Vivir Cuaresma en clave feminista: El servicio

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Claramente no estamos en tiempos de ayuno por 40 días, ahora algunas tradiciones cristianas se abstienen de algún producto específico en este período y otras ayunan pocos días, como ser, los viernes de Cuaresma.

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Pensando en el texto desafiante de Isaías 58: 6, se me ocurren algunas ideas para vivirla, que iremos compartiendo en estas 7 semanas hasta la Pascua 2021.

La semana pasada hablamos de Asumir compromisos

En esta semana vamos a proponernos:

2. Servir

Durante el miércoles de Ceniza, final del Carnaval e inicio del tiempo de Cuaresma recordamos aquel texto que dice; “Del polvo eres y al polvo volverás”. Somos de la tierra y a ella regresamos, somos parte de esa familia que nace y vive en esta casa común; tenemos responsabilidad con ella como eslabón de una gran cadena de vida que nos incluye como a las plantas, los animales, el aire, el agua…

Así es, lo sabemos y por eso ¿qué mejor que poner los pies en tierra, las manos en acción, los pies en movimiento, la cabeza y el corazón en sintonía para pensar y amar dejando frutos de justicia y paz?

Pensemos en esta semana en SERVIR.

Ayyy qué tema!

Para las mujeres el “servir” parece estar clavado en el ADN; desde pequeñas nos ponen a limpiar, a lavar, a servir, a ser comedidas y estar disponibles. Nos enseñan a eso! No está en ninguna memoria genética. Simplemente está en la memoria cultural y la reproducimos sin cuestionar por años y años. Y cuando nos animamos a cuestionarla, sufrimos más de un castigo.

El término en realidad sí conlleva la idea de cumplimiento, incumplimiento y castigo. ¿Por qué? Porque está vinculado a la esclavitud.

El término servir se origina en el latín. Deriva de servio, servis, servire, servivi/servii, servitum verbo cuyo significado principal es ser esclavo de alguien; estar al servicio de.

Durante los tiempos de esclavitudes las mujeres negras e indígenas fueron servidumbre de familias y organizaciones, hasta tal punto de ser diezmadas en nuestros países de Sudamérica. Pero también las mujeres de toda la tierra, sin importar etnia ni religión, han sido servidoras con todos los “ritos de legalidad” a través de la familia, en el matrimonio, con los hijos e hijas. Las mujeres hemos dado cuenta a lo largo de la historia de la humanidad el “estar al servicio de”.

“Lo que llamas amor es trabajo no pago”, leí hace un tiempo y fue revelador.

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¡Con el discurso del amor, del compromiso, de la fe, nos pusieron el cepo de servicio y que el Señor nos recompense!

Y nombro a Dios porque la fe cristiana ha avalado este sistema que coloca a las mujeres en lugares de servicio. ¿Cómo lo hizo?

Releyendo textos bíblicos para callarnos, para ponernos en lugares de subordinación de obediencia;

No generando los espacios para el ministerio femenino

Y si los genera, haciendo siempre el camino más plausible y liso a los varones

Silenciando las violencias; escondiéndolas bajo la alfombra o mirando para otro lado

Protegiendo a los violentos y/o juzgando a las víctimas

Sin embargo la palabra de Jesús nos saca de ese lugar de servicio forzado, de subordinación ante alguien más poderoso o más fuerte, cuando dice en Juan 15:
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho.  Ya no las llamo siervas, porque la sierva no sabe lo que hace su amo. Las llamo mis amigas, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho.

Y entonces volvemos a recordar que el servicio en el movimiento de Jesús fue encarnado en María y Marta, hermanas tan distintas como valiosas cada una; en la suegra de Pedro sirviendo con acción de gracias; en la mujer sirofenicia cuestionando al Maestro; en la samaritana dando testimonio, hablando de su encuentro con quien la incluye; en María, aceptando una maternidad política y revolucionaria; en Elizabet, sacerdotisa abriendo el camino al Mesías con su hijo Juan; en la profetiza Ana dando sentido a su vejez en la bendición del niño peligroso para Herodes….en tantas otras que nos enseñan que el servicio cristiano no es agachar la cabeza y obedecer, sino conocer el mismo corazón de la divinidad, de Jesús y actuar en consecuencia.

Eso es SERVIR en clave cristiana y en clave de mujeres te invitamos a lo mismo: Abrir los ojos, escuchar, parar, buscar, tender las manos, ir al encuentro, consolar, rescatar a quien sufre (aunque eso viole normas humanas), dar de comer, abrigar, visitar, amar.

-Evalúa a quien sirves a diario y por qué

-Piensa en qué momento decidiste ese servicio y que hubo detrás de esa decisión

-Analiza cuántas veces cuestionaste a “esas mujeres” que “descuidaban sus tareas domésticas”

-Busca a alguna mujer que no sea de ese círculo cotidiano a quien acompañar por y en amor

-Elige tus servicios acompasando en libertad tu corazón al sentir del Maestro

Claudia Florentin