La sirenita andrógina, la verdadera historia detrás de la fábula
El artista francés Benjamin Lacombe revela un misterio escondido en el cuento “La sirenita” del escritor danés Hans Christian Andersen. A su paso por la Feria del Libro de Bogotá, Lacombe y Sébastien Peréz, coautor de otros cuentos ilustrados por Lacombe, hablaron con Sentiido.
Esta sirenita no es la típica adolescente curvilínea y de cabellos largos que nos ha mostrado Disney. Esta sirenita tiene una belleza más melancólica y andrógina y envuelve un gran secreto. (Ver: Ni hombre ni mujer: persona no binaria).
Así es como el artista francés Benjamin Lacombe revela a este personaje legendario en las ilustraciones de su nuevo libro “La sirenita”, una versión realizada a partir del manuscrito original que Hans Christian Andersen escribió, tachó y reescribió hace 186 años.
En el misterioso mundo submarino dibujado por Lacombe encontramos a una sirenita cuyo género resulta ambiguo, explorando su mundo subacuático y las emociones tumultuosas en su interior.
Es alguien que no se encuentra a gusto donde está, que tiene la necesidad de explorar y de ver la vida desde otra perspectiva así tenga que perder su voz y su cola de sirena y aunque caminar resulte tan doloroso como “clavarse cuchillos en los pies”.
Gracias a Lacombe tal vez estemos ante la versión más fiel a la idea original que tuvo Andersen cuando escribió esta obra, que en realidad parece ser una declaración de su amor no correspondido por otro hombre.
Este amor imposible para una época en la que ni siquiera existía la palabra “homosexualidad”, quedó consignado en las cartas que Andersen le escribió a Edvard Collin, alguien con una posición social más privilegiada y un matrimonio convencional con una mujer de la alta sociedad danesa. (Ver: Qué es el fundamentalismo religioso y qué implica realmente).
A su paso por la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Benjamin Lacombe y Sébastien Peréz hablaron con Sentiido sobre este libro recientemente realizado por Lacombe y sobre otras obras creadas por ambos, como “Genealogía de una bruja” y “La mejor mamá del mundo”. (Ver: La diversidad se tomó la Feria del Libro).
Pero sobre todo Peréz y Lacombe hablaron sobre “ser diferente” y sobre la necesidad de defender la diversidad en un mundo que va perdiendo la luz cuando sólo hay espacio para una única forma de ser, de sentir y de ver la vida. (Ver: Mónica Fonseca: si nos sumamos a las causas LGBTIQ, el mundo será mejor).
Sentiido: ¿Cómo ha sido su relación con “La sirenita”, este clásico de la literatura infantil?
Benjamin Lacombe: Es una historia que me impactó mucho desde que la conocí. Yo tenía una conexión muy especial con Andersen porque esta y otras de sus historias tienen que ver con el hecho de sentirse diferente, de no sentirse entendido y yo me sentía así cuando era muy joven. (Ver: Sí, todo mejora).
A medida que crecía, yo sentía que esta no era sólo la historia de una sirena que se enamoraba de un hombre, sino que era la historia de alguien que se sentía diferente, que no se sentía a gusto en ninguno de los dos mundos que conocía: no se sentía bien en el mundo subacuático, pero tampoco afuera. (Ver: Jess: soy yo sin pedir permiso ni dar explicaciones).
S: ¿Cómo surge la idea de hacer esta versión de “La sirenita”?
B.L.: Cuando entré en contacto con los estudios de género pensé que tal vez la sirenita tenía relación con la historia de amor de Andersen por Collin. Entonces traté de investigar, pero no encontraba nada en francés ni en inglés y yo no hablo danés, así que le pedí ayuda a mi editorial y Jean-Baptiste Coursaud, traductor del danés y experto en Andersen, se encargó de investigar en el museo de Andersen.
El punto de partida fue el manuscrito original de “La sirenita” porque ha habido muchísimas versiones de la historia y cada una ha sido más cambiada que la anterior.
A la vez, encontramos muchas cartas de Andersen -hay que tener en cuenta que él vivió en el siglo XIX- y de las casi 30 mil cartas registradas en el museo de Andersen en Dinamarca, 400 fueron escritas para Collin y algunas de ellas eran cartas de amor.
Pero el signo inequívoco de que “La sirenita” escondía otra historia fueron las frases que estaban en las cartas de Andersen para Collin y que también hacen parte del texto original de “La sirenita”.
S: ¿Qué había en estas cartas?
B.L.: En sus cartas sobre “La sirenita” Andersen le dice a Collin que las partes que están tachadas en su manuscrito son en realidad las más importantes porque han salido de su corazón.
Es muy doloroso ver a alguien sufriendo por el amor que siente por otra persona, realmente rompe el corazón ver que se siente tan mal por ese amor, alguien que reza y le pide a Dios no sentir más eso… (Ver: “El amor por mis hijos estaba por encima de lo que decían en la iglesia”).
Es claramente alguien que siente que no encaja en el mundo y pensemos en lo increíble que es que, en esas circunstancias, 1837, alguien sea capaz de escribir que desearía ser amado por quien realmente es.
Esto es increíble para su momento cuando ni siquiera existía la palabra “homosexualidad”. Después de saber todo esto, para mí era imposible ilustrar “La sirenita” sin este contexto histórico y sin ser una sirenita andrógina. (Ver: Alanis Bello: no quiero ser un hombre ni una mujer).
El propio Andersen lo dijo en su momento: “nunca antes me sentí tan cerca de un personaje como con La sirenita”. Él estaba sufriendo con el personaje.
S: ¿Cómo pudo algo así ser ignorado por la crítica literaria?
B.L.: ¡Fueron 186 años sin que esto saliera a la luz! Esto demuestra que cuando tú no quieres ver algo, no importa qué tan obvio sea, no lo verás. De hecho, una de las primeras cosas que hace el príncipe cuando la sirenita se convierte en mujer es hacerla vestir como un hombre. Está escrito en todas las versiones y nadie, excepto yo, ha dibujado a La sirenita vestida de hombre como dice la historia. (Ver: “Desde que las niñas son rosadas y los niños azules, estamos jodidos”).
S: ¿Qué más está tachado en el manuscrito que Andersen decidió cambiar?
B.L.: El final está tachado en el manuscrito, pero en mi versión quedó como él lo pensó inicialmente y es que La sirenita recupera su voz, pero aparte de eso hay una frase que dice que sólo cuando esté muerta y sea un alma inmortal podrá ser amada por quien ella era realmente en su alma sin importar el cuerpo que tuvo en vida.
¡Eso es tremendamente poderoso en 1837! Y otra parte del texto que estaba tachada es una escena en la que La sirenita está vestida como un hombre y ella y el príncipe van a montar a caballo.
En francés y danés la palabra “montar” puede tener una connotación sexual y el cuento habla de que ellos están montando a caballo por el bosque y que se encuentran con un tigre.
En ese momento, La sirenita usa una lanza grande y la pone en la garganta del tigre, algo tremendamente gráfico. Eso está tachado en el manuscrito, pero es obvio que está contando que lo que pasa en el bosque es mucho más que un paseo a caballo. Esta parte tampoco está en mi versión.
S: ¿Cómo se refleja todo esto en las ilustraciones?
B.L.: Hay una razón por la cual en mi libro la figura de “La sirenita” es ambigua, no tiene realmente un género, hay una razón por la cual uso el azul oscuro como una manera de transmitir profundidad y es la densidad que sentimos al sumergirnos en el agua.
También hay una razón por la cual uso un rosado fluorescente en contraste con ese azul -dos colores que tradicionalmente se asignan a hombres o mujeres- pero para mí ese rosado intenso es un statement -una declaración– cuando se asocia con el azul de los fondos marinos y ambos forman una especie de morado. (Ver: Juguetes sin barreras de azul ni rosado).
Al mismo tiempo, el castillo acuático, inspirado en el trabajo de Eva Jospin, evoca unas formas sexuales de una manera muy diferente a los típicos castillos de Disney.
S: “La sirenita” y otros libros para audiencias jóvenes tocan temas profundos como la mortalidad, la identidad, la sexualidad, ¿qué los convierte en un clásico a través de las generaciones?
B.L.: La razón por la que un clásico se vuelve un clásico es porque está hablando de la naturaleza humana, son cosas que no envejecen. Las problemáticas que tenemos como humanos siguen aquí varios siglos después: encontrar tu lugar en el mundo, aceptar la diferencia, poder amar a quien deseas amar, todos estos temas están aquí hace siglos.
Por otro lado, los clásicos nos permiten a los artistas expresarnos y es por eso que Andersen usó esta historia para hacer una carta de amor que era imposible escribir en esa época sin usar la historia de la sirenita y del príncipe y es igual para muchos cuentos. Por ejemplo, Bamby habla de antisemitismo y así lo interpreté cuando lo ilustré.
Sébastien Pérez: Muchos textos se vuelven clásicos porque son un espejo de la sociedad en la que vivimos, también porque te permiten cuestionarte, te dejan pensando…
Cuando yo empecé a escribir cuentos -que empecé porque Benjamin me puso un lápiz en la mano y me dijo: escribe- recuerdo que me dio un consejo que sigue siendo vigente: cuando escribas siempre piensa en el mensaje con el que se va a quedar el lector cuando cierre el libro. Normalmente, los libros no te dan la solución, pero te ponen a pensar.
S: Un libro que causó mucho revuelo fue uno que ustedes hicieron llamado: “La mejor mamá del mundo”. ¿Por qué causó tanta controversia?
B.L.: Es un libro súper tierno. Para mí es uno de los libros más inocentes, puros y delicados que he hecho. Yo tengo muchos libros que tienen un lado más sombrío, que son un poco ambiguos, pero este era súper dulce y sencillo.
Es un libro escrito por Sébastien e ilustrado por mí acerca de las muchas formas de crianza que hay en la naturaleza. Pero en ese momento en Francia estaba ocurriendo el debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la narrativa de quienes se oponen era: “los niños tienen que ser criados por padres de sexos opuestos o si no van a convertirse en psicópatas”, “eso no es natural”, etcétera. (Ver: La Corte Constitucional aprobó la adopción igualitaria, ¿por qué esta vez sí?).
Entonces, nosotros dijimos, “ok, vamos a ver qué nos dice la naturaleza” y lo que vemos en la naturaleza es que hay muchas formas de criar: vemos que hay machos que son madres, como los pingüinos, vemos hembras que crían solas, como las elefantas, vemos incluso madres que no quieren criar, en fin, hay muchas maneras de criar.
Nosotros quisimos mostrar formas de maternidad en la naturaleza, concluyendo, al final que la mejor madre del mundo es la madre que te está amando, que te está cuidando.
S.P.: Y una más de todas las mamás que mostramos era la mamá humana y hablamos de cómo a veces esta mamá requiere ayuda de otras personas a su alrededor, puede ser su pareja, una abuela, un familiar, un amigo, alguien que, independientemente de su género, la apoye. Nos referíamos simplemente a que criar a un bebé es una tarea demandante.
Hubo una gran indignación: nos decían que cómo podíamos decir que tener un hijo era difícil si era la mejor cosa que les había pasado en la vida o que cómo nos atrevíamos a sugerir que las mujeres necesitaban ayuda para criar a sus hijos o que no teníamos autoridad para hablar de maternidad. Pero bueno, todo el mundo ha tenido una mamá, ¿no?
S: La literatura infantil y la educación en general se han convertido en un campo de batalla en muchos lugares. Por ejemplo, en la Florida (EEUU), se pueden comprar armas en supermercados, pero ciertos libros han sido prohibidos en las bibliotecas escolares…
B.L.: Hay mucha tensión cuando haces libros para niños y la gente se enloquece con un determinado libro y lo acusan de todo tipo de cosas por el hecho de enviar un mensaje acerca de la importancia de tener una mentalidad abierta o de respetar la diversidad que hay en el mundo.
S: Otro libro que ustedes lanzaron en la Feria del Libro de Bogotá se llama “Las brujas”, ¿de qué se trata?
B.L.: Bueno, “Las brujas” es un libro ilustrado por mí y escrito por Cécile Roumiguière. Es un viaje a través de la historia de magas, adivinas y hechiceras desde una postura feminista sobre mujeres que no fueron sumisas y que por eso fueron perseguidas. El libro en el que trabajamos Sébastien y yo es de 2009 y se llama “Genealogía de una bruja”. (Ver: Tres grandes del feminismo en Colombia).
En ese momento todas las brujas que nos mostraban los libros eran malas, viejas, con gorro negro y puntudo, con escoba y una verruga.
Entonces, decidimos hacer un libro sobre una familia de mujeres que luchan por el bien y en el que una pequeña niña encuentra que pertenece a una genealogía de mujeres fuertes y poderosas. (Ver: “Vivo el feminismo en la espiritualidad”).
S.P.: Sí, mezclamos diferentes historias de brujas cuentos de hadas y creamos otras brujas inspirándonos en historias reales de mujeres de Japón, Latinoamérica, África, etcétera, con una cosa en común: todas son mujeres que nunca estuvieron casadas o no podían tener hijos. (Ver: El día de la madre y de la no madre).
En ese sentido, el libro es una declaración feminista que dice que estas brujas que han sido perseguidas siempre son mujeres inteligentes, poderosas y que tienen derecho a existir.
B.L.: El eje central del libro es la historia de una pequeña niña que está descubriendo que es una bruja pero que se siente triste porque los otros niños no la aceptan porque ella tiene el poder de adivinar las frases de todos antes de que los demás terminen de hablar y esto les resulta molesto.
Pero junto a su abuela descubrirá que ella pertenece a esa gran genealogía de mujeres fuertes y que cuando te permites abrazar lo que te hace diferente, siempre vas a encontrar quien te ame tal y como eres.
¡Por supuesto no estamos hablando únicamente de una niña que se siente diferente por una característica en particular! Sino de mucho más. Al final la niña encuentra a su amigo ideal, un niño tartamudo al que le resulta maravilloso tener a alguien que termine las frases por ella.
En el fondo, muchos de nuestros libros hablan de eso, de ser diferente, de no encajar y de cómo si tienes la fortaleza de abrazarte como eres siempre encuentras tu lugar en el mundo.