De femenina a feminista, gracias a las relaciones ecuménicas
Nausicaa Marchiori-
En mi camino como mujer laica, siempre me ha molestado la palabra feminismo. Siempre le he preferido el adjetivo femenino, con un gusto de mesura que le sentaba bien a mi persona siempre serena. El término feminista, en el pensamiento colectivo actual, está todavía demasiado atado a un imaginario de reivindicación, a pesar de los numerosos esfuerzos de las mujeres por resignificarlo hoy. En mi camino como mujer, dentro de la tradición cristiana en la que vivo, muchas veces me he preguntado cómo caminar en serenidad sin encontrarme con la etiqueta de "feminista": "No te volverás como ella, ¿verdad?" - me dijeron mis compañeros de estudio, refiriéndose a una talentosa profesora de teología.
Una desventaja ordinaria ...
Mi ser mujer católica -sobre todo como laica- ha traído consigo algunos "desventajas" , como la dificultad de relacionarme con algunos compañeros de estudio -muy a menudo religiosos o sacerdotes- que, al ver a una mujer joven, se tomaban algunas libertades que no fueron respetuosos de mi persona; dificultades luego resueltas gracias a la fuerza y el coraje de silenciar esas actitudes y gracias a la alianza solidaria con un colega luterano que compartió mi camino de estudios ecuménicos.
Por esto y más me siento en sintonía con todas las mujeres que viven y respiran en las diferentes Iglesias y que experimentan en carne propia lo difícil que es a veces derribar las barreras de quien prefiere vivir en su propio "puerto seguro", prefiriendo no aventurarse en lo desconocido, prefiriendo no gobernar sus velas, impidiendo así que actúe el Espíritu que hace la verdad .
… Y una belleza extraordinaria
Luego, el descubrimiento de la existencia de los caminos ecuménicos que viven las Iglesias y que cambiaron radicalmente mi forma de vivir en los espacios eclesiales (empezando por la mía) y la forma en que respiro a Dios .
Con la Secretaría de Actividades Ecuménicas (SAE) llegó la asistencia a celebraciones ecuménicas -como la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos o la Jornada Mundial de Oración por la Mujer, recién vividas- donde se evidencia la belleza de la diversidad y la libertad no forzada por rubricismos : en las reuniones se respira un ambiente sereno, en el que incluso una laica como yo puede tener la alegría de subir para anunciar el Evangelio o incluso predicar la Palabra. Un lugar donde la hospitalidad y la inclusión siempre están presentes; un lugar en el que “experimentar lo diferente” y en el que toda pequeña regla presente en la propia Iglesia cae porque uno se da cuenta de que se puede “respirar a Cristo” en cualquier lugar o celebración que trascienda los patrones definidos.
A partir de las mujeres que me precedieron - pensemos en Maria Vingiani, fundadora de la SAE - pero también de las teólogas actuales (¡que son ante todo mujeres!) presentes en la escena italiana (pero no sólo), aprendo con paciencia - y no sin cansancio, una valentía que toda mujer debe cultivar: una valentía evangélica que estimula la acción, el pensamiento, la palabra, el encuentro y la confrontación. Vivimos en caminos de diálogo y crítica constructiva con los que son distintos a nosotros; uno experimenta la belleza de participar en ese proceso llamado la reconciliación de los recuerdos, activando procesos de curación que transforman el recuerdo de heridas pasadas en estímulo para el camino presente; se experimenta la belleza de trabajar por una unidad en la diversidad reconciliada que vive y persigue la visión ecuménica, mostrándose un recurso precioso también para el camino de las mujeres en las Iglesias.
Así que apuesto por el feminismo
Varios obstáculos así como muchas aperturas han tachonado y aún caracterizan el camino de mi existencia dentro de la Iglesia, pero hoy también yo decido apostar por este término - feminismo - tan lleno de historias; término que señala la abigarrada complejidad de la investigación teológica de las mujeres y que pone de manifiesto los llamados "feminismos", en plural.
Quiero permanecer en este camino de redescubrimiento, así como apuesto por una existencia cristiana dialogada, quedándome en la estela de mi tradición para comprenderla mejor en todas las narrativas -incluso las más difíciles- que la habitan, pero también yendo más allá es encontrarse y caminar junto a quienes son portadoras de otra tradición, tener nuevos ojos y compartir nuevos horizontes.
Fuentes: https://ilregno.it/
Traducción del italiano: Claudia Florentin