El texto bíblico es de todas y todos, quienes podemos leerlo, estudiarlo, escudriñarlo y amarlo

Ángela Trejo Haager, México.

Red de Mujeres y Justicia de Género para América Latina, el Caribe, Norte América y Canadá, FLM.

“…pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si éstas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres”. Hechos 17:11 y 12

En el libro de Hechos, que se encuentra en el texto bíblico, nos habla del encuentro de Pablo y Silas con mujeres y hombres en Berea.

Observamos a un Pablo predicando y dialogando con diferentes comunidades y en este caso, se encuentra en medio de personas griegas.

Para Pablo no fue muy fácil esta región, pues desde los versículos 2 y 3 del mismo capítulo, nos indica que discutió, y que tuvo que exponer por mucho tiempo las Escrituras y la importancia de la figura de Cristo.

Observamos pues que las interrogantes y las reflexiones eran muy comunes entre esta región y las mujeres no eran la excepción. Ya que por muchos días escucharon la palabra que Pablo exponía y se dedicaron a escudriñarla para ver si “éstas cosas eran así”.

Y es sobre este quehacer de las mujeres griegas, donde deseo colocar mi reflexión, en la libertad y el derecho de las mujeres hoy, para hacer muchas preguntas y reflexionar con tiempo y calma sobre las interpretaciones bíblicas que hemos aprendido sistemáticamente.

La historia cristiana presenta a un líder como Pablo, el cual hablaba y mucha gente creía en el Evangelio a partir de su testimonio de vida y reflexión teológica. Muy pocas veces observamos con atención narrativas bíblicas como el de esos versículos, en las cuales los griegos y de manera particular, las mujeres, se darán el tiempo para pensar que era lo que estaban escuchando.

¿Podemos imaginarnos que pasaría en nuestras comunidades de fe, si enseñáramos estas historias con perspectivas de educación y mucho más allá, con perspectiva de género?

Abrir la posibilidad a dudar, a preguntar, a trabajar reflexiones comunitarias que respondan a las necesidades de cada grupo de manera general, pero también de manera particular a las mujeres que caminan diariamente en esta vida, muchas veces complicada.

Es pertinente insistir en que el texto bíblico es de todas y todos, quienes podemos leerlo, estudiarlo, escudriñarlo y amarlo desde la justicia, la equidad, la misericordia y la gracia.

Permitamos hoy día trabajar en ese sentido, nosotras como mujeres hemos recibido la gran herencia de la lectura bíblica desde nuestros propios idiomas, hay un sinfín de traducciones posibles que facilitan el estudio y sobre todo, nuestra inmensa capacidad para entender la Palabra, con un sentido de libertad y de inclusión.

Recuperemos las narrativas bíblicas de mujeres que se dan la oportunidad de reflexionar, de dialogar y de argumentar para animar a otras mujeres a un trabajo de Redes que facilite un trabajo teológico y bíblico desde una perspectiva de género.

Sea pues, esta pequeña historia bíblica una motivación para que nos animemos a seguir adelante con nuestros conocimientos.

Publicado en Devocionario Feminista Con Efe 2022, mes de Julio

Claudia Florentin