Adviento de mujeres: Isabel (Entrega 1 de 3 )

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Material inédito de Claudia Florentin Mayer.

Texto: Lucas 1: 1-45

Protagonista: Isabel/Elisabet

Símbolo: corazón

Reflexiones:

Siempre me impresionó que María al saber de su estado, sale raudamente a la casa de Isabel. Con los años pude saber que las mujeres hacemos eso: nos refugiamos en la compañía de hermanas, amigas, mujeres de confianza que nos abrazan y hacen lugar “mientras pasa la tormenta”. Seguramente el embarazo de María generó más de una.

¿Quién era esta mujer que conocemos como Isabel o Elisabet?

El Evangelio dice que era de la familia de Aarón, o sea de familia sacerdotal. El texto dice que el esposo era sacerdote. ¿Ella no? Nos hicieron creer por años que las mujeres no ocupaban cargos de maestras-rabinas o sacerdotisas en el Israel bíblico, pero ¿será esto así?

“Los dos eran justos” dice el texto y el rol de Isabel, aunque breve en términos de texto, es fundante de la tarea de Juan el Bautista y es sostén de la madre del Mesías.

Es la primera persona en el Nuevo Testamento que “recibe el Espíritu Santo” (vs. 41) y es en ese momento que ella profetiza el rol del hijo que María llevaba en su vientre. Podemos suponer que María sintió ratificada su decisión de fe de maternar ese hijo de la promesa al pueblo judío.

Veo un ciclo en la vida de Isabel, que bien puede ser simbólico de otros ciclos en nuestras vidas de mujeres.

Les invito a pensar en una de estas realidades, en cuántas veces las atravesamos o las atraviesan mujeres que tenemos cerca y cómo podemos acompañar si nos toca hacerlo, o atravesarlos con fe si es en nuestra propia realidad.

Etapas:

Esterilidad: ¿Cuántos tiempos de desiertos, soledad, vacío se pasan en la vida? ¿Cuántas veces deseamos intensamente el fruto, pero en vez de eso nos topamos con la tristeza de la sequía? ¿Cómo podemos construir apoyos para sostener a mujeres que atraviesan esta etapa? Hay momentos que la espera se hace crisis, llanto, frustración.

Promesa/espera: Tenemos promesas en la Biblia, solemos buscarlas y releerlas para reforzar la fe en tiempos difíciles pero lo cierto es que su efecto no es mágico. Solo la fe puede activar en nosotras la esperanza. ¿Cómo resistir en esperanza mientras la realidad nos golpea? Isabel al ver que Dios le concedió lo que ya ni esperaba, se guarda. Podemos imaginar que, siendo una mujer de fe, este tiempo de “retiro” le permitió reconectarse con su Dios, entender de qué iba este cumplimiento (al encontrarse con María ya vemos un reconocimiento íntimo que su hijo en el vientre tendrá un rol en la fe del pueblo) y prepararse para lo que vendrá.

Sororidad- Intergeneracional: Era anciana, dice el texto, cuando queda embarazada. Y esa anciana aparece en primer término en la mente de María al buscar un lugar donde refugiarse. Por qué? Seguramente Isabel tenía antecedentes de sorora, de amorosa, de contenedora. Una mujer grande recibiendo y abrazando a una jovencita que atraviesa una tormenta. La sororidad no conoce de fronteras generacionales. El amor generoso y activo entre las mujeres no debería conocer de edad; cada una en cada etapa tiene tanto para dar.

Cumplimiento: Y un día llega el cumplimiento. Cuántos años de espera estéril. Cuánto sufrimiento al fin terminado. La llegada de lo esperado suele atravesarnos de tal manera que muchas veces nos olvidamos de respirar, de parar y de agradecer. Al abrazar la promesa cumplida, el dolor suele esfumarse. Elevar los ojos al cielo y mirar a quienes estuvieron cerca para agradecer es parte importante de esta etapa.

Fruto- cambio de futuro: No sabemos más nada de Isabel. Pero podemos rastrear su impronta de fe y valentía en aspectos de la vida de su hijo: Juan el Bautista. Un varón justo, valiente, profeta que abre caminos a Jesús. Las mujeres somos mayoritariamente quienes transmitimos cultura, tradiciones, fe. El profeta del NT será enviado a los brazos de esta mujer para que su camino fuera marcado por ella y el futuro fuera más luminoso.

-Oramos:

Dios Madre nuestra, venimos ante tu presencia con el corazón en ofrenda amorosa, sorora. Vemos en Isabel el abrazo de hermana, de amiga, a la niña que atraviesa tiempos difíciles. Su caminar nos convoca hoy a volvernos, a parar, a mirar a nuestro alrededor e implorarte la mirada amorosa, los brazos solidarios, el corazón abierto para encontrar a las mujeres que viven crisis, soledades, desiertos y desesperanzas.

Pedimos nos alientes a continuar las luchas por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, sin penalizaciones ni juicios. Pedimos por quienes deben decidir y tienen temores, dudas; que puedan encontrar cerquita brazos contenedores. Pedimos por las mujeres que no pueden ser madres, que encuentren opciones de amor.

-Intencionamos/ hacemos

Te invito a llamar, acompañar en persona, abrazar a alguna mujer que lo necesite. Pienso especialmente en mujeres que atraviesan crisis por maternidades deseadas y no concretadas; en quienes atraviesan embarazos complejos o en situaciones difíciles de soledad o carencias-en estos casos acompañemos prácticamente con ayudas puntuales. En quienes han decidido no seguir con una gestación o están decidiendo, para que la libertad de decisión sobre nuestros cuerpos sea acompañada, respetada y no penalizada. En mujeres que han decidido no maternar, para que ese derecho también sea respetado y no cuestionado. En quienes les ha tocado maternar por diferentes razones, desde roles de abuelas, tías, amigas, hermanas…para que sientan apoyo, amor y fuerza en este desafío de amor.

-Música: Sugiero “Yo vengo a ofrecer mi corazón” en versión de la argentina Mercedes Sosa

 

Claudia Florentin