Uso del velo islámico: entre la libertad, la discriminación y el rechazo

Desde el año 2013 se comenzó a celebrar, el primero de febrero, el Día Mundial de Hiyab. La iniciativa fue puesta en marcha por la neoyorquina musulmana Nazma Khan, quien propuso marcar una fecha de conciencia y empatía hacia las mujeres musulmanas sobre el uso del velo islámico, su libertad de uso y la discriminación o rechazo a este.

En Con Efe, consultamos a nuestras seguidoras en Instagram y el 87 % de quienes respondieron dijeron No saber las razones para el uso del velo.

Por eso buscamos distintas voces

Hay mil razones para su uso, dice Ana Clara Weber, Islamóloga y feminista argentina. Desde lo religioso es algo que surge del Corán y hadices (dichos y hechos del profeta Muhammad). Pero hay también razones más modernas y sociológicas como el hecho de  la no cosificación del cuerpo y la no exposición del mismo.

Incluso hay mujeres teólogas que afirman que no tiene una raíz musulmana sino tribal.

“Creo que el hijab tiene una razón diferente en cada cuerpa que lo usa”, enfatiza.

Este reconocimiento de un día de conciencia sobre el uso del hiyab convoca a reflexionar sobre el derecho de elección, tanto de su uso como de su no uso, y se busca manifestar el deseo y el derecho de tener la libertad para elegir la indumentaria, la imagen y el estilo de vida por parte de millones de mujeres musulmanas en el mundo, sin tener prohibiciones u obligaciones por ningún tipo de régimen o institución social.

Compartimos este excelente informe de ColombiaCheck

Moda y fe en el desierto

Según un artículo de la historiadora de la moda Heather Akou, profesora de la Universidad de Indiana, el nicab (un velo que tapa un área del rostro similar al tapabocas) surgió como “una solución práctica al problema de vivir en el desierto” y los hombres tenían otras prendas para protegerse de la arena. La edición árabe de la revista Vogue le atribuye la misma función originaria a la batula, una máscara de tela o cuero que usan algunas mujeres sobre todo en Omán.

En principio, los velos eran incluso un símbolo de estatus. “Las mujeres ricas podían costearse un velo que les cubriera completamente el cuerpo, mientras que las pobres que tenían que trabajar [en el campo] modificaban sus velos o no usaban ninguno”, detalla un escrito académico de la socióloga experta en estudios de género Caitlin Killian, profesora de la Universidad de Drew, citado en una nota del portal educativo Facing History And Ourselves.

La directora y cofundadora del Instituto Halal Iberoamericano y el Centro de Altos Estudios Islámicos, Fanny Ochoa, destaca la importancia de tener en cuenta ese entorno antes de hablar sobre la evolución de los velos a lo largo de la historia. Igual que la periodista feminista musulmana Mariana Camejo y el director del Departamento de Historia de la Universidad Sergio Arboleda, José Ángel Hernández, recuerda que esto trascendió a varias religiones.

Las representaciones artísticas de María, la madre de Jesús de Nazaret, suelen llevar el velo de judía casada que inspiró el de muchas monjas. Ella no solo es exaltada en la Biblia sino también en el Corán (3:42, por ejemplo).

“En Occidente pensamos que los musulmanes son bárbaros por cubrir a sus mujeres y mantenerlas enclaustradas en casa, ignorando, por supuesto, las tradiciones comunes cristianas, judías y musulmanas sobre el uso de velos, que resultaron del contexto cultural compartido en el Medio Oriente”, plantea un ensayo de Elizabeth Morgan, excoordinadora de iniciativas internacionales en la Escuela de Artes y Ciencias de Eastern University en Pensilvania.

Así, las católicas debían cubrir su cabeza en misa hasta la segunda mitad del siglo XX y distintas variantes de esa tradición persisten en la iglesia ortodoxa, algunas evangélicas y las eucaristías lefebvristas, con diferentes interpretaciones de una carta del evangelizador Pablo de Tarso (1 Co 11:2-16). Las musulmanas y sus tradiciones también son muy diversas.

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De los cinco países con más fieles a Alá, ninguno es árabe. El primero es Indonesia, donde son casi 230 millones de personas. Le sigue India con 213 millones. Luego están PakistánBangladesh y Nigeria. Juntos, suman casi la mitad de los 1.907 millones de musulmanes que hay en el planeta.

En consecuencia, el islam ha entrado en contacto con una gran cantidad de culturas a lo largo de sus 14 siglos de existencia. El papel de las mujeres y el significado de su velo han hecho parte de sus debates y su transformación desde el principio.

De Fátima al siglo XXI

La expansión del islam trajo consigo cambios culturales para las mujeres. “Antes del islam, era una vergüenza que una mujer naciera porque era perder la prolongación de los apellidos y la casta. El islam como religión llegó a reformar muchos de estos preceptos y costumbres”, explica Cantillo, de la casa Ahlul Bayt.

El director del centro cultural asegura que, en los comienzos de la religión, usar el nicab no era considerado una muestra de sometimiento ni de esclavitud. En sus palabras, las mujeres que daban discursos ante un público decidían usarlo para que “su mensaje no se viera opacado” en ese ámbito social y político compartido con hombres.

En el Corán (7:26-27, por ejemplo), el pudor en el vestir se exige para cualquier fiel. “También es para los hombres pero nadie habla del turbante o la jata. Algunos solo se dejan los ojos descubiertos”, reclama Ochoa, del Halal.

El libro les pide a las mujeres que “no muestren sus atractivos” y que, igual que los hombres, “guarden sus partes privadas” (24:30-31) sin referirse al rostro. El aleya 59 de la sura 33 agrega que se deben cubrir “desde arriba con sus vestidos” como un símbolo de identidad y para protegerse de “ofensas”. Otra traducción dice “ponerse alguna de su ropa externa” y una versión conservadora alude al uso de un “manto”, pero la cita no especifica nada sobre la cara.

Para el historiador Hernández, “no hay ninguna referencia en el Corán en la que se obligue a la mujer a taparse”. Camejo, directora de la revista cubana Con/texto, argumenta además que la interpretación del libro sagrado “no es inamovible en el tiempo”.

La tradición, en todo caso, está más relacionada con las enseñanzas de Fátima az-Zahra, la cuarta hija de Mahoma. Una anécdota narrada por el historiador Ibn al-Maghazili en el siglo XI cuenta que ella utilizaba velo incluso delante de hombres ciegos y una de sus frase célebres indica que “lo mejor para una mujer es no ver hombres ni ser vista por ellos”.

Algunas interpretaciones, como la del imán Mansour Legahei, lo ven como una recomendación que va más allá de la obligación general de cubrirse. Otros lo consideran un mandato que debe cumplirse al pie de la letra y “lamentablemente extendieron la idea de que hay vestuarios correctos para ser una buena mujer musulmana”, expone Ochoa.

Hernández dice que “se ha hecho costumbre que una buena mujer islámica debe ser recatada y por eso debe ir cubierta”, pero hay matices. Se ve más en unos países que en otros y “depende también de la familia y el contexto”, añade.

Ocha hace énfasis en que “cada sociedad ha creado su concepto de recato”. En esto coincide con Camejo y la profesora Killian, quien afirma en su artículo que “los numerosos estilos de vestimenta islámica alrededor del mundo hoy reflejan tradiciones locales y diferentes interpretaciones de los requerimientos islámicos”.

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En consecuencia, hay muchos tipos diferentes de vestimentas islámicas femeninas en general y de hiyab en particular. Los revestimientos del rostro son minoritarios y se concentran casi del todo en Medio Oriente. En palabras de la profesora Akou, “son una curiosidad” por fuera de esa región.

En varios países de mayoría musulmana “hay de todo y nadie se critica”, dice Ochoa. También afirma que las diferencias están atravesadas por la política y acusa a la cultura occidental de crear la idea de que “el enemigo es el que se tapa la cara”.

La socióloga Killian relató que los colonizadores europeos, para implantar sus propias costumbres en Asia y África, promovieron el desuso del velo de tal modo que este “se convirtió en un símbolo de identidad nacional y oposición a Occidente durante los movimientos independentistas y nacionalistas”. Para la historiadora Akou, este fenómeno se puede rastrear siglos atrás a través de corrientes fundamentalistas como el salafismo y el wahabismo y su visibilidad a finales del siglo XX se debió a la atención atraída hacia Arabia por el fortalecimiento de su industria petrolera.

Por supuesto, hay casos en los que estas ideologías derivaron en la imposición de ciertos tipos de velo y otras normas contra los derechos de las mujeres. Dos ejemplos son las leyes opresivas de Arabia Saudita y las reformas impulsadas por el ayatolá Ruholla Jomeini en Irán. También están las acciones de grupos armados como Al-Qaeda o el Daesh (mal llamado Estado Islámico).

Así, la burka se volvió famosa en Occidente por su uso obligatorio bajo el régimen que instauró la guerrilla Talibán en Afganistán (1996-2001), pero un documental de la directora Birshkay Ahmed sugiere que su verdadero origen es iraní. Una columna de Farida Khanam, profesora de la Universidad Jamia Millia Islamia en la India y doctora en Estudios Islámicos, también señala que la palabra existía desde la Persia preislámica. No es árabe ni era musulmana.

Identidad y sumisión a Alá

Ochoa reclama que “nadie les ha preguntado a las mujeres musulmanas” sobre el verdadero significado del hiyab. Por eso considera que ellas están en una posición incómoda entre las ideas de Occidente y los sabios reconocidos del islam, que casi siempre son hombres. Si de estos últimos han surgido lo que ella identifica como imposiciones patriarcales en algunas sociedades, del otro lado están los discursos coloniales todavía vigentes.

En ocasiones, “la retórica sobre la opresión de las mujeres musulmanas se convirtió en una herramienta en la que los actores políticos se basaron para darles legitimidad y fuerza moral a sus intervenciones en el mundo islámico, guiadas primordialmente por diferentes preocupaciones”. Esta fue una de las conclusiones de la historiadora Kelly Shannon, directora de la Iniciativa de Paz, Justicia y Derechos Humanos de la Universidad Atlántica de Florida, en su tesis doctoral sobre la política de Estados Unidos frente a casos como el de Arabia Saudita e Irán.

“Sería deshonesto decir que el machismo no existe en Medio Oriente, pero eso tiene que ver con una cultura y un desarrollo, una idiosincrasia que es anterior a Mahoma”, dice Camejo y recuerda, igual que la activista Wadia N-Duhni en una entrevista, que el islam del siglo VII les dio a las mujeres derechos como el divorcio, la herencia e incluso el aborto en los primeros 40 días de gestación. Por eso, para ella, el problema no es el islam sino el sistema patriarcal, porque esta religión “no dice por ninguna parte que tú tengas que someterte a un hombre”.

Desde el punto de vista de Camejo, el hiyab consiste en “declarar un sentido de identidad y de pertenencia, pero también tener una relación mucho más cercana con Dios”. Lo compara con otras formas de exteriorizar la fe en diferentes religiones, como los dijes en forma de cruz cristiana. Si expresa sumisión, es solamente a Alá como único dios, que es el verdadero pilar máximo de la fe musulmana.

Al recordar el origen de la prenda asociado a la vida en el desierto, Ochoa incluso hace una analogía futurista con el tapabocas: “Si queda instituido [su uso cotidiano], ¿qué pasará en tres generaciones, cuando ya no nos acordemos de dónde salió? De pronto va a quedar la costumbre de no contaminar al otro con la saliva porque eso es ser irrespetuoso”.

En caso de que así sea, contrario a lo que pretende mostrar la cadena, la psicología tampoco apoya la teoría conspirativa sobre el quiebre de la individualidad que destruye la voluntad.

En el cristianismo hoy

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Aunque no es tópico de esta nota, debemos decir que hay líneas del cristianismo que siguen dando como obligatorio el uso del velo en las mujeres en determinados espacios.

Tomamos un texto de la web del movimiento Adventista Reformado que dice en un capítulo denominado: Orden de la creación:

Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3)

Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza” (1 Corintios 11:7-10a).

La doctrina del velo es un símbolo que refleja el orden de autoridad establecido antes de la caída. El hombre con la cabeza descubierta muestra su liderazgo espiritual, mientras que la mujer con su cabeza cubierta muestra la sumisión a la autoridad de un hombre como su cabeza espiritual. Cuando Pablo señala hacia el libro de Génesis como una razón por la cual debemos practicar la doctrina del velo, él derrumba todo argumento cultural.

Claudia Florentin