La Ruah no es la única razón por la que se afirma la feminidad de Dios, pero es una buena razón

Lusmarina García-

El pentecostés marca el descenso del Espíritu Santo sobre la comunidad de discípulos y discípulas una vez que el Jesús resurrecto ascendió al cielo.

El cielo de la ascensión no es un lugar determinado, que se encuentra por encima nuestro. Él es la experiencia de la transformación del cuerpo físico de Jesús en presencia cósmica, es la ruptura de la barrera entre el palpable y la trascendencia, es la impregnación de la presencia iluminada, iluminadora, acogedora, amorosa, tierna de Dios en Jesús, y en nosotros y nosotras.

En la narrativa cristiana, la presencia de Dios en el mundo después de la ascensión de Jesús se da por medio del Espíritu Santo. La palabra "espíritu" en el original hebreo, Ruah, es femenina. Así, teólogas y teólogos feministas reclaman la feminidad de Dios que permaneció encubierta, por siglos, bajo la traducción latina de género masculino para una palabra que es originalmente femenina.

Ruah no es la única razón por la que se afirma la feminidad de Dios. Pero es una buena razón.

Les dejo mi atrevimiento de cometer un poema para este domingo de Pentecostés:

Ruah es soplo, viento,
cosa que no se sostiene ni puede ser contenida,
Es potencia, superposición,
estructura de la propia textura de la vida.

Ruah es la respiración del mundo,
Es Dios en cuerpo de mujer,
Es libre, suelto, instigante, sin freno,
Ve a donde quiera.

El patriarcado matador,
Que de las mujeres y chicas es verdugo,
Ya no puede retener nuestra lucha y voluntad,
Ni siquiera nuestro cuerpo y nuestra voz.

Adelante mujeres insumisas
Para enfrentar este tiempo de retroceso
Pues ni fascistas ni creyentes sexistas
Van a ccambiar el purgar de este absceso.

Ven Ruah!
Contiene la pandemia! Cura a nuestro pueblo!
Consola a tus hijas y tus hijos; sécate el llanto.
Abraza los cuerpos aplastados y tantos otros muertos,
Da impulso, coraje, respiro,
para nuestros nuevos y singulares huertos.

————————————————————————-

O pentecostes marca a descida do Espírito Santo sobre a comunidade de discípulos e discípulas uma vez que o Jesus ressurreto ascendeu ao céu.

O céu da ascensão não é um lugar determinado, que se situa acima de nós. Ele é a experiência da transformação do corpo físico de Jesus em presença cósmica, é a ruptura da barreira entre o palpável e a transcendência, é a impregnação da presença iluminada, iluminadora, acolhedora, amorosa, terna de Deus em Jesus, e em nós.

Na narrativa cristã, a presença de Deus no mundo após a ascensão de Jesus se dá por meio do Espírito Santo. A palavra “espírito” no original hebraico, Ruah, é feminina. Assim, teólogas e teólogos feministas reivindicam a feminilidade de Deus que permaneceu encoberta, por séculos, sob a tradução latina de gênero masculino para uma palavra que é originalmente feminina.

Ruah não é a única razão pela qual se afirma a feminilidade de Deus. Mas é uma boa razão.

Deixo com vocês meu atrevimento de cometer um poema quadrado para este Domingo de Pentecostes:

Ruah é sopro, vento,
coisa que não se prende nem pode ser contida,
é potência, imbricamento,
estrutura da própria textura da vida.

Ruah é a respiração do mundo,
é Deus em corpo de mulher,
é livre, solta, instigante, sem freio,
vai simplesmente prá onde quer.

O patriarcado trucidante,
que das mulheres e meninas é algoz,
já não pode reter nossa luta e vontade,
nem sequer nosso corpo e nossa voz.

Avante mulheres insubmissas
para enfrentar este tempo de retrocesso
pois nem fascistas nem crentes sexistas
vão nos tolher de purgar este abscesso.

Vem Ruah!
Contém a pandemia! Cura o nosso povo!
Consola as tuas filhas e os teus filhos; enxuga-lhes o choro.
Abraça os corpos esmagados e os tantos outros mortos,
Dá impulso, coragem, respiro,
para os nossos novos e singulares hortos.

Imagen: Mujeres bailando de Tom Cowsert

Claudia Florentin