Teologías feministas: Espiritualidades en resistencia

Reunir las voces de quienes han sido inspiradoras y aliadas a lo largo de la biografía institucional, acompañándonos en la convicción de garantizar igualdad y Justicia para las mujeres en la región, es un verdadero privilegio publicar Teologías feministas: Espiritualidades en resistencia, dicen desde Católicas por el Derecho a Decidir de Argentina, quien publicó este libro.

Descargá en forma libre y gratuita el libro: https://drive.google.com/file/d/1KmHEwZN3-cb-2PQuz_8PTaY9ux6IjmwC/view

Para mirar el cielo y la tierra feministas

Con infinita generosidad estas maestras nos ofrecen un abanico de temas como flechas disparadoras de nuevas invitaciones a mirar los feminismos desde una perspectiva teológica y a la teología desde una perspectiva feminista.

Inaugurando este volumen contamos con el privilegio del pulso de Ivonne Guevara, que con su agudeza intacta, nos interpela de arranque para volver a la cuestión: “¿podemos ser feministas y cristianas?”. Hincándonos, pellizcando con su honestidad intelectual a cualquier intento de confort, nos comparte su respuesta “personal y provisoria”: “Podemos ser feministas y cristianas/os, aunque con muchas reticencias e interrogantes”.  Y a continuación, nos alienta a reinventarnos en algo diferente: “’diálogos de significado’, ‘compartir corazones’, ‘jardines de parábolas’, ‘confesiones de corazones’, ‘flores en el asfalto’ o ‘conversaciones en la penumbra’”.

A continuación, nuestra cercana Lucía Riba, pone su lupa sobre el lugar y la significación de la corporalidad. Así, nos recuerda cómo el discurso tradicional de la iglesia aborda el cuerpo de las mujeres como secularmente conflictivo, ligado al mal y a la perdición. Pero también nos advierte sobre algunas teologías que lo valoran desde una perspectiva que privilegia la maternidad como función casi exclusiva y excluyente. Tampoco nos permite pasar por alto la “glorificación del sufrimiento como algo salvador”, y sospecha de la exposición cotidiana de la imagen de Jesús crucificado, como un elemento que incide en que las mujeres vejadas se conduelan más de su victimario que de sí mismas.

En esa misma línea, Marilú Rojas insiste en la urgencia de desacralizar la violencia en las religiones monoteístas de corte sacrificial basadas en un principio de trascendencia y señala los mandamientos del marianismo como lineamientos para construir una víctima. Así, nos convoca a abandonar la idea del rito sacrificial para dar paso a la festividad del banquete, afincándonos en las espiritualidades feministas situadas y contextuales, a las que caracteriza como: “corporales, eróticas, políticas, cotidianas, comunitarias y sexuales-proféticas”.

A su turno, Jocabed Solano nos trae la memoria de los pueblos originarios de Centroamérica y su maravillosa vivencia de la espiritualidad gunadule que pone en el centro a un Dios de amor, cuidado, respeto, reciprocidad, y complementariedad y una ética de la vida comunitaria. Nos convida a conocer una práctica en la que la Tierra comunica el mensaje de Dios, y las mujeres ocupan un lugar preponderante, reconociendo a las abuelas como transmisoras de conocimiento, y como ejemplo de resistencia a la conquista, la colonialidad, y el epistemicidio de la sabiduría ancestral.

No menos provocadora nos resulta la intervención de Nancy Bedford, respecto a “desencuarentenar” la teología, recuperando el sentido que esta práctica tiene en la historia y en los textos bíblicos, como una referencia “consciente o inconscientemente a una experiencia liminal, de espera, en la esperanza de que algo cambie y mejore”. Sus párrafos transmiten la conmoción compartida frente a un femicidio ocurrido en pandemia, en nuestra ciudad de Córdoba, y recuperan la sensación de impotencia de una población encerrada y consciente del peligro atávico que acecha al interior de muchos hogares. Así expresa con la claridad de la denuncia que “la ‘cuarentena’ simbólica de las mujeres —que se torna permanente— es una especie de cautiverio babilónico que le hace mucho mal no solamente a las mujeres sino también a la iglesia como un todo porque socava la buena noticia del evangelio de Jesús”.

El último artículo pertenece a la querida María de los Ángeles Roberto que se refiere a un aspecto central: “la culpa” como patrimonio de las mujeres, por “hacer caer al varón en el pecado”, y cómo ésta se traslada a los deberes de las mujeres, “obligadas a cumplir con los preceptos impuestos para alcanzar la vara alta de la buena hija, la buena madre, la buena hermana, la buena esposa, la buena nieta”. Además de estas revelaciones, nos suma su contundente análisis de los textos bíblicos para afirmar qué dicen y qué no sobre el aborto e insistir con la relectura de la Biblia con perspectiva de género como clave para el desarrollo de las teologías feministas. 

Claudia Florentin