Cuaresma Feminista: Limpia, elimina, corta, quema
Venimos reflexionando en torno a este texto del profeta Isaías:
¿No es este el ayuno que Yo escogí: Desatar las ligaduras de impiedad, Soltar las coyundas del yugo, Dejar ir libres a los oprimidos, Y romper todo yugo?
Hoy vamos a pensar en los yugos emocionales y espirituales que nos oprimen.
Nunca es fácil eliminar lo que hace mal, lo que enferma, lo que hace caminar en el alma las huellas del temor, lo que persiste en la mente, aunque hagamos el mayor intento por olvidarlo.
Pero es necesario y sano poder detectar aquello que no construye, que atenta contra la vida plena, contra la dignidad, contra la libertad. Aún situaciones o personas que hemos amado, que hemos acogido, que hemos dado confianza.
Por la educación que se nos ha dado “de cómo ser mujeres”, se hizo hincapié en la comprensión, en la amorosidad, en el cuidado de otras personas. Y eso nos dejó muchas veces expuestas a los abusos, a soportar violencias o malos tratos en nombre de supuestas correcciones o amores. También la subordinación a las autoridades eclesiales y/a los varones, avalada en lecturas machistas de textos sagrados, es caldo de cultivo de tantísimos dolores en mujeres de fe.
¡Cortar con relaciones, situaciones opresivas, mandatos sociales y religiosos, es INDISPENSABLE para vivir vidas plenas!
Hace poco nos tocó atravesar una situación de violencia psicológica en el ámbito religioso, y pasaron días hasta que pudimos ponerle nombre, verla en toda su dimensión, conversarlo entre amigas, orarlo y empezar el proceso de no dejar que se repita.
A veces son ansiedades que necesitan ayuda profesional porque su andar inquieto desvela, deja sin aire, con llantos y en trampas difíciles de sortear.
En otras ocasiones son recuerdos que obsesionan, que logran filtrar las barreras del alma y vez tras vez acosas, revictimizan, no sueltan su presa.
Y los temores, ¡tan a la orden del día en tiempos de pandemia! Cada vez que me visitan siento que giran sobre mi cabeza, sobrevuelan y al menor descuido, se instalan para cortarme el aire, la inspiración y el vuelo.
Muchísimas de estas situaciones no se pueden eliminar en soledad. Las amigas, las hermanas sororas, las consejeras, profesionales en salud mental, pastoras que no revictimicen ni condenen, serán quienes claves para escuchar, alentar, acompañar en el proceso.
Un primer paso es detectarlo, ¿es producto de cumplir un mandato social, familiar, religioso?
El siguiente es la intención de quitar, de sacar eso que daña. No siempre la solución posible es alejarse; si no fuera posible alejarse habrá que trabajar herramientas que nos permitan enfrentarlas, ponernos en otro lugar, denunciarlas si fuera necesario.
Una técnica que siempre me ayuda en situaciones o personas que sí es posible alejar, es escribir en papeletas lo necesito sacar de la vida. Oro, y luego enciendo esos papeles en un lugar seguro y observo cómo se convierten en cenizas.
Las cenizas no son las mismas que se usan en la adoración, pero pueden servir como un recordatorio similar. A medida que el humo sube, pienso que las oraciones también se elevan a Dios.
Hay Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado, dice la sabiduría de la antigüedad.
¿Qué tiempo es para vos hoy?
¿Qué siembras en este tiempo de poco sol? Hay que saber elegir la siembra porque eso será el fruto para mañana
¿O te toca arrancar?
Hay que estar decidida y actuar con valentía para arrancar lo que antes supiste sembrar, tal vez con ilusión o amor.
Que en este tiempo de Cuaresma puedas tener sabiduría, discernimiento, valor y sororidad que te acoja y aliente.