Los fundamentalistas dicen hipócritamente que defienden la vida mientras violan la salud de una niña
Valeria Cristina Vilenha, para Con Efe-
Hace unos días, el caso de una niña de 10 (diez) años, que quedó embarazada en Brasil, claramente producto de una violación, según nuestra legislación, “violación de personas vulnerables” fue denunciado por la prensa local y nacional. Una niña víctima de violencia sexual gravísima.
Pero lo que estamos viendo perplejas fue una maniobra político-religiosa en torno al caso. ¿A favor de la víctima? ¡No! Un grupo de fundamentalistas político-religiosos estuvo días maniobrando en los espacios de poder, impidiendo el cumplimiento de la legislación.
Llevan días trabajando, pero sobre todo el domingo, desde el final de la mañana, convocaron a través de las redes sociales para prevenir el derecho indiscutible que tiene esta niña al aborto legal, seguro, gratuito y confidencial.
Según datos oficiales del Ministerio de Salud, sabemos que la mortalidad materna es mayor entre las niñas y adolescentes de 10 a 14 años. Pero estos fundamentalistas mienten al anunciar hipócritamente que defienden la vida, porque una vez más, no les importa la vida de esta niña que ha sido violada desde los seis años. Una vez más, violan sin piedad la salud de esta niña: salud física, emocional y social.
En esta tragedia anunciada, pero quizás premeditada, porque en este caso, según la propia legislación, esa niña no necesitaba autorización para interrumpir el embarazo, pero comenzó a tenerla, precisamente por las maniobras políticas, porque el equipo médico del Hospital do Espírito Santo Santo se negó a tener un aborto legal en este niña. ¿Coaccionado?
Hoy la niña, a pedido del tribunal, fue enviada al estado de Pernambuco para garantizar la interrupción. Asombradas, vimos a este grupo, en la puerta del hospital, gritar, maldecir, intentar invadir el hospital. Así es, también violaron la ley del silencio en los hospitales, dañaron a otros pacientes hospitalizados y maldijeron a la niña por asesinato. ¿Respeto por la vida? ¿Que vida?
¿La infancia de esta niña robada desde los seis años y ahora el Estado, a través de estos político-religiosos-fundamentalistas, quiere robarle la vida? ¿El futuro? ¿Cuál será la salud física y psicológica de esta niña a partir de ahora?
¿Pueden estas personas crueles no darse cuenta de que lo que está en juego es la vida de esta niña? Obligar a una niña a ser madre es una tortura. Es crueldad. Como sociedad, le estamos negando a esa niña el derecho a un futuro. El Estado debería haber garantizado el aborto legal, la religión debería estar presente intercediendo en la oración y el apoyo espiritual de esta niña y su familia. Y la justicia buscar al criminal.
Un Brasil que invierte en armas, quiere gravar libros, en medio de una pandemia, realiza acciones de desalojo de familias, pero defiende a un feto, resultado de una violación en un cuerpecito que aún se está desarrollando, ha estado fuera del rumbo de la humanización desde hace algún tiempo. Pero el proyecto "Dios por encima de todo" perdió. Gloria a Dios. ¡El procedimiento está hecho! ¡La niña está bien! ¡Y oramos por su recuperación rápida y segura!
RECOMENDAMOS LA CAMPAÑA NIÑAS NO MADRES: https://www.facebook.com/NinasNoMadres/
La autora es Teóloga y Pedagoga. Doctorada por el Programa Interdisciplinar em Educação, Arte e História da Cultura da Universidad Presbiteriana Mackenzie (UPM-SP). Miembra de Red TEPALI y Coordinadora Evangélicas por la Igualdad.
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Há dois dias atrás foi noticiado pela imprensa capixaba e nacional o caso de uma menina de 10 (dez) anos de idade, que engravidou, claramente fruto de estupro, segundo nossa legislação, “estupro de vulnerável”. Uma criança vítima de violência sexual gravíssima.
Mas o que estamos a assistir perplexas foi uma manobra política-religiosa entorno do caso. Em favor da vítima? Não! Um grupo de fundamentalistas religiosos-políticos estão há dias, manobrando nos espaços de poder, o impedimento do cumprimento da legislação.
Estão atuando há dias, mas especialmente hoje, desde o final da manhã convocaram, pelas redes sociais, pessoas para impedir o indiscutível direito que essa criança tem ao aborto legal, seguro, gratuito e sigiloso.
Segundo dados oficiais do próprio Ministério da Saúde, sabemos que a mortalidade materna é maior entre crianças e adolescente na faixa etária de 10 a 14 anos. Mas esses fundamentalistas mentem em anunciar hipocritamente que defendem a vida, pois mais uma vez, não estão se importando com a vida dessa criança violentada desde os seis anos de idade. Violam mais uma vez, sem misericórdia, a saúde dessa menina -, saúde física-emocional e social.
Nessa tragédia anunciada, mas talvez, premeditada, porque neste caso, segundo a própria legislação, essa criança não necessitava de autorização para a interrupção da gravidez, mas passou a tê-la, exatamente pelas manobras políticas, porque a equipe médica do hospital do Espírito Santo se negou a fazer o aborto legal nessa criança. Coagidos?
Hoje a criança, a pedido da justiça, foi encaminhada para o Estado de Pernambuco para ter a garantia da interrupção. Atônitas, assistimos esse grupo, na porta do hospital, gritar, xingar, tentar invadir o hospital. Isso mesmo, violaram também a lei do silêncio em hospital, prejudicaram outros pacientes internados e xingaram a criança de assassina. Respeito à vida? Que vida?
A infância dessa criança roubada desde os seis anos de idade e agora o Estado, através desses políticos-religiosos-fundamentalistas querem lhe roubar a vida? O futuro? Como ficará a saúde física e psicológica dessa criança daqui para frente?
Estas pessoas cruéis não conseguem perceber que o que está em jogo é a vida dessa criança? Obrigar uma criança a ser mãe é tortura. É crueldade. Enquanto sociedade estamos negando a essa criança o direito a um futuro. O Estado deveria ter garantido o aborto legal, a religião deveria estar presente intercedendo em oração e amparo espiritual a essa criança e sua família. E a justiça a procura do criminoso.
Um Brasil que investe em armas, quer taxar livros, em meio a pandemia cumpre ações de despejos de famílias, mas defende um feto, fruto de estupro em um corpinho ainda em desenvolvimento está fora do rumo da humanização há tempos. Mas o projeto de “Deus acima de tudo” perdeu. Glória a Deus. O procedimento foi feito! A criança passa bem! E nós oramos por sua rápida e segura recuperação!