La salvación no es individual, la salvación es comunitaria

En la fecha que conmemoramos el Día de la Mujer, compartimos reflexiones escritas por mujeres de fe para nuestro Devocional Feminista.

En este caso, de la mano de Pamela Líquez, desde Guatemala.

Marcos 5 versículos del 21 al 43

Verso clave (Nueva versión internacional):

33 La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.

34 —¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.

 

Antes, leía este pasaje poniendo especial atención en el poder sanador de Jesús.

Después, releyéndolo, me encantó interpretar que la mujer era la sujeta y protagonista de la historia, aunque no fuera recordada por su nombre, pero era la sujeta.

A pesar de que había pasado ya 12 años con flujo de sangre, apartada de su familia y su comunidad, que había perdido su salud física, emocional-psicológica y espiritual, ella decide arriesgarse, seguro ya no tenía nada más que perder, porque su vida ya no era vida. Ella decide atreverse y meterse entre la multitud hasta alcanzar a Jesús y tocarle. Jesús siente y sabe que algo paso y aunque hubiera podido seguir su camino decide parar y hacerlo notar. Quizás a Jesús no solo le importaba que la mujer quedara sana y le fuera devuelta la salud física, pienso que a Jesús le importaba hacer ese acto público para que le fuera devuelta también su dignidad.

El mismo Jesús atribuye el milagro a la mujer, porque es quien va y busca su propia salvación, quien deja el miedo, toma su fe y su esperanza, que quizás era todo lo que le quedaba y decide “arrebatar” su milagro, su salud, su dignidad, su vida, su salvación.

 

Ahora, cada vez que se lee y se interpreta un texto se van descubriendo o revelando aspectos nuevos, sobre todo cuando se hace en comunidad, cuando todas(os) aportan a la interpretación desde sus propios conocimientos y vivencias.

El año pasado, hacíamos la relectura de este pasaje junto a compañeras(os), acompañadas por Paulo Ueti descubrimos (y que me parece hermoso), que el milagro no era un evento individual, ya sea hecho por Jesús o “arrebatado” por la mujer, el milagro era comunitario, el milagro era hacer funcionar todo un engranaje, y para eso cada pieza, cada persona era necesaria, porque la salvación no es individual, la salvación es comunitaria.

¿Quiénes seguían a Jesús? Seguramente personas con distintas necesidades que buscaban esperanza, salud, salvación, quizás la mujer no se abrió paso sola y me parece muy lindo y tierno imaginar que la multitud la animó y hasta la ayudó a abrirse paso para llegar hasta Jesús. Y finalmente Jesús restaura integralmente su vida, al hacerla notar, visibilizarla, hacer público su caso, su fe y su salvación.

Esto me hace agradecer por la comunidad, y recordar que no vamos caminando solas(os), lo que me parece muy hermoso y esperanzador, pues a pesar de que en el mundo hay tantas cosas malas, tantas angustias, tantas injusticias y que parece que no hay esperanza…

A pesar de eso, vamos juntas en comunidad, lo que nos permite compartir el peso de los problemas, pero también nos hace responsables de contener a otras(os), de “abrirle paso” a quien tiene necesidad.

Recordemos:

¡Nadie suelta la mano de nadie!

Claudia Florentin