¿Por qué nos conmueve una cruz y no las otras cruces?

Blanca Geymonat, desde Uruguay, para el Devocional Caminando en Sororidad publicado por Con Efe 2023

Lucas 23:33-43

Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23: 43

Jesús crucificado, torturado, asesinado. En total abandono. El poder regodeándose con la victoria de la muerte. La muerte dolorosa y vergonzante. La muerte que niega la vida, que la destruye, no solo físicamente, también destruye la dignidad de hijas e hijos de Dios.

Y como cada noche, o cada celebración, la oración me trae a la mente y a la panza mujeres, niños y niñas, jóvenes, cuerpos feminizados que en este momento están siendo destruidos. Muertas de dolor, desangradas. Solas y abandonadas porque preferimos mirar para otro lado, o simplemente porque son parte de los “sacrificios necesarios” a los dioses del mercado, finanzas, consumo.

Y conozco las palabras que usa el poder ahora para denigrar, insultar, abusar: “te gusta!, todas son putas” “tu papito te ama, no cuentes” y todas las que se usan con las presas políticas o en las guerras; en los casamientos o mutilaciones, disfrazadas de tradiciones culturales; y resuenan todas aquellas que no conozco pero estremecen mi cabeza y mi útero. La muerte por quitar la vida, por quitar la dignidad, por sacrificios aberrantes.

La muerte impune –¿impune?-

La muerte para disciplinar, para defender el proyecto del poder de los dueños, del señorío, a favor de muy pocos.

Y la pregunta es ¿por qué si el Maestro nos dijo que en cada uno, en cada una de las más pequeñas, de las sufrientes Él estaba, no les traemos cada vez a nuestra oración? ¿Por qué nos conmueve una cruz y no las otras cruces, y no los cuerpos torturados, violados, mutilados en bolsas de basura? ¿Por qué le tenemos tanto miedo a los carteles sobre nuestra cabeza: “feminazis!, comunista”! Y: “¡ni siquiera pueden cuidar a sus hijas!”?

Y cuando el dolor se hace insoportable y la falta de compromiso no me deja mirarme al espejo, y cuando me siento y siento a las comunidades como grandes hipócritas, llega una vez más Jesús para decirme que no están solas, que a pesar de que yo las dejé solas, que nosotras y nosotros las dejamos solas, ¡Él no!

Que ya están abrazaditas, rodeadas de su amor, que es la única forma en que, para una niña abusada, yo puedo entender el paraíso.

Claudia Florentin