Medios nativos digitales en América Latina se unen para investigar la desinformación de género
Por Florencia Pagola-
El medio argentino Chequeado lideró recientemente una investigación colaborativa y transfronteriza sobre desinformación de género para conocer cómo se articulan los grupos que difunden falsedades sobre el tema en América Latina. También fueron parte de esta investigación La Silla Vacía de Colombia, la Lupa de Brasil, Ocote de Guatemala, y Ojo Público de Perú.
Olivia Sohr, directora de Impacto y Nuevas Iniciativas de Chequeado, cuenta que identificaron a dos de las principales organizaciones internacionales que a través de aliados y actores claves difunden desinformación de género en la región: Alliance Defending Freedom (ADF) y Human Life Internacional (HLI). Si bien no son las únicas, en el reportaje explican que les sirvieron como casos de estudio para revelar la forma en la que se organizan estas redes.
Allí demuestran que para ambas organizaciones difundir información falsa sobre temas de género como son el aborto, educación sexual, sexualidad, entre otros, es una de sus prácticas centrales. “ADF se presenta explícitamente como una organización que defiende los valores cristianos frente a los centros de poder político en el mundo, y HLI como una organización que quiere construir un mundo provida [antiaborto]”, explica Sohr. “Son organizaciones que se definen a sí mismas de esta manera y como cualquier organización que tiene el fin de influir están en su derecho de generar estrategias para llevar adelante sus causas. El tema que nosotros vemos es que en esas estrategias incluyen la desinformación”.
Entre los objetivos de la investigación está el de mostrar que estas organizaciones funcionan a través de alianzas estratégicas, por ejemplo con “supuestas clínicas de aborto”, que en los hechos son centros de desinformación sobre esa práctica, cuenta Sohr. También el de demostrar que brindan becas de formación para jóvenes abogados cristianos. Estiman que este tipo de organizaciones han invertido más de US$40 millones desde 2007 en la región.
Las consecuencias de la desinformación de género que difunden estas organizaciones pueden ser muy variadas, según Sohr. En algunos casos, como en el de brindar información falsa sobre aborto, tiene consecuencias directas sobre las decisiones de las personas que deciden abortar. Pero en otros, genera “irritación sobre algunos temas. Por ejemplo, que en tal país están prohibiendo a los docentes hablar el lenguaje inclusivo”. Ese tipo de información “quizás no tiene una consecuencia tan grande puntualmente, pero sí pueden llegar a generar cierta irritación en la sociedad”, agrega la integrante de Chequeado.
Ella considera que para investigar a organizaciones que generan alianzas entre países y replican sus estrategias de difusión de información falsa en diferentes contextos, el periodismo transfronterizo es clave. “No se trata solo de cuestiones locales. Muchas veces vemos desinformaciones sobre temas de género que circulan en nuestro país y suponemos que es algo que está ocurriendo acá por la agenda. Pero cuando ampliamos la mirada vemos que esas mismas desinformaciones están circulando en otros países. Así podemos ver que se trata de cuestiones que están más articuladas de lo que pensamos originalmente”, dice Sohr.
A su vez, el periodismo colaborativo también fue una herramienta fundamental que les permitió compartir información entre colegas de los distintos países. Si entendían lo que estaba pasando en un país con respecto a la información falsa de género, investigaban qué podían encontrar en el país propio que fuera en la misma línea. Sohr cuenta que usaron “mucho búsquedas en redes sociales, perfiles, y posteos de las organizaciones y personas influyentes aliadas. También las declaraciones impositivas de las organizaciones en Estados Unidos y en algunos países en América Latina donde hay mayor registro de sus gastos e ingresos”.
En este contexto, una de las principales dificultades que tuvo que sortear el equipo de investigación es que organizaciones como ADF y HLI no publican demasiada información sobre las acciones que realizan, así como tampoco son transparentes con sus formas de financiamiento. “Nosotros queríamos saber si había vínculos económicos directos entre algunas organizaciones de distintos países y estas organizaciones basadas en los Estados Unidos”, dice Sohr.
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“Lo que nos decían los especialistas es que muchas veces las organizaciones se arman estructuras que hacen que sea difícil rastrear ese dinero directamente. No está en sus estados contables porque tienen otras estrategias como hacer que terceros hagan las donaciones en lugar de hacerlas ellos para que eso no quede registrado o que no quede tan claro el vínculo. Con eso es bastante complejo investigar en profundidad y entender bien cuáles son sus flujos de dinero y por qué esa información no es pública como se podría esperar”, alerta.
Finalmente, Sohr considera que esta investigación fue una aproximación para conocer cómo funcionan y qué articulaciones hacen las principales organizaciones que difunden información falsa sobre género en América Latina. Para ella, “hay muchísimo más por hacer, hay otros grupos y organizaciones que están desinformando sobre temas de género”, por lo que serviría muchísimo “saber mejor sobre cómo se articulan y cómo prueban sus estrategias”.
Otro aspecto que destaca Sohr es identificar las grandes tendencias en cuanto a los temas de género en los que desinforman, como por ejemplo, las informaciones sobre educación sexual, aborto, y leyes o regulaciones de las personas trans: “En los distintos temas que estamos viendo, circula esa información de manera repetida. Creemos que entender mejor las tendencias generales nos ayudaría muchísimo a estar mejor preparados para poder contrarrestar esa desinformación cuando la vemos circular”.
Imagen de Santiago Quintero, cortesía de Chequeado.
Fuente: https://ijnet.org/