistémico: Es el más común. Puede ser leve o grave, y puede afectar a muchas partes del cuerpo
Lupus discoide: Provoca una erupción en la piel que no desaparece
Lupus cutáneo subagudo: Provoca ampollas después de estar al sol
Lupus inducido por medicamentos: Es causado por ciertas medicinas. Por lo general, desaparece cuando se deja de tomar el medicamento
Lupus neonatal: No es común y afecta a los recién nacidos. Es probable que sea causado por ciertos anticuerpos de la madre
¿Qué causa el lupus?
No se conoce la causa del lupus.
¿Quién está en riesgo de tener lupus?
Cualquier persona puede padecer lupus, pero las mujeres están en mayor riesgo. El lupus es dos a tres veces más común en las mujeres afroamericanas que en las de raza blanca. También es más común en las hispanas, asiáticas y nativo americanas. Las mujeres afroamericanas e hispanas son más propensas a padecer formas graves de lupus.
Fuente; https://medlineplus.gov/