"Mitos populares" como argumentos para oponerse a los derechos de las personas LGBTIQ

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Por Adiel González Maimó, Cuba-

Continúo con la segunda parte de mi análisis personal sobre "mitos populares" que se presentan como argumentos para oponerse a los derechos humanos de las personas LGBTIQ. Aunque aquí se presenta el caso cubano, valen los “mitos” y las preguntas para diferentes sociedades.

Aquí la primera parte: https://www.conefe.net/noticias/cdigo-de-familias-el-pueblo-cubano-est-en-contra-del-matrimonio-igualitario

MITO 2

El pueblo cubano no está preparado para aceptar el matrimonio igualitario y las familias homoafectivas.

Esta idea no es nueva. De hecho, la vengo escuchando desde 2008, cuando se propuso por vez primera una reforma al vigente Código de Familia. En aquel entonces ni siquiera se hablaba de matrimonio igualitario (mucho menos de adopción homoafectiva), y ya muchas personas "ponían el parche antes que la herida", o sea, ya se oponían al matrimonio sin siquiera estar en la agenda pública.

Este "mito de la preparación del pueblo" lo he escuchado durante años de funcionarios públicos, políticos, dirigentes del Partido, pastores y pastoras, en los medios de comunicación masiva, y por supuesto, de personas comunes del pueblo. Muchas de ellas incluso afirman no oponerse al matrimonio y otras cuestiones como tal, pero que "saben que eso traerá problemas" al no estar el resto de la sociedad preparada para convivir con esa realidad.

Ante este mito tan repetido yo me pregunto: ¿ha estado alguna vez la sociedad preparada para los cambios revolucionarios, radicales, de justicia social, que rompan con tabúes y dogmas de antaño?

¿Estaba la sociedad cubana preparada para la abolición de la esclavitud en 1886? ¿Estaba la sociedad cubana preparada para que las mujeres adquirieran derechos políticos como el sufragio en 1934, y para que irrumpieran masivamente en el espacio laboral fuera de la casa cuando se les dio la oportunidad a inicios del proceso revolucionario? Les invito a ver películas como "Lucía", "Retrato de Teresa", y "La última cena" para que podamos tener una idea de la respuesta.

¿Qué país es ese que tiene que esperar por que un sector hegemónico de la sociedad (mayoritario o no) se sienta preparado y listo para perder esa hegemonía en favor de otro sector históricamente subordinado, minoritario o invisibilizado, que ha vivido así sometido precisamente para mantener intacto ese statu quo que solo sirve para los privilegiados? ¿Qué sociedad es esa que se tiene que "preparar" para que se reconozcan los derechos humanos legítimos de personas que no pueden esperar por la subjetividad de los demás, simplemente porque tienen una sola vida que vivir y la quieren vivir a plenitud como les corresponde, con los mismos derechos que tienen los privilegiados? ¿Quién dijo que la adquisición de derechos tiene que depender de la "preparación" y la "concesión" de un grupo hegemónico en favor de otro que no lo es?

No necesitamos estar preparados para realizar los cambios que sean en función de la vida y dignidad humanas. Son cuestiones que se aprueban y luego la sociedad se va adaptando al cambio. Así ha pasado en otros momentos de la historia, y así será con esto ahora. Con la aprobación del matrimonio igualitario, la adopción homoafectiva y demás derechos las personas LGBTIQ podrán realizar plenamente sus vidas como elijan, mientras que el resto de la población se irá adaptando a la idea por el camino.

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MITO 3

Los derechos LGBTIQ no tienen nada que ver con los valores tradicionales del pueblo cubano.

Este mito lo leí por primera vez en aquellas cartas que escribieron algunas iglesias en 2018 a raíz de la reforma constitucional. Nunca había escuchado semejante idea tan manipuladora del sentimiento nacional y patriótico que con certeza pervive en el corazón de este pueblo.

El rechazo hacia lo que queda fuera del sistema hetero-cis-patriarcal blanco (judeocristiano además) no ha sido siquiera patrimonio exclusivo de Cuba. Que la homofobia es tan vieja como la construcción de la nacionalidad cubana también es real. No se les puede pedir a personas del siglo XIX que piensen como personas del siglo XXI (a diferencia de a muchas del siglo XXI que se aferran a pensar como personas del XIX). No se puede esperar que encontremos alusiones o apologías a favor del matrimonio igualitario o la diversidad sexual y de género en los textos de Félix Varela y José Martí, por citar dos ejemplos. Tampoco encontraremos en sus obras apologías a favor del divorcio, el aborto o los derechos de los animales. Mi pregunta es: ¿y qué? ¿No responde eso al contexto en que vivieron?

Sin embargo, creo que aun así, sí podemos encontrar en la tradición del pueblo cubano valores que sustenten las actuales transformaciones en favor de las personas LGBTIQ. Nuestra constante búsqueda de la justicia social, nuestras permanentes ansias de libertad, y la rebeldía ante cualquier poder o yugo opresor han sido sustento ético suficiente para cualquier transformación política o social que se ha llevado a cabo hasta hoy en Cuba, guiados siempre por la máxima martiana: "YO QUIERO QUE LA LEY PRIMERA DE NUESTRA REPÚBLICA SEA EL CULTO DE LOS CUBANOS A LA DIGNIDAD PLENA DEL HOMBRE".

¿Acaso no son la búsqueda y defensa de la libertad y la dignidad humana los valores supremos de nuestra patria? ¿Acaso esos valores no incluyen también a las personas LGBTIQ y el reconocimiento pleno de todos sus derechos?

Sí, nuestra sociedad ha sido y sigue siendo tradicionalmente patriarcal y cisheteronormativa. En ese sustento encuentran muchas personas su justificación para oponerse a derechos como el matrimonio igualitario. Pero yo me pregunto, ¿de verdad queremos defender y exaltar males como el machismo, la homofobia y la transfobia como valores tradicionales de la sociedad cubana?

Si fuera así, seríamos la sociedad más decadente del planeta. No creo que defender esos horrores como "valores" sea el sentir mayoritario de este pueblo que se precia de ser tan culto.

Continuará...

Claudia Florentin