En memoria de Beatriz: una reflexión teológica en clave feminista

Por Theresa Denger y Alejandra Burgos | El Salvador

Marzo es un mes muy simbólico y, este año, muy importante y decisivo para la salud y la vida de las mujeres en El Salvador. En marzo se juntan la lucha por los derechos de las mujeres (8M) con la memoria del martirio de los beatos Rutilio, Nelson y Manuel (12M) y de San Romero (24M).

Marzo nos revela la conexión profunda entre los derechos de las mujeres y la fe, poniéndola a ésta a prueba de fuego: ¿puede la fe mover montañas o leyes, poniendo la compasión y solidaridad con las que sufren por encima de todo? ¿O capitula la fe ante el afán ciego por cumplir mandatos que se creen divinos pero que se vuelven violentos contra las más vulnerables? ¿Qué dice nuestra fe en vísperas de la Audiencia en la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de Beatriz, una paciente de lupus e insuficiencia renal a quien el Estado salvadoreño, en 2013, negó la interrupción de su embarazo inviable y de alto riesgo, fomentando la prohibición absoluta del aborto?

En la Iglesia católica estamos en cuaresma, tiempo de oración y penitencia, de conversión y transformación, no sólo a nivel personal, sino también social y nacional. El profeta Isaías nos recuerda que el verdadero ayuno es “romper las cadenas de la injusticia” (Is 58,6). Esperamos que esta cuaresma sea un Kairós para la salud y vida de las mujeres en El Salvador. 

Dos miradas religiosas sobre la historia de Beatriz

Sabemos que nuestra mirada creyente sobre la historia de Beatriz sólo es una entre muchas en el panorama religioso de El Salvador, y muy probablemente con poco peso. Constatamos con honradez que es otra mirada, totalmente diferente, a aquella que tiene mayor impacto en la conciencia religiosa colectiva en El Salvador. Y constatamos también que la cuestión religiosa se convierte en una cuestión de vida y muerte en un país donde la gran mayoría confiesa creer en Dios y donde la religión tiene gran impacto en la política, la educación, la salud, la cultura, etc. A continuación, presentamos dos miradas religiosas que llevan a posicionarse cada una de un modo distinto ante el caso de Beatriz y de muchas otras mujeres. 

La primera está asociada a los grupos autodenominados “Pro vida” y parte del enunciado que toda vida humana es sagrada desde la concepción, idea que fue petrificada en 1854 en el mundo católico a raíz del dogma de la Inmaculada Concepción de María y que entró a la Constitución Salvadoreña en 1998. Este enunciado abstracto se fusiona fácilmente con el quinto mandamiento “no matarás” y juntos terminan tallados en piedra e intocables para luego ser aplicados a cualquier contexto y situación, sin variación ni diferenciación, pero con todo peso. De esta forma, el “no matarás” se aplica con especial rigor y rigidez a las mujeres embarazadas con complicaciones obstétricas, sentándoles a solas en el banquillo de las acusadas.

Otros culpables –como agresores sexuales y/o pederastas– no aparecen a la vista ni otros factores –naturales y sociales– más allá de la culpa. La fe en la norma y el castigo es tan fuerte en las personas que comparten esta visión que éstas llegan a la convicción de que, si un país castiga penalmente a las mujeres que han abortado y las encarcela, no habrá más abortos y a todos los embriones se le cumpliría su derecho a la vida. Sólo con esta convicción es posible hacer llamados públicos a rezar por el fin del aborto “para que se respete el derecho a la vida en la sentencia del Caso Beatriz”[1], como sucedió justo el miércoles de ceniza en este año frente a la sede de organizaciones litigantes salvadoreñas ante la Corte IDH.    

 Aunque esta mirada está, de alguna manera, vinculada al dogma católico de la Inmaculada Concepción de María, la vemos poco católica y poco cristiana por estar muy lejana de la mirada de Jesús y de su vida. La imagen de Dios que está detrás es la de un juez lejano –especialmente lejano de la vida de las mujeres– que las juzga duro y sin presunción de inocencia.  Muy lejana del Jesús del evangelio cercano a quiénes sufren. 

 La otra mirada asociada a la lucha por la salud y vida de las mujeres parte de la realidad concreta de ellas, del contacto directo y acompañamiento comprometido, como también de un análisis racional de la situación de salud y las indicaciones médicas. Esta mirada es una mística de los ojos abiertos (J. B. Metz) que se deja afectar por el sufrimiento de las demás y se indigna ante la violencia, el abandono, la exclusión social del sistema de salud y la criminalización de los cuerpos. Desde aquí nace el activismo sororal y arriesgado en defensa de los derechos fundamentales a la salud y a la vida de las mujeres. Y el derecho a la vida implica también poder vivir los momentos de duelo y enfermedad cerca de la familia y las amigas, especialmente cuando se trata de algo tan sensible como la pérdida de un bebé. Este activismo es, a la vez, acompañamiento pastoral y apostolado político que busca transformar las condiciones de precariedad, exclusión y de salud en que viven la mayoría de las mujeres, para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10,10). 

Creemos que esta mirada tiene muchas coincidencias con la vida, praxis y predicación de Jesús de Nazaret y que transmite –sin predicar– la imagen de un Dios cercano, compasivo y defensor de lxs pobres. Nos reconecta con este Jesús que curaba, abrazaba, perdonaba, reunía, compartía el pan con quiénes tenían hambre porque lo que más le importaba eran la salud y la vida de la gente (Mt 14,13-21); con este Jesús que, lejos de juzgar a la mujer que le tocó mientras sangraba, comprendió su necesidad y sintió “compasión por ella”(Mc 5, 24-35); con este Jesús que salvó a una presunta adúltera del feminicidio, desenmascarando la hipocresía y los pecados ocultos de los jueces masculinos (Jn 8,1-11). 

¡Beatriz vive!

 Desde nuestra mirada creyente descubrimos que la historia de Jesús –su pasión, muerte y resurrección– está íntimamente conectada con la historia de Beatriz. Así como Jesús, también ella fue estigmatizada y criminalizada, torturada y abandonada por las autoridades civiles y religiosas. Pero, así como en la resurrección de Jesús, también en su historia la memoria, el amor y la vida fueron más fuertes que el olvido, el odio y la muerte.

A pesar de su muerte[2] su memoria sigue viva. A Beatriz la recordamos como una mujer sencilla y alegre que nunca perdió la esperanza de educar y ver crecer a su hijo Mauricio, aun cuando estaba en un estado delicado por su segundo embarazo. La recordamos como una mujer que amaba y que estaba rodeada por una familia y una comunidad que la amaban y le brindaban compasión y solidaridad. Hablamos de los centenares de personas, sobre todo mujeres y jóvenes, que se sumaron a la lucha del movimiento feminista en la “Plataforma #BeatrizTieneDerechoAVivir” y que hoy se moviliza por toda América Latina y en distintos continentes diciendo “Justicia para Beatriz”.

Para Beatriz, en esa fuerza incansable de lucha en las calles, frente a la Corte Suprema de Justicia y en muchos otros rincones dentro y fuera del país estaba Dios actuando. Y desde la fe de Beatriz sentimos que el mismo Dios que ha resucitado a Jesús hoy resucita a las mujeres en El Salvador, levantándose –con ellas– contra unas leyes injustas que las condenan a la muerte y contra una sociedad inhumana que dice creer en Él pero que lo niega en la práctica. Beatriz no murió, sigue viva en la voz de quiénes luchamos hoy porque ninguna mujer y ninguna niña tenga que pasar por lo que ella pasó.

 

[1] https://twitter.com/40dias_sv

[2] Beatriz murió el 08.10.2017 como resultado de una infección nosocomial, según su autopsia, debido a la vulnerabilidad de su estado de salud, agravada por el tiempo que esperó para interrumpir su embarazo en 2013. Las infecciones nosocomiales (IN) son consecuencia directa de la atención médica y se definen como aquellas que no estaban presentes o en periodo de incubación al momento en que el paciente ingresó al hospital (Ver en: https://www.who.int/es/news/item/06-05-2022-who-launches-first-ever-global-report-on-infection-prevention-and-control).

Fuente: https://amerindiaenlared.org/

Claudia Florentin