Podemos compartir el aceite y habrá fiesta para todas
Blanca Zulema Cortés Robles, Nicaragua-
MATEO 25:1-12 (Nueva versión internacional)
Parábola de las diez jóvenes
“El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes. Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. Y, como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”.
“No —respondieron éstas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas”. Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta. Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! — suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!” “¡No, no las conozco!”, respondió él.”
Versículo Fuerza: ¡Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan!
Las parábolas son metáforas, son recursos pedagógicos utilizados por Jesús. Siempre transmiten una enseñanza más profunda o más compleja de lo que podemos ver a simple vista. Esta vez Jesús de Nazareth explicaba a la multitud de personas que se reunía para escucharle sobre el valor de estar siempre atentos, vigilantes, permanecer firmes en la fe.
Desde las interpretaciones tradicionales se ha leído e interpretado esta parábola de una manera que divide, separa las mujeres en dos grupos, un grupo de mujeres sensatas, precavidas que siempre piensan en todo, y un grupo de mujeres insensatas, distraídas, las cuales ni siquiera fueran capaces de llevar suficiente aceite, de estar preparadas para la ocasión. Desde este análisis incluso se puede acentuar o incentivar la rivalidad entre las mujeres, las divisiones y fortalecer estereotipos que no ayudan en la convivencia, tampoco en el fortalecimiento de valores claves para una comunidad de iguales.
Les invito a reflexionar en esta parábola desde la clave de la solidaridad, deconstruyendo algunos modelos que tenemos en nuestras prácticas cotidianas que dificultan el caminar sororal, es decir nuestro caminar entre hermanas, entre mujeres. Leamos el texto, despacito, dejando que cada frase nos interpele en un intento de identificar las emociones que provoca.
Aunque el texto las presenta como grupos opuestos, antagónicos, vamos a concentramos en las semejanzas:
-Ambos grupos son jóvenes mujeres
- Toman sus lámparas,
- Comparten una misma fiesta.
- Ambos grupos tuvieron sueño, cabecearon y durmieron.
Podríamos reconocer que hay más semejanzas que diferencias, pues yo logro ver solo una diferencia: un grupo llevó aceite extra para el viaje. ¿Ustedes miran otras diferencias? Reconocemos además que nunca seremos totalmente sabias o totalmente necias, sino que caminamos con nuestras fortalezas y también con falencias.
Aquello que parece irreconciliable en realidad no lo es. Muchas veces estamos muy proclives a ver aspectos que nos separan y nos perdemos de vivir aquello que puede nutrirnos unas a otras.
Porque al leer el versículo 8 notamos el clamor de necesidad de aquellas que, confiadas en que el esposo sería puntual, no llevaron aceite extra.
Reconocieron su falta de aceite, reconociéndose en dificultad para disfrutar la fiesta plantearon a otras del grupo: Dadnos de vuestro aceite. Pedir también es un acto de humildad.
Reconocernos amigas en la caminata, reconocer que me falta algo, admitir que mis hermanas tienen aquello que estoy necesitando requiere humildad. Ellas apelan a la Gracia, ese don que nos es dado a los seres humanos, cuando los méritos no son lo importante sino el deseo de ayudar a suplir tu necesidad.
El otro grupo responde desde otra lógica, probablemente desde la lógica de los méritos, desde la lógica del mercado, del individualismo, diciendo: “id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas”.
Cuando tomamos esta opción, nos perdemos del compartir, y de encontrar otras posibilidades. Las crisis muchas veces son oportunidades para descubrir salidas donde no las veíamos y en creatividad, en una acción sororal. El egoísmo puede bloquear este fluir de la vida.
Todas hubiesen podido participar y compartir la alegría de la fiesta como fue la meta colectiva, si nos inventamos modos de compartir del aceite que cada una tiene y puede suplir a quienes les falta.
¡Cuántas salidas se abren al compartir!
Publicado en Caminando en Sororidad- Devocional de ConEFe 2023