16 días de activismo- Interrupción voluntaria del embarazo: mi cuerpo soy yo
El aborto asoma hoy su fea cabeza como cuestión política: el viento de la derecha conservadora golpea a las mujeres, haciendo retroceder las libertades de elección sobre sus cuerpos conquistadas en los años 70.
En Estados Unidos, el Tribunal Supremo, al dictaminar que el aborto no es un derecho constitucional, ha dejado en manos de cada estado la legislación al respecto, de modo que más de 30 millones de mujeres de 16 estados no tienen acceso a la interrupción del embarazo.
En Hungría existe una ley de “latidos fetales” que obliga a los médicos a proporcionar a las mujeres “indicaciones claras de los signos vitales del feto” para disuadirlas de la intervención: no se trata de un “latido” real, sino de un sonido de monitor de ultrasonido que representa los impulsos eléctricos emitidos por las primeras células.
En Italia, la Ley 194 sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (a pesar de haber reducido el uso del aborto en un 40% en sus 42 años de aplicación) sigue viéndose gravemente obstaculizada por el elevadísimo número de objetores, ginecólogos y anestesistas (una media del 70%, pero en Molise del 95%, y en muchas regiones del 90%), así como por la ausencia de información clara, incluso sobre las IVG farmacológicas.
“Las prohibiciones y otras restricciones al aborto afectan de forma desproporcionada a las mujeres pobres, a las que son víctimas de discriminación racial, así como a las de zonas rurales, a las personas LGBTIQ, a las mujeres con discapacidad, a las adolescentes, a las mujeres migrantes y a las familias monoparentales con una mujer como cabeza de familia.” Esto observó el Parlamento Europeo, que propuso el 7 de julio de 2022 incluir “el derecho al aborto seguro y legal” en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
VERSÍCULO BÍBLICO
“¿No sabéis que vuestro cuerpo es el templo
del Espíritu Santo que está en vosotros y que habéis
recibido de Dios?” (1 Corintios 6:19a)
COMENTARIO
Cuerpo como templo del Espíritu, imperativo de pureza. El templo no puede ser “sucio”, impuro, debe ser inmaculado, un lugar que albergue lo inalcanzable. A las mujeres y a los hombres se les han impuesto estas palabras para justificar una vida inmaculada, un paquete externo perfecto que mostrar al mundo.
Sin embargo, ¿no es precisamente el Espíritu de Dios el que libera, abriendo a la esperanza?
¿Cómo puede interpretarse la casa de Dios como un espacio de coacción, de miedo, de orden violento? ¿No deberíamos releer estas palabras acogiendo la liberación y la autodeterminación que Dios ofrece en Cristo a cada una de sus criaturas? Es una decisión existencial que rompe las jaulas del patriarcado que dicen que no decidimos sobre nuestros cuerpos.
Cuerpo como templo del Espíritu, hogar de lo inesperado, el de la Palabra que te hace libre, que te dice que no tienes que responder a las normas y a la imagen que deciden los demás.
Eres una criatura única y libre, amada a los ojos de Dios que no habita en templos de piedra, sino que vive en las relaciones sanas y verdaderas que sabemos construir.
ORACIÓN
Señor, que tomó cuerpo, caminó,
tocó, abrazó, sanó. Espíritu
que baila y habita, Dios de la
liberación tocado y vivido en el
cuerpo. Enséñanos a escuchar
la alteridad a partir de nosotros:
cuerpos, vidas, miradas,
abrazos, sonrisas y lágrimas,
enredos diferentes, unidos por
Ti, unas a otras.
Material publicado por la Federación de Mujeres Evangelicas de Italia con traducción de Con Efe: