Las mujeres de la Pascua
La Teóloga y Comunicadora, Claudia Florentín Mayer, comparte la reflexión del domingo de resurrección acerca de las mujeres de la Pascua, su atrevimiento y lucha, una que ha persistido por siglos para todas las mujeres en todo el mundo. En plena cuarentena, recordamos el ejemplo de las apóstolas de los apóstoles y de nuestras ancestras para seguir trayendo vida en contextos de muerte.
ESCUCHA LA REFLEXIÓN EN: https://soundcloud.com/.../las-mujeres-de-la-pascua...
En el camino a la cruz, al pie del dolor, viendo la sepultura, esperando el amanecer, las mujeres discípulas de Jesús aparecen en distintos relatos del Evangelio.
Las imaginaba y pensaba que seguramente algunos en su tiempo habrán dicho que estaban locas.
"Las locas”, calificativo que resuena a lo largo de la historia de la humanidad. Desde la Antigua Grecia hemos estado consideradas histéricas, locas o como dice un eufemismo por aquí “intensas”. ¿Cuándo llega ese mote? Cuando nos salimos de lo establecido por la sociedad, por la religión, por nuestras propias familias. Y eso pasa para las mujeres en lo individual y en lo colectivo.
Boaventura de Sousa Santos dice que la reacción a las luchas contra los poderes hegemónicos se da con la descalificación de quienes luchan.
Así las llamaban los militares genocidas de Argentina a las Madres de Plaza de Mayo que, a lluvia y viento, sol y represiones, reclamaban por la aparición con vida de sus hijos e hijas (como lo hacen aún hoy). La acusación de “locura” quita derechos y pone ante exclusiones y violencias y ellas se apropiaron de ese mote y lo hicieron multiplicar visibilizando lo que “los locos y locas” sufren en el país.
Aquí están:
Las reclamantes
las tramadoras
las defensoras
las tejedoras
las madres del dolor
las madres contra la trata
las campesinas
las migrantes
las desplazadas
las sin tierra
las sin techo
las afectadas por minerías, por represas,
las recicladoras
las que acallaron…
El viernes de la injusticia y la muerte violenta del inocente pone piedra sobre la vida, clausura la verdad impide el paso.
Pero no se amedrentan. Temen, sí, se inundan de terrores, pero no se detienen.
El sábado esperan, pero no pasivas.
Y el domingo las encuentra listas, esperando la aurora.
Desafían a autoridades, escapan a controles, preguntan, tiemblan de miedo, saben que las piedras son grandes y pesadas.
Se enfrentan inevitablemente al desprestigio y las críticas:
Te apartas de lo enseñado por la iglesia
¿Qué dice tu marido de esto?
Una mujer a esas horas, qué dirá la gente
Una mujer que hace algo así no nos representa
Te pueden detener, ¿vale la pena tanto riesgo?
No vas a conseguir mover esa piedra...
Los apóstoles no creen lo que les dicen las mujeres porque ellos no estaban en el lugar de los hechos. Encerrados en cuatro paredes la verdad y la novedad de vida suelen escaparse.
Ellas están donde hay que estar. Se enfrentan a quien temen, pero el Amor y la búsqueda de verdad dan coraje para enfrentarse a la muerte, a los poderosos, a los violentos y a los propios de la fe, que tienen miedo, que no quieren conocer las respuestas, son cómodos o cómplices de los silencios.
Anuncian que la muerte no vence. Que juntas son capaces de enfrentar el terror. Que no hay silencio posible ante la marcha implacable de quienes sufren.
Marcan paso a paso, lentamente, un apocalipsis de los poderosos y las patriarcales instituciones.
Y esperamos el Génesis de tiempos frescos, de relacionamiento y de creencias forjados desde la fuerza, la emoción y la valentía de las mujeres.